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divendres, 29 d’octubre del 2010

Tus eosinófilos

TUS EOSINÓFILOS

A esta hora de la mañana te toca análisis de sangre. Ahí estarás, pues, ofreciendo la cara interna de tu brazo a alguien que lo estrangulará con una goma a la altura del bíceps para que se manifieste la vena, la vena tuya, que aparece enseguida como un clítoris asustado en la zona más frágil de esa articulación. Ahí está la aguja rompiendo la barrera de la piel, penetrando con violencia calculada en el vaso, del que extraerá unos centímetros de plasma lleno de leucocitos, linfocitos, monocitos, neutrófilos, eosinófilos... Todo lo que te pertenece suena a música, también tus hematocritos y tu hemoglobina y tus hematíes. Ahí está ya tu sangre roja cruzando la ciudad en un tubo de ensayo mientras tú sacas el coche del parking y pones una canción de Antonio Vega que cantarás entre semáforo y semáforo. Tu sangre por un lado, tu cuerpo por otro y yo por otro.

Ahora imagino que soy el técnico de laboratorio al que le llega la muestra que acaban de robarte y que en vez de analizarla me la bebo. Me bebo todas las muestras que llevan tu nombre como me comería todas tus biopsias, corazón. Y daría cuenta también a ojos cerrados de tu fósforo, de tu creatinina, de tu calcio total y de tu albúmina, aunque para ello tuviera que beberme la muestra de orina que tan delicadamente, tras bajarte las braguitas de espuma, has depositado sobre el frasco estéril de plástico. Tú atravesando la ciudad en una dirección, tu orina en otra y yo mismo en otra, cada uno víctima de un metabolismo, de una transaminasa, de una fosfatasa alcalina, de un tiempo de sedimentación, de unos iones, de una desintegración lipídica, de unos marcadores tumorales. Pienso a estas horas de la mañana en tu glucosa basal y me excito como un adolescente. Cuántas palabras inauditas componen tu cuerpo, amor. Y todas llueven en este instante sobre la ciudad.

dimarts, 26 d’octubre del 2010

Alicatado hasta las cejas

ALICATADO HASTA LAS CEJAS

Estaba tomándome mi gin tonic de media tarde, sin meterme con nadie, cuando el individuo de la mesa de al lado se dirigió a mí:

-Perdone -dijo- ¿sabría usted decirme cuántos metros cuadrados tiene la provincia de Castellón?

Permanecí perplejo unos segundos. No estoy acostumbrado a que me pregunten por los metros cuadrados. Me preguntan la hora, como mucho, y no la doy para no intimar porque detesto a la humanidad y prefiero no tener tratos con ella.

-Ni siquiera sabía que Castellón era una provincia -dije para cortar la conversación en seco.

-¿Y el Vaticano? ¿Sabe cuántos metros cuadrados tiene el Vaticano?

-Ni siquiera sé qué es el Vaticano -respondí con aspereza, llevándome el vaso a la boca.

-¿Y Mónaco? -insistió.

-Tampoco sé lo que significa Mónaco -rugí.

El hombre desistió y regresó a sus pensamientos. Al poco, empezó a nacer dentro de mí un sentimiento de culpa. Que deteste a la humanidad no quiere decir que me sea ajena, lo que quiere decir es que me detesto a mí mismo en cuanto que formo parte de ella. Pedí otro gin tonic, para ahogar la culpa, pero en lugar de eso salió a flote. Saqué, pues, mi iPhone del bolsillo, entré en internet y busqué los metros cuadrados del principado.

-Mónaco tiene 1,95 kilómetros cuadrados -dije.

El hombre me lo agradeció de un modo exagerado. Detesto también las muestras de gratitud excesivas, de modo que me arrepentí enseguida de mi buena acción. Como se empeñara en pagar mis consumiciones, tuve que explicarle que el gin tonic, como el psicoanálisis, no me hacía nada si no me lo pagaba yo. Aún así no hubo manera, de forma que pedí un tercero. Mientras daba cuenta de él, el hombre hacía sumas y restas en los márgenes de un periódico deportivo. Cuando le pregunté a qué rayos se dedicaba, dijo que a calcular el número de cuartos de baño que cabían en Mónaco. Como es lógico, pedí un cuarto gin tonic y salí del bar alicatado hasta las cejas.

dilluns, 25 d’octubre del 2010

Vidas paralelas

VIDAS PARALELAS

La «realidad aumentada», si lo hemos entendido bien, es un híbrido entre la realidad analógica y la virtual, una especie de cuerpo calloso o puente entre esos dos mundos. Ha llegado cuando ha podido, pero nos estaba haciendo más falta que el agua. Gracias a ella no estaremos obligados a ser sólo digitales o sólo analógicos, sino que devendremos en una mezcla de dos mundos cuyas fronteras resultaban excesivas. El tráfico entre esos dos mundos se agilizará de forma que cada uno se enriquezca con las aportaciones del otro. La realidad aumentada es, en la práctica, una nueva forma de mestizaje. A partir de ahora, ya nadie será completamente real o completamente irreal, sino una mezcla de ambas categorías. Ahora bien, estarán tan entreveradas que no será posible separar la una de la otra. Quiere decirse que seremos simultáneamente reales e irreales. Seremos, en fin, nosotros mismos, una realidad aumentada.

En mis sueños, me deslizo a veces por una calle analógica repleta, sin embargo, de incrustaciones virtuales. Reconozco esa calle, que pertenece a una vida paralela a aquella en la que me desenvuelvo. No sé quién soy en esa otra vida, ni a qué me dedico, ignoro dónde voy o de dónde vengo. De vez en cuando, me detengo frente a unos escaparates fantasmagóricos, donde los maniquíes, que son simultáneamente de carne y de cartón piedra, desarrollan escenas domésticas de la vida real. Si dirijo mi iPhone a uno de esos maniquíes, obtengo una especie de ficha de él. «Esa mujer», asegura el programa de realidad aumentada de mi iPhone, «fue soñada por ti cuando contabas cuatro años». Entonces me despierto y me pregunto si habrá algún modo de entrar en contacto, despierto, con esa realidad paralela.

El mundo digital tiene algo de sucedáneo de los sueños. A veces, después de haber navegado durante horas por Internet, tengo la sensación de despertar, más que de cambiar de actividad. Por desgracia, entre el sueño y la vigilia hay pocos vínculos. O estás allí o estás aquí (con excepción, quizá del ensueño, donde tienes un pie en cada lado). La realidad aumentada actúa, en ese sentido, a modo de un ensueño que nos permite ser materia onírica sin dejar de ser reales.

diumenge, 24 d’octubre del 2010

Todo es confusión

TODO ES CONFUSIÓN

La vocación de las armas es matar. Una pistola que hubiera llegado al final de su vida útil sin haber hecho un solo disparo sería una pistola frustrada, inútil. La sola idea de que un arma hubiera pasado de la fábrica a la chatarra sin sentir jamás el placer de haber escupido una bala resulta sobrecogedora. Años, años y más años a la espera de que las paredes interiores del cañón recibieran la caricia del proyectil al modo en que el semen acaricia el alma del pene… No es probable que se haya dado un solo caso de esta naturaleza. Todas las pistolas, suponemos, son cargadas en un momento u otro, si no para matar a alguien, para practicar al menos la puntería contra una diana. Las armas, que se inventaron para un fin malo, pueden tener efectos colaterales benéficos: cuando gracias a ellas se salva a un inocente, por ejemplo. Es un consuelo. Puesto que las hemos inventado, de algún modo tendremos que justificarlas. Cuando fallecieron mis padres, hallé entre sus pertenencias un viejo revólver que llevé, ingenuamente, a comisaría. Los expertos lo examinaron y me lo devolvieron, pues se trataba de una antigualla inútil que quizá, dijeron, tuviera algún valor como pieza de coleccionismo. Lo guardo en un cajón, preguntándome a menudo cuántas balas disparó, y contra quién, durante su vida útil.

Además del revólver, mis padres me dejaron dos cajones de medicinas sin utilizar, la mayoría de ellas caducadas. La vocación de las medicinas es curar como la de las armas es matar. Un fármaco que termine su vida útil sin haber curado a nadie es un fármaco frustrado. Hay en todas las casas más fármacos frustrados que revólveres fracasados. Un porcentaje altísimo de cápsulas contra la diarrea o el estreñimiento (por decir algo) pasan del laboratorio a la basura sin haber conocido el placer de penetrar en un cuerpo. A lo mejor, los antibióticos caducados que encontré en la casa de mis padres habrían curado las heridas provocadas por el revólver que también les pertenecía. Pero no coincidieron en el tiempo. Quizá, cuando los muertos del revólver, ni siquiera se habían inventado los antibióticos. Las medicinas tienen, como las armas, efectos colaterales. Pero suelen ser malos. Todo es confusión.

divendres, 22 d’octubre del 2010

Deudas

DEUDAS

Yo debo de ser medio ecuatoriano porque también estaba convencido de que cuando pedimos un préstamo al banco, respondemos de él con el bien hipotecado. Creía, pues, que lo peor que podía ocurrirme si dejaba de abonar la deuda era perder el piso, que no es moco de pavo. Y resulta que no, resulta que si por azares de la vida o de la burbuja económica que te haya tocado no puedes hacer frente al compromiso adquirido, el prestamista te arrebata el inmueble, lo saca a subasta frente a un grupo de facinerosos que se ponen de acuerdo en pujar por mucho menos de lo que vale, y luego te reclama la diferencia entre lo obtenido y lo que te quedaba por pagar. Quiere decirse que además de dejarte en la calle te roban la camisa. Ahora mismo, cientos o miles de ecuatorianos, a los que los bancos persiguieron para regalarles créditos llenos de letra pequeña, se han quedado sin casa, adquiriendo a cambio una deuda inhumana. Los acreedores envían emisarios a sus pueblos para arrebatarles hasta sus pobres propiedades de ultramar. Cuando las entidades financieras han tenido dificultades, también los impuestos de los ecuatorianos han servido para sacarlas a flote. Cuando las tienen ellos, los señores de las carteras negras acuden a picotear como buitres en sus vísceras. Los españoles estamos convencidos de que no somos ecuatorianos, como si no supiéramos por experiencia que hay días en los que uno se levanta español y días en los que se amanece sueco. De hecho, llevábamos varios años viviendo como suecos y de repente hemos devenido en unos PIGS de mierda. Lo de los ecuatorianos, pues, debería advertirnos (primero vinieron a por los ecuatorianos, pero yo no era ecuatoriano).

Esperamos que a los bancos no se les ocurra contratar a Alicia Sánchez Camacho como señora del frac. Bastante la han sufrido ya los rumanos...

dilluns, 18 d’octubre del 2010

Ganar espacios

GANAR ESPACIOS

Nos estamos retirando del papel, sí o no? En caso afirmativo, ¿se trata de una retirada digna o deshonrosa? Que nos estamos retirando, es evidente. Por ejemplo, ya no se publica ninguna enciclopedia en papel, ni siquiera las grandes, las emblemáticas, las que llenaban una pared de la casa como anunciando a las visitas que allí había un deseo de conocimiento y de conocimiento enciclopédico. Cada vez que el padre de familia, para satisfacer una curiosidad propia, o la de un hijo, tomaba uno de aquellos volúmenes y lo abría por el artículo correspondiente, se producía un silencio casi religioso. La cultura merecía un respeto, tú, y uno de los templos de la cultura era la enciclopedia. Pues ya no se publican. Ya son una antigüedad. Si usted desea adquirir una, tendrá que acudir al mercado de segunda mano o a las librerías de viejo. Y quien habla de las enciclopedias, habla, en general, de los llamados «libros de referencia». Ha habido una transferencia del papel a la pantalla. Las enciclopedias y los tratados se encuentran sólo en la red, donde han devenido en artefactos borgianos, pues se actualizan casi en tiempo real. Quiere decirse que igual estás leyendo la biografía de un escritor vivo, cuando aparece en pantalla que acaba de morir. Murió mientras tú leías su vida, qué contradicción aparente, ¿no?

Nos estamos retirando, en fin, del papel y a más velocidad de la que somos conscientes. Algunos periódicos han suspendido la publicación de suplementos de gran prestigio que ya sólo se pueden consultar en formato digital. En algunas redacciones se discute también si ofrecer los clásicos cuadernos de cultura sólo en la versión on line del periódico. La retirada se está produciendo, pues, a través de los productos de mayor consideración intelectual. «Se van los mejores», como decimos cuando se muere alguien. O «ha pasado a mejor vida». En el caso de los suplementos, quizá sea verdad que han pasado a mejor vida. Internet no es un mal sitio para vivir, caducas menos, de hecho, que en papel. La cuestión es que nos retiremos del papel con dignidad, ya digo, pero también con cierto orden. No como si hubiéramos perdido un espacio, sino como si hubiéramos conquistado otro.

diumenge, 17 d’octubre del 2010

Solidaridad en Atapuerca

SOLIDARIDAD EN ATAPUERCA

Alberto Fernández Díaz, dirigente del PP en Cataluña, abundó hace poco en la idea de que los inmigrantes abusan de la sanidad pública en perjuicio de los nacionales. Su afirmación fue desmentida con datos, que viene a ser lo mismo que desmentir con datos una superstición. Alberto Fernández Díaz no trataba de informar, sino de asustar a la gente acerca de los peligros que trae consigo el extranjero. El que viene de fuera, en todas las sociedades primitivas, es estigmatizado, siendo obligado a la práctica de ritos purificadores que suelen llevar a cabo los chamanes. En unos sitios se les desproveía de sus ropas, arrojándolas al fuego; en otros, se prohibía a las mujeres y a los niños acercarse al forastero, para evitar el contagio de los males que traía de afuera; en otros, los bañan en aguas supuestamente bendecidas por los sacerdotes de la tribu…

Quiere decirse que cuando Alberto Fernández Díaz mintió, a sabiendas, acerca de los inmigrantes y los servicios públicos, no estaba actuando como un político, sino como un brujo. Y en su calidad de brujo señalaba a la población qué ritos deberían cumplir los extranjeros para ser aceptados entre nosotros. Los ritos actuales son todos de orden burocrático (padrones, pasaportes, fichas policiales, pólizas, etc.), lo que no mitiga un ápice su carácter mágico. La población autóctona se tranquiliza al ver pasar por esas penalidades al forastero. Lo de Alberto Fernández Díaz no es, pues, populismo, sino magia. En esta tarea de regreso a las cavernas cumple una función fundamental la sacerdotisa Alicia Sánchez-Camacho, que entra en trance cuando se tropieza con un inmigrante rumano. Los tabúes relacionados con el extranjero, con el otro, con el inmigrante, en fin, han dado mucho trabajo a los antropólogos a lo largo de la historia. De manera que lo que necesitamos ahora para comprender las propuestas del PP en materia de inmigración no son expertos en política, sino estudiosos de la naturaleza humana, capaces de analizar este resurgimiento del primitivismo en las sociedades contemporáneas. Acabamos de averiguar que los habitantes de Atapuerca eran solidarios. Queremos saber por qué somos xenófobos.

dissabte, 16 d’octubre del 2010

Errores de navegación

ERRORES DE NAVEGACIÓN

Me identifico mucho con ese hombre que siguiendo las instrucciones del GPS acabó en un pantano. El GPS es un segundo yo, un yo más profundo que el que mostramos a los demás, pero un yo al fin y al cabo. Por eso, lo primero que tienes que hacer al adquirirlo es elegir la voz con la que deseas que te hable. Hay quien elige una voz profunda, oscura, insondable, remota, para hacerse la ilusión de que es Dios quien guía sus pasos al indicarle que gire a la derecha o a la izquierda. Hay quien prefiere una voz sibilina, hermética, furtiva, la voz de Satanás, en fin, perfecta para los que salen todos los días por la noche (¿qué culpa tienes tú si es el diablo quien te arrastra?). Yo, en mi primer GPS, elegí una voz de mujer perteneciente, según el aparato, a una tal Marta. Así se llamaba también una de mis primeras novias, una chica con la que me identifiqué de tal modo que llegué a convertirme en ella. Mi yo más íntimo es femenino y se llama Marta. Me hacía ilusión, en fin, que fuera ella la que me indicara por dónde ir al cine. Y me conducía bien, aunque con cierta tendencia a revisitar calles y barrios antiguos, de los que creía haber huido.

Hace un año, harto de ir todos los días, por culpa de Marta, a la casa de mis padres, fallecidos los dos, cambié la voz del GPS, eligiendo la de un individuo que, según las instrucciones, se llamaba Alberto. Este Alberto tiene un timbre de voz muy joven, muy seguro de sí. No duda ni un instante. Cuando dice que se va por aquí, se va por aquí. Se equivoca de vez en cuando, claro, pero rectifica con tal naturalidad que da la impresión de que el que se ha equivocado he sido yo. «Dé la vuelta cuando le sea posible», dice, y santas pascuas.

En cualquier caso, prefiero atribuir los errores de navegación a mi torpeza que a la de Alberto, ya que éste representa el único de mis «yos» personales con un poco de seguridad. Quiere decirse que si mi yo superficial hubiera sido como el de Alberto, otro gallo me cantara. Por eso mismo, si Alberto me dice que vaya por aquí, voy por aquí; si por allá, por allá; si por acullá, por acullá. Cuando mi mujer me pregunta por qué damos un rodeo tan grande para volver a casa, le digo que porque lo ha dicho Alberto y punto. Ella también confía más en él que en mí.

divendres, 15 d’octubre del 2010

Nuevo ejército

NUEVO EJÉRCITO

Esa fotografía en la que Zapatero explicaba humildemente a los señores de Wall Street las medidas que habíamos tomado para calmar su ira, es terrible. El ruido de sables ha sido sustituido por el de la ladronera, pero los golpes de Estado siguen siendo golpes de Estado, los dé un general o un financiero. Sometida al fin la institución castrense al poder civil, los políticos se humillan ahora ante los coroneles de la Bolsa. Si hubiéramos visto a nuestro presidente en semejante actitud frente a los generales del Alto Estado Mayor, nos habríamos echado las manos a la cabeza. Quiere decirse que las pistolas han sido sustituidas por corbatas de seda y los uniformes verdes por trajes de Armani. El resultado final es que a usted y a mí nos aprietan las tuercas (si tenemos la fortuna de que todavía haya margen para apretárnoslas).

A todo esto, hablamos de la globalización como de un tropismo en cuyo crecimiento no hubieran intervenido decisiones políticas de ninguna clase. Aceptamos como inevitable la existencia de los mercados globales al tiempo de afirmar su ingobernabilidad. En otras palabras, ni somos responsables de su aparición ni tenemos margen de maniobra alguno para corregir sus atropellos. He aquí la gran trampa intelectual del fenómeno. Dado, pues, que lo que sufrimos es un desastre natural y no un atraco pistola en mano, los políticos peregrinan hasta los nuevos cuarteles, donde son recibidos por los dioses del dinero, a quienes prometen el sacrificio de equis doncellas y de tantos jóvenes para apaciguar sus ánimos. Pero cuantos más sacrificios les ofrecemos, más se enfadan. No habíamos terminado de rescatarlos de su bancarrota con el dinero del contribuyente (el de usted y el mío) y ya estaban solicitando más vírgenes, más jóvenes, menos déficit. ¿Cómo se somete a un ejército de esta naturaleza?

dijous, 14 d’octubre del 2010

Un chico raro

UN CHICO RARO

En la mesa de al lado, un joven de pelo largo le decía a una joven de pelo corto que si él fuera millonario se compraría un coche fúnebre y contrataría de chófer a un conductor del tanatorio.

-¿Un coche de fúnebre? -preguntaba, incrédula, la chica.

-Sí, un Mercedes o un BMW, pero de muertos.

-A lo mejor está prohibido circular con ese tipo de vehículos.

-No veo por qué. Se trata de recordar que, aunque te vayan bien las cosas, eres tan mortal como el resto.

La chica se quedó pensativa, como si evaluara la conveniencia de salir con aquel chico. El camarero me trajo el gin tonic preparado, lo que me revienta. Prefiero que vierta la ginebra delante de mí, para comprobar la cantidad y la marca.

-¿Y tú y yo iríamos al cine en el coche fúnebre? –preguntó al fin la chica, restableciendo la comunicación.

-Si eres tan burguesa que no puedes ir en un coche de muertos…

-No tiene nada que ver con ser burguesa o no, me parece que es una cuestión de gusto.

-¿Quieres decir que tengo mal gusto?

-Quiero decir que estás un poco loco. O te lo haces.

El gin tonic, misteriosamente, comenzó a saberme a cadaverina, así que lo dejé y pedí un güiski que sabía a madera, a madera de féretro. Me había amargado la tarde el crío, pero me quedé allí, para ver en qué acababa la cosa.

-Mira, Pedro, yo te quiero mucho -dijo la chica-, pero me fastidia que te pases el día inventando cosas raras. Además, tú nunca vas a ser millonario.

-¿Por qué dices eso?

-Porque estudias Historia del Arte.

El chico se hundió en un silencio hosco del que salió para decir:

-Vamos a tomar una copa al bar del tanatorio.

-Al bar del tanatorio vas con tu madre –replicó la chica levantándose y dejándolo plantado.

El muchacho me miró con desconsuelo y le invité a sentarse a mi mesa. Podría haber sido mi hijo.

diumenge, 10 d’octubre del 2010

Testosterona "versus" encéfalo

TESTOSTERONA "VERSUS" ENCÉFALO

Pío García Escudero no le importaría morir como un toro de lidia, es más, lo preferiría. Quizá lo diga para presumir de macho sin darse cuenta de que al mismo tiempo alardea de tonto. Hombre, hombre, el toro de lidia es muy fuerte, en efecto, incluso muy varonil, si ese es su ideal de hombre, pero no tiene muchas luces. Le ponen las banderillas por acudir al señuelo, lo pican por equivocarse de enemigo, lo torean porque entra al trapo sin darse cuenta de que el trapo no es, en efecto, más que un trapo, y lo matan porque no aprende, o sea, porque se pasa toda la corrida tropezando en la misma piedra. El toro de lidia tiene, en fin, mucha testosterona pero anda el pobre escaso neuronas. Ningún intelectual que se precie se identificaría con ese cuadrúpedo tan bello y zaino (¿qué rayos significará zaino?).

Como no tenemos ni idea de lo que quiere decir zaino, ignoramos también si es esa cualidad del toro de lidia la que tanto gusta a García Escudero. En todo caso, los contribuyentes preferiríamos que nuestros políticos eligieran modelos para vivir y para morir en los que las neuronas tuvieran más importancia que la testosterona. A este país le ha hecho mucho daño esa hormona. Fue la responsable de una guerra civil y de una dictadura de 40 años a lo largo de los cuales sólo se utilizaron para gobernar los atributos masculinos. Es cierto que algunos ministros de Franco los tenían tan grandes como un toro de lidia, pero habría sido mucho más rentable, y más humano también, que gobernaran con el cerebro. No era fácil pedir cerebro a aquellos pobres ministros y directores generales, pero ese habría sido nuestro deseo.

En la discusión acerca de la llamada Fiesta Nacional (manda huevos, con perdón) se están cometiendo muchos excesos, muchos. Lo que no imaginábamos era que la dicotomía tradición versus modernidad fuera sustituida por la pareja testosterona versus encéfalo. Gracias al encéfalo, que es la parte más noble del cerebro, hemos sublimado históricamente el empuje, con frecuencia brutal, de la testosterona. Estaría bien que continuáramos por ese camino que nos diferencia de las bestias. De ahí que nos sonara tan mal la intervención de don Pío.

divendres, 8 d’octubre del 2010

Complejidad

COMPLEJIDAD

Una cosa es negociar con la realidad y otra comulgar con ruedas de molino. Las declaraciones de los dirigentes del PSOE tras las primarias de Madrid, incluidas las del ganador, son ruedas de molino. No pueden ustedes pretender que nos las traguemos. Sabemos que no es el fin de Zapatero ni del zapaterismo, pero tampoco es cierto que haya ganado todo el partido ni que se haya reforzado la autoridad del líder. Uno de los motivos de la llamada "desafección ciudadana", en lo que se refiere a la política, es el discurso empleado por los profesionales de la cosa pública. Cada vez dicen menos y emplean más tiempo en decir menos. Nada hay tan previsible y aburrido como una entrevista a un ministro. Declaran por hábito lo contrario de lo que piensan o desvían la conversación hacia asuntos triviales para perder tiempo. Es una verdadera peste. Si existe alguna conexión entre lo que se dice y lo que se hace, no es raro que hayamos llegado a la situación actual. Si no dicen nada, quizá sea lógico que tampoco hagan nada.

Vale entonces que Zapatero no está muerto. Lo sabemos de sobra. Pero entre no estar muerto y estar dando saltos de alegría hay estados intermedios. Es verdad que aceptar la existencia de estados intermedios implica la introducción del matiz, de la complejidad, del pensamiento. Implica una negociación con las ideas de los otros y las propias. Pero eso no debería dar miedo a quienes se han convertido por deseo propio, y gracias al voto de los ciudadanos, en dirigentes. La primera condición para ser dirigente es no ser idiota. La segunda, no tratar a los demás como idiotas. Durante la resaca de las primarias, los dirigentes socialistas están incumpliendo las dos. Ya basta, hombre. Estaría bien que los jefes comenzaran a emitir cuanto antes, acerca del asunto, unas declaraciones verosímiles. Y complejas.

dimarts, 5 d’octubre del 2010

Carne de cañón

CARNE DE CAÑÓN

Todos llevamos, a la manera del Mono Jojoy, un GPS en los zapatos. Todos estamos localizables. A todos nos apunta un fusil de mira telescópica desde alguna azotea. Ahora mismo, mientras esperas el autobús preguntándote si la huelga fue un éxito, un fracaso o si terminó en tablas, una cámara de vídeo te observa de forma rutinaria. A lo mejor, son dos las cámaras, o tres, depende de que haya un ministerio cerca, o de la intensidad del tráfico de la zona. Ahora mismo se está poniendo en marcha una reforma laboral que es un revólver dirigido contra tu cabeza, un revólver con sus seis balas: la del despido por causas objetivas, la del pensionazo, la de la negociación colectiva y otras tres en las que no caigo. Si no te dan con una, te darán con otra. Ya nunca irás tranquilo al trabajo (si lo tienes) ni a la oficina de empleo (si no), ni te jubilarás con la seguridad de que el Estado te devolverá parte de lo que le entregaste. Todos, a efectos prácticos, pertenecemos a un ejército enemigo. Todos somos radicales. Todos ganamos más de la cuenta. A todos se nos debe colocar un GPS en los zapatos para dispararnos con la Reforma Laboral cuando sea preciso. Y no sólo en los zapatos, también en el dobladillo de la bata de andar por casa, para que la autoridad competente sepa si nos encontramos en el baño, en el cuarto de estar o en la cocina.

Lo del dispositivo de seguimiento que hasta ahora sólo nos sonaba de las películas de espías, ha dado el salto a la realidad a través del Mono Jojoy, para que prestemos más atención a la palabra terrorista que a las siglas GPS. Pero lo cierto es que esos zapatos que te acabas de comprar en los grandes almacenes de tu barrio vienen ya, probablemente, con el GPS de serie. Quiere decirse que eres un perseguido de serie, uno más, un perseguido del montón. No intentes, al llegar a casa, desmontar el tacón o la suela, para eliminarlo, porque los dispositivos que usan para la gente normal son inmateriales, como el alma. Pero si te pierdes en un burdel, te localizarán; si huyes con el coche, te localizarán. Ese calor que sientes en la nuca es el aliento de las nuevas leyes laborales, un aliento como de boca de cañón cuya carne eres tú.

diumenge, 3 d’octubre del 2010

Paternalismo gubernamental

PATERNALISMO GUBERNAMENTAL

El problema de las huelgas generales es que no se ganan por poco o se pierden por poco, tampoco se empatan. Se ganan o se pierden, a secas. Y cada ciudadano sabe, al margen de la guerra de cifras, cuándo ha sido un fracaso o un éxito. La del 29 S, en la medida en que no se ha ganado por goleada, se ha perdido. Observado con perspectiva el proceso que nos condujo a ella (y que nos está sacando de la misma), advierte uno que los peores ataques al sindicalismo, pese a su dureza, no han procedido de la derecha (que ha dicho, por otra parte, lo previsible), sino del paternalismo de la izquierda.

Al sindicalismo lo mata la condescendencia. En la medida en que no se rebelen contra ella, los propios sindicatos se están administrando su veneno. Son más letales las palabras que te perdonan la vida, que las que intentan quitártela. De las que intentan quitártela te puedes defender, incluso con violencia, en defensa propia. De las que te la perdonan es difícil protegerse porque no hacen daño, no lo hacen a primera vista, pero son, en el largo plazo, las más perjudiciales. Lo saben muy bien los artistas en general: es preferible una crítica demoledora que una de medias tintas, donde sí, pero no. Si se escucha con atención el discurso de la mayoría de los tertulianos de izquierda, apelando a la necesidad de cuidar a los sindicatos, o recordando a la audiencia las muestras de responsabilidad de éstos a lo largo de los últimos años de nuestra historia, se tiene la impresión de que hablan de organizaciones infantiles, con muy buena voluntad pero ineficaces de cara a los fines que justifican su existencia.

Prestemos, pues, más atención a la condescendencia de Zapatero que a la agresividad de Esperanza Aguirre. Puede hacer más daño la primera que la segunda. Anuncié que a esta huelga se iba sin alegría, sin empuje, sin seguridad y así ha sido, por desgracia. No es necesario recurrir, para saber si ha fracasado o no, al consumo eléctrico. Donde se tenía que notar la electricidad no se notó. «Desigual y de escasa incidencia», dijo de ella, con piedad, el ministro de trabajo. Ya pasó, el problema ahora es el futuro. No se fíen ustedes de los paternalismos gubernamentales.

divendres, 1 d’octubre del 2010

Números

NÚMEROS

El pin del móvil y el puk del módem, la contraseña de iTunes, el teléfono fijo de mamá, el prefijo de Asturias, la clave de acceso al cajero automático, la matrícula del coche, el número del DNI, la inflación interanual, el producto interior bruto, el diferencial de la deuda, la talla de los pantalones y la ropa interior, las dimensiones de la pena, los 31 días de enero y los 28 de febrero, tu cumpleaños, nuestro aniversario y el del fallecimiento de papá, el tiempo de cocción del huevo duro y la caducidad del yogur, las cucharadas diarias de jarabe, la cantidad de sal, el valor de referencia de la urea, las pulsaciones por minuto, la temperatura del microondas, las horas de insomnio, la línea 5 del metro y el vía crucis de las 12 estaciones, los dígitos de la hipoteca, el IVA, el IRPF, el Euríbor, el tanto por ciento de descuento, los puntos de la tarjeta de Iberia, la hora de entrada, la numerología china, los honorarios del dentista, los dedos de la mano, los pelos de la cabeza (pocos), los pares de calcetines, la cuenta del supermercado, el cuentakilómetros, el cuentarrevoluciones, el contador del gas, de la luz, las páginas de Anna Karenina, los volúmenes de la enciclopedia Espasa, el limitador de velocidad, los metros cuadrados construidos y los hábiles, los cuartos de baño, los puntos de luz, el salario bruto y el líquido, los años de cotización, el tiempo de carencia, la tercera temporada de Mad Men, la cuarta de El ala Oeste de la Casa Blanca, la quinta de Los Soprano, el control del peso, el podómetro, el metrónomo, los litros de agua consumidos, los goles del domingo, el porcentaje de seguimiento de la huelga según los sindicatos, según la policía, según el Gobierno, la patronal o Dios, el décimo de Navidad (que acabe en 7), la indemnización por año trabajado. Y la sala 10 del tanatorio, por ejemplo.