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divendres, 28 de desembre del 2007

Cuadernos

CUADERNOS

Los cuadernos venden, por eso ocupan espacios tan visibles en las tiendas de los museos, donde los hay de todas las formas y todos los colores. Los persigo con menos gusto desde que Paul Auster los pusiera de moda en una novela y su captura deviniera en un deporte de masas. Los amaba, en cambio, cuando el resto de la población los detestaba del mismo modo que me amo a mí mismo cuando me insultan, aunque me odio si me halagan. Se trata de una patología muy común, cuyo nombre no me viene ahora mismo a la cabeza. ¿Y qué es lo que tiene dentro un cuaderno? Nada, de ahí su encanto. Si llenaran sus páginas de ecuaciones, recetas de cocina o discursos, no los compraría nadie porque ya no serían cuadernos, sino libros. ¿A quién le interesa un libro? La circunstancia de que estén llenos de nada significa que imaginariamente están llenos de todo.

Conservo un buen número de maquetas de libros que me regalan mis amigos editores. El hecho de que sus páginas permanezcan en blanco significa que están listas para recibir una obra maestra. Hay cierto aire furtivo en la expresión con la que adquirimos un cuaderno y nos lo llevamos a casa. Ahora os vais a enterar, parece que decimos, imaginando ya el momento en el que el bolígrafo se deslizará suavemente por sus páginas levantando un poema genial. Ese momento no llega nunca, por supuesto. Ni falta que hace. Los momentos comienzan a ser un problema cuando llegan. Las aspiraciones cumplidas incluyen, sin excepción, una glándula liberadora de hiel. Y no se vive de ellas. Se vive de las promesas, de las vísperas, de los proyectos. Lo que representa un cuaderno es precisamente un proyecto. Una colección de cuadernos vacíos son, en potencia, unas obras completas magistrales. Así que cuando muera y alguien se haga cargo de mi colección, heredará con ella una obra genial no escrita.

divendres, 21 de desembre del 2007

Sapos

SAPOS

Dada la simpatía de Zapatero por los terroristas (tal como vienen denunciando los dirigentes de la AVT y del PP), se entiende su foto con Gaddafi. Conociendo sin embargo la repugnancia de Aznar por los violentos y los dictadores, cabe imaginar el mal trago que supuso para él cenar con el líder libio en la intimidad de una jaima. Gajes del oficio. Los buenos políticos empiezan el día tragándose un sapo. Cuando uno se dedica al bien común, ha de aparcar la conciencia en favor del interés general o de la cuenta corriente particular. Seguro que Aznar tuvo poderosas razones de uno u otro signo para aceptar la invitación a ese festín al que, para más ignominia, también se tuvo que arrastrar Ana Botella. Es lo que tienen los sapos gananciales. Algo le ocurre a Gaddafi con Aznar, pues ya en su día le regaló un caballo que el entonces presidente del Gobierno de España aceptó a regañadientes (qué habrá sido, por cierto, de aquel noble animal).

Tal vez todas estas invitaciones, que el sentido de la responsabilidad le impiden rechazar, formen parte de un plan de los dictadores del mundo para acabar con uno de los últimos defensores a ultranza de la libertad. De ser así, quizá el próximo agasajo le venga de Fidel Castro, o del mismísimo Chávez, que para hacerse perdonar tendría que regalarle dos caballos, además de un contrato. Imaginamos que el peor momento de estas cenas debe ser el de los postres, cuando el dictador o el violento echan mano a la cartera a fin de pagar el favor. Para alguien que, como Aznar, odia todos los terrorismos, incluido el de Estado, tiene que resultar muy violento. Lo malo es que si continúa aumentando el número de caballos (o de contratos), tendría que acudir al próximo banquete con toda la familia, como cuando fue a visitar al Papa, otro demócrata que paga con indulgencias. Perra vida.

divendres, 14 de desembre del 2007

Ser rey

SER REY

El mundo es maravilloso. Deambulando por la Red he encontrado una información según la cual Luis Alfonso de Borbón ocupa el número 27 en la sucesión a la Corona de España, lo que quiere decir que si se murieran las 26 personas que le preceden, se instalaría con todo derecho en La Zarzuela, en donde Zapatero despacharía con él todas las semanas. No deseo la muerte de nadie, pero daría cualquier cosa por ver a Luis Alfonso de Borbón reclamar su derecho a ser mi rey. Hay gente que ama la vida por su sentido trascendental. Yo la amo por su absurdo esencial. Si es verdad que este chico, candidato también al inexistente trono de Francia, tiene alguna posibilidad de ser jefe de Estado, la existencia es extraordinaria.

Por otra parte, si aplicáramos al resto de la población el criterio para coronar a Luis Alfonso, quizá sólo tuvieran que morirse (Dios no lo permita) 45 millones de españoles para que yo mismo tuviera que hacerme cargo de ese trono. Lo he calculado a ojo de buen cubero. Quizá bastara con que faltaran 43 millones. Mi madre, la pobre, que siempre pensó que nunca llegaría a nada, se quedaría atónita si supiera que soy un candidato firme al trono de España, como Alcaraz, por otra parte, o como el obispo de Sigüenza, o como Rouco Varela, como Blázquez, como Ana Obregón, como Ángel Acebes... Para ser rey hay que pedir la vez, como para comprar el pan, sólo que aquí no depende del primero que llega, sino del censo, que es más justo. Personalmente, preferiría que reinara Ana Obregón antes que Luis Alfonso, aunque se tuviera que morir más gente, con perdón. Pero voy a seguir navegando por Internet, a ver si averiguo qué lugar ocupo para que me den el Nobel de Matemáticas. Después de todo, sé las cuatro reglas y despejar ecuaciones de una incógnita, como Luis Alfonso de Borbón, a quien Dios guarde muchos años.

divendres, 7 de desembre del 2007

Convencional

CONVENCIONAL

Lo curioso es que esas tres señoras que gritaban maricón a Zerolo parecían tres hombres disfrazados de mujeres, tres travestidos maduros y gordos con un dedo de maquillaje sobre la recia barba y abundantes joyas que desviaban la atención del bigote. Pero eran tres tíos, tres tíos de la misma familia que aquel otro con el pelo cardado y oxigenado que golpeaba a Bono con el palo de la bandera española al tiempo que le gritaba terrorista o algo parecido. No me atreví a decir entonces que aquella mujer se trataba de un hombre de pelo en pecho por falta de pruebas, pero si ustedes observan atentamente la fotografía a la que me refería al principio de estas líneas (creo que publicada por El Mundo) comprobarán que quienes echan en cara a Zerolo su condición sexual son, sin duda alguna, tres hombretones de los que encuentras en misa de doce cualquier domingo.

Todo lo que pasa es muy raro. En EE UU una mujer fue violada por siete curas, uno detrás de otro, cuando tenía 16 años. Se ve que le gustó al primero y se la pasó al segundo, que trabajaba en la parroquia de al lado, y que a su vez se la pasó al tercero, y así de forma sucesiva, sin que se rompiera la cadena violadora, sin que uno solo de los representantes de Dios, al recibir la mercancía, dijera basta ya, esto es una atrocidad que hay que denunciar al obispado (lo que habría dado igual, porque el obispado, en estas situaciones, suele ponerse del lado de los violadores). Al final, tras dejarla embarazada, la enviaron a abortar a Filipinas, de donde confiaban que no volviera. Cabe suponer que los curas se levantarían las faldas para violar, lo que se suma a las rarezas que venimos enumerando. En este mundo cruel, lo único auténticamente convencional es el arte. La realidad innova a una velocidad que casi no nos da tiempo a digerir sus hallazgos. Salud, Zerolo.