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divendres, 30 de desembre del 2005

GPS

GPS

Según una curiosa encuesta hecha pública por una marca de navegadores, cada uno de nosotros pasa un año y medio de su vida perdido. Estamos hablando de 18 meses, o 540 días. En minutos asusta más aún. Pregunten, si no, lo que dura un minuto en tales circunstancias a los niños que se extravían en las ferias del libro o en los grandes almacenes. También los adultos nos perdemos, y no siempre encontramos el camino de regreso. Abundan las estadísticas sobre personas desaparecidas. La cuestión es que, en el mejor de los casos posibles, resulta que uno, al final de su vida, ha estado un año y medio extraviado; un año y medio preguntando por tal calle o tal otra; un año y medio pidiendo a Dios que al dar la vuelta a la siguiente esquina apareciera un edificio familiar, una calle conocida, un rostro amigo.

La publicación de la encuesta sugiere que nos podríamos ahorrar un año y medio de vida si dispusiéramos de un navegador. Desde ese punto de vista, salen muy baratos. Ahora bien, yo no cambiaría por nada mi año y medio de desorientación. Debo todo lo que soy a esos momentos de ansiedad en los que no sabía dónde me encontraba. Si Pulgarcito, en vez de miguitas de pan, hubiera utilizado un GPS, nos habríamos perdido uno de los cuentos más importantes de la literatura oral. Precisamente, el GPS dispone de una opción titulada "Casa" para regresar al hogar. Lo mejor es que cuando llegas a la puerta, una voz misteriosa asegura que has llegado a "tu destino". Es ideal para aquellos que tienen dudas acerca de su matrimonio. Lo raro es que la opción "Casa" se activa del mismo modo tanto si vuelves de la iglesia como del prostíbulo.

Todo esto no era para hablar mal de los navegadores. Al contrario, me he comprado uno con el que me pierdo de un modo insólito: llegando al sitio que buscaba. Lo que ocurre es que, una vez en ese lugar apetecido, me pregunto con frecuencia qué hago allí. No hay sensación de pérdida más fuerte que la que proporciona haber llegado a donde deseabas. Y para eso el GPS no tiene precio. A veces le propongo direcciones antiguas, de cuando era adolescente, y las encuentra, pero las personas que busco ya no están.

dimarts, 27 de desembre del 2005

Una responsabilidad inesperada

UNA RESPONSABILIDAD INESPERADA

Todos los años, por estas fechas tan señaladas, se me aparece una mosca que ha logrado sobrevivir a los rigores del invierno. No sé de dónde sale, dónde vive, de qué se alimenta. Pero enciendo el ordenador y se materializa de repente ante mis ojos. La pantalla debe emitir radiaciones beneficiosas para estos insectos. De otro modo, no se entiende la pasión con la que se acerca a ella. Ahora mismo, mientras escribo estas líneas, la mosca va de arriba abajo aparentemente absorta. Se detiene en las palabras monosílabas más que en las polisílabas. A veces, sigue el cursor como si siguiera a su madre. Me distrae mucho de mi trabajo, pero no me atrevo a matarla, ni siquiera a espantarla, por una cuestión supersticiosa. Tengo el oscuro convencimiento de que la mosca y el alfabeto están íntimamente relacionados. Quizá si desapareciera ella se borrara una letra del abecedario.

La mosca de este año tiene una característica propia en relación a las de los anteriores: es una mosca anciana. Nunca se me habría ocurrido aplicar este concepto a esta clase de bichos. Viven tan poco, que quizá no tengan tiempo de envejecer. Tal vez sólo envejecen las que logran alcanzar el invierno. Me di cuenta de que era vieja ayer, al observarla con más detenimiento del habitual. Caminaba con dificultad, como una persona con artrosis, y sus alas carecían del brillo que tienen las de las moscas estivales. Por otra parte, apenas volaba; daba saltos, en los que se ayudaba de las alas. Observada con una lupa, advertí en su rostro los estragos del tiempo. No voy a decir que tuviera arrugas, porque no es eso, pero mostraba el cansancio característico de quien ha vivido más de la cuenta. Y estaba sola en el mundo.

Me produce una piedad sin límites este animal. No hago nada por él, pero tampoco en su contra. También me da miedo. Se trata de una manifestación anómala de la existencia. Es, por decirlo rápido, un bulto que le ha salido a la realidad. Y a mí me ha tocado ser su testigo día a día, hora a hora. En alguna medida misteriosa, soy responsable de ella, pero no sé qué obligaciones comporta tener una mosca. Ahora se ha posado en la manga de mi jersey y me ha mirado. ¿Qué rayos quiere?

divendres, 23 de desembre del 2005

Balances

BALANCES

En la puerta del cajero automático en el que esos chicos quemaron viva a una mujer, había al día siguiente un cartel que decía: "Fuera de servicio". Deberían haber puesto "Cerrado por defunción", aunque dado el precio del suelo en ese barrio, no tardarán en abrirlo. Un librero amigo me explicó esta lógica existencial: "Un volumen ocupa equis centímetros cuyo alquiler, si los sacaras al mercado, te produciría equis beneficios. Cuando un libro no es capaz de producir lo que consume, hay que retirarlo". El problema es que esa lógica acaba con el pensamiento, porque el pensamiento no vende. Por eso Rajoy se ha sumado, con gran éxito entre los suyos, al "muera la inteligencia" de la Conferencia Episcopal.

Pero volvamos a los libros. Quizá el Estado debería subvencionar una cadena de librerías para aquellos títulos incapaces de defenderse por sí mismos entre los superventas de las mesas de novedades de los grandes almacenes. Hablamos de libros minusválidos. O discapacitados. Libros distintos, en fin, que carecen de recursos para competir con los códigos da Vinci y compañía. Libros indigentes, podríamos decir, que son, no por casualidad, los mismos que se lanzan a la hoguera en los momentos históricos. Recuerden, por citar un caso próximo, el escaparate de la librería Lagun, de San Sebastián, repleto siempre de pensamiento inflamable. Creo que tuvieron que cerrar por la presión del mercado y de la gasolina, una combinación insoportable.

La mujer incendiada viva en Barcelona estaba ocupando en ese cajero automático más sitio del que podía financiar. Era minusválida, discapacitada, pobre, como ustedes quieran, y había que lanzarla a la hoguera, como los libros de pensamiento. "Se nos fue la mano", han asegurado grotescamente los chicos, dando por hecho que sólo deberían haberle roto las piernas. Si uno fuera el dueño del banco afectado, convertiría ese cajero en una sala de estar de paredes transparentes, con la imagen de Rosario sentada a una mesa camilla, leyendo uno de esos libros que los bárbaros queman también de manera periódica a lo largo de la historia. Pero uno no sabe lo que vale el metro cuadrado ni lo que cuesta cuadrar un balance.

divendres, 16 de desembre del 2005

Socorro

SOCORRO

Socorro El País 16.12.2005

Una niña de 10 años, escocesa o así, ha escrito un libro titulado Ayuda, esperanza y felicidad, que es una guía para sobrevivir al divorcio de los padres. Nos parece muy bien, pero aguardamos ansiosos que una compañera suya publique un manual de autoayuda para los hijos de los matrimonios estables, que son los grandes olvidados. ¿Cómo se sobrevive a una pareja que se quiere? El libro tendría un éxito enorme en estos días de paz navideña en las que las familias homologadas llegan a las manos por un quítame allá esas pajas. Ahora resulta que los hijos de los divorciados no sólo tienen dos casas, dos regalos y ocho abuelos, sino que disfrutan de una literatura específica para ellos y su problemática.

Urge la puesta en marcha de una biblioteca que nos ayude a afrontar las situaciones normales. Ya sabemos cómo se combate el cáncer, la depresión, la ruina económica. Hemos averiguado cómo se espanta la mala suerte, cómo se aprende inglés en tres semanas, cómo se deja de fumar en dos sesiones. Hemos ido a la Luna, a Marte, hemos inventado la hamburguesa. Quiere decirse que lo difícil está prácticamente hecho. Ahora necesitamos asistencia para hacer frente a lo de todos los días. Cómo no desesperarse, por ejemplo, en una lista de espera de la Seguridad Social, cómo asumir una hipoteca de 40 años, cómo sobrevivir a un contrato basura, como pagar un alquiler de 1.000 euros con un sueldo de 800, incluso cómo divorciarse con dos salarios que parecen medio.

Muchos críos no podrán disfrutar del libro de Lobby Rees, la niña escocesa de la primera línea, porque sus papás carecen de medios para irse cada uno por su lado. ¿Hay derecho a eso? ¿Hay derecho a que no exista una sola guía espiritual para los más de ocho millones de niños esclavos que hay en el mundo? Por favor, ayúdennos a combatir lo cotidiano: la esclavitud infantil, las hambrunas masivas, el tráfico de armas, la tortura deslocalizada. Explíquennos cómo se defiende uno de personas corrientes como Bush, como Blair, como Rouco Varela, como Schwarzenegger. No tiene sentido que hayamos descubierto el antídoto contra el mal de ojo, que no existe, y todavía no tengamos un remedio contra la malaria. Hagan algo.

divendres, 9 de desembre del 2005

Filosofía

FILOSOFÍA

Quería ser culto, pero llegaba a casa agotado, sin ánimos para otra cosa que no fuera encender el televisor y narcotizarse con el menú del día. Mientras las imágenes penetraban en su ánimo como las orugas del anuncio por las fosas nasales, imaginaba otra vida en la que leía libros de los que tomaba apuntes en un cuaderno cuadriculado, con las tapas negras. Había oído hablar de un sabio que no tenía televisión e intentaba imaginar su existencia. Lo veía deambulando filosóficamente por las habitaciones de su casa, atento a todos y cada uno de los estímulos de la realidad. En ocasiones, apagaba el televisor e imitaba esa vida superior a la suya. Iba, por ejemplo, a la cocina, cogía un yogur de la nevera, y se lo tomaba intentando establecer una reflexión sobre la fecha de caducidad. Le parecía bien que imprimieran esa información en la tapa. Constituía un síntoma de países avanzados. ¿Pero era aquel pensamiento suyo sobre la fecha de caducidad una reflexión filosófica?

Un día, al salir de trabajar, entró en una librería. Una vez superado el miedo a que lo tomaran por un intruso (lo que era), tomó un volumen de filosofía al azar y leyó una página de la que no entendió nada. Esto deber ser la cultura, pensó, así que compró el libro, se fue a casa con él y se puso a leerlo en el sofá, frente al televisor mudo. A la media hora, se encontraba agotado. Aunque el libro estaba escrito en su propio idioma, tenía multitud de palabras que no comprendía. Tras decidir que al día siguiente se compraría un diccionario, cerró el volumen y encendió la televisión, por cuya pantalla empezaron a discurrir en seguida las orugas narcotizantes correspondientes al día y a la hora. El hombre colocó las piernas sobre la mesa y se dejó invadir por el dulce mal.

Una vez invadido, observó el volumen cerrado y tuvo una revelación: el libro, aun cuando no lo entendiera, era la vida, mientras que la televisión, a la que entendía, era la muerte, así que se levantó, arrancó el aparato de la estantería y lo escondió debajo de la pila, junto al lavavajillas. Luego comenzó a leer despacio aquellas páginas, moviendo la lengua dentro de la boca, sin entender nada. Y cuanto menos entendía, más sabio era. ¿Quién se lo explica?

divendres, 2 de desembre del 2005

Definiciones

DEFINICIONES

La Cumbre Euromediterránea de Barcelona concluyó con una condena sin paliativos al terrorismo. El problema es que sus participantes no se pusieron de acuerdo sobre el significado del término. Tampoco es que se movieran en una ignorancia absoluta. Todo el mundo sabe, por ejemplo, que secuestrar un avión y lanzarlo contra un edificio habitado es un ejercicio de terrorismo (y de los más salvajes, para decirlo todo). Hay cosas, en fin, que saltan a la vista. El problema es cuando desciendes a los matices. ¿Es terrorismo, por ejemplo, invadir un país bajo la coartada de que representa una amenaza que luego se demuestra falsa? ¿Es terrorismo emplear armas de destrucción masiva, como el napalm o alguna o sus numerosas variantes, contra la población civil de una localidad del país indebidamente atacado? ¿Se podría calificar de terrorista, pongamos por caso, la entrada en Faluya? ¿Es terrorismo secuestrar a personas y recluirlas en limbos legales como Guantánamo? ¿Es terrorismo la tortura? ¿Son terroristas las cárceles secretas denunciadas por la prensa norteamericana? ¿Es terrorismo resistirse a la invasión de una potencia extranjera? ¿De qué hablamos cuando hablamos de terrorismo?

A la Cumbre Euromediterránea de Barcelona no fueron invitados (al menos que uno sepa) académicos, ni lingüistas ni filósofos. Estos profesionales habrían ofrecido con mucho gusto a los políticos una buena definición de terrorismo. "Pero es que nosotros necesitamos una definición a la carta, es decir, una definición que no nos incluya". Si a Al Capone le hubieran pedido una definición de gánster, habría solicitado lo mismo. Es muy humano.

Y ahí está el problema. La definición de gallina incluye a todas las gallinas, y la de mesa, a todas las mesas, y la de hombre, a todos los hombres. La de terrorismo, inevitablemente, incluiría todos los terrorismos. La definición es un invento diabólico, porque explica el significado de las palabras con la exactitud con la que un cronómetro divide en 60 partes un segundo. La definición es un arma de destrucción masiva de la mentira, del engaño. Hay una solución, y es calificar de terrorista la definición de terrorista. Todo se andará.