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dilluns, 29 de desembre del 2008

Tolerancia y adicción

TOLERANCIA Y ADICCIÓN

Nadie se siente verdaderamente poderoso hasta que se pone al margen de la ley. El coche oficial está bien, quién dice que no. Un ejército de subsecretarios o directores generales atentos a todos tus deseos gusta a cualquiera, claro. Comer gratis cada día en los mejores restaurantes es, cómo negarlo, una delicia. Viajar en primera a costa del presupuesto del Estado produce cosquillas en el vientre, esa es la verdad. No hacer cola en el cine, en la pescadería, en la ópera o en el mostrador de facturación de Iberia es fantástico, sin duda, pero no llena, no mata el hambre de poder que nos constituye. Que al llegar a casa estos días tan señalados encuentres el recibidor lleno de cestas de Navidad enviadas por personas que te deben favores, o que aspiran a debértelos, sacia momentáneamente las necesidades del ego propio y del familiar. Qué importante es mi padre, dicen los hijos. Qué potencia, la de mi marido, piensa la esposa. Qué suerte la de mi vecino, comentan los del tercero A.

Pero el poder, como la mayoría de las drogas (y de los fármacos), crea tolerancia y adicción. Llega un punto en el que todo lo enumerado más arriba sabe a poco. Se necesita más. Y no hay expresión de poder semejante a la de vulnerar las leyes desde el mismo lugar desde el que se deberían aplicar. ¿Y si aceptara dinero en vez de cestas de Navidad? ¿Y si creara una policía paralela, al margen de la ley? ¿Y si mandara construir en el cuartel un sótano especial para torturar a los detenidos? ¿Y si empleara los fondos reservados para regalar joyas a las esposas de mis subordinados? ¿Y si aplicáramos a este juez (al fin y al cabo, un colega) una condena leve, aunque su falta haya sido grave? ¿Y si permitiéramos a los EE UU transportar presos ilegales por nuestro territorio?

Eso es poder, tío, lo demás son bagatelas (qué rayos querrá decir bagatelas). Por otra parte, a poco talento político de que se disponga, siempre está la coartada del bien común, del sacrificio personal, de los intereses del Estado. Vamos a ver en qué acaba todo esto, pero los espectáculos de demostración de poder a los que estamos asistiendo en las postrimerías del año ponen los pelos de punta.

divendres, 26 de desembre del 2008

Para sobrevivir

PARA SOBREVIVIR

Si los marcianos enviaran un espía a la Tierra para que averiguara qué rayos es la Navidad, su informe resultaría delirante. De entrada, lo primero que tendría que decir es que la Navidad es una fecha. Pero si buscara en el diccionario la palabra fecha, su confusión aumentaría (vayan ustedes mismos al diccionario y compruébenlo). De manera, se diría el pobre marciano, que la gente celebra una fecha. Si investigara mucho (pero mucho), descubriría que «la fecha» coincide con el nacimiento, hace más de dos mil años, de un tal Jesucristo, que por lo visto era mitad hombre y mitad Dios. Y si, llevado por una curiosidad extrema, averiguara qué predicaba aquel ser y qué prácticas desarrollamos durante estos días (tan señalados) en su memoria no entendería nada.

Si el marciano lograra incrustarse en una familia (cristiana o no), se asombraría al comprobar que entre los fundamentos teóricos de la Navidad y su concreción práctica, no hay absolutamente ningún punto en común. Mientras por arriba se habla de paz y unidad, por abajo las familias se despellejan entre sí como en ninguna otra época del año. Más aún, se reúnen con personas a las que no ven durante meses, porque se llevan mal con ellas, sin otra finalidad que la de recordar que se llevan mal. En muchas casas, añadiría el informe del marciano espía, se colocan unas instalaciones llamadas belenes, llenas de figuritas humanas y animales rotas. Hay figuras a las que le falta una pierna o un brazo y patos o gallinas a los que les falta la cabeza. En algunos de estos belenes aparece también un señor cagando.

Si un marciano ocupara el cuerpo de un esposo (o de una esposa, o de un hijo, o de un cuñado, da lo mismo), sería descubierto enseguida, pues para comportarse de forma tan contradictoria y vil como los seres humanos en estas fechas tan señaladas no basta con hacer un cursillo de tres días. Hay que haberlo mamado. No obstante, un modo estupendo de sobrevivir a la Navidad consiste en imaginar que uno es un marciano empotrado en una familia española y comportarse como tal. La diversión está asegurada.

dilluns, 22 de desembre del 2008

Diente de muerto

DIENTE DE MUERTO

Pese al tráfico -endiablado-, el taxista estaba muy contento. Le pregunté por qué y dijo que había conseguido harina de almorta para hacer gachas en Nochebuena. Le pregunté qué era la almorta y me explicó que se trataba de una leguminosa con multitud de usos gastronómicos.

-En algunos sitios -añadió- la llaman arvejo cantudo, arvejote, diente de muerto o garbanzo de yerba. Pero en La Mancha siempre ha sido almorta.

Almorta y diente de muerto, dos nombres inquietantes cuyo origen, pese a su erudición, no supo explicarme. Imaginé una harina hecha de dientes de muertos y se me pusieron los pelos de punta. Mientras tanto, el hombre seguía dándome unas explicaciones absurdas sobre la leguminosa, que por lo visto tenía mucha fibra y era baja en grasas.

-Creo que viene de la India, donde se toma desde hace más de cuatro mil años.

La asociación entre La Mancha y la India no mejoró las cosas. Entonces pensé que aquella situación se parecía más a un sueño que a un suceso real. ¿Qué hacía yo dentro de un coche (aunque fuera un taxi), con un señor al que no había visto en la vida, hablando de la harina de almorta? Comprendí, como jamás hasta ese instante, que la vida era, efecto, un sueño y que lo que tomamos por vigilia es con frecuencia una continuación de lo que nos ocurre cuando nos encontramos entre las sábanas.

El caso es que el hombre estaba como unas castañuelas de contento por aquel tesoro que llevaba en el asiento del copiloto, dentro de una bolsa de plástico. No fue necesario que le preguntara por qué hacía gachas en Nochebuena. Se trataba, me explicó sin que yo hubiera abierto la boca, de una tradición familiar, pues su padre, que había nacido o muerto (ahora no caigo) el 24 de diciembre, las hacía siempre en esa fecha.

-Pero cuando yo me muera -añadió-se acabó. Primero, porque cada día es más difícil encontrar la harina y, segundo, porque mis hijos no comprenden la importancia de las tradiciones familiares.

En esto, llegué a mi destino y salí del coche, pero habría sido más verosímil decir que salí de la cama. Felices fiestas.

divendres, 19 de desembre del 2008

Aclaración

ACLARACIÓN

A ver si nos ponemos de acuerdo con el significado de las palabras porque esto empieza a parecer la Torre de Babel. Esos chicos que se encadenan a las puertas de una reunión del G-8 no son antisistema. Por el contrario, lo fortalecen al dar trabajo a la policía. Antisistema es el que bombardea un país entero amparado en una documentación falsa fabricada por él mismo. Antisistema es el cómplice de esa acción. Antisistema es el que colabora en el traslado ilegal de seres humanos secuestrados a punta de pistola para ser torturados en agujeros antisistema como Guantánamo. Antisistema es el juez que en vez de comportarse como un poder del Estado hace declaraciones propias de un tonto del culo. Antisistema es el que pretende convertir a la Universidad en la correa de transmisión de los intereses empresariales. Antisistema es el banquero que da préstamos a personas que no tienen ninguna posibilidad de devolverlos. Antisistema es el tasador que valora en 100 un piso de 70. Antisistema son las personas de orden como Madoff, con el que hasta hace cuatro días querían cenar hasta los obispos. Antisistema, por cierto, son los obispos y arzobispos pederastas y quienes les protegen para que no vayan a la cárcel. Antisistema es, por ejemplo, el presidente de la Comunidad de Valencia, que ha estado boicoteando durante tres meses una asignatura (dos, si contamos el inglés) que forma parte del currículum escolar. Antisistema es quien pone sus intereses particulares por encima de la lucha antiterrorista (Aguirre, sin ir más lejos). Antisistema son los supervisores, los gestores, los auditores y los custodios que han estado mirando hacia otro lado. Antisistema es el que presta el dinero gratis, revelando así su auténtico valor de mierda. Antisistema, en fin, es el sistema, que viene a ser lo mismo que si el hígado fuera antihígado.

Efectos "reputacionales"

EFECTOS REPUTACIONALES

El BBVA estima que sus toqueteos sexuales con Madoff le costarán unos 300 millones de euros de «pérdida neta máxima potencial». Han leído ustedes bien: «Pérdida neta máxima potencial», sin comas o conjunción alguna por el medio. Ni usted ni yo, personas sencillas y atareadas, sabemos lo que quiere decir «pérdida neta máxima potencial». Pese a ello es dudoso que nos engañaran con el timo de la estampita, que era más o menos a lo que se dedicaba Madoff. Pero no es todo. En una nota de prensa, el citado banco se define como «estructurador de productos referenciados a fondos de inversión de terceros», que tampoco tenemos idea de lo que significa. ¿Pero cómo es posible que a un «estructurador de productos referenciados a fondos de inversión de terceros» se la den con queso? Quizá por eso mismo, porque en lugar de arruinarse, que es lo que le ocurre a la gente normal, tienen pérdidas netas máximas potenciales, y porque en lugar de ganarse la vida como Dios manda, se dedican a estructurar productos referenciados a fondos de inversión de terceros. Va tanto el cántaro a la fuente que al final se rompe.

Ahora que Camps ha renunciado a dar Educación para la Ciudadanía en inglés, porque los alumnos no se enteraban, debería ser obligatorio hablar en un español inteligible, porque, claro, a usted le aconseja el director de su banco invertir en productos referenciados, y usted, por no preguntar, porque le da vergüenza, firma donde haga falta. Y si luego, en vez de confesarle lo que ha perdido, le habla de pérdidas netas máximas potenciales, no sabe usted si debe tirarse por la ventana o abrir una botella de champán. Lo increíble es que con ese lenguaje sin sintaxis ni sindéresis (qué rayos querrá decir sindéresis) el tal Madoff se ha llevado al huerto a los tíos más listos de la clase. Rodarán cabezas, suponemos, para paliar los efectos «reputacionales», palabro que también ha circulado estos días en los medios económicos. Menos mal que los inversores tenían una gran cultura financiera. Si llegan a ser como usted o como yo, unos paletos, les sacan los ojos. Lo que hace falta es que todo esto sea para bien y que a quien Dios se la dé San Pedro se la bendiga, que no sé lo que quiere decir. Buenos días.

dimecres, 17 de desembre del 2008

Desplazamientos del significado

DESPLAZAMIENTOS DEL SIGNIFICADO

Aunque la expresión hedge funds no se encuentra en el método el inglés en mil palabras, ya forma parte de nuestro vocabulario. Ignoramos lo que significa de forma literal, pero huele a estiércol, por no decir a mierda, que es de mala educación. Escuchas en una cena hedge funds y tienes que disculparte para ir a vomitar. Hasta hace poco, cuando sólo la conocían unos pocos, la expresión hedge funds sonaba a aventura empresarial, a riesgo económico, a dinero fresco, a corbata de seda. Al poco de que Aznar dejara la política, fue contratado por Centaurus Capital, una empresa de hedge funds precisamente (Dios los cría y ellos se juntan). Entonces, estas sociedades aún gozaban de prestigio por su asociación con el riesgo. Las connotaciones literarias del riesgo han hecho estragos en todos los sectores de la vida, pero cómo imaginar que llegarían a los campos de golf.

La hedge funds de Bernard Madoff cogió mucha pasta en esas instalaciones deportivas donde hay mucho recién llegado. Aznar, cuya naturaleza es la de un recién llegado, se dejó fascinar por los palos de golf, por el Escorial y por los ranchos tejanos. En esa situación, sólo faltaba que llegara un promotor ofreciéndole una hedge funds para que entrara de cabeza. Y entró. Ya veremos cómo sale, porque no tenemos noticia de Centaurus Capital. De momento ha caído la de Bernard Madoff, que ofrecía «suculentos retornos». Donde se lee «suculentos retornos», entiéndase beneficios desproporcionados, o beneficios a secas, si usted prefiere no adjetivar. Quiere decirse que usted ponía un dinero y ese dinero volvía al poco multiplicado. De ahí la expresión «suculentos retornos», que pronto figurará en los métodos de el español en mil palabras.

Total, que Bernard Madoff era un gurú. Eso es lo que dicen de él, que era un gurú, término que literalmente, en el hinduismo, significa maestro espiritual o líder religioso. Dado que ni Madoff ni quienes le confiaban su pasta eran hinduistas, habrá que atribuirle el segundo de los significados del diccionario de la RAE, es decir, «persona a quien se considera maestro o guía espiritual», o sea, un chorizo (desplazamientos del significado).

dilluns, 15 de desembre del 2008

Ambigüedades lingüísticas

AMBIGÜEDADES LINGÜÍSTICAS

«Violación de derechos humanos». Con esta expresión antiséptica nos referimos a los grandes crímenes, a las transgresiones feroces, a los asesinatos que se cometen desde los despachos con moqueta. Si usted mata a su vecino, lo veremos llegar al juicio con el rostro tapado por el abrigo y lo veremos salir entre los insultos de la gente congregada a la puerta del tribunal. Y usted se lo merecerá, por haber quitado la vida a un ser humano. Pero si usted, en vez de liquidar a un individuo concreto, se limita a cometer una «violación de los derechos humanos», es decir, a asesinar a lo grande, a usted no le pasará nada. Y si el juez le requiere, no tendrá que taparse el rostro al entrar en la sala, sino que lo mostrará con orgullo a las cámaras. Sí, yo fui, dirá retadoramente a la prensa, y lo haría otra vez. A la puerta del juzgado, en vez de los parientes de las víctimas, le recibirán sus incondicionales con aplausos y vivas.

La guerra de Iraq fue un caso flagrante de violación de derechos humanos. Se mató a lo bruto, se destruyó sin tasa, se violó sin medida. ¿Hay alguien en la cárcel por eso? Nadie, no hay nadie. Pero mate usted a su vecino y verá la que le cae encima (y con razón). Secuestrar a la gente está prohibido. Pero si además de secuestrarla la trasladas en la bodega de un avión a un zulo donde la torturas de manera incesante, te estás jugando la perpetua, al menos que lo hagas a lo grande, en plan Bush. Si trabajas al por mayor, puedes incluso llegar a acuerdos con políticos de otros países que colaborarán sin problemas con tus crímenes. Algunos políticos españoles firmaron, en la época de Aznar, un documento por el que se hacían cómplices de tales acciones. Pero no se ha juzgado a nadie ni se juzgará, porque hemos decidido denominar a esa barbaridad «violación de los derechos humanos», una cosa que está más o menos bien vista.

El Vaticano se ha opuesto hace unos días a una iniciativa para despenalizar mundialmente la homosexualidad, que en muchos países significa una condena a muerte. La posición de la Iglesia no ha provocado ningún escándalo porque estamos de nuevo ante una «violación de los derechos humanos». Vaya por Dios.

divendres, 12 de desembre del 2008

Carta a Papá Noel

CARTA A PAPÁ NOEL

No sabemos si hay más ansiolíticos que ansiedad o más ansiedad que ansiolíticos, pero sí que hay más bienes de consumo que dinero para comprarlos. Va uno por la calle, ve los escaparates, entra en los comercios. Me quedaría con esto y con esto otro y con lo de más allá. Pero ni a plazos. No podríamos adquirir nuestros caprichos ni empezando a pagar el año que viene, y eso, quieras que no, provoca ansiedad. Quiere decirse que los ansiolíticos deberían considerarse bienes de consumo (en el caso de que no sea así).

-¿Cuánto cuesta este ordenador portátil, señorita?

-Dos mil euros, señor.

-Qué agonía, no me da el presupuesto.

-Entonces tómese usted este ansiolítico.

La Seguridad Social, por lo que a mí respecta, debería recetar ordenadores en vez de pastillas. A mí me das un ordenador que pese medio kilo y se me quita la ansiedad de golpe, al menos por un rato. También es cierto que con lo que cuesta un ordenador de medio kilo puedo comprar ansiolíticos para el resto de mi vida. Lo que no sé es por qué los ordenadores se venden sin receta y los ansiolíticos no. Luego nos quejamos de que la gente no consume. Si es que no hacen más que poner trabas.

Además está lo del miedo, lo de la burbuja inversa, podríamos decir. Antes de la crisis te preguntabas si te podías comprar un coche de quince metros o un ático de 200 y todo el mundo te animaba. Venga, sí, hombre, pides un par de créditos con cuatro avales cruzados y te das el capricho. Ahora, en cambio, la gente no se toma un café por si acaso. ¿Por si acaso qué? Por si acaso se acaba el mundo y necesitas el euro para atravesar la laguna Estigia, y perdón por la referencia cultural. Por cierto, ¿hay más cultura que ignorantes o más ignorantes que cultura? Si todo el mundo se decidiera estas navidades a consumir cultura, ¿seríamos capaces de satisfacer esa demanda? Quizá no. Pero no se dará el caso. La única demanda que sube es la de los ansiolíticos, aunque no sé si queda bien que los Reyes te traigan una caja de Orfidal. Le pega más a papá Noel, a quien me dispongo a escribir en este mismo instante.

Aire

AIRE

El radiador del cuarto de baño estaba hemipléjico, pues la mitad de él permanecía fría. Deduje que tenía aire y que convenía purgarlo, por lo que busqué el destornillador, que no hallé en su sitio, así que tomé un cuchillo de la cocina y caminé con él por el pasillo. Me sobrecogió la imagen de mí mismo, armado, en la soledad de la casa. Por asociación con el cuchillo (y con la fontanería) pensé en mis venas y recordé una película en la que el protagonista se abría las muñecas transversalmente, como casi todos los suicidas frustrados, pues por lo visto hay que cortar en sentido longitudinal. Al aflojar el tornillo del radiador, la espita emitió un silbido. Cuando comenzó a expeler agua con apariencia de saliva, cerré de nuevo la válvula y recogí el agua que había caído al suelo con un pedazo de papel higiénico que arrojé al váter, aunque no tiré de la cadena.

Al regresar con el cuchillo a la cocina pensé en la palabra purgar, tan polivalente. Funcionaba en la fontanería con la misma eficacia que en la moral. De haber en el cuerpo un tornillo que al aflojarlo dejara escapar las impurezas, ¿dónde se encontraría? Era una pregunta retórica, claro, para defenderme del miedo al pasillo y del silencio de la casa. Ya en la cocina, encendí la radio y dijeron que en estos momentos era un deber patriótico consumir. Me pareció rara la idea de una patria (significara lo que significara esa palabra tan siniestra) basada en el hecho de gastar, incluso de malgastar. Por mi parte al menos, lo que necesitaba era lo contrario, una purga. Coloqué el cuchillo cuidadosamente en el cajón, apagué la radio, tomé un bolígrafo y allí mismo escribí estas líneas junto a las que salió un poco del aire -no todo- que ensuciaba los circuitos -con perdón- de mi alma. Al día siguiente encontré el destornillador, que estaba, como yo, fuera de sitio.

dimecres, 10 de desembre del 2008

Antes del tiroteo

ANTES DEL TIROTEO

La gente que se muere durante la crisis debe de sentir, junto al fastidio lógico, cierta sensación de alivio. Es como irse de la reunión de vecinos antes de que empiecen las hostilidades. La vida tiene algo de reunión de vecinos. Llegas a un mundo incomprensible, situado en un suburbio del sistema solar, y, ¡hala!, ahí te las compongas. De repente, sales de la vivienda, tomas el ascensor y coincides con el del quinto y su señora, que están igual de despistados que tú.

- Deberíamos reunirnos -dice el vecino- para decidir si nos hacemos cazadores o agricultores.

-De acuerdo -respondes-, mañana a las ocho en primera convocatoria y a las ocho treinta en segunda.

Pues eso, os reunís, y resulta que un vecino ha inventado la guerra y otro ha inven tado la electricidad y otro más ha descubierto la circulación de la sangre y otro se ha entregado a la Teología. Las reuniones de vecinos están bien mientras los niños son pequeños y no hay más remedio que alcanzar acuerdos básicos sobre el funcionamiento de la realidad. Pero a medida que la comunidad envejece son una lata porque salen todas las manías, todas, de los copropietarios.
Nosotros estamos en el momento de las manías, con un edificio, además, hecho polvo (calentamiento global, fusión de los casquetes polares, tsunamis a destajo). Por si fuera poco, algunos vecinos no pagan las cuotas de la comunidad por culpa de la crisis. La vida se está convirtiendo en un asco, en fin. En tales circunstancias, seamos sinceros, morirse no está tan mal.

Ahí os quedáis, parecía decir el rostro de un amigo al que despedimos el otro día. Ha dejado una hipoteca más grande que el valor del piso para el que la pidió, lo que le traía frito durante las últimas semanas. El hombre entró en la especulación tarde y mal, como todas las personas corrientes y después de que su suegra le hubiera dicho mil veces que vivir de alquiler era tirar el dinero. Total, que se murió de asco. Pero yo creo que se murió con cierta sensación de alivio, consciente de que la vida no daba más de sí. Palmarla ahora es como irse del baile antes del tiroteo. R.I.P.

dimarts, 9 de desembre del 2008

Gustos raros

GUSTOS RAROS

Estábamos cenando un grupo de amigos cuando salió a relucir en la conversación el nombre de un escritor del que no sabíamos nada desde hacía mucho tiempo.

«Creo que murió», sentenció alguien sin que nadie lo corrigiera, pues todo el mundo ignoraba qué había sido de él.

Ese «creo que murió» me dejó un poco confuso, como cuando tropiezas con una piedra en un plato de lentejas. El resto de la noche, mientras prestaba una atención mecánica a la conversación, estuve tratando de digerir aquella frase diabólica. «Creo que murió». Quizá, en fin, estaba vivo, quizá no. Tal vez estaba de forma simultánea vivo y muerto, como el célebre gato de Schrödinger.

Cuando llegué a casa, antes de meterme en la cama, investigué en Internet y descubrí que el escritor de marras (qué rayos significará marras) no nos había dejado todavía. ¿Pero cómo evitar, después de aquella cena, que estuviera un poco muerto? Me acosté preocupado. ¿Cuántas personas (políticos, actores, presentadores de televisión) se encontrarían en esa bruma, en esa frontera que separa la vida de la muerte? Mientras venía el sueño, hice una lista de personajes que habiendo estado tiempo atrás muy presentes en mi vida, no sabría decir ahora de ellos si vivían o no. Me salieron siete, cuatro hombres y tres mujeres. Los imaginé haciendo equilibrios en los límites que separaban el más acá del más allá, unas veces en este lado y otras en aquél, unas veces tomando una copa y otras de cuerpo presente. Me dormí con esta idea y esa noche no soñé, o no recordé nada al despertar.

Pero continué dándole vueltas al asunto a lo largo del día siguiente. Imaginé que alguien decía lo mismo de mí («¿Millás?, creo que murió») y sentí una paz infinita. Qué bueno ese deambular entre un lado y otro. En cierta ocasión me encontré en la calle con un pariente lejano de mi mujer al que creía fallecido y hablamos con naturalidad durante algunos minutos.

Al llegar a casa se lo comenté a mi esposa y me dijo que estaba equivocado, que el fallecido era un hermano suyo. A mí, sin embargo, no se me quitó de la cabeza la impresión de haber estado hablando con un muerto. Y me gustó, si quieren que les diga la verdad.

dilluns, 8 de desembre del 2008

Los zapatos del muerto

LOS ZAPATOS DEL MUERTO

Ha bajado la venta de joyas, pero ha subido su alquiler. Suena raro lo de alquilar joyas. Hay algo turbio en esa actitud. En cierta ocasión no tuve más remedio que acudir a una cena de etiqueta para la que carecía de esmoquin. Algunos amigos que ya habían pasado por semejante trance me recomendaron que lo alquilara. Pero me daba aprensión, como ponerme las prendas de un muerto. La ropa tiene una capacidad tal de absorbernos el alma, o una porción de ella, que me parecía que si iba a aquella cena con un traje alquilado, el premio que me tenían que entregar lo recibiría otro. Finalmente decidí comprar el esmoquin, aunque no volviera a usarlo nunca. Desde entonces cuelga, como un ahorcado, de la percha de un armario donde conservamos la ro pa que no nos volveremos a poner, pero de la que no sabemos cómo deshacernos.

Dirán ustedes que los establecimientos de alquiler de prendas de etiqueta llevan al tinte la ropa cada vez que es usada. Cierto, pero el tinte quita las manchas, no el alma. El alma no sale ni con lejía. Un tejido impregnado de alma es más difícil de limpiar que la tinta del bolígrafo. Recuerden ustedes aquel traje de chaqueta de Monica Lewinsky que al cabo de los meses todavía conservaba, junto a la identidad de la propietaria, el aroma del semen de Clinton. Hay prendas con dos identidades. Aquélla era una de ellas. Y no decimos nada de los zapatos, porque si hay alguna prenda de vestir que conserva los vicios de su primer dueño es ésta. Si usted se pone las botas de un patizambo, caminará como él, sin duda. Y si se pone las zapatillas de un zurdo, se levantará con el pie izquierdo.

Hay algo turbio, decíamos, en el hecho de alquilar una joya para dar el pego. ¿El pego de qué? ¿De que es usted una persona rica? Percibiríamos también esa turbulencia insana en alguien que alquilara unos harapos para parecer pobre. Si no tiene usted joyas de verdad, vaya con las de bisutería, que las hay magníficas. Si no está acostumbrado a los harapos, vístase de clase media. Pero no trafique usted con almas, por favor, que a eso es a lo que se dedica el diablo, especialmente en las fechas tan señaladas que se nos vienen encima.

divendres, 5 de desembre del 2008

El capitalismo

EL CAPITALISMO

Mi cuñado propuso que brindáramos por la defunción del capitalismo, como suena, y por el regreso de Marx, que estaba al caer. Pero si el capitalismo ha muerto, dije yo, por qué Botín tiene tan buen aspecto. Me miró con un poco de lástima, como si yo fuera un pesado al que hubiera que explicarle todo siete veces, y me acusó de anticlerical anarcoide (siempre me llama anticlerical anarcoide, venga o no a cuento). Luego dijo que le pusiera otro gin tonic con menos hielo, para que no se le aguara. Cuando regresé con la bebida le pregunté por qué continuábamos comiendo sardinas si el capitalismo había muerto y dijo que porque eran buenas para el colesterol, como todo el pescado azul. Yo seguía sin verlo claro. El capitalismo había tropezado, de acuerdo, pero quienes se estaban dando de bruces contra el suelo éramos nosotros. De todos modos me callé, para no discutir. Al rato, y dado que me miraba de forma retadora, como invitándome a que continuara despejando mis dudas, le pregunté si aboliríamos por fin la propiedad privada (mi cuñado tiene un apartamento en Torrevieja, además del piso de Madrid), y me dijo que no, que evolucionaríamos hacia un modelo mixto de socialismo y economía de mercado, como los chinos. Entonces, por decir algo, dije que los chinos no tenían derechos humanos. Derechos humanos, derechos humanos, repitió él haciéndome burla, qué tendrá que ver la gimnasia con la magnesia, estamos hablando de economía, chaval, no de mariconadas, y esta ginebra es una mierda. La ginebra era normal, ni cara ni barata. Además, sólo la compraba por él, porque yo no bebo. En esto, entró mi mujer y preguntó de qué hablábamos. Del hundimiento del capital, dije yo, y de la abolición de la propiedad privada. Pues dejadlo para luego, dijo ella, y preparad la mesa, que está a punto de salir la primera tanda de sardinas.

Maná

MANÁ

Suena el despertador, pero decido darme un día de vacaciones porque me encuentro flojo (no mal, flojo). Afuera hace un día desapacible, de frío y lluvia. Acaban de decir por la radio que quizá nieve. Apago el aparato, me cubro hasta las cejas y me doy la vuelta, cayendo enseguida en un estado cercano al sueño, aunque sin llegar a él. Siento una gran relajación muscular y penetro en la dimensión de la cámara lenta. Imagino un mundo en el que todo funciona a menos revoluciones por minuto de las habituales. En ese mundo no hay crispación porque no hay forma de compatibilizar la agresividad con la lentitud. Resulta imposible ser violento si haces las cosas despacio. En ese mundo lánguido, pausado, flemático, las personas se ceden el paso todo el rato. Los automóviles más apreciados, y quizá los más caros, son los que corren menos. Tenemos todo el tiempo del mundo para hacer las cosas, tenemos toda la vida para ir de acá para allá. ¿Por qué correr?

En ese estado de relajación total en el que me encuentro, comienza de repente a suceder algo extraordinario. Con los ojos cerrados, veo caer sobre mi cabeza una lluvia de ideas a las que me acerco perezosamente. Las olisqueo, las valoro. Me trago unas y otras no. Una vez en el estómago, comienzo a realizar una digestión absolutamente productiva. Me pregunto de dónde vienen esas ideas que llueven sobre mi cabeza como un maná. Pero no logro averiguarlo. Lo único evidente es que no las produzco yo. Llueven sobre mí y me alimento de ellas. En apenas media hora he resuelto el final de un cuento que tenía atascado, he apuntado mentalmente una idea para una conferencia, y se me ha ocurrido (es un modo de hablar, pues no se me ha ocurrido: me ha ocurrido) un argumento para una pieza de teatro.

Al mediodía, me levanto perezosamente. Me abrigo y salgo al jardín para dar de comer a los peces, que están medio aletargados por el frío. Acuden a la comida con una lentitud invernal. Antes de metérsela en la boca, la huelen como yo en la cama olía los pensamientos venidos de no sé dónde. Quizá se pregunten quién les envía aquel maná.

dimecres, 3 de desembre del 2008

Cálculos erróneos

CÁLCULOS ERRÓNEOS

Si yo hubiera estado en la posición de Esperanza Aguirre, habría huido, como ella. Pero yo soy un cobarde. Por eso no aspiro a ser presidente del Gobierno. En algunas cuestiones conviene decir las cosas de forma rápida, para no perdernos en disquisiciones inútiles. Vamos allá: ¿Qué habríamos pensado de un general que hubiera actuado como la presidenta de la Comunidad de Madrid? ¿Qué habría pensado él de sí mismo? ¿Cómo sostener que hizo lo correcto o contemporizar con los consabidos «todos somos humanos» o «en tales circunstancias nadie sabe cómo actuaría»? Un general debe saberlo y Esperanza Aguirre era la generala de aquella delegación. ¿Imaginan ustedes qué se estaría diciendo de Rodríguez Zapatero si en las circunstancias de Aguirre hubiera actuado como ella? Lo imaginan, sin duda, y yo también, además de suscribirlo.

Pero es que luego está el asunto de la rueda de prensa en plan sainete. ¿Puede una persona (humana) con responsabilidades estatales presentarse públicamente de ese modo y soltar ese discurso? No puede, claro que no puede. Lo puedo hacer yo, que además de cobarde carezco de sensatez política. Mientras ella, con sus calcetines y sus zapatos de atrezzo contaba en plan telenovela que había pisado sangre con los pies descalzos, 50 ó 60 compatriotas estaban en una situación realmente apurada, de la que no sabían si saldrían vivos. En cuanto al Gobierno indio, aún ignoraba de dónde procedía el ataque y cómo combatirlo, pues no estaba descrito en los manuales convencionales de terrorismo.

¿Dónde estaba la prudencia política que cabía esperar de una dirigente? En ninguna parte. A la presidenta de Madrid sólo le faltó quitarse los zapatos y los calcetines de atrezzo para mostrar la sangre que ensuciaba la planta de sus pies.

Todos sabemos que a Aguirre la esperaba en el aeropuerto un ejército de asesores y de ayudantes con ropa limpia y champú. Si prefirió salir sucia, fue porque quería montar el número. Y lo quería montar porque hizo cálculos acerca de la popularidad que le reportaría la actuación. Sólo que le salieron mal.

dilluns, 1 de desembre del 2008

¡Qué curioso!

¡QUÉ CURIOSO!

No sé si la crisis nos ha enseñado algo de economía, pero nos está haciendo expertos en fontanería. Antes creíamos que el dinero se movía por donde le daba la gana, como el aire, y resulta que no, que circulaba por unos conductos muy semejantes a aquellos por los que se distribuye el agua. A veces, esos circuitos goteaban por una juntura y el dinero llegaba a donde no debía, y a veces había circuitos paralelos y clandestinos, por los que corría el dinero negro. Pero incluso los circuitos ilegales estaban sometidos a cierta regulación (la delincuencia es un Estado paralelo). Lo que ha ocurrido es que esos circuitos se han vaciado de repente. Golpeas las tuberías y suenan a hueco. Si las abres, aparecen llenas de telarañas. No es que haya un tapón, sino que el dinero disponible está quieto, ignoramos dónde.

Las inyecciones de capital, por parte de los gobiernos, a las tuberías no tienen otro objeto que el de animar al dinero a que salga de donde se encuentre y se incorpore al torrente circulatorio. Aunque la instalación es muy compleja, hay dos puntos de esa red de cañerías esenciales para el buen funcionamiento del sistema: el del consumidor y el del productor de bienes (los llamamos así, bienes, para ahorrar pensamiento). Si el consumidor no gasta, el fabricante de coches se come su producción, además de no llegarle el dinero para seguir fabricando. Entre el consumidor y el productor de bienes hay multitud de circuitos menores, de codos y recodos por los que el dinero hace de las suyas. Pero también esos codos y recodos se han quedado secos. Soplas en el grifo y suena a instrumento de viento. Lo que no sabemos es si el soplido llega a Bilbao o a Wisconsin, pues la globalidad consiste en que todas las tuberías del universo mundo permanecen interconectadas.

Cuando uno lee las cantidades que el gobierno de EE UU está inyectando a las tuberías, se le ponen los pelos de punta, pues no sabe ni pronunciarlas. Los resultados, sin embargo, no se aprecian. Unos piensan que la solución está en bajar los impuestos y otros en dar dinero directamente al consumidor, a ver si se anima. Las dos soluciones son básicamente la misma. Pero abres el grifo y sigue sin caer una gota. Qué curioso.

divendres, 28 de novembre del 2008

Shopping

SHOPPING

En medio de la crisis, abro el periódico y encuentro en su interior un suplemento de artículos de lujo. Desconcierto, claro. Luego, curiosidad. En la portada hay una dama rubia con un abrigo de piel y un perrito caro en brazos. El perro tiene cara de gilipollas. Y de insatisfacción. Apuesto a que el animal es una de esas personas a las que no contentas con nada. Mira hacia donde se supone que está el fotógrafo con expresión de cabreo, como preguntándose qué rayos hace ese pobre ahí. Y es que, en efecto, lo único que respira pobreza en el conjunto es el fotógrafo, que no se ve. El resto, como decíamos, es lujo: hay varias maletas de piel, sobre la hierba, a los pies de la rubia; hay un Mercedes descapotable y deportivo; hay, al fondo, una mansión hacia la que mira la dama, de la que no vemos su rostro, sólo su melena. Pero el fotógrafo, vaya por Dios, es pobre. Se nota en la cara de los perros (hay dos, pero los dos son gilipollas). La modelo, la que hace de rubia, también es pobre. Se le no ta en la peluca, un poco polvorien ta. Le han pagado dos duros por ese posado.

La pobreza, por más que se oculte, actúa. Y cuanto más se oculta, mayor es su influencia sobre la realidad. La pobreza reprimida es más peligrosa que un deseo reprimido. De manera que abre uno el suplemento de lujo con cierto desaliento, aunque se llame Shopping, que suena mejor de De Compras. Ya en su interior, ve uno el anuncio de Tiffany´s, que ha representado desde siempre el lujo por antonomasia, y tiene la impresión de asistir a una vulgar imitación. Pura bisutería, lo mismo que Bvlgari o que Loewe, cuyo anuncio, por cierto, parece una falla. Pero si vas a la zona de relojes, te encuentras una doble página dedicada a la marca Franck Muller. ¿Y saben a quién utilizan, entre otras glorias, para promocionar el producto? A Jaime Cantizano.

Ahora resulta que la televisión basura es lujo. Por favor, por favor. A medida que uno avanza por el suplemento se va dando cuenta de que es un suplemento de lu jo de mentira porque también al lujo le ha llegado la hora de la falsificación. Lo demuestran esos viajes cerrados a Punta Cana, donde lo mismo podrías estar en Benidorm. Ahora mismo, no hay otra verdad que la pobreza.

Desasosiego

DESASOSIEGO

Salí a primera hora con el carrito de la compra lleno de botellas vacías, pero cuando llegué al contenedor y arrojé la primera por ese raro agujero que parece un esfínter, me pareció escuchar un ¡ay!, como si hubiera golpeado a alguien en la cabeza. Volví a casa angustiado, sin haberme desprendido del resto. Hay tanta pobreza, tanta gente viviendo entre cartones, durmiendo en cajeros automáticos, quizá en contenedores... Tomo los ansiolíticos que usted me prescribió, sí, y la verdad es que cuando me hacen efecto le dan por el culo a la realidad. Pero incluso sedado me duele la falta de compromiso, y ese dolor me llena de una inquietud inmóvil, de una impaciencia exánime. Así que volví al contenedor de las botellas, abrí el esfínter y me asomé. No se veía nada. Pregunté si había alguien dentro. Silencio. Quizá no había nadie, o quizá lo había dejado en el sitio de un botellazo. No llamé al 112, lo que me llenó de contrición, de culpa, como cuando estoy reparando el enchufe de la cocina, que no nos hemos electrocutado de milagro, y me da por pensar en la cisterna del retrete, que gotea desde hace una semana (estoy muy concienciado también con el tema del agua). Pero hay tantas cosas a las que atender... ¿Debería preocuparme lo de Lukoil?, por ejemplo. Quiero ser un buen ciudadano, una buena persona, pero ¿y mi derecho a gozar de un poco de tranquilidad? Ahora bien, si Lukoil es de la mafia rusa, ¿no deberíamos hacer algo? También tengo una montaña de medicinas caducadas, que he de llevar a un lugar de la farmacia que se llama punto no sé qué. El mes pasado, por cierto, compré en la Red una caja de Viagra de la que luego dijeron en la tele que era falsa, aunque me funcionó. ¿Tengo erecciones falsas? ¿En qué se distinguen de las verdaderas? Esto no es vida, doctor, deme algo, pero no algo que me sede, algo que me mate.

dimecres, 26 de novembre del 2008

Una rara herencia

UNA RARA HERENCIA

Vaga desde hace días por el espacio una caja de herramientas que se le escapó por descuido a una astronauta del Endeavour, mientras arreglaba una avería en el exterior de la nave. ¿Sobrecoge o no sobrecoge la imagen de esa caja flotando en medio de la nada, sometida a los caprichos, o quizá a las leyes gravitatorias del Universo? Sobrecoge, sí. Una caja de herramientas estremece incluso en el cuarto de estar. Yo tengo una que guardo en el sótano y cada vez que voy a buscarla para reparar algo, subo por la escalera con la sensación de llevar en la mano algo ancestral, atávico, algo heredado de mis antepasados, algo extraño. Vi en un documental sobre herramientas a un gorila que fabricaba un utensilio para cazar hormigas e insectos de los que anidan en las ranuras de los árboles y que se lo prestaba luego a su hijo, y me acordé de mi padre, que regalaba llaves inglesas y destornilladores. Me pregunté si perteneceríamos a una familia de gorilas. Mi padre siempre llevaba encima un destornillador con el que arreglaba las cosas menudas. Para las averías graves, recurría a la caja de herramientas. Mis hermanos y yo sentíamos un respeto enorme por aquella caja de dos pisos donde convivían los alicates con los sacabocados y las tenazas con el martillo. También tenía, en una serie de compartimentos ad hoc (qué rayos querrá decir ad hoc), un sinfín de clavos y tuercas y tornillos que cuando no servían para un roto, servían para un descosido.

Esa es la caja que guardo en el sótano. La heredé, aunque no por voluntad propia. Me tocó en el reparto y volví a casa con ella y con la expresión perpleja del gorila del documental. No sabía dónde guardarla. A veces la abría y jugaba con la llave inglesa, que me parece un artefacto diabólico. No llego a ser un manitas, como mi padre, pero tengo habilidades manuales notables. Lo arreglo todo en casa. Dedico los sábados por la mañana a esta actividad, en homenaje a mis mayores. Ahí estoy, agachado, junto al bidé, revisando sus grifos, o junto a la cocina, cambiando la goma del gas, que está caducada. Siempre con la caja de herramientas de mi padre al lado. No estaría mal que se me escapara, como a la astronauta, y vagara por el espacio mientras yo me dedico por fin a vivir mi vida.

dilluns, 24 de novembre del 2008

El triunfador da miedo

EL TRIUNFADOR DA MIEDO

Me cuentan que en la TV japonesa se emite un concurso que consiste en elegir a la persona más normal de entre todas las que se presentan. Para seleccionar a los concursantes pusieron en la prensa anuncios en los que se decía: Se busca gente normal. Cabe suponer que acudieron en tropel, por lo que las instalaciones donde se llevó a cabo la selección se llenarían hasta la bandera. Si el programa se hubiera realizado en España, se habría presentado Mariano Rajoy, que se pasa la vida presumiendo de normal y de tener sentido común. También habrían caído por allí Aznar y Fraga Iribarne y Federico Trillo y Vicente Martínez Pujalte. O sea, que las oficinas de la productora parecerían un circo. Mil personas normales juntas forman una especie de museo de los horrores, pues junto a los mencionados habría que añadir a Rouco Varela y al arzobispo de Toledo, que creo que se llama Cañizares. Eso por no mencionar a los violadores y asesinos en serie de quienes sus vecinos, al descu brirse el pastel, afirman que eran personas muy normales.

La idea de los japoneses es diabólica. Si hubieran buscado personas raras, el programa habría carecido de interés, pues la rareza que abunda es la convencional, la consabida, la tópica. Gran Hermano y compañía han exprimido hasta las heces esta zona de la realidad, que está se ca. Si lo que quieres es encontrar frikis, tienes que pescarlos con el anzuelo de la normalidad. Los individuos que se consideran normales tienen, sin excepción, una ta ra capaz de subir las audiencias más renuentes. Gil y Gil era normal, por eso le votaba la gente normal. Era un hombre de pueblo, un tipo sencillo y bla, bla, bla. Se rodeó de personas normales y dejó el Ayuntamiento de Marbella hecho unos zorros. Todavía no se han recuperado de la normalidad. Ahora intentan ser un poco raros, a ver si salen adelante.

Para normal normal, Luis Roldán. El otro día le hicieron una entrevista y estuvo dos horas diciendo cosas normales. Los japoneses tienen un olfato increíble pa ra los programas basura. Me pregunto quién ganará el concurso de gente normal, pero seguro que el triunfador da miedo. Aquí lo habría ganado Ana Botella.

divendres, 21 de novembre del 2008

¡Qué idiotas!

¡QUÉ IDIOTAS!

Tengo a la ley un pánico injus tificado, pues está claro que se puede vivir fuera de ella sin problemas. El otro día, los porteros de una discoteca de Madrid, sobre los que pesaban ya 12 denuncias por agresión, mataron a patadas a un chaval de 18 años. Usted y yo no podríamos vivir con una sola denuncia, nos despertaríamos por la noche con pesadillas. Pero se puede, es perfectamente posible. De hecho, la disco teca a cuyas puertas fue asesinado el crío carecía de licencia. Usted y yo no abriríamos sin licen cia ni un albergue para pobres. Pero se puede, se puede hacer todo al margen de la ley. El Balcón de Rosales, que así se llamaba el garito, había sido denun ciado decenas de veces, se le habían abierto no sé cuántos expedientes, la policía había recomen dado que lo cerraran con urgencia debido a las deficiencias, todas graves, descubiertas en su funcionamiento. Pero ahí estaba, con un par, o con dos, no sé. Luego usted se retrasa en el pago del IBI y tiene sudores fríos. No pasa nada.

Se puede vivir de espaldas a las normas. A la fecha, no hay en la cárcel un solo financiero de los que nos han llevado al desastre económico universal en el que nos debatimos como náufragos. Y mira que han hecho cosas feas. Usted y yo, en cambio, tenemos unos remordimientos brutales por no reciclar la basura como Dios manda. ¿Nos meterán en la cárcel?, nos preguntamos con angustia. Nada de eso, por favor. Ni siquiera nos han abierto un expediente.

Y luego está Roldán, Luis Roldán, el ex de la Benemérita, que se encuentra de baja laboral por depresión, el pobre, lo que no le impide hacer caja en la tele. Hombre, hombre, si está usted de ba ja, quédese en la cama, que hay inspectores de Trabajo, aunque no sabemos dónde. En el momen to de escribir estas líneas, no tenemos noticia de que le hayan retirado a Roldán los beneficios de la baja médica por trabajar cuando no debe. En cambio, si usted o yo llamamos a la oficina para decir que nos quedamos en casa porque nos duele la cabeza, procuramos demostrarlo no sólo con el papel del médico, sino con el certificado de un notario. ¿Por qué? Porque estamos convencidos de que no se puede vivir fuera de la ley. ¡Seremos idiotas!

Respuestas tipo

RESPUESTAS TIPO

Si encierras en una jaula a una rana en celo y la abandonas en el jardín, enseguida estará rodeada de machos llegados de todos los confines del barrio. Entre esos machos asoma a veces un lagarto despistado, crápula, o curioso dispuesto a mojar. ¿Qué animal, de todo ese conjunto, llamaría nuestra atención? El lagarto, sin duda, por estar donde no debe. Ahora bien, si metemos en nuestra cabeza una frase interrogativa, enseguida aparecerán respuestas convencionales. Entre ellas, con suerte, veremos una contestación extraña, rara, que no pertenece en apariencia a la naturaleza o a la lógica de la pregunta. Ésa es sin embargo la contestación que interesa, entre otras cosas porque no abundan las respuestas raras, que son las verdaderamente productivas. El resultado de cruzar una rana hembra con una rana macho ya lo conocemos, es el de siempre. En ese cruce no hay progreso ni sorpresa, sólo una especie de círculo vicioso, un vuelta a empezar que ya fatiga. Lo interesante sería ver cómo se lo monta el lagarto, cómo reacciona la rana, y qué sale de ese apareamiento contra natura.

La pregunta frente a la crisis (¿cómo hemos llegado a esto?) ha atraído a miles de respuestas normales, respuestas macho, podríamos decir, cuyas pautas conocemos de sobra. Pero tales respuestas son improductivas porque equivalen a señalar que un kilómetro tiene 1.000 metros, y eso ya estaba contenido en la pregunta. Lo que a estas alturas necesitamos es una respuesta rara, inaudita, anómala, una respuesta original, que nos ayude a entender el desastre en el que braceamos con desesperación y quizá a salir de él. A ver si se le ocurre a alguien. Entre tanto, espanten de los alrededores de su cabeza a esas ranas macho que han acudido al olor de las feromonas y que buscan lo de siempre. Luego, como es habitual, si te he visto no me acuerdo.

dimecres, 19 de novembre del 2008

Desastroso final

DESASTROSO FINAL

Un espectro recorre Europa», así comienza el Manifiesto Comunista y vive Dios que se trata de un arranque espectacular, casi bíblico, muy bien escrito. Parece mentira que los herederos de ese texto hayan llegado al grado de confusión actual. Convertidos en una fuerza casi extraparlamentaria, discuten sin sintaxis alguna sobre banalidades y particularismos que a nadie interesan. A veces dan la impresión de estarse repartiendo los pedazos del Manifiesto como los soldados romanos se repartían la capa de Cristo. Izquierda Unida, una agrupación política que ha ido decreciendo hasta el punto de que cabría toda entera en el cuarto de las fotocopias de su sede, tiene dentro de sí más sensibilidades o corrientes que patas un ciempiés. Y todas esas sensibilidades transmiten la impresión de pensar con los pies, más que con la cabeza. Sus dirigentes dicen que la pluralidad es una riqueza y que lo único que hay que hacer es gestionarla bien.

Es evidente que confunden pluralidad con esquizofrenia. Y no es lo mismo, «no es lo mismo ser que estar, no es lo mismo estar que quedarse, ¡qué va!, tampoco quedarse es igual que parar, no es lo mismo, será que ni somos ni estamos ni nos pensamos quedar». Estos versos humildes de la célebre canción de Alejandro Sanz le van como anillo al dedo a Izquierda Unida, que ni es ni está ni parece que se piensa quedar. Llamar pluralidad a un trastorno de personalidad que conduce a la parálisis es ya en sí mismo un síntoma sobre el que deberían reflexionar los dirigentes de esa formación en caída libre. Un espectro recorre Europa. En el principio fue el verbo. Todas las familias felices se parecen, las desgraciadas lo son cada una a su manera.

Si los dirigentes de Izquierda Unida tuvieran las mismas tendencias autodestructivas de que hace gala su formación, ya se habrían suicidado todos. Sorprendentemente, demuestran unas ganas de vivir increíbles. Mientras la izquierda agoniza, el capitalismo, que acaba de llevar al mundo a la ruina, se rearma sin tener enfrente otro discurso que el de cuatro jóvenes que se manifiestan con caretas a las puertas del palacio. Un espectro recorre Europa. Qué pena de arranque para un final tan desastroso.

dilluns, 17 de novembre del 2008

Viva la doble moral

VIVA LA DOBLE MORAL

Frente a las presiones morales para que dejen de poner anuncios de putas en sus páginas, algunos periódicos han esgrimido que no podrían sobrevivir sin esos reclamos, que son muy rentables. De hecho, en España, y hasta nueva orden, sólo dos diarios han renunciado a la pasta que proporciona el comercio del sexo. Curiosamente, ninguno de ellos es religioso o de derechas. El reconocimiento de que liquidar las zonas dedicadas a la prostitución implicaría clausurar el periódico es como decir que no se puede vivir sin ser un poco puta. Ya están los editoriales de delante para condenar lo que practicamos en los anuncios de detrás. En esta curiosa y modesta contradicción se metaforiza nuestra vida entera. Quien todavía tenga dudas sobre la existencia del inconsciente, que tome uno de estos diarios que satanizan a las putas en una sección y cobran de ellas en otra. La pregunta sería cuál de las dos secciones es la consciente.

Los periódicos religiosos y de derechas, que no hacen ascos a los ingresos de la prostitución, suelen criticar a Freud (cuando lo sacan, que lo sacan poco, porque no produce tantos beneficios como las chicas de vida alegre, con perdón) por atribuir al sexo una importancia desmesurada en la vida de los hombres. Ahí tienen la importancia del sexo: ustedes no podrían sobrevivir sin los beneficios que su tráfico produce. Ustedes no podrían condenar la prostitución si la prostitución no les facilitara el dinero necesario para hacerlo. Visto así, las putas son enormemente generosas. ¿Quién está dispuesto a financiar a un medio que un día sí y otro también le pone a parir? Pues nadie, excepto estas pobres chicas, para qué nos vamos a engañar.

De modo que muchos periódicos bienpensantes no podrían sobrevivir sin los anuncios de la prostitución... Excelente enseñanza que evoca el arriba y abajo del llamado monstruo de Astetten. En el salón (o editorial) somos personas decentes, rígidas, poco dadas a perdonar las debilidades ajenas. Pero en el sótano (o en las páginas de anuncios por palabras) nos entregamos a una orgía sin límites. Lo mismo anunciamos viudas calientes que chinas jóvenes recién importadas. Viva la doble moral.

divendres, 14 de novembre del 2008

Caza y pesca

CAZA Y PESCA

Sorprende la desproporción entre el esfuerzo informativo llevado a cabo para cubrir las elecciones norte americanas y sus resultados de orden práctico. ¿Sabemos mucho más que antes? ¿Qué hemos obtenido de toda esa montaña de papel escrito, radio y televisión? Poca cosa: que estamos ante un suceso histórico, que Obama es el primer negro que llega a la Casa Blanca, y que hay mucha ilusión por el cambio que representa. El parto de los montes, o sea, un ratón. ¿Qué ha ocurrido? Quizá que todo el mundo ha informado desde el mismo lugar, desde la misma lógica: puro discurso único. Tal vez, si uno busca y busca, acabe encontrando un nicho de originalidad, es decir, un nicho de ideas. A falta de eso, funciona la cantidad. Hay que salir en todas partes y todo el tiempo. ¿Para qué? Para estar.

La tele lleva a cabo en nuestras vidas una función importante incluso cuando está apagada. Con determinados políticos sucede lo mismo: han de permanecer todo el rato delante de nosotros, aunque estén apagados. En cierto modo, la avalancha de ¿información? respecto a las elecciones USA y sus candidatos ha sido lo más parecido a un apagón informativo. Si no se nos hubiera informado, sabríamos también las cuatro cosas que sabemos. Apenas han circulado dos o tres discursos (con muy pocas variantes entre sí) en torno al asunto, y los dos o tres parecían sacados de una tienda de todo a cien. Si hablaba Moratinos, decía esto; si Solana, aquello; si Rajoy, lo de más allá. Todas las opiniones estaban codificadas, homologadas, registradas, todas llevan su nihil obstat en la frente.

Lo más parecido a no tener nada es tenerlo todo. Tal es uno de los problemas de la información actual: nos lo da todo a condición de dejarnos vacíos. Hacen falta nichos de información a toda pastilla. Hacen falta pequeños comunicadores que hablen desde donde no habla ningún grupo de comunicación. En la medida en que aparezcan estos nichos, regresará la inteligencia y dará gusto leer una crónica (incluso dos) sobre lo que ocurre en el mundo.

En otras palabras, necesitamos una especie de Caza y pesca de la información. Sólo desde un concepto tal será alguien capaz de contarnos de verdad lo ocurrido en Estados Unidos.

Variantes

VARIANTES

Están quienes adoran a Obama por negro y quienes lo adoran por blanco. Están quienes lo odian por negro y quienes lo odian por blanco. Están quienes creen que es un falso negro y quienes creen que es un falso blanco. Están quienes lo consideran valioso porque no cambiará nada bajo la apariencia de cambiarlo todo (al modo en que, según Phil K. Dick, los alemanes ganaron la II Guerra Mundial haciéndonos creer que la habíamos ganado los buenos), y quienes temen que acabe con la pena de muerte, prohíba la libre circulación de armas, ponga límites al capitalismo o legalice el matrimonio gay. Están quienes le aplauden por ser un patriota de verdad y quienes lo exaltan por ser un patriota de mentira. Están quienes piensan que hará una política de derechas y quienes piensan que hará una política de izquierdas. Pero están quienes aseguran que hará una política de derechas con caligrafía de izquierda y quienes afirman que hará una política de izquierdas con trazos de derecha. Finalmente, están quienes creen que es un negro disfrazado de negro y quienes creen que es un blanco disfrazado de blanco. Lo cierto es que casi todas las variantes señaladas abundan en la idea de que se trataría de un híbrido (de un impostor, según otros), al contrario de McCain, que sólo puede ser lo que aparenta. Lo bueno es que todas las combinaciones señaladas son posibles. Quizá el mismo Obama no sepa a estas alturas si es negro o blanco, republicano o demócrata, indio o americano, sin dejar de lado la posibilidad de que sea un blanco aquejado de una nostalgia negra o un negro poseído por una lógica blanca. Pero no nos agobiemos, al menos hasta el día en el que se levante negro de una pieza o blanco de una pieza. Yo mismo, que soy negro, he sobrevivido haciéndome pasar por blanco, y eso, lejos de hacerme peor, me ha dado mucha versatilidad.

Dios y el mercado

DIOS Y EL MERCADO

Si nos atenemos a los hechos, el mundo ha estado dirigido durante los últimos años por la banca, por el sector del automóvil, por las compañías eléctricas y quizá por las de gas. Llegaba el patrón de los banqueros y le decía a Bush: oye, tío, conviene que invadas un país cualquiera, lo importante es que no quede en él piedra sobre piedra, para que luego nos forremos con la reconstrucción. Y Bush, que confundía la voz de los empresarios con la de Dios (la verdad es que hablan parecido), bombardeaba Iraq por la noche para que las bombas racimo parecieran fuegos artificiales y el mundo entero se lo tomara por una fiesta. Recuerdo perfectamente aquellos fuegos porque los dieron por la tele. Y no se veían los brazos ni las vísceras de la población civil saltando por los aires. Sólo se apreciaba el colorido característico de los petardos. Era una cosa hasta elegante. Cada edificio destruido suponía una inversión, cada niño mutilado significaba una prótesis, cada explosión provocaba en las empresas reconstructoras un cosquilleo divino, nunca mejor dicho, en el bajo vientre.

Todo era una fiesta. Si el Estado intentaba influir en las decisiones de las empresas, salía el patrón de patrones diciéndole al Estado que se metiera en sus cosas. ¿Es que no se da usted cuenta de que el mercado se regula solo, o en todo caso con la ayuda de Dios? Y el Estado, que estaba en retroceso en todas partes, bajaba las orejas y se iba por donde había venido. Y no por eso se cerraban los ministerios o las subsecretarías o las oficinas de empleo, pero adquirían la condición de ministerios, subsecretarías u oficinas aparentes, falsas, de atrezzo. Teníamos Estados ilusorios, como el pavo de plástico con el que Bush celebró el Día de Acción de Gracias con sus tropas. Todo era de plástico, pero sabía tan bien que nos pusimos ciegos.

Sabía bien, sí, pero mataba. Por eso estamos muertos. Y ahora resulta que el mercado no era Dios, sino que Dios es el Estado. Los banqueros, la industria del automóvil, las eléctricas y el sursum corda piden al Estado que tome las riendas. Y el Estado no dice que no, pero le falta práctica, no sabe cómo se conduce el vehículo.

divendres, 7 de novembre del 2008

Etcétera

ETCÉTERA

Yo estoy en Guantánamo, soy uno de esos esclavos de uniforme naranja a los que las autoridades norteamericanas torturan de forma concienzuda. He conservado la razón de milagro, aunque tengo problemas de orientación espacial y he perdido oído. Ayer mismo, mientras la gente votaba en EE UU, un soldado meaba sobre mi cabeza mientras yo permanecía arrodillado y lleno de cadenas. Las cadenas son simbólicas, puesto que he perdido el 60% de mi masa muscular. Me arrastran ellas a mí, no yo a ellas. Me preguntan por mi opinión sobre la victoria de Obama. Un soldado negro con aficiones periodísticas quiere saber cómo se ve todo eso desde mi jaula. Le pregunto cuántas veces ha hablado Obama de Guantánamo en sus discursos y dice que pocas, y jamás para prometer que acabaría con tal ignominia a las 24 horas de llegar al poder. ¿Qué quieres que te diga?, le digo al soldado negro (y pobre por cierto). Quiero que me digas, dice él, que es un cambio histórico. Pues es un cambio histórico, repito dócilmente, arrancándome una pústula de la cabeza.

Yo estoy en una prisión secreta de EE UU. Me trajeron aquí en un avión, tras haberme raptado al salir de casa. Ignoro si estoy en África o en Asia. Me han violado siete veces. De vez en cuando entra un militar que hace de hombre bueno y charla conmigo. Me ha contado lo de Obama, dice que es un cambio histórico. ¿Como cuánto de histórico?, le pregunto. Muy histórico, insiste él, un giro de 360 grados. Le digo que los giros de 360 grados dejan las cosas como están, lo que parece reconfortarle. La tortura, añade, es una enfermedad crónica. No se puede eliminar. Mientras el mundo sea mundo, los gobiernos necesitarán personas como yo, y como tú, así que ponte de rodillas, que te voy a mear.

Yo estoy condenado a muerte. Me tienen en un pasillo, a dos metros de la cámara de gas, desde hace siete años. Mi carcelero quiere saber cómo se ve la victoria de Obama desde el lugar que ocupo en el mundo. Le pregunto si Obama está a favor de la pena de muerte y me dice que sí, lo que me sume en el silencio. ¿Pero no te alegras de que sea negro, como tú?, insiste el carcelero.

Yo soy la población civil iraquí, etcétera.

La sustancia

LA SUSTANCIA

Seguir los avatares de la campaña electoral norteamericana no es lo mismo que trabajar, pero resulta igualmente embrutecedor. Cuatro o cinco mensajes escuetos, repetidos sin cesar a lo largo de un año, horadan el encéfalo más consistente. Esa gota a gota verbal que ha caído sobre la base de nuestro cráneo día y noche, pusiéramos el oído donde lo pusiéramos, tiene que haber producido daños de consideración que conviene evaluar cuanto antes. Los términos McBama y Ocain han entrado en nuestras vidas al modo de un mantra que hemos recitado -y todavía- de manera obsesiva. Si a ello se suman las explicaciones inverosímiles sobre la crisis, cuyos orígenes se han revelado tan groseros como simples, se entenderá la postración intelectual de la que somos víctimas. Y no estamos locos porque Dios no quiere.

Pero esto no es vida. Deberíamos recuperar cierta complejidad en nuestras relaciones con el mundo y con nuestros animales domésticos. Del mismo modo que a Zapatero se le pidió que no decepcionara al personal, a Obama se le debería exigir que no fuera simple, ni beato. No seas simple, tío, no seas beato, que ya estás ahí. No te dejes enterrar en dossiers ni en resúmenes de prensa, no permitas que los asesores te aíslen. Lee siquiera a Simenon una o dos tardes al mes. Las elecciones se pueden ganar diciendo bobadas de predicador, de catequista, pero para cambiar el mundo hace falta un motor de cuatro tiempos. Mira la que ha armado Bush por ser tonto antes y después del parto. Lo más urgente, de momento, es la recuperación del matiz, del tono, de la coloración, aspectos que creíamos olvidados o perdidos. Habría que poner de moda la finura en el argumento, la precisión en la idea, el ingenio en el debate. Compensemos pues las pérdidas del producto interior bruto con el ingreso en una instancia, con perdón, más filosófica.

dimecres, 5 de novembre del 2008

Prudencia

PRUDENCIA

Mi compañera de asiento, en el tren, iba poniendo a parir por el móvil a un tal José María.

-Es el responsable de todo el desaguisado. Mientras continúe en el departamento estamos listos.

Colgaba y llamaba a otra persona, también de la empresa, para relatarle las últimas desgracias provocadas por el tal José María. A la quinta llamada, en la que comenzó a meterse con su forma de vestir y de pronunciar la erre, comencé a solidarizarme absurdamente con José María, que estaba siendo víctima de una conspiración. Dado que el viaje duraba dos horas y media, a la hora y tres cuartos me pareció que José María era hombre muerto. Entonces sucedió algo rarísimo, y es que la mujer llamó al mismísimo José María, cuyo teléfono estaba desconectado, por lo que le dejó el siguiente mensaje:

-Hola, José María, soy Pilar, perdona que te moleste. Estoy en el tren y llamaba para contarte cómo han ido las cosas por Sevilla. La reunión ha sido un éxito, pero te hemos echado de menos, tú manejas mejor que nadie estos asuntos. Espero que estés bien y que a tu niño se le haya pasado la fiebre. Si no hablamos antes, mañana a primera hora te pasaré un informe.

Resultaba asombrosa la sumisión con la que se dirigía a quien pretendía destruir. Comprendí que José María era su jefe y que ella aspiraba a quitarle la silla. Quizá lo lograra, pues con cada interlocutor utilizaba un lenguaje diferente. Podía ser sutil y brutal, de forma indistinta. Mientras hablaba, hacía dibujos geométricos carentes de significado en un cuaderno y daba cuenta de un gin tonic (yo también).

Cuando estábamos a punto de llegar a Madrid, y en un momento de aparente depresión durante el que no llamó a nadie, saqueé mi móvil del bolsillo, fingí marcar un número y dije:

-Hola, José María, soy yo. Vuelvo de Sevilla en el AVE y me ha tocado al lado una mujer que lleva toda la tarde poniéndote a parir por el móvil.

La mujer volvió el rostro y me observó con expresión de pánico. Yo mantuve la intriga unos segundos y al final le dije que era una broma, pero que en el futuro fuera más prudente. Se cagó en mi padre.

dilluns, 3 de novembre del 2008

Personajes en busca de autor

PERSONAJES EN BUSCA DE AUTOR

A mí también me encantaría escribir una biografía de la Reina, pero no soy del Opus, mala suerte. La pregunta es si se puede abordar una empresa de ese tipo sin ser Pilar Urbano. Personalmente creo que sí. De hecho, si la Reina se hubiera dejado, yo habría acometido el trabajo con gusto y con curiosidad. De haber salido a la vez el libro de Urbano y el mío, la gente podría comparar. Como ejercicio estilístico, no tendría precio. Imagínense los mismos hechos contados desde voces narradoras distintas, desde espacios morales diferentes. Es más, se podrían haber vendido juntos, en una caja, de manera que el lector pudiera acudir a uno u otro en función de su estado de ánimo o de su estado civil.

Pero parece que no es posible. Usted llama a la Casa Real para decir que quiere escribir una biografía de la Reina y lo primero que le preguntan es si es del Opus. Para la del Rey, en cambio, basta con ser Villalonga (o Vilallonga, ahora no caigo). Quiere decirse que los personajes (los reales y los de las novelas) no buscan a sus autores de forma alocada. Hay un cálculo de intereses, éste me conviene, éste no.

Imagínense a Madame Bovary contada por Pilar Urbano. Habría resultado, tratándose de la misma persona, una historia completamente diferente. El punto de vista, el emplazamiento de cámara, la mirada: he ahí el secreto. Si eres Madame Bovary, has de tener mucho valor para dejarte narrar por Pilar Urbano. Si eres Reina de España, has de estar loca para dejarte narrar por otra persona que no sea Pilar Urbano.

El debate, desde el punto de vista literario, es apasionante. A mí, como novelista, me vienen a buscar los personajes más tirados. Todavía estoy esperando que se me aparezca, no una reina, sino un ministro, un secretario de Estado, un director general. Nada de eso, sólo demandan mis servicios personajes desequilibrados, bebedores o fumadores compulsivos, mujeres solas, angustiadas, hombres que se encuentran al borde mismo de la locura. ¿Pero qué he hecho yo para merecer esto? Lo que daría por vivir una segunda vida en plan Pilar Urbano. Oiga, que quiero escribir una biografía de la Reina. Pase usted, mire, esta foto es de cuando lloré en un funeral. Qué tierno, por favor.

divendres, 31 d’octubre del 2008

Analogías

ANALOGIAS

Que entre los bancos no se presten dinero es como si entre los escritores no se prestaran ideas, o sea, lo normal. Lo extraño es que vinieran prestándoselo hasta ahora. ¿A cuenta de qué?, nos preguntamos. Descartada, por absurda, la solidaridad, sólo cabe pensar en el interés. Te doy tanto y me devuelves tanto y medio. Gracias a esos intercambios, el dinero fluía por el cuerpo económico y social como la sangre por el organismo, transportando oxígeno (o plusvalía) a todos los miembros.

La imagen no es mía, la he tomado prestada (sin interés, espero) de los comentaristas de la radio, que se refieren a las transferencias de dinero como en los hospitales se habla de las transfusiones de sangre.

Tales analogías nos ayudan a comprender la importancia del crédito en nuestras perras vidas (unas más que otras). Lo que nadie explica es quién cumple en este entramado el papel de hígado, o el de páncreas, o el de corazón (si lo tuviera). Pero, sobre todo, nadie explica dónde reside el cerebro del sistema.

Un cuerpo puede estar perfectamente sano desde el punto de vista de la circulación sanguínea, pero sin actividad cerebral. Es lo que pasa con los individuos en coma, que a veces despiertan y a veces no. Aquí, durante los últimos años, nos ha funcionado muy bien el aparato circulatorio, incluso el digestivo. Hemos comido como nunca (unos más que otros también), sin que nadie nos advirtiera del peligro del colesterol o de la tensión alta o de los triglicéridos. Bombeábamos sangre y dinero a tal velocidad que la biología parecía una fiesta. Ahora bien, ¿nos funcionaba el cerebro? ¿Dirigía alguien toda esa actividad circulatoria? ¿No habremos estado todos estos años de euforia en coma sin saberlo? ¿No será lo que nos ocurre ahora al despertar? Es una idea que brindo a los comentaristas de la radio, para no deberles nada.

dimecres, 29 d’octubre del 2008

Nos tienen engañados

NOS TIENEN ENGAÑADOS

En la mesa de al lado, un hombre le comentaba a una mujer que había ido en coche desde Barcelona hasta Madrid con el depósito de la gasolina vacío.

-Tenía pensado cargar al salir -añadió-, pero se me olvidó y luego ya no me di cuenta hasta que llegué a Madrid.

-Parece un milagro.

-A mí lo que me parece es que nos han hecho creer que los coches necesitan gasolina, pero que es mentira.

-¿Y por qué nos harían creer algo así?

-Pues por el negocio. Imagínate el dinero que mueve el petróleo.

La mujer se quedó pensativa, como calculando los miles de millones de euros o dólares que saldrían de la circulación si la gente se diera cuenta de que los automóviles no necesitaban combustible. Luego, tras dar un par de sorbos a su copa, dijo:
-Y no es sólo el dinero, sino el rito. Poner gasolina tiene algo de ceremonia civil. Por eso las gasolineras se están convirtiendo en pequeños centros comerciales, en pequeñas iglesias, podríamos decir, si aceptamos que la catedral contemporánea es el centro comercial.

El hombre asintió con expresión reflexiva. Yo pedí otro gin-tonic y cambié de postura para que no advirtieran que estaba escuchándoles. Al rato, volvió a intervenir el hombre.

-Y hay más -dijo-. Está también la caca de los perros.

-¿Qué pasa con la caca de los perros? -preguntó la mujer.

-Pues que a mí me extraña mucho que nos den bolsas de plástico gratis para recogerlas y que en cada esquina haya un contenedor para guardarlas. ¿Por qué un ayuntamiento que nos trata tan mal pone tanto cuidado en recoger la caca de los perros?

-No sé, ¿por qué crees tú?

-Pues porque ese excremento debe de tener un gran valor que nosotros desconocemos. ¿Quién te dice a ti que de la caca de los perros no obtienen una sustancia que cura el cáncer o algo así?

La mujer dijo que de momento iba a probar lo de la gasolina y pidió la nota. Yo también (quiero decir que también fui a probar lo de la gasolina).

divendres, 24 d’octubre del 2008

La víscera gramatical

LA VISCERA GRAMATICAL

Leo no sé dónde que los universitarios españoles sufren «carencias gramaticales graves». La expresión «carencias gramaticales graves» suena a diagnóstico clínico. Quizá lo sea. De hecho, en el interior de cada uno de nosotros funciona una gramática como funciona un hígado. Gracias al funcionamiento de la gramática no decimos, por ejemplo, que el madre de nuestra director han caído enfremos. Del mismo modo que vamos de acá para allá gracias al aparato locomotor, nos entendemos gracias a la gramática, una víscera más de la que no somos conscientes. Tampoco somos conscientes del páncreas, del que ni siquiera conocemos la forma que tiene, lo que no quiere decir que no actúe. Piense usted en el ser más rudimentario que conozca, escúchele hablar y no tendrá más remedio que admitir que la gramática -excepto en casos muy excepcionales- actúa dentro de su cuerpo.

Si la víscera gramatical no actuara, la sociedad sufriría un colapso. No nos entenderíamos o nos entenderíamos tan mal que saldría uno de casa con intención de comprar un quilo de cebollas y regresaría (en el mejor de los casos) con cuarto y mitad de mortadela. Sin la víscera gramatical, no podríamos hacer la declaración de Hacienda ni sacarnos el carné de identidad ni escribir cartas al hijo que estudia o trabaja en Estados Unidos. Si a mí me dieran a elegir entre tener problemas digestivos graves o problemas gramaticales graves, elegiría los primeros, sin duda, pues con un régimen adecuado y protectores de estómago saldría adelante. Cuidémonos la gramática, pues, como nos cuidamos el corazón o la boca.

Ahora bien, del mismo modo que para ser deportista se requieren unas condiciones físicas excepcionales, para ser universitario es preciso poseer también unas condiciones gramaticales fuera de lo común. Tener universitarios con «carencias gramaticales graves» es lo mismo que tener tenistas sin brazos o corredores sin piernas. Así que cuidado con la víscera gramatical de los universitarios, de cuya salud depende la del resto de la población.

Hombres medicina

HOMBRES MEDICINA

La Iglesia ha vuelto a armarla con ese crío andaluz, popularmente llamado el bebé medicina, que para los obispos ha nacido con dos pecados originales: el de todos nosotros y el de la ingeniería genética. El de todos nosotros, por cierto, comienza a cargar. La Conferencia Episcopal no ha pedido perdón por los crímenes reales cometidos por los suyos en colaboración con Franco hace dos días, y pretende que usted y yo nos demos golpes en el pecho por algo sucedido en el principio de los tiempos y en el interior de una novela (la Biblia), que por otra parte nos parece magnífica. ¿Cómo se puede vivir en una confusión de este tamaño?

Dos pecados originales, pues. Pobre niño, con menuda carga simbólica viene al mundo. Tendrá que sufrir por lo que hizo Eva y por lo que hicieron los médicos. Históricamente hemos aceptado que los hijos sean producto del azar, fruto del deseo, mano de obra barata u objetos de consumo. ¿Por qué no admitir esta función salvadora que no excluye ninguna de las otras? ¿Por qué referirse al niño, peyorativamente, como el bebé medicina? ¿Acaso no fue Cristo un hombre medicina? Después de todo, vino al mundo con el objeto de salvar, no ya a un hermano, sino a la humanidad entera. En cuanto a su concepción, también fue el resultado de algún tipo de manipulación genética, pues su madre se quedó embarazada sin comerlo ni beberlo, por medio de una paloma, eso es lo que dicen. ¿A qué, pues, tanto escándalo con el bebé medicina? En lugar de satanizarle, pobre, deberían celebrar su llegada como una revelación. Ojalá todos los seres humanos fueran alumbrados para salvar a alguien. La humanidad entrará en una nueva era el día en el que la reproducción -asistida o no- carezca de otro sentido que el de provocar la vida, pues hasta ahora sólo hemos demostrado cierta habilidad para producir la muerte.

dimecres, 22 d’octubre del 2008

Confianza

CONFIANZA

Los periódicos siguen editando enormes suplementos de negocios como si aquí no hubiera pasado nada. Oigan, que se ha hundido el tinglado, que esto es como seguir editando suplementos de cultura cuando ha desaparecido la cultura, o de gastronomía cuando sólo comemos carne picada. Seguramente lo hacen por inercia, del mismo modo que las uñas y el pelo de los cadáveres continúan creciendo durante algunos días después del óbito. Los suplementos de negocios son como las uñas y los pelos: zonas periféricas del cuerpo financiero a cuyas exequias asistimos estos días. Lo malo es que los cadáveres se hacen a veces pis encima. Ojalá que la difunta economía financiera no siga su ejemplo, pues sería muy desagradable verla realizar funciones orgánicas que difícilmente aceptamos observar en los vivos.

La inercia. Qué fuerza la suya. Hay personas (eso dicen los expertos en el más allá) que continúan sus rutinas durante algún tiempo después de perecer, como si siguieran vivas. Se despiertan, van a la oficina, vuelven a casa por la tarde, etcétera, hasta que algo o alguien les hace ver su nueva condición de fantasmas. Y aún en estos casos hay muertos que no se resignan. La economía financiera es un muerto que no se resigna. Está presente en los suplementos de negocios, cuando su sitio actual sería el de los de literatura o cine, y, lo que es peor, quizá muera de nuevo, pues ya algunos expertos hablan de una segunda oleada que sería peor que la primera (lo que llamaríamos una réplica si se tratara de un terremoto).

Entre tanto, continuamos preguntándonos si debemos retirar el dinero del banco. ¿Pero qué clase de ingenuidad es ésa? Lo que guardamos en el banco es un papel que tiene el valor que tiene porque nos hemos puesto de acuerdo en dárselo. Si todavía sirve para algo, es gracias a su permanencia en la cuenta corriente. En el momento en que guardáramos esos papeles debajo de la cama, su significado se vendría abajo. Por eso se dice que la crisis es de confianza. Los suplementos de dinero y de negocios deberían ser sustituidos por suplementos de confianza, lo que al tiempo de salvar la economía renovaría el periodismo.

dilluns, 20 d’octubre del 2008

La piedra filosofal es el estado

LA PIEDRA FILOSOFAL ES EL ESTADO

Un aviso para la gente que está comprando lingotes de oro: tampoco es un valor seguro. Su precio depende de un consenso tan absurdo y frágil como el de una acción de Telefónica. Si mañana nos ponemos de acuerdo en que el oro es una basura, tendrá usted que tragarse todos esos lingotes que guarda en el doble fondo del armario o en la caja fuerte de su alma. No tiene un valor intrínseco, sólo el que le atribuimos. Además, en cualquier momento podemos dar con la piedra filosofal capaz de transformar la caca en oro. No sería la primera vez que ocurriera. En sus orígenes, el aluminio era más caro que el vil metal (y perdón por lo de vil metal). Los objetos de los ricos, aunque ahora parezca mentira, tenían en aquella época alguna incrustación de aluminio. Pero de la noche a la mañana un joven investigador norteamericano descubrió el modo de producirlo industrialmente y los precios se fueron al carajo. Por eso hay tantas ventanas de aluminio. Son feas por la cantidad. Si sólo hubiera una en el mundo, causaría admiración. Una fachada cubierta de diamantes provocaría vómitos. Quizá algún día resulte más barato hacer las ventanas de oro, qué espanto

No hay valores seguros, decíamos. Es mejor invertir en alimentación que en joyas. Hay latas de sardinas que no caducan hasta el 2015. De aquí a esas fechas, el oro puede estar por los suelos, pero las sardinas continuarán tan frescas como ayer. De hecho, la gente verdaderamente sabia (abuelas, madres, tíos paternos, nueras y cuñados) está llenando las despensas, por si hay una guerra (de precios). No sé si las sardinas pertenecen al apartado de la economía real o de la financiera, pero al final si tienes mucho oro o muchas acciones, pero nada que llevarte a la boca, estás listo. La verdadera piedra filosofal sería aquella capaz de transmutar en jamón de Jabugo cualquier cosa que tocara.

Aunque, para piedra filosofal, el Estado, que ha recogido las subprime y demás productos de dudosa moralidad trasformándolos en oro. Los banqueros están que no se lo creen. Los pobres no se habían dado cuenta (o quizá sí) de que el Estado eran ellos. Por eso hemos acudido en su ayuda. De nada, tíos, a mandar.

divendres, 17 d’octubre del 2008

Transferencias de palabras

TRANSFUSIONES DE PALABRAS

Cuando tropiezo con una noticia sobre la crisis, dudo si leer sólo el titular o el artículo entero. Al final leo sólo el titular, porque el artículo entero me aporta poco, la verdad, me aburre. Cuando murió Franco, todos los periódicos lo publicaron en portada, a cinco columnas (o a seis, las que tuvieran). «Franco ha muerto». Pues eso, ¿continúo leyendo? ¿Hay mucho que añadir a un suceso de esa naturaleza? Al final, la vida se resume en una esquela. Y la crisis también. «Estamos jodidos», deberían publicar los periódicos a cinco o seis columnas y callarse hasta que lograran decir algo con sentido. Llevamos meses inyectando millones y millones de palabras a la crisis sin aclarar nada. Tenemos palabras, de expertos, de ingenuos, de amas de casa, de jugadores de bolsa, de mendigos, de auxiliares administrativos, de novelistas, de poetas. Todo el mundo ha dicho algo sobre la crisis sin que hayamos logrado averiguar nada sobre su naturaleza.
¿No es un modo de desangrarse? A veces, cuando escucho, no sé, a Almunia sin ir más lejos, hablando en la radio sobre la crisis me parece que es un hombre con una hemorragia verbal. Que se desangra usted, señor, por la boca, en beneficio de nada ni de nadie. No desperdicie todas esas palabras, toda esa sangre, que en el principio fue el verbo y el verbo era Dios, etcétera. ¿No ve que no está diciendo nada? Guárdese las palabras para cuando tenga algo nuevo. Esta mañana he salido a pasear con los cascos puestos y todos los contertulios se desangraban a cuenta de la crisis. Al cuarto de hora, nadaban en sangre verbal, en plasma oral. Les llegaba el líquido a la misma boca de la que les había salido un poco antes y ellos continuaban largando sobre la crisis debajo del agua sin aportar nada nuevo, excepto miedo, miedo, miedo, pánico, pánico, pánico, terror, terror, terror, etcétera.

Me vinieron a la memoria esos autobuses de la Cruz Roja que recorren las ciudades solicitando donantes de sangre. ¿No podría habilitarse un vehículo semejante para las transfusiones de palabras? No las desperdiciemos más, porfa, que hay gente sin palabras. ¿Por qué no darles parte de las nuestras hasta que encontremos algo que decir con ellas?

Estereotipos

LA PIEDRA FILOSOFAL ES EL ESTADO

Un aviso para la gente que está comprando lingotes de oro: tampoco es un valor seguro. Su precio depende de un consenso tan absurdo y frágil como el de una acción de Telefónica. Si mañana nos ponemos de acuerdo en que el oro es una basura, tendrá usted que tragarse todos esos lingotes que guarda en el doble fondo del armario o en la caja fuerte de su alma. No tiene un valor intrínseco, sólo el que le atribuimos. Además, en cualquier momento podemos dar con la piedra filosofal capaz de transformar la caca en oro. No sería la primera vez que ocurriera. En sus orígenes, el aluminio era más caro que el vil metal (y perdón por lo de vil metal). Los objetos de los ricos, aunque ahora parezca mentira, tenían en aquella época alguna incrustación de aluminio. Pero de la noche a la mañana un joven investigador norteamericano descubrió el modo de producirlo industrialmente y los precios se fueron al carajo. Por eso hay tantas ventanas de aluminio. Son feas por la cantidad. Si sólo hubiera una en el mundo, causaría admiración. Una fachada cubierta de diamantes provocaría vómitos. Quizá algún día resulte más barato hacer las ventanas de oro, qué espanto

No hay valores seguros, decíamos. Es mejor invertir en alimentación que en joyas. Hay latas de sardinas que no caducan hasta el 2015. De aquí a esas fechas, el oro puede estar por los suelos, pero las sardinas continuarán tan frescas como ayer. De hecho, la gente verdaderamente sabia (abuelas, madres, tíos paternos, nueras y cuñados) está llenando las despensas, por si hay una guerra (de precios). No sé si las sardinas pertenecen al apartado de la economía real o de la financiera, pero al final si tienes mucho oro o muchas acciones, pero nada que llevarte a la boca, estás listo. La verdadera piedra filosofal sería aquella capaz de transmutar en jamón de Jabugo cualquier cosa que tocara.

Aunque, para piedra filosofal, el Estado, que ha recogido las subprime y demás productos de dudosa moralidad trasformándolos en oro. Los banqueros están que no se lo creen. Los pobres no se habían dado cuenta (o quizá sí) de que el Estado eran ellos. Por eso hemos acudido en su ayuda. De nada, tíos, a mandar.

dimecres, 15 d’octubre del 2008

Me pido sargento

ME PIDO SARGENTO

Mañana tengo el coñazo del desfile», se quejó Rajoy el sábado pasado, a micrófono cerrado (eso creía él). Quiere decirse que hasta a los patriotas más radicales les empieza a cargar la historia. Es un coñazo, sí, señor, por una vez estamos de acuerdo Rajoy y yo. Lo sufrí de niño, porque mi padre tenía esa extraña perversión (un día, cuando de mayor se lo eché en cara, dijo que lo hacía por nosotros), y lo sufrí de adulto, porque cuando hice la mili me tocó desfilar por la Castellana, haciendo el idiota con un fusil que estaba estropeado. Recuerdo que nos levantaron a las cuatro de la mañana y que nos tuvieron aparcados en un callejón, sin desayunar, hasta la hora del desfile. En mi compañía había dos patriotas que acabaron cagándose también en el desfile, como Rajoy. Si no le gusta a nadie, me pregunto, ¿por qué siguen haciéndolo? Además de no gustar, cuesta una pasta, lo que en tiempo de crisis debería tomarse en consideración. Pero el domingo encendí la tele y ahí estaba la cabra nacionalista de la Legión y los avioncitos locos y los pobres soldados latinoamericanos (como si el hecho de emigrar no fuera suficiente cruz) desfilando al paso alegre de la paz. Era como un juego de niños. Venga, vamos a jugar a desfilar, yo me pido sargento. Lo increíble es que en ese juego de niños estaban implicadas todas las altas jerarquías del Estado, además de la Iglesia católica, que tiene representantes en todos los ministerios de peso (véase Justicia). No nos extrañaría que de aquí a poco, lo mismo que hay obispos castrenses, hubiera arzobispos magistrados. Tal vez acabe dirigiendo la Audiencia Nacional uno de estos prelados. Nos están rodeando y ni siquiera nos conceden el consuelo de la apostasía. Daba gusto ver la cara de Rajoy tomándose en serio el coñazo del desfile y la del Rey tomándose en serio el coñazo del desfile y la de la ministra tomándose en serio el coñazo del desfile. Pero todas esas personas no habían acudido al acontecimiento porque les gustara. Lo habían hecho, como mi padre, por nosotros, es decir por los contribuyentes, que somos como niños. Pues que conste en acta que a los contribuyentes también nos parece un coñazo. Buenos días.

dilluns, 13 d’octubre del 2008

Kafka, una vez más

KAFKA, UNA VEZ MÁS

Leo con asombro que la judicatura católica, apostólica y romana que rige nuestros destinos de reos aún no ha logrado hacer llegar a De Juana Chaos una citación para que comparezca ante un juez cristiano, apostólico y romano y diga si escribió o no escribió un discurso que podría considerarse como apología del terrorismo. Un servidor ya sugirió hace tiempo que llamaran a De Juana al móvil, pero parece que no se lo dejó a nadie, vaya por Dios. Sabíamos que esta justicia nuestra era, además de católica, apostólica y romana, un poco lenta. Pero no engaña a nadie. Es una justicia que tiene los cuartos de baño llenos de expedientes, que deja escapar a asesinos de niñas por problemas de archivo, y que está todos los días en los periódicos por cuestiones ajenas a su función. Pero no engaña a nadie. España y yo somos así, señora. No se meta usted en líos y no nos sufrirá.

Lo curioso es que leo la noticia en una oficina de venta de billetes de la Renfe. Uno, gracias a la publicidad, se había quitado de la cabeza la idea de una Renfe de posguerra, pero resulta que no, que sigue tan aficionada como en aquella época a las colas. Son las ocho y cuarto de la mañana. Me indican que tome un numerito y que espere. Cuando llevo media hora esperando, investigo un poco y veo que sólo hay una persona atendiendo. Una señora que lleva cuarenta y cinco minutos y que llega tarde al trabajo, sugiere a un empleado que pongan a más gente (la hay). El empleado responde que eso es asunto del encargado. La señora solicita hablar con el encargado y le dicen que no es posible, que tiene que ir a atención al cliente, para lo que ha de salir de la sala corriendo el riesgo de perder la vez. El encargado está en un extremo de la sala, dentro de una cabina de cristal, haciendo bromas con una compañera. La gente, desesperada, empieza a irse arrojando el numerito al suelo. Kafka.

No obstante, al cabo de una hora, y gracias a los que se han marchado, me atienden. Terminada la operación, cuando entrego la tarjeta de crédito, me dicen que tengo que pagar en efectivo, como en el siglo pasado. ¿Es o no es como para ir al juzgado de guardia? Lo es, pero el juzgado de guardia está en el siglo XIX.

divendres, 10 d’octubre del 2008

No se lo cuenten

NO SE LO CUENTEN

Huyendo de las noticias sobre la crisis, caigo en un siniestro suceso laboral: Una empresa de Barcelona ha despedido a una empleada que se encuentra en coma. La chica sufrió un accidente de motocicleta el 14 de septiembre y dos semanas después le llegó la carta de despido (que no pudo leer, como es obvio). La vida, pensaría el jefe de personal, no se puede detener, y es cierto, la vida es un tren de mercancías. Hoy mismo el índice Nikkei ha caído 9 puntos, pero igual cuando usted lea este artículo ha subido 25 (o se ha ido del todo al carajo, quién sabe). En la película Good bye Lenin, a una mujer que entra en coma en la Alemania Oriental anterior a la caída del Muro de Berlín, hay que ocultarle, cuando despierta, lo ocurrido, porque la realidad ha cambiado tanto que podría morir de la impresión.

La vida no se detiene, en efecto, pero nosotros tenemos la capacidad de atenuar un poco los estragos de esa velocidad suicida. El jefe de personal de la empresa de Barcelona podría haberle dicho al director general:

-Oye, vamos a esperar un poco, porque esta chica está en coma.

-¿Y qué si está en coma? La empresa está despierta, no podemos parar, no podemos alimentar bocas inútiles- le habría respondido, lógicamente, el director general.

-Pues la despides tú. Yo tengo unos límites. Puedo despedir a padres de familia, a personas con discapacidad, a individuos hipotecados hasta las cejas, puedo incluso despedir a mi madre. Pero poner de patitas en la calle a una chica en coma me parece excesivo, ¿qué quieres que te diga?
Por lo general, los jefes de personal no se atreven a hablar de este modo a sus directores generales. Pero habría sido hermoso que hubiera sucedido como lo hemos imaginado, tan hermoso que le habríamos hecho un homenaje a ese jefe de personal incapaz de llevar a cabo un despido injusto. En cambio de eso, y a punto de poner el punto final a este texto, escucho por la radio que la chica ha sido readmitida gracias a la presión mediática. De todos modos, cuando despierte, no le cuenten todo este lío. Quizá tenía buena opinión de sus jefes.

Banca y estado

BANCA Y ESTADO

Cuando los socialistas estaban a punto de ganar las elecciones en 1982, la derecha tenía miedo de que nacionalizaran la banca. Tanto era así que Felipe González tuvo que tranquilizar a esos sectores asegurando que el triunfo de la izquierda carecería de significado real. Sólo aspirábamos a que España funcionara, o sea, que las cartas llegaran a sus destinatarios, los trenes salieran en hora y las comisarías no fueran centros de tortura. Apenas unos años después hay en todo el mundo capitalista un clamor para que los gobiernos, sean del color que sean, nacionalicen su gestión, sus dineros, sus meteduras de pata. Si los gobiernos se avienen, es porque sin banca no hay Estado. Aquí quiebra el Ministerio del Ejército y no pasa nada, quiebra el de la Vivienda y no pasa nada, quiebra el de Cultura y no pasa nada, quiebra el de Trabajo y no pasa nada, quiebra el de Justicia y no pasa nada, y así de forma sucesiva. Pero si quiebra la banca nos vamos todos al cuerno. Pese a no haber un ministerio de la banca, la banca es la sustancia del Estado.

Junto a esta iniciativa nacionalizadora que recorre el mundo, se advierte también una corriente (todavía subterránea) dirigida a solicitar a la mafia que ponga en circulación el capital que tiene retenido en billetes de 500 euros. Ya se anuncian, de maneras más o menos sutiles, ventajas fiscales para ese dinero negro importante en las épocas de bonanza, pero indispensable en temporadas de vacas flacas. Quiere decirse que la mafia es otro de los pilares del Estado del que sólo nos acordamos cuando truena y ahora truena lo suyo. Queda la Iglesia, que afortunadamente goza de buena salud, como demuestra su presencia en todos los actos oficiales. Pero si pasara por dificultades, no sufra su Santidad, la nacionalizamos también (hasta que escampe), junto a la mafia y a la banca.

dimecres, 8 d’octubre del 2008

Primera clase

PRIMERA CLASE

Recibo, sumiso, la publicidad de un sillón reclinable, con termoterapia y reposapiés integrado (además de abatible). Tiene acabado anatómico y masaje por vibración. Es de piel de vacuno y alivia los dolores cervicales, relaja los hombros y dorsales, calma las lumbalgias, reduce la pesadez de las piernas, estimula el riego sanguíneo, elimina el estrés y la fatiga y combate el insomnio, todo al mismo tiempo. Se llama First class, o sea, primera clase, evocando esos asientos de los aviones que tanto se parecen al útero materno. Visualmente es espantoso, pese a lo cual, o quizá por eso, me entretengo con el folleto en el que aparece una señorita, también aterradora, que parece llevar una peluca cardada.

El folleto dice que si hago la reserva antes de diez días recibiré un escritorio de sobremesa que viene fotografiado y que es asimismo infernal. No sé si se puede sufrir a la vez de las cervicales, de los hombros, de las dorsales, de la región lumbar, de las piernas y del riego sanguíneo (sin olvidar el insomnio, el estrés y la fatiga). De todos modos, resulta difícil de creer que un sillón, por eléctrico que sea, alivie tal cantidad de males. Tal vez, me digo, sea un placebo horrible, aunque para placebo horrible ocupa mucho sitio y cuesta demasiado dinero.

Casi al mismo tiempo de perder el tiempo con esta publicidad que me gusta por fea, leo en el periódico que uno de cada diez fármacos es falso. El titular parece copiado de aquel anuncio según el cual una de cada diez estrellas usaba Lux. La que usaba Lux era, curiosamente, una estrella falsa porque nadie la conocía. Quizá una de cada diez estrellas falsas tenga un First class y tome pastillas de mentira. La mayoría de los medicamentos falsos que se venden en los países desarrollados alivian la alopecia, la disfunción eréctil y la obesidad, tres cosas, mira por dónde, que se le han escapado a los anunciantes del sillón. Si a usted se le ha caído el pelo, tiene problemas de erección y está gordo, mal asunto, pues deberá tomar tres medicamentos falsos diferentes. Si además le duelen las cervicales, las lumbares y todo lo demás, tendrá que tomárselos montado en un First class. Pídalo después de diez días, para ahorrarse el escritorio de sobremesa. De nada.

dilluns, 6 d’octubre del 2008

Lágrimas gratis

LÁGRIMAS GRATIS

Parece que disminuye la calidad de los espermatozoides españoles (hasta esos bichitos tienen nacionalidad), pero no sabemos de qué modo afectará eso a las nuevas criaturas porque no nos lo dicen. De otro lado, ¿qué entendemos por un espermatozoide de mala calidad? Ni idea. Personalmente asocio la mala calidad con la tristeza. Un pescado malo es un pescado triste. Un funcionario malo es un funcionario triste. Un zapato malo es un zapato triste y así de forma sucesiva. Te pones a hacer una tortilla y en seguida adviertes si el huevo es triste o alegre. Los huevos tristes producen tortillas tristes. Te la comes porque no sabes qué hacer con ella (y porque no queda nada en la nevera), pero te la comes tristemente, viendo el programa más triste de la tele. Imaginamos al óvulo viendo llegar hacia sí a un espermatozoide triste. ¿Qué hacer? ¿Te cierras? ¿Lo engulles? Si no hay otra cosa (y parece que no porque todos los demás han muerto por el camino) te lo tragas y a ver qué pasa.

Pasa que sale gente triste. Ahora hay muchos bancos de esperma con los que se fecunda a tutiplén (qué rayos querrá decir a tutiplén), lo que no puede ser bueno. No hay nada más triste que un esperma donado. Observen a ese señor que se levanta tristemente de la cama y no sabe qué hacer. Vive solo, en una casa con un pasillo muy largo, lleno de fantasmas. El hombre se toma un café de sobre con unas galletas revenidas y se dice: voy a donar esperma. En donar esperma se te puede ir la mitad de la mañana, y encima te dan treinta euros. Pues nada, voy a donar esperma. Ese esperma no puede salir bien. Será como un cava sin gas, como una cerveza sin fuerza, como un huevo caducado. ¿Qué ser humano puede salir de una decisión tan triste, tan agónica? Pues un ser humano triste y agónico, un registrador de la propiedad.

Hay bancos de esperma, de sangre, de riñones, de hígados? Hay bancos de todo menos de lágrimas. Tanto es así que la industria farmacéutica fabrica lágrimas artificiales para los que no pueden llorar. Qué tristeza, por Dios. Yo sería un buen donante de lágrimas para los seres resultantes de los espermatozoides tristes. Y lo haría gratis. A ver si me llaman.