TRADUCE ESTA PAGINA

Visites

Contadores Gratis
Contadores Web
contadores de visitas

divendres, 25 de gener del 2008

Verbenas

VERBENAS

Hillary Clinton no ha querido salir en Vogue por miedo a parecer demasiado femenina. Ignoramos a qué ha renunciado para no parecer demasiado masculina. La realidad es que si está decidida a captar por igual los votos de las mujeres y de los hombres, deberá hacer durante toda la campaña equilibrios circenses (quizá ideológicos) sobre la línea que separa ambos sexos. De ahí que administre las lágrimas de forma tan mezquina. Su marido vivió una situación semejante hace años, cuando aspiraba al mismo puesto. Recuerden que tuvo que confesar que había fumado marihuana para captar la voluntad de los fumetas, añadiendo enseguida que no se había tragado el humo, para no perder el favor de los abstemios. Lo que entonces pareció un chiste con el que hicimos muchas risas, a la larga ha devenido en una importante teoría política.

Obama, como son otros tiempos, no ha tenido inconveniente en declarar que se tragó el humo. Pero procura, en cambio, no parecer demasiado negro al modo en que Hillary intenta no parecer demasiado mujer. Cada época tiene sus límites. Gracias a Bill Clinton sabemos cómo satisfacer a un pueblo que desea votar a alguien que haya fumado marihuana sin haber fumado marihuana. ¿Cómo dar gusto a una nación que anhela elegir a una mujer que no sea mujer o a un negro que no sea negro? Obama es mulato, lo que equivaldría a ser negro sin tragarse el humo. Se encuentra, pues, en el ansiado centro que tanto gusta a los contribuyentes. En cuanto a Hillary, que es mujer, el hecho de no salir en Vogue quizá la haga un poco hombre. El primero puede proclamar: "Tengan la experiencia de votar a un negro que es un blanco". La segunda: "Elijan a una mujer que es un hombre". Lo que quizá tenga que ver con el gusto ancestral del ser humano por atracciones de verbena tales como la mujer barbuda o el hombre elefante.

divendres, 18 de gener del 2008

Masoquismos

MASOQUISMOS

Aguirre y Gallardón parecen dos hermanos rivales, pertenecientes a una de esas familias cristianas que gustan a Rouco. Rajoy sería, en tal cuadro, el padre débil, sin criterio, demasiado influido por una esposa dominante (Zaplana), que ha logrado meter en el hogar a su hermana viuda (Acebes), también muy belicosa. A primera vista, la pasividad de Rajoy se adapta mejor al carácter contemporizador del hijo que a los arranques caprichosos de la hija, pero su esposa y su cuñada le ponen la cabeza como un bombo. Que si el niño es un hipócrita, que si tira la piedra y esconde la mano, que si cuando sean viejos los va a llevar al asilo, que si ya está estudiando el modo de inhabilitarles... La niña en cambio actúa con franqueza, se la ve venir, jamás dice una cosa por otra y no pone peros a la hora de ir a por recetas al ambulatorio.

Imagínense a Zaplana en bata, con rulos y los brazos en jarras, recorriendo furiosa los pasillos de Génova mientras compara a voz en grito las mezquindades del niño con las virtudes de la niña. Todo ello alentado por Acebes, vestida de negro y con el misal en la mano, a punto de irse a la parroquia. Por si fuera poco, de vez en cuando aparece Aznar, el suegro autoritario y triunfador, para poner en su sitio también a ese yerno endeble y correoso. Está claro que en semejante conjunto familiar o tragas o te vas. Gallardón llevaba años tragando en la confianza de doblegar a ese padre apático, sin caer en la cuenta de que las esposas no tocan en la tómbola, de modo que resulta imposible casarse con Zaplana si no te gusta mucho o hacerse cargo de una cuñada como Acebes si no eres un poco meapilas. El problema es que ahora no puede ni marcharse ni dejar de tragar. Quizá debería preguntarse si no disfruta en el fondo con ese papel de chivo expiatorio tan común en las familias cristianas.

divendres, 11 de gener del 2008

Mal rollo

MAL ROLLO

Los dirigentes del PP salivan ahora con la crisis económica como en su día salivaban con la supuesta ruptura de España o con los éxitos imaginarios de ETA. Decepcionadas ambas expectativas, han puesto su confianza en la ruina financiera de esta nación a la que tanto aman (sorprende que no hayan explotado aún las posibilidades fúnebres de la gripe aviar). Rajoy cree que sólo puede ganar si perdemos todos, posición moral difícil de vender por repugnante y porque sus profecías apocalípticas anteriores han resultado un fiasco. Viendo a Arias Cañete vociferar sobre la necesidad de poner en marcha un "decreto brutal" a los cuatro días de que la Iglesia clamara contra el divorcio y contra la extensión de derechos (por no hablar de la satanización de los adolescentes, acusados de provocar a los pobres pederastas), comprendía uno que, digan lo que digan las encuestas, tienen las elecciones perdidas.

Lo que no significa que los cenizos no gusten. Gustan y gozan de prestigio entre la población, pues hay gente que necesita una ración diaria de desastre, una dosis cotidiana de cabreo, una cuota matinal de mierda. Y esto ocurre en todos los ámbitos (cuando yo comencé a escribir novelas, por ejemplo, me dijeron que se trataba de un género muerto). Pero en situaciones de prosperidad relativa como la que vivimos en esta parte del mundo, al portador vocacional de calamidades se le suele asignar, como mucho, un papel de vacuna. De acuerdo, que nos insuflen unos gérmenes episcopales muertos para que el cuerpo social reaccione y acumule defensas. En cierto modo, el PP viene jugando un papel homeopático que Acebes, tan virulento él, no podía ni imaginar. Les damos las gracias y un consejo: quítense del rostro, aunque sea con cirugía estética, esa expresión de ansiedad que tan mal rollo produce en el contribuyente tranquilo.

divendres, 4 de gener del 2008

Películas

PELÍCULAS

La plaza estaba llena de parejas con niños que habían acudido al reclamo de una organización cuyos miembros tienen prohibido casarse y procrear. Aunque el acto pretendía ser una exaltación del matrimonio cristiano, los que ocupaban la tarima eran, sin excepción, solteros (como si un analfabeto voluntario pregonara las bondades de la lectura). Al poco, no obstante, de que comenzara el acto, dejó de exaltarse el matrimonio cristiano para censurar todos los demás. Nadie prohibía a los manifestantes casarse por la Iglesia ni atarse a la misma pareja durante el resto de su vida ni tener cuantos hijos les viniera en gana. Tampoco se les obligaba a utilizar el condón ni ningún otro método anticonceptivo. Pero les molestaba enormemente la existencia de uniones que no se atuvieran a las normas de la suya.

Los solteros de la tarima, que vestían, por cierto, de un modo muy llamativo (luego dicen que los adolescentes les provocan), solicitaron la abolición del divorcio y del laicismo y exigieron al Gobierno más libertad sin que a nadie, entre los congregados, le pareciera incoherente que se pidiera una cosa y su contraria. Si añadimos que había muchas personas mayores, que habían conocido el franquismo, así como el papel represor de la Iglesia a lo largo de aquellos 40 años, el espectáculo resultaba delirante (y sombrío, para decirlo todo). Aparecieron en la tele monjitas muy ancianas que posiblemente habían sido carceleras de aquel régimen (trabajo que algunas órdenes religiosas aceptaron con gusto) y sacerdotes con canas que quizá habían asistido a más de una ejecución. En otro canal, Fraga Iribarne, palanganero mayor del Caudillo y presidente del PP, corroboró que la dictadura había sido un remanso de paz. Antes de irnos a la cama vimos una película de indios y americanos en la que los indios eran los malos.