TRADUCE ESTA PAGINA

Visites

Contadores Gratis
Contadores Web
contadores de visitas

dimecres, 30 de maig del 2007

El tamaño de la conciencia

EL TAMAÑO DE LA CONCIENCIA

Las declaraciones de David Lynch acerca de los beneficios de la meditación me han llevado a comprarme un libro (sobre meditación, claro). En el primer capítulo se explica que la conciencia es un punto de luz (de luz oscura, se entiende) perdido por el interior del cuerpo. Unas veces actúa sobre el pecho; otras sobre la garganta; en ocasiones sobre el riñón, etcétera. Si usted cierra los ojos, se relaja un poco y piensa en la última maldad que ha cometi do, enseguida podrá localizar una especie de luz negra que puede manifestarse en una leve opresión en la bo ca, por ejemplo, del estómago. Todo depende de dónde tenga usted el estómago. La sensación es parecida a la que sentimos en la lengua cuando, también con los ojos cerrados, imaginamos que cortamos un limón por la mitad y exprimimos su jugo. ¿Verdad que la boca se pone a salivar? Pues eso mismo (el libro no dice qué sucede cuando piensas en una buena acción, en el caso de que la hayas rea lizado, como si la conciencia sólo tuviera una vocación meramente policial. Por cierto, que he buscado el antónimo de policía y resulta que no tiene. Mala suerte para el Cuerpo).

Pero lo importante viene ahora. Hemos quedado en que la conciencia, en su estado normal, es una partícula que navega por el interior del cuerpo. Con la meditación, en cambio, puedes lograr invertir la relación, de modo que sea el cuerpo el que navegue por el interior de la conciencia. Vale la pena experimentarlo. Se pone usted cómodo, cierra los ojos, se relaja (no confundir con adormecerse) y fija su atención en la conciencia. Al po co, ésta comienza a crecer, a expandirse hasta que alcanza un tamaño tal que usted nota que se encuentra dentro de ella como en el interior de una atmósfera, de un microclima, de un ecosistema, de un nicho ecológi co, en fin, en el que su cuerpo apenas ocupa el espacio de una bacteria. La sensación es muy estimulante. Lo malo es que al abrir los ojos, la conciencia se desinfla a velocidad de vértigo y se convierte en el punto microscópico anterior. La conquista de la verdadera meditación consiste en que la conciencia no reduzca su tama ño al terminar la sesión. Y en eso estamos. Seguiremos informando.

diumenge, 27 de maig del 2007

La diversidad

LA DIVERSIDAD

El término fragmentación no tiene buena prensa. Se asocia a rotura, a descomposición, a quebrantamiento, pues tales son sus sinónimos más utilizados. Los expertos en TV denominan «fragmentación de las audiencias» al fenómeno por el que éstas se reparten entre la multitud de canales a disposición del público. En unos años, audiencias del 20%, que ahora son habituales, quizá hayan pasado a la historia. Habrá entonces tanta oferta, que siempre encontraremos una que se adecúe a nuestros gustos al cien por cien. Un canal visitado por cien mil personas será un éxito. De hecho, Caza y Pesca, por ejemplo, de Digital+, se sostiene perfectamente con ese número de abonados. En función de la hora o del estado de ánimo, usted podrá elegir una película de la serie B, un concurso, un documental o un melodrama.

No se entiende, pues, por qué utilizamos un término tan peyorativo como fragmentación para nombrar lo que constituye una ampliación de las posibilidades del espectador. Cada mes se editan cientos o miles de libros, algunos con tiradas muy cortas. Nadie, sin embargo, ha hablado jamás de la fragmentación de los lectores. Por el contrario, desde que se inventó la imprenta, la vocación del editor ha sido publicar muchos títulos y encontrar usuarios para todos. Gracias a esa actitud, la diversidad bibliográfica (o bibliodiversidad) es enorme. Disponemos de productos para todos los gustos y para todos los disgustos. Por más que uno acotara sus preferencias lectoras, no tendría tiempo en dos vidas de leer el resultado de esa selección. La fragmentación, en fin, ha producido riqueza. Su contrario es el discurso único.

Los programadores de televisión deberían tomar ejemplo de la imprenta. Los continentes, en el mundo de la imagen, han crecido a más velocidad que los contenidos, lo que equivale a editar libros vacíos. Hay muchos programas de televisión vacíos. Si sus responsables pusieran sus energías en llenarlos, comprenderían que lo que vienen llamando fragmentación es diversidad. No tengan miedo ustedes a la diversidad. Cien mil espectadores son muchísimos, sobre todo si han elegido ellos el programa.

divendres, 25 de maig del 2007

Identidades

IDENTIDADES

Al principio parecía un chisme difundido por sus adversarios políticos. Pero no: Sarkozy tiene prevista la creación de un Ministerio de Inmigración e Identidad Nacional. ¡La que se habría montado aquí si la idea hubiera partido del Gobierno catalán, del vasco, del gallego o del andaluz! La misma derecha española enamorada de Sarkozy habría puesto el grito en el cielo, y con toda la razón. Ministerio de Inmigración e Identidad Nacional. Manda huevos. Ya el hecho de relacionar una co sa con otra pone los pelos de punta. Imaginen, si no, un Ministerio de Pobres y Ratas de Alcantarilla. Pues ya está. Con sustancias caseras se pueden fabricar potentes explosivos. Con palabras sencillas como inmigración, identidad y nacional, también.

Inmigración e identidad nacional. Los inmigrantes están bien desde el punto de vista económico. Realizan los trabajos peores y contribuyen al crecimiento del producto interior bruto, pero se cargan la identidad nacional, vaya por Dios. Es un chollo tener asistentas marroquíes, desde luego, pero cuando uno se mira en el espejo del recibidor en el que se han mirado ellas, se ve como menos francés. Cruel tesitura (qué rayos querrá decir tesitura) la de verse obligado a elegir entre el mayordomo y la identi dad, porque ambas se excluyen. Pe ro pongamos que usted se llama Juan y que una empresa le ofrece un salario de doce mil euros semanales por llamarse Pedro. Es probable que algunos, incluso entre los franceses, se lo pensaran, pues excéntricos hay en todas partes.

Yo no. Yo aceptaría llamarme Pedro con toda la tranquilidad del mundo. Los inmigrantes, de momento, no le han pedido a Francia que se llame Camboya, ni siquiera que se llame Ar­gelia, a la que tanto debe. Tampoco han echado en cara a Sarkozy tener un apellido tan poco galo, de mo do que no entendemos el porqué de ese ministerio racista, que asocia inmigración a pérdida de esencias patrias, en vez de a producto interior bruto, a servicio doméstico o a mano de obra barata. A ver si la derecha francesa se está españolizando, con lo que eso implicaría de menoscabo de su identidad nacional. Somos irresistibles.

El hombre

EL HOMBRE

El hombre en cuyos mítines se gritaba Pujol, enano, habla castellano. El hombre que enseguida comenzó a hablar catalán en la intimidad. El hombre que casó a su hija en El Escorial. El hombre que se fotografiaba con puro, copa y pies encima de la mesa al lado del emperador del universo. El hombre cuya mirada competía en penetración, agudeza e ingenio con la de Bush. El hombre que al dar una rueda de prensa en tejano inspiró la mejor campaña antidrogas de la historia (así te ves tú, así te ven los demás). El hombre que al alba, con viento favorable, conquistó heroicamente la isla de Perejil. El hombre que se apuntó a una ocupación ilegal. El hombre que mirando a los españoles a los ojos aseguró: créanme, hay armas de destrucción masiva. El hombre que profetizó que aquella invasión criminal pacificaría la zona. El hombre que el 11-M, tras deducir lógicamente que el atentado era una respuesta a su apoyo a la guerra de Irak, mintió y mintió a los españoles, intoxicó a los directores de los periódicos y engañó a las cancillerías. El hombre que frente al mayor atentado de la historia de España no convocó el pacto antiterrorista. El hombre que montó una manifestación sin negociar el lema ni el lugar ni la hora. El hombre que tras la derrota del 14-M corrió a la tele para decir que él no había perdido las elecciones, porque el candidato era Rajoy. El hombre que se apuntó a la teoría de la conspiración. El hombre que en sede parlamentaria habló de desiertos y montañas (nevadas). El hombre del Movimiento de Liberación Nacional Vasco. El hombre del sabremos ser generosos. El hombre del terrorismo no se usa en la lucha partidista. El hombre del responsable de un atentado es el autor del atentado. El hombre del responsable de un atentado es Zapatero. El hombre que tras dejar el Gobierno se paseó por el mundo hablando mal de su país, como un embajador inverso. El hombre que de joven no se atrevió a llevar melena. El hombre que estuvo en contra de la Constitución y del divorcio y del aborto. El hombre de fuertes principios religiosos. El hombre al que nadie dice a qué velocidad se conduce ni cuántas copas se toman. El hombre que asegura que no votar al PP equivale a votar a ETA. El bodeguero mayor de Castilla. El marido de Ana Botella. El inspector de Hacienda. El hombre. Vuelve el hombre.

dimecres, 23 de maig del 2007

Adversarios

ADVERSARIOS

Los curas nos contaban que un obispo, en cierta ocasión, había encontrado al salir de la catedral a un pobre diablo armado con un pico de juguete intentando derribar el templo por uno de sus costados. La expresión pobre diablo era en este caso literal, pues se trataba de un demonio menor, con sus cuernecitos y su pequeño rabo y sus orejitas puntiagudas.

-¿Qué pretendes? -preguntó el cura.

-Acabar con la Iglesia -respondió el diablo.

-¿Y cuántos tiempo llevas en el empeño?

-Veinte siglos.

-Pues sigue, sigue -finalizó el obispo con sorna.

Se me quedó grabada la anécdota porque yo tenía un familiar que estaba inventando un aparato para dominar las mareas. Murió sin haber logra do siquiera controlar su carácter, que tenía, como el mar, enormes altibajos. Ya de mayor, conocí a un tipo que había decidido dedicar su vida a acabar con la IBM a base de escribir cartas denigratorias a los directores de los periódicos. Cuando le expliqué que la IBM era una multinacional gigantesca, a la que su odio ni siquiera le haría cosquillas, me dijo que eso sólo significaba que tendría que escribir más cartas, a lo que se puso de inmediato. He conocido a gente convencida de que podía acabar con El Corte Inglés, con el protestantismo, con el banco de Santander, con MacDonalds, pero todos han muerto en el empeño. No digo que las grandes instituciones sean invulnerables o eternas, pero cuando se alcanza cierto tamaño sólo ellas pueden terminar consigo mismas.

En cualquier caso, estos enemigos imaginarios siempre representan a un enemigo interior no menos potente. He ahí los molinos de don Quijote. ¿Por qué necesitaba verlos como gigan­tes? Quizá porque eran la exteriorización de adversarios internos a los que el personaje de Cervantes intuía así de peligrosos. Tal vez no haya tarea más difícil (ni más urgente) que la de acabar con uno mismo. Nosotros somos nuestra propia Iglesia, nuestro propio IBM, nuestro verdadero Corte Inglés, nuestro MacDonalds. A ver qué hacemos.

diumenge, 20 de maig del 2007

Nacionalidades

NACIONALIDADES

Tiene tamaño la identidad? ¿Es más grande la identidad belga que la francesa o la española que la cubana? Del mismo modo que se puede ser un vasco vasco, un vasco español o un español catalán, ¿cabe ser un suizo sueco? ¿Puede alguien que ha nacido en Marruecos sentirse, inexplicablemente, finlandés? De ser así, ¿disponen las embajadas de los distintos países de algún tipo de servicio para dar atención a esta clase de personas?

-¿Qué le pasa a usted?

-Que soy un finlandés atrapado en el cuerpo de un marroquí. Necesito ayuda.

¿Qué tipo de ayuda se puede prestar en estos casos? ¿Es operable la nacionalidad o tiene que resignarse uno a ser una cosa y parecer otra? Un niño andaluz que se sienta, pongamos por caso, catalán, ¿debe fingir que es andaluz para no exponerse a la burla de sus compañeros? ¿En qué momento se empieza a adquirir la nacionalidad? ¿A los seis años, a los siete, a los quince? ¿Y en qué momento se comienza a perder? ¿A los ochenta, a los noventa, a los cien? Una vez muertos, ¿seguimos siendo australianos, gallegos o irlandeses? ¿Qué significa Viva España, Viva Francia, Viva Alemania? ¿El grito ¡Viva Rusia! implica el deseo de que muera el resto de los países?

Resulta incomprensible que derrochando tantas energías (y tanta sangre) en el asunto de las nacionalidades, no tengamos más claras las cosas. Debería haber una asignatura donde se explicara en qué rayos consiste ser danés o búlgaro, incluso en qué consiste ser argentino. ¿Aznar es más español que Zapatero? ¿Arzalluz es más vasco que Aznar español? ¿Se puede ser un español moderado o no hay término medio? ¿Es más peligroso un patriota español que un patriota sudafricano? ¿Hay algún modo de medir el grado de patriotismo como se mide el grado de alcohol en sangre? ¿Se debería retirar el carné de conducir a los patriotas exagerados? Si uno no siente nada al ver ondear la bandera de su país, o de su equipo de fútbol, ¿debe hacérselo ver? ¿Quiénes son más mortíferos los patriotas o los antipatriotas? ¿Y en qué cabezas hay mayores cantidades de pensamiento?

Todo son preguntas.

dissabte, 19 de maig del 2007

Nidos de amor

NIDOS DE AMOR

Hay en el hombre una inclinación fatal a cavarse la propia tumba. Pero se trata de una inclinación inconsciente. No es probable que nadie sepa el momento en el que comienza a hacerlo. La primera palada puede ser un acto absolutamente ingenuo: la compra de un décimo de lotería, por ejemplo, o la participación en una comida de antiguos alumnos. Hay gente con una vocación especial para cavarse la propia tumba, de manera que no hace otra cosa en la vida. Me pregunto si el anestesista Maeso, con la perspectiva que da el tiempo, sería capaz de señalar el instante en el que puso manos a la obra. El problema de Maeso es que antes de cavar su propia tumba metafórica cavó alguna real, en la que reposan sus pacientes.

Pensemos en Juan Antonio Roca, al que no se atribuyen de momento delitos de sangre. Seguramente, este hombre podría haber abandonado su carrera delictiva antes de que le pescaran, y con los riñones bien forrados (¿por qué atribuimos a los riñones, y no al hígado, esta pasión por el forro?). Pero sentía una atracción irremediable por la tumba, de manera que no paró hasta excavar los dos metros de profundidad reglamentarios. Juan Antonio Roca cavó en realidad varias tumbas: ahí están las de sus colaboradores. No sabemos si cavar las tumbas de los otros constituye un rasgo de generosidad o de avaricia, pero lo cierto es que si al tal Roca no lo detienen a tiempo, habría construido un cementerio gigantesco, con sus clases sociales, sus cipreses y su horno crematorio. Quizá su pasión, más que el dinero, era la muerte.

¿Y qué decir del presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz? ¿En qué momento se le ocurriría subirle el sueldo a su novia? El hombre creía que estaba construyendo un nido de amor y estaba cavando su tumba. A veces, entre el nido de amor y la tumba no hay mucha diferencia. Te crees que estás alisando las sábanas y estás extendiendo la lápida. Es quizá lo que les ocurrió a Julián Muñoz y a Isabel Pantoja, que han pasado sin transición del dulce tálamo a la fría fosa. El hecho de que se arrepientan de ello contrasta con la minuciosidad de aficionados al bricolaje con la que removían la tierra (o el dinero). No somos nadie.

divendres, 18 de maig del 2007

Economías

ECONOMÍAS

No es raro que en momentos de graves tribulaciones personales nos dé por ocuparnos de cuestiones insignificantes, como la de ese botón de la camisa que está punto de caerse. Es célebre el caso del condenado a muerte que se queja de la hora a la que le han obligado a levantarse para conducirlo a la horca. Al irritarse por el madrugón, se olvida momentáneamente de su cuello. Creo que Freud atribuía esta actitud en apariencia absurda a la necesidad de economizar emociones. El actual Papa confirma la teoría. Mientras el mundo se debate entre el hambre, la sequía, el sida, el calentamiento global y las desigualdades económicas, él corre al otro extremo de la Tierra para prevenir a la gente sobre el uso del preservativo.

Y es eso, que si te obsesionas con una tontería, te olvidas de todo lo demás. Dice un refrán que cuando el diablo no tiene nada que hacer con el rabo mata moscas. Y no es que el diablo no tenga nada que hacer, pues el mundo está lleno de almas en venta. Son tantas que quizá el diablo, agobiado por esa carga de trabajo, combate su angustia laboral, su estrés, matando moscas, que no conduce a nada. Cualquier indocumentado, en fin, puede condenar el uso del condón, pero sólo unos pocos son capaces de dar respuestas a las grandes preguntas. Si yo tuviera que elegir entre escribir un informe de diez páginas sobre el conflicto de Oriente Medio o uno de quinientas sobre el condón, me quedaría con el del condón. Está chupado, sobre todo si te piden que escribas a la contra. Benedicto XVI congrega multitudes allá donde se manifiesta contra el preservativo porque se trata de un asunto menor (el botón de la camisa) en relación a los problemas que nos afectan.

Ahora llevamos varios días obsesionados con la novia del presidente del Banco Mundial, que no digo que no sea un incordio, aunque se trata de un inconveniente microscópico comparado con las cuestiones que tiene que resolver ese banco, el primero de ellos para qué sirve. Pero al obcecarnos con un lío de faldas sin sustancia, nos ahorramos el esfuerzo intelectual que supone la formulación de las grandes preguntas que cabría hacerse acerca de esa institución ecuménica. Total, que a ver si llevo la corbata al tinte.

dimecres, 16 de maig del 2007

Apariciones

APARICIONES

El Festival de Eurovisión es la prueba de que hay vida más allá de la muerte. También la prueba de que los muertos se aparecen. La noche del sábado pasado se nos aparecieron durante dos o tres horas seguidas a través de TVE 1. Si embargo, congregaron frente a la tele a menos personas que un partido de fútbol mediocre, lo que resulta raro en un mundo al que le apasiona lo paranormal. Personalmente, telefoneé a numerosos familiares y amigos para que compartieran conmigo la experiencia:

-Pon la tele, que están manifestándose un montón de muertos en serie.

Pero cuando comprendían que me refería a los participantes en el Festival de Eurovisión volvían a apagarla decepcionados. Ignorantes. Les gusta Uri Geller, ven todos los programas de televisión dedicados al más allá, algunos van a misa, pero cuando tienen una verdadera oportunidad de ver muertos en todo su esplendor, huyen hacia otros canales o al restaurante de la esquina. A la gente no le gusta que se le aparezcan los muertos, a la gente le gusta el teatro. El personal no soporta una aparición si no se da en circunstancias absolutamente excepcionales. Se tiene que nublar el cielo y han de temblar los vasos y volar la mesa camilla. Creemos que a los muertos les gusta asustar, cuando por lo general lo único que buscan es pasar el rato y ganar un premio.

Quede bien claro, pues: los muertos se aparecen, sí, pero en circunstancias absolutamente normales. A lo mejor ese señor que nos ha preguntado la hora en el bar era un muerto. El hombre no pretendía atemorizar a nadie ni provocar a su paso grandes movimientos telúricos o escenas de histeria. Lo único que quería era saber la hora. Muchas veces el muerto se encuentra a nuestro lado y no somos capaces de verlo porque estamos obsesionados con la banda sonora de los programas dedicados al más allá.

Parece que si no hay una música acojonante de fondo tampoco puede haber un muerto. Por favor, soliciten ustedes a TVE una copia del festival de Eurovisión, véanlo sin prejuicios y ya me dirán si fue o no fue un programa sobre el más allá. Espero ansioso sus respuestas. Gracias.

dissabte, 12 de maig del 2007

Totalmente amueblado

TOTALMENTE AMUEBLADO

Resulta que el piso más caro de España es también el más pequeño. Se encuentra en Barcelona, mide once metros (suponemos que cuadrados, pero no lo podemos garantizar) y cuesta en torno a los noventa mil euros. No es todo: en un portal de venta de pisos de Internet aparece uno de quince metros «totalmente amueblado». Parece un chollo, pero si lo piensas resulta que no. Con una silla y un camastro se pueden amueblar «totalmente» 15 metros.

No nos dejemos engañar, en fin, por ese tipo de expresiones. De hecho, bastaría meter una cucaracha para que estuviera «completamente habitado». Si, por el contrario, introdujéramos a un solo ser humano normalmente constituido, ese piso estaría superpoblado. La solución es que lo compre un hemipléjico, que en teoría sólo necesita la mitad de una cama y la mitad de un espejo y la mitad de una jarra de agua, etcétera. No se puede hacer nada contra este tipo de atropellos porque hay un vacío legal.

La expresión «vacío legal» me gusta casi tanto como el sintagma, con perdón, «totalmente amueblado». Ese vacío legal debe de ser enorme, pues caben en él cientos y miles de apartamentos sin luz natural, sin cuarto de baño, sin cocina, sin escrúpulos. Se trata de un vacío de tal naturaleza que caben en él toda la corrupción urbanística de los últimos años, todas las comisiones, todo el lavado de dinero negro que se ha llevado a cabo a través del ladrillo. Hay vacíos legales que parecen agujeros negros. La vivienda continúa siendo uno de ellos. Leer hoy las páginas de ofertas de pisos es entrar en un relato de terror con una fuerza narrativa impresionante. No puedes dejar de leer, lo que constituye, de manera indirecta, un estímulo para la lectura.

El problema es que en un piso de 15 metros cuadrados no caben las obras completas de Balzac, ni siquiera las de Rulfo, que escribía corto. En un piso de ese tamaño, por no caber, no cabe un sistema filosófico, aunque puedes meter, con esfuerzo, una metáfora. Un piso de ese tamaño es en sí mismo una metáfora totalmente amueblada. Pero no se ha encontrado el modo de vivir dentro de una figura literaria. Perra vida.

divendres, 11 de maig del 2007

Descatalogado

DESCATALOGADO

Vi en un cementerio este curioso epitafio: Agotado, así, sin más. Me llamó la atención porque se trata de un término procedente del mundo editorial. Los libros se agotan. Eso es al menos lo que dicen los libreros cuando no encuentran el título que les hemos pedido: está agotado. A veces, si te empeñas, puedes encontrar un ejemplar perdido en los anaqueles de otra librería. En ocasiones, la editorial lo reedita, que es como devolverlo a la vida. La resurrección de los muertos. Pero los seres humanos sólo tenemos una oportunidad, en ocasiones media (y eso que estamos encuadernados en piel). Cuando nos morimos (o nos agotamos, como ustedes prefieran), no nos vuelve a encontrar nadie en ningún sitio. Yo disponía hasta ahora de un epitafio que me gustaba mucho (Eso fue todo), pero quizá adopte Agotado, que metafóricamente significa también que estás hecho polvo. Y no está mal para una lápida: Hecho polvo. Real como la muerte misma.

Pero no nos precipitemos. Tenemos toda la vida para elegir el lema de nuestra tumba. Hay otro término, procedente también del sector editorial, muy interesante: descatalogado. Se dice de aquellos libros que, además de agotados, han desaparecido de la nómina del editor. Si estar agotado es bueno, porque significa que el libro se ha vendido, la descatalogación implica un cierto grado de violencia. Sobre un título agotado se mantiene la esperanza de la reedición; sobre un volumen descatalogado, en cambio, no hay horizonte alguno. Hasta al librero se le pone cara de pésame cuando comunica al comprador que el título que solicita está descatalogado. "Busque en internet", añade a modo de consuelo, dando por supuesto que en la red se puede llevar una existencia póstuma.

Con todo, no hay caso peor que el de aquellos libros que desaparecen sin haber llegado a formar parte del catálogo, títulos que el editor publicó por compromiso, o por pena, pero que nunca formaron oficialmente parte de su fondo. Me gusta este epitafio también, Descatalogado: significa que ni siquiera llegaste a vivir de forma suficiente. Que naciste de casualidad (¿quién no?) y te fuiste sin haber llegado a estar del todo. Tomen nota mis deudos. Muchas gracias.

dimecres, 9 de maig del 2007

Viva el fin del mundo

VIVA EL FIN DEL MUNDO

Uno de los expertos de la ONU en el tema (¿se dice tema o asunto?) del calentamiento global ha decla rado que salvar la Tierra puede salirnos barato. ¿Acaso la dejaríamos pudrirse si costara mucho?

-¿A cuánto sale el metro cuadrado de salvación?

-A mil euros. En Marbella, a dos mil.

-Pues me llevo dos quilos de perdición, que está regalada.

Pero no es cierto que la perdición esté regalada. Cuesta un huevo, con to do su esperma. La pérdida de calidad del semen tiene mucho que ver con el efecto invernadero. En todo caso, plantearse la permanencia de la Tierra, o su acabamiento, en términos económicos resulta un poco duro de digerir. En la posguerra, la penicilina se vendía en los bares, bajo cuerda, pero nadie se planteaba si resultaba caro o barato salvar la vida del abuelo. La gente empeñaba sus joyas, sus muebles o vendía su sangre para comprar una dosis de antibiótico. ¿Qué estaríamos dispuestos a empeñar nosotros para salvar la Tierra?

-Cualquier cosa, menos mi colección de sellos.

Las palabras del experto de la ONU sólo se entienden en una sociedad que estima más sus posesiones que su vida. Somos unos patriotas de nuestros fetiches, por los que estamos dispuestos a morir. A mí que no me toquen el cuatro por cuatro (¿se escribe así?). A mí que no me toquen la nevera de dos puertas. Pues a mí que no me toquen na da, ni el refrigerador, ni el coche, ni el juego de maletas de Vuitton, ni el aire acondicionado ni el maíz transgénico. Pero, sobre todo, que no me toquen los cojones.

Menos mal que salvar la Tierra puede salir barato. Aun así, es probable que se vaya al carajo. Los españoles deben a los bancos y a las cajas de ahorro un 56% más de lo que tienen ahorrado. La cifra produce escalofríos. Con ese nivel de endeudamiento, lo lógico es que uno desee que se acabe el mundo. De hecho, el mundo se acaba cada vez que llega el recibo de la hipoteca. Así que, de salvar la Tierra, nada. Como mucho, retrasemos el final, para que nos dé tiempo a aumentar el tamaño del préstamo. Viva el fin del mundo.

diumenge, 6 de maig del 2007

Discreción

DISCRECIÓN

Leí en la página de contactos de un periódico el siguiente anuncio: «Conocida TV. Demostrable. Mínimo 210 euros». Se suponía que se trataba de una chica que salía en la tele, pero de un modo poco claro o dudoso, de otro modo no tendría que demostrarlo. Me pareció un drama, como el del escritor que intenta convencerte de que es escritor. Escritor de novelas, demostrable. Recuerdo el caso de un colega que tenía tarjetas de visita de escritor, como suena. Fulano de Tal, escritor. Lo peor era que si le preguntabas por su obra te la detallaba, incluso te regalaba un libro (por lo general de poemas) que no sabías luego donde abandonar. Conocida TV. Demostrable. Mínimo 210 euros. La cifra es espantosa también, por el pico de los 10 euros. Denota un grado de inseguridad terrible. Fíjense que dice «mínimo». Le gustaría cobrar más, pero no se atreve. Un día entré en una tienda de antigüedades atraído por una caja de porcelana del escaparate. Pregunté su precio.

-Trescientos euros mínimo -me dijo el vendedor.

-¿Y máximo? -repregunté.

-Mil -respondió sin convicción alguna.

Me la llevé por cincuenta y eso que era del siglo XVIII. Demostrable.

Telefoneé a la chica del anuncio y le pedí que me demostrara que era conocida de la tele.

-Así, por teléfono, no puedo -respondió.

-¿Por qué no?

-Por discreción.

Resulta que era una mujer discreta, además de conocida. Le dije que 210 euros me parecía poco para cualidades tan contradictorias y señaló que se trataba del mínimo. Pregunté por el máximo y no supo qué responder. Nunca había cobrado el máximo.

-¿Pero tú qué quieres? -me dijo al cabo de un rato de charla insustancial.

Le dije que quería escribir un artículo sobre ella. No se lo creyó, pero estuvo dándome carrete un cuarto de hora sin cobrarme nada. Al colgar, encendí el ordenador y me puse a trabajar. Todo es muy raro.

divendres, 4 de maig del 2007

La biología

LA BIOLOGÍA

Del recién nacido, sea mendigo o príncipe, sólo se predica su estatura y su peso. A veces informamos también de cómo se llamará, pues todavía no se llama. Hay mujeres que incluso con el cuerpo del niño entre sus brazos dudan aún entre Federico, Luis o Jenofonte. La estatura y el peso son, pues, las únicas referencias auténticas con las que venimos a este mundo y las que comunicamos a los parientes y amigos. Ha pesado tres kilos y ha medido 50 centímetros. Curiosamente, son los datos que se omiten cuando alguien muere. No se dice: pesaba en el momento de fallecer 70 kilos y medía 1,60. Se dice, como en una necrológica que tengo delante, que Fulano fue físico nuclear y filósofo, que participó en los programas de la Alemania nazi para conseguir la bomba atómica, aunque más tarde derivaría hacia un pacifismo radical.

No deja de ser curiosa esta evolución desde lo meramente material hacia la novela. La expresión "biografía novelada" es redundante, puesto que toda vida está condenada a convertirse en una historia. La existencia más gris deviene, en boca de sus deudos, en un relato, por lo general muy bien articulado, que se ajusta a los patrones narrativos vigentes desde que el mundo es mundo. Ahí está el cuento del chico que entró de botones en un banco que llegaría a presidir; el del que comenzó vendiendo periódicos y llegó a dirigir un grupo de comunicación; el del soldado raso que alcanzó el generalato. Pero también el del que dilapidó una fortuna económica o moral y murió en la miseria; el del que habiendo dormido entre sábanas de lino eligió vivir entre los pobres. Y, por supuesto, el que se arrepintió de inventar la bomba atómica.

Si siguiéramos las necrológicas del periódico con atención, en unos meses podríamos establecer, a la manera de Vladimir Propp, una morfología existencial con no más de 15 o 20 arquetipos estables a los que se ajustan todas las biografías. Venimos al mundo a hacer una novela (algunos temperamentos locos, además, la escribimos). Todo ello a partir del peso y la estatura. Pero para novela (y de terror), el embarazo, la formación de los ojos, de la lengua, de los párpados, la aparición de los dientes... La biología, en fin.

Trampas de la lógica

TRAMPAS DE LA LÓGICA

Me proponen dar una conferencia sobre el pensamiento ilógico. La señora que contacta conmigo se expresa de manera impecable, siguiendo los protocolos para este tipo de invitaciones. Primero me habla bien de la institución a la que representa (un instituto psiquiátrico), después me vende la idea de la conferencia, a continuación aventura unos honorarios ridículos. Puedo ser ilógico, pero no idiota. No se lo digo así, claro. Como también dispongo de mis protocolos le respondo que gracias, pero que tengo la agenda llena de compromisos hasta el año que viene. Además, añado, no sabría cómo abordar el asunto.

-Hable usted del pensamiento ilógico en la literatura.

-Eso sería lo lógico, ya que soy escritor, pero se supone que usted me ha llamado porque cree que soy ilógico.

-Quizá no me he expresado bien, pero lo que nos gustaría es que hablara del pensamiento ilógico desde el pensamiento lógico.

-Yo preferiría hablar del pensamiento lógico desde el pensamiento ilógico

-Puede hacer eso. Estamos abiertos a todo. Si le parece, lo piensa y le vuelvo a llamar el jueves.

-Ya le he dicho que tengo la agenda llena.

-Pero eso es pensamiento lógico: Tengo la agenda llena, luego no doy la conferencia. Parece un silogismo.

Odio los silogismos desde el bachillerato, de modo que caigo en la trampa y le digo que bueno, que me vuelva a llamar dentro de un par de días al cabo de los cuales suena el teléfono. Es ella. Le pregunto si le parece lógico que acepte sus condiciones. Me dice que no y añade que debo hacerlo porque el pensamiento lógico ha producido a lo largo de la historia más catástrofes que la locura. Es una mujer infatigable y lógica. Yo no sé si soy lógico o ilógico, quizá sólo sea idiota, porque me veo aceptando la propuesta. El compromiso es para dentro de tres meses. De aquí a 90 días puede haberse terminado el mundo. Pero me he dicho eso mismo mil veces y cuando llega la fecha de la charla el universo continúa intacto. ¿Quién decía aquello de «no pongas demasiadas esperanzas en el fin del mundo»?

dimecres, 2 de maig del 2007

Perversiones gastronómicas

PERVERSIONES GASTRONÓMICAS

Leo un libro de alimentación muy afamado en el que se asegura que hay que utilizar la comida como si se tratara de un medicamento. La idea es perturbadora, pues uno no ve, a primera vista, el modo de sentarse ante una paella de marisco con la misma actitud con la que se desenrosca el tubo de un antibiótico, ni siquiera el de un antidepresivo. El autor proporciona excelentes razones para apoyar su tesis. Explica cómo se metabolizan los alimentos y qué hace el cuerpo para convertir en energía lo que le introducimos por la boca. Produce un poco de angustia conocer la forma de trabajar del hígado, que es un obrero infatigable, pero también una bomba. Un hígado cabreado te monta una revolución proletaria en menos que canta un gallo. El libro convence por la vía del miedo a la enfermedad, pero no logra crear entre él y el lector una corriente de afecto. Lo siento porque me lo ha recomendado gente muy delgada y en cuyo criterio confío, pero me niego a sustituir el término ración por el de dosis.

Pensemos en la teta. Recordemos cómo el bebé se engancha a ella y se queda dormido dulcemente mientras la tibia leche atraviesa su garganta. ¿Sería sensato por parte de la madre pensar que le está dando a su hijo un medicamento? ¿La relación entre la madre y el crío es acaso la de una enfermera con un paciente, la de una farmacéutica con un hipocondríaco? Desde luego que no. Si algo enseña la madre en esos instantes es que la comida y la teta son una droga, de ningún modo una medicina. Cuando el niño no puede más de leche (ni de teta), se queda dormido o en estado delirante, como un yonqui después haberse metido un chute en las venas.

Conviene adquirir hábitos alimenticios saludables, no decimos que no, pero sin negar los aspectos emocionales asociados al hecho de comer, adquiridos en aquella época remota y feliz en la que la despensa era el cuerpo de mamá. Identificar los alimentos con las medicinas constituye, en fin, una perversión gastronómica de la peor especie. Pero si usted participa de esa idea enfermiza, sepa que uno de los efectos secundarios más molestos del hecho de comer es que se nos quita el hambre.