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diumenge, 29 de novembre del 2009

Rutinas

RUTINAS

Escuché un frenazo, me asomé a la ventana y vi a un grupo de personas detenidas junto al morro de un coche. Miraban al suelo, donde presumiblemente había un cuerpo que la aglomeración de curiosos no me permitía distinguir. Me puse la chaqueta y bajé no tanto por asistir al espectáculo como por dejar de trabajar. La víctima era un gato que yacía junto a las ruedas delanteras del coche. El conductor trataba de justificarse asegurando que el animal se había arrojado debajo del automóvil con una determinación suicida. En esto, una mujer se abrió paso y, tras identificar al felino, se puso a llorar con desesperación.

Yo permanecía pasivo, aunque preguntándome qué rayos hacía allí cuando debía de estar arriba, trabajando. Observé que el conflicto conmigo mismo no me permitía empatizar ni con el gato muerto ni con su dueña, de la que alguien dijo que convenía administrarle un calmante.

–¿Hay algún médico? –preguntó el espontáneo que se había hecho cargo de la situación.

Me he visto a lo largo de la vida en varias ocasiones en la que se necesitaba un médico y siempre sale uno de entre la gente. Una de dos, pensé, o hay médicos por todas partes, o hay mentirosos por todas partes. Después de todo, no se arriesga uno a nada levantando la mano. Estuve a punto de levantarla, pero me reprimí temiendo que hubiera algún conocido entre la gente, cada vez más numerosa. Dos hombres –uno de ellos médico (o eso dijo)– arrastraron a la mujer a la farmacia de la esquina mientras otro reordenaba el tráfico. Daba la impresión de que todo el mundo sabía qué hacer, como si hubieran vivido esa situación en otras ocasiones. Sólo yo permanecía pasivo, pues no me encontraba allí, como la mayoría, ni por solidaridad con el gato (o con su dueña) ni porque disfrutara espectáculo, sino porque no me apetecía trabajar. Cuando llegó la policía, subí de nuevo y me enfrenté a la novela que tenía entre manos. Había abandonado al protagonista en una habitación, sin saber qué hacer con él. Entonces decidí que escuchara un frenazo y que al asomarse a la ventana viera a un grupo de personas detenidas frente al morro de un coche. Etcétera.

dissabte, 28 de novembre del 2009

Un gran invento

UN GRAN INVENTO

El lío organizado en torno al Estatuto de Catalunya no nos ha hecho más sabios respecto a los catalanes, pero sí respecto a los tribunales de justicia. Resulta que el Constitucional está formado por 12 miembros de los que sólo 10 podrán votar (de los otros dos, uno ha muerto sin ser sustituído y el otro se encuentra recusado por hacer cosas feas). De estos diez, cuatro se mantienen en el puesto de un modo irregular, gracias a maniobras políticas que desacreditan las actuaciones de esas instancia. No es todo, pero es suficiente para hacerse una idea, en especial si añadimos que esos diez sabios llevan tres años dándole vueltas al asunto y cobrando un dinero del erario por cada una de esas vueltas, que hasta ahora no han conducido a ninguna parte. Clarividencia en estado puro, en fin, de ahí el respeto que infunden a la ciudadanía.

En las condiciones señaladas, no es que los diez sabios estén inhabilitados para manifestarse sobre la constitucionalidad del Estatuto, es que no podrían opinar con autoridad ni sobre la viabilidad de la tortilla de patatas. Cualquier veredicto que ese grupo de marcianos emitiera sobre asuntos que afectan a los terrícolas estaría viciado en su origen porque ellos se mueven en un universo que no tiene nada que ver con el nuestro. Es como si los extraterrestres conquistaran la Tierra (en el caso de que no lo hayan hecho ya sin que seamos conscientes de ello) y nos obligaran a caminar a cuatro patas porque no les pareciera constitucional que lo hiciéramos erguidos.

Pues los seres humanos somos bípedos, mire usted, le guste o no le guste al Alto Tribunal de extraterrestres. Tendrían que poner a un policía detrás de cada bípedo para que renunciáramos a la posición empinada. Y aún así, mucha gente preferiría morir de pie a vivir a cuatro patas. No resulta grata, la verdad, la imagen de una población de hombres y mujeres dirigiéndose como perros a la oficina. Además, cuando llegáramos a casa, practicaríamos en familia nuestra postura natural, quebrantando la norma extraterrestre. En definitiva, que el Tribunal Constitucional fue sobre el papel un gran invento, no decimos que no, pero quién iba a pensar que se nos llenaría de marcianos.

divendres, 27 de novembre del 2009

Materias oscuras

MATERIAS OSCURAS

La masa de dinero negro atribuida a Jaume Matas me hizo pensar en la antimateria. Cada euro negro, una antipartícula. ¿El dinero negro se cuenta o se descuenta? En todo caso, sólo podría descontarlo una antipersona. Tener una fortuna en dinero negro equivale a poseer una antifortuna. No sabemos cuántas antifortunas hay, quizá más que fortunas. Después de todo, la mayor parte del universo está compuesto de materia oscura. El palacete de Matas es en cierto modo un antipalacete en cuyo interior sólo se puede llevar una antivida, quizá una antivida repleta de antifiestas y de anticaviares y de antiVegas Sicilias y de antiangulas diarias, pero una antivida. Aunque hay antividas mejores que muchas vidas, la antivida aspira a la vida como el dinero negro suspira por ser blanqueado, aun perdiendo algo de su valor. La antimateria se encuentra en todas partes y en ninguna. El propio Estado dispone de cantidades notables de dinero negro sin el que el sistema no funcionaría. Según la Wikipedia, "en física y química se conoce como antimateria a las agrupaciones organizadas de antipartículas". Parece una definición del hampa, de la mafia. Del encuentro entre la materia y la antimateria surgió el universo. Quizá si introduces un euro blanco y otro negro en un acelerador de partículas y los haces chocar a gran velocidad, aparece una caja de ahorros. Cuando Matas adquirió y reformó su antipalacete, él era el Estado, o quizá el antiEstado disfrazado de Estado. Quiere decirse que tenemos un problema de fronteras. Menos mal que ahí está el Tribunal Constitucional para decirnos dónde termina la realidad y comienza la antirrealidad. Por cierto, que cuando a una nación se le niega el estatus de nación deviene inevitablemente en una antinación (o sea, pura materia oscura). ¿Es preferible tener de vecina a una nación o a una antinación?

Como si lo supieran

COMO SI LO SUPIERAN

Vivimos en un cuerpo que no entendemos, aunque lo sabemos manejar. Por eso andamos y corremos y nos llevamos cosas a la boca. Por eso vamos al baño cuando toca ir al baño y a la cocina cuando toca ir a la cocina. Tampoco entendemos las tripas del automóvil, que sin embargo podemos conducir, o los intestinos del ordenador, que de tantos apuros nos saca. Ahora bien, nada es comparable a vivir dentro de un cuerpo de la complejidad del nuestro y sobre cuyo funcionamiento lo ignoramos casi todo. ¿Qué se sabe del cerebro? Aún no hemos explorado ni el 5% de la totalidad de su territorio, y eso que apenas mide unos centímetros.

Digo que vivimos en un cuerpo extraño (extraño en la medida en la que sólo parcialmente somos dueños de él), pero sería más propio afirmar que somos el cuerpo en el que nos hacemos la ilusión de vivir. Somos algo que no entendemos, por lo tanto, algo que nos supera, que nos extraña y en lo que no nos reconocemos del todo. Hemos construido, a lo largo de la historia, mecanismos para atenuar esa contradicción, y así ahora mismo cada uno de nosotros es Fulano de Tal o Mengano de Cual. No tenemos ni idea acerca de nuestros orígenes ni de nuestro destino ni de nuestra verdadera identidad, pero cada uno lleva en el bolsillo un carné capaz de certificar que se llama así o asá, que es hijo de Fulano y Mengana y que tiene una profesión.

La situación no puede ser más cómica ni más dramática, pero es lo que hay. A veces, cuando intento comprender qué rayos es Europa, me pasa algo parecido a lo que me ocurre cuando intento entender qué rayos es Juan José Millás. Soy tan usuario de Europa como de este cuerpo y esta identidad denominados Juan José Millás. Pero tanto Europa como Millás me resultan extraños. Tienen un lado práctico, no lo niego, sirven para esto o para lo otro, mas no hay forma de acceder a su caja negra. Y si ser Millás o ser europeo resulta complicado, ser español es la bomba, como ser catalán, o vasco, o andaluz. Parece que el Tribunal Constitucional está a punto de emitir una sentencia en la que los magistrados explican en qué consiste la catalanidad. Como si lo supieran.

dimarts, 24 de novembre del 2009

Ni gota (ni idea)

NI GOTA (NI IDEA)

El ser humano es un mamífero que además de sus extremidades, sus vísceras, sus apéndices, y todo lo demás, posee ideas. ¿Cuántas? No lo sabemos, pues están sin catalogar, lo que no deja de resultar sorprendente dada nuestra afición a los inventarios. Las ideas tienen sus propios sistemas de canalización. Uno abre el grifo invisible que llevamos todos dentro de la cabeza y comienzan a salir ideas al modo en que sale el gas cuando abrimos la llave de paso. A veces salen las mismas ideas disfrazadas de maneras diferentes, para que parezcan distintas. Pero no se dejen engañar, son la misma. Hay personas capaces de vivir una existencia larga con una o dos ideas que entran y salen de la cabeza al modo del agua en esas fuentes que poseen un circuito cerrado y que están tan de moda. Las venden en los supermercados y centros de jardinería y poseen la fascinación de lo que no deja de moverse sin ir a ningún sitio. Los niños se preguntan por qué el agua no se acaba nunca, o por qué no se llena el pequeño estanque sobre el que cae. Conviene no revelarles muy pronto que el asunto tiene trampa. Una vez que uno descubre los circuitos cerrados, pierde la fe en más cosas de las deseables.

El otro día asistí a una conferencia en la que el ponente logró hablar durante hora y media manipulando dos ideas a las que se veía perfectamente salir de su boca y volver a entrar por sus oídos. A veces salían en un orden distinto al que habían entrado, pero las reconocías enseguida. Mucha gente se durmió a la tercera o cuarta vuelta, pero yo seguí fascinado todo el proceso. Ahí es donde se me ocurrió la posibilidad de hacer un catálogo con todas las ideas que circulan por el áspero mundo. No son muchas, créanme, en ninguno de los órdenes en los que actuamos. Se podrían entregar por fascículos, a través de los periódicos o regalar en las cajas de los supermercados, al pagar la cuenta. Su lectura nos colocaría frente a nuestros límites, nos haría más humildes, nos empujaría a producir más, para escapar de la monotonía dominante. Todo ello sin contar con que en la canalización de los circuitos cerrados, por bien aislados que estén, se producen pérdidas. Quiere decirse que si no se renuevan, acaban por secarse. Qué miedo, abrir el grifo y que no salga ni una gota (ni una idea).

dissabte, 21 de novembre del 2009

Miedo y catástrofes

MIEDO Y CATÁSTROFES

Ver y escuchar a todo el mundo equivale prácticamente a no ver ni escuchar a nadie debido a que los extremos se tocan, a veces se abrazan. Aznar y Anguita, si se acuerdan, estuvieron en tiempos muy unidos. Cuanto más se iba Anguita a la izquierda y más se desplazaba Aznar a la derecha, más cerca estaban el uno del otro. De hacer seguido esa deriva, se habrían atravesado, como el que atraviesa el espejo, y Aznar se habría convertido en Anguita y Anguita en Aznar. No son una excepción. En ocasiones veo actitudes mías en personas que detesto. Las detesto tanto que me alejo de ellas con violencia y cuando quiero darme cuenta, como la Tierra es redonda, me he colocado en su lugar. Me odio cada vez que caigo en una de esas trampas, pero incurro en ellas con una frecuencia indeseable. Internet, al ser un territorio tan extenso, ofrece una amplísima gama de conductas en las que nos podemos mirar para hacernos la autocrítica. Yo leo con frecuencia en la red a personas que no me gustan para ver hasta qué punto, huyendo de su estilo, lo perpetro. Y lo perpetro más de la cuenta, ésa es la verdad.

El otro día, a la hora del gin tonic, me felicitaron por una actuación pública en la que no me había gustado. Se lo dije a mi comunicante:

-No me gusté, no me gusto cuando me pongo así.

-Pero si estuvo usted muy bien —insistió él.

-Pues ya le digo que desapruebo ese tipo de conducta, sobre todo en mí.

El hombre me observó como si me hubiera vuelto loco. El problema de que a los demás les guste de ti lo que tú odias en ti, es que puedes acabar haciendo lo que a los otros les gusta por miedo a no ser aceptado. Ese miedo ha provocado catástrofes sin cuento a lo largo de la historia.

Pero volvamos al principio: decíamos que ver y escuchar a todo el mundo equivale a no ver ni escuchar prácticamente a nadie. Por eso, yo no creo que el sistema ese de moda, Sitel, sea tan eficaz como aseguran. A ningún paranoico como Dios manda puede gustarle que nos espíen a todos. La paranoia exige un grado de exclusividad.

divendres, 20 de novembre del 2009

Pavos en celo

PAVOS EN CELO

Del mismo modo que leyendo atentamente los anuncios por palabras se pueden interceptar mensajes de los extraterrestres, que utilizan este medio para dar órdenes a sus contactos, si se presta atención a los anuncios a toda página, descubre uno disputas soterradas entre organizaciones poderosas. Endesa viene colocando en los periódicos una publicidad encabezada por la siguiente leyenda: "En Endesa, cuando hablamos de eficiencia energética, no vendemos pájaros y flores". Lo sabíamos, vende kilovatios, y a precio de oro, para decirlo todo, de ahí que no tengamos relación alguna de afecto con sus directivos, por más que se empeñen en mostrarnos fotografías de gente feliz pronunciando con naturalidad frases artificiales: "Para mí decir domótica es decir comodidad", por ejemplo. ¿Pero por qué esa puntualización absurda respecto a las flores y los pájaros?

Acabo de descubrirlo. Trata de prevenirnos sobre los falsos encantos de otra empresa, Acciona, que pretende hacerse pasar, con otra campaña carísima, por una ONG dedicada al medio ambiente. Si no conociéramos las dificultades económicas de las ONG, quizá habría colado, pues Acciona vende, en efecto, los pájaros y las flores como nadie. No sabemos quién ganará esta batalla librada a golpe de talonario, pero Acciona tiene una desventaja frente a Endesa, y es que no hemos logrado, ni siquiera después de entrar en su página web, averiguar a ciencia cierta a qué se dedica (aparte de hacer el bien, lo que resulta sospechosísimo en gente tan rica). En cualquier caso, hay unos perdedores fijos: usted y yo, que tendremos que pagar esos movimientos de pavo real en celo a través de los recibos del agua o de la luz del mismo modo que sufragamos los gastos del ejército de coches oficiales de los que entra y sale todo el día gente que cada día nos inspira menos confianza.

diumenge, 15 de novembre del 2009

El principio de realidad

EL PRINCIPIO DE REALIDAD

No me pregunten dónde estaba yo cuando mataron a Kennedy, ni el día en que murió Marilyn o llegó el hombre a la Luna, ni la noche en que cayó el Muro de Berlín. Por no saber, no sé ni dónde me encontraba el día de mi primera comunión. Me recuerdo vagamente rodeado de tías y de madres y de abuelas que me arreglaban el pelo o el traje de almirante recién alquilado. Tampoco he olvidado el pánico a manchar aquel traje de militar, asunto incompresible y sobre el que pregunté a mi madre, que no supo contestarme. «Es lo que hace todo el mundo», zanjó ante mi insistencia.

Veo, avanzando hacia el altar, a un tipo que evidentemente soy yo (conservo fotografías de la época en las que me reconozco). Otra cosa es que yo estuviera allí, en el mismo lugar en el que se encontraba mi cuerpo. Ya entonces había adquirido una habilidad diabólica para fugarme de las realidades hostiles y aquella era terrible, sobre todo si pensamos que por la mañana me había tomado involuntariamente un caramelo. Quiere decirse que no estaba en ayunas y que cometería, al comulgar, un pecado mortal. Si muriera esa noche, iría de cabeza al infierno.

«Nosotros no vivimos en la realidad, pero la visitamos», asegura un personaje de John Le Carré al hablar de los espías. Tal es mi caso. Siempre he estado de visita en la realidad, y porque no me ha quedado otro remedio. Conozco más o menos sus leyes, he aprendido lo que significa un semáforo en rojo y sé que al llegar a la pescadería hay que pedir la vez. Aprendí también lo más difícil: a ganarme la vida (de un modo bien raro, por cierto), y voy, mal que bien, tirando, aunque meto la pata, por puro despiste, con más frecuencia de la que desearía. Por eso me producen tanta envidia las personas que viven en la realidad como si la realidad fuera su hogar. Es el caso, sin ir más lejos, de Sarkozy, que no sólo se acuerda de dónde estaba él cada vez que sucedió algo importante, sino que estuvo en todos los sitios donde ocurrió algún suceso histórico, incluyendo la creación del mundo. Ahora sólo le falta aceptar que es bajito, asunto real como pocos, pero que lleva fatal el hombre, según se desprende de las medidas que toma para que no se le note.

dissabte, 14 de novembre del 2009

Las cacas de Jaume Matas

LAS CACAS DE JAUME MATAS

Cuántas veces al día hay que mirar la hora para amortizar un reloj de más de doce mil euros? ¿Cuántas veces a la semana hay que limpiarse la suela de los zapatos para rentabilizar un felpudo de 800 euros? ¿Cuántas horas al mes hay que pasarse frente a la tele para que resulte rentable la compra de un aparato de dos millones de pesetas? Podríamos prolongar esta cadena de interrogaciones si pensamos que Jaume Matas, además de relojes caros, televisores de lujo y felpudos aparatosos, tenía (y tiene presumiblemente) un verdadero almacén de bolsos de marca, una auténtica bodega de vinos exquisitos y unas cortinas cuyos flecos costaban lo que a usted le cuesta la hipoteca.

El almacén al que nos referimos no era una nave situada en el extrarradio de Palma de Mallorca, sino un palacio de piedra que, aun a precio de saldo (como él asegura que lo compró), costaba un ojo de la cara. Entre las riquezas acumuladas por este insigne hortera, hay que incluir —según ha revelado en Público Ignacio Escolar— un número indeterminado de escobillas de retrete que valían la friolera de 375 euros la unidad. ¿Cuántas veces al día, y con qué fuerza, hay que limpiar el retrete para que merezca la pena una inversión así?

Cuando nos imaginamos al pobre Matas intentando rentabilizar todos esos gastos, lo vemos yendo histéricamente de un lado a otro del palacio, ora para observar la tele de dos millones, ora para consultar compulsivamente la hora de un reloj de péndulo, ora para descorchar nerviosamente una botella de Vega Sicilia, ora para limpiarse el culo con las cortinas de raso, ora para quitarse los excrementos de los perros de lujo en los felpudos de oro. Y lo que es peor: lo vemos agachado sobre la taza del retrete dándole a la escobilla de 375 euros para limpiar una caca vulgar, pues su caca, no por ser presidente, era más cara que la de cualquiera. Es posible incluso que oliera peor que la de un ser humano normal. De momento, todas las noticias relacionadas con ese palacete de millones de euros, adquirido milagrosamente con un sueldo de 84.000 euros anuales, echan una peste que mata.

divendres, 13 de novembre del 2009

Onanismo

ONANISMO

La histeria mediática desatada en torno a la celebración de la caída del muro de Berlín nos ha recordado a aquella otra de la que fuimos víctimas con ocasión de la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos. De hecho, una vez recogido el decorado, nos hemos vuelto a quedar un poco tristes, como el onanista tras la eyaculación. ¿Somos más sabios después de tantos artículos, tantos telediarios, tantos reportajes? No lo parece, la verdad, ni siquiera somos más felices. El consumo excesivo (sea de noticias, de trajes de Milano o de angulas) jamás proporciona la dicha que promete. Jaume Matas, después de hacerse con un palacio que atiborró de tesoros dignos de un sultán, tuvo que huir a Nueva York en busca de una paz que no hallaba en la utilización compulsiva de unas escobillas de váter que le habían salido a 375 euros la unidad.

Estamos tan rodeados de nada que una noticia sin histeria no es noticia. Sucede en todos los ámbitos, también en el de los libros, el del cine, el del arte y el de la gastronomía, por no hablar de las necrológicas, cada día más infladas. Pero la sensación de plenitud de la histeria dura lo que un orgasmo triste. La virtud del fútbol es que nos garantiza varios orgasmos por semana, todos igual de inanes y por lo tanto perfectamente repetibles. Cuando no es que el Alcorcón ha humillado al Real Madrid, es que Guti ha mandado a tomar por el culo a su jefe (sin dejar por eso de cobrar una pasta) o que a Ronaldo le ha echado mal de ojo un brujo. Pero volviendo al Muro, hemos echado en falta el testimonio de las mujeres del Este a las que la caída del telón permitió establecerse como putas en Occidente, garantizando así nuestra libertad de elección. El problema es que ese testimonio habría rebajado la histeria informativa y la buena conciencia que tanto placer nos produjeron mientras duraron.

dimecres, 11 de novembre del 2009

Vísperas de la boda

VÍSPERAS DE LA BODA

Estaba tomándome el «gin tonic» de media tarde cuando en la mesa de al lado un hombre le preguntó a una mujer si era capaz de imaginarse una libélula gorda.

—Pero gorda gorda -añadió-, como tu madre.

—¿Estás comparando a mi madre con una libélula? –preguntó la mujer.

—Si hubiera libélulas gordas -dijo él-, estoy seguro de que se parecerían a tu madre.

—¿Pero qué tiene mi madre de libélula?

—No sé, la expresión de la cara, los movimientos de las piernas… Además, cuando riega las plantas, se acerca y se aleja de ellas con movimientos semejantes.

La mujer cortó un trozo de su tortita, que untó con nata, y se lo llevó a la boca pensativa, como tratando de decidir si el hombre trataba de piropear o de insultar a su progenitora. Por fin, pasados unos segundos, preguntó:

—¿Te imaginas un hipopótamo delgado?

—¿Cómo de delgado?

—Pues que se le notaran las costillas.

—No es fácil, pero sí.

—Pues si hubiera hipopótamos delgados serían igual que tu madre.

Aunque me pareció advertir en las palabras de la mujer una intención ofensiva, lo cierto es que el hombre no se dio por enterado.

—A mi madre —se limitó a señalar— no se le notan las costillas.

—Pero actúa como un hipopótamo. La ves avanzar en toda su delgadez por el pasillo y te dices: ahí viene un hipopótamo famélico.

Yo di un sorbo a mi gin tonic e imaginé una escena de documental de La 2 en la que una libélula gorda se posaba sobre el cuerpo de un hipopótamo delgado. Parecía una escena surreal, un regalo onírico. Mientras me perdía en estas ensoñaciones potenciadas por el alcohol, la pareja se hundió en un silencio hosco que rompió ella preguntando si invitaban o no invitaban a su boda al «ministro». Vale, dijo él, y eso fue todo.

divendres, 6 de novembre del 2009

¡Viva Italia!

¡VIVA ITALIA!

Antes que nada, nuestra enhorabuena a Rato. Dado que Caja Madrid ha demostrado a lo largo de los últimos meses que puede sobrevivir sin dirección, sin imagen, sin estabilidad y sin estrategia comercial, el ex ministro podrá dedicar su tiempo a decidir en qué medios amigos coloca la publicidad, a qué asociaciones beneficia y con qué criterio de rentabilidad política concede los préstamos (nada parecido al coñazo del FMI, de donde se tuvo que ir porque le obligaban a trabajar en serio). Conste que son los medios cercanos a Rodrigo Rato los que dan por hecho que ha aceptado dirigir la Caja no para dirigir la Caja, sino para saltar desde ella a la política. De ahí también, siempre según esos medios, que no le importe perder un poco de dinero respecto a los ingresos de que disfruta ahora. Lo de "perder dinero" da un poco de risa, pero les juro por Dios que lo he leído.

En cuanto a las personas encargadas de legitimar la maniobra con su voto, ningún problema. Llegado el momento, fingirán que eligen al candidato idóneo entre los presentados por quienes debían hacerlo. No les resultará difícil engañarse si piensan en sus salarios, en sus bonos, en sus dietas, en sus regalos de Navidad, en sus coches oficiales. Quizá en los días previos a la votación discutan incluso sobre la idoneidad del aspirante nombrado por Rajoy, como si les cupiera la posibilidad de rechazarlo. Y fingirán también que se ha cumplido a rajatabla la condición impuesta por las partes de que el nuevo responsable de la institución careciera de perfil político. Lo mejor de todo, amigos, es que esto no es corrupción, sino salud democrática, pujanza financiera, capacidad de negociación, demostración de autoridad, lo que ustedes quieran menos podredumbre política, miseria pública, asalto a mano armada o navajeo. No tenemos palabras, en fin, ¡Viva Italia!

dijous, 5 de novembre del 2009

Hacerse el loco

HACERSE EL LOCO

Juan Bravo Rivera, concejal de Hacienda del ayuntamiento de Madrid, le preguntaron si el nuevo impuesto de basuras con el que Gallardón ha castigado al personal tenía que ver con la deuda de siete mil millones que dicha ciudad ha contraído minuciosa e inútilmente a lo largo de los últimos años y dijo que no. Pero lejos de limitarse a la negación, la argumentó con las siguientes palabras: «El problema que tiene el ayuntamiento es un déficit estructural de su financiación que no tiene nada que ver con el volumen de la deuda». Muy hábil, el tal Bravo Rivera. Madrid se ha metido en un lío económico gordísimo por culpa de las ansias de grandeza de su alcalde, pero eso no es un problema. El problema es el déficit estructural etcétera.

Dado que los políticos son muy aficionados a comparar la economía colectiva con la doméstica, supongamos que usted, por su mala cabeza, se ha endeudado en cantidades a las que no puede hacer frente. Entonces va al banco a pedir un crédito (uno más) para salir del apuro, y el banco, tras estudiar su expediente, se lo niega.

-¿Pero por qué? –preguntará usted al señor de la ventanilla.

-Porque está usted hasta el cuello de deudas.

-Pero el crédito que ahora les pido –responderá usted astutamente- no tiene nada que ver con mi deuda, sino con un déficit estructural de financiación.

Llegados a este punto, lo más probable es que el señor de la ventanilla le mire a usted como si usted estuviera loco, o como si se lo estuviera haciendo por lo menos. ¿Cómo deberían mirar los madrileños al concejal de Hacienda de su ayuntamiento, como si le hubiera dado un brote o como si lo fingiera? Pues no es fácil de decidir, mire usted, porque la raya entre el fingimiento y la realidad tampoco está tan clara. Hay gente que empieza haciéndose la loca y acaba loca de verdad. La política actual, desde Berlusconi a Sarkozy, pasando por quienes ustedes quieran señalar, está llena de personajes raros, sobre los que no sabe uno qué decir. Pero volviendo a Gallardón, empezó fingiendo que era Napoleón y ha acabado creyéndoselo (a cargo del erario, claro).