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divendres, 30 de maig del 2008

La cuña

LA CUÑA

No sabríamos decir si el problema de Cascos es ideológico o de nomenclatura. El caso es que ahora dice que prefiere ser "liberal y humanista cristiano" a centrista. Yo he visto cientos de fotografías de este hombre, he leído también muchas de sus declaraciones, y me cuesta pensar en él en términos de liberación y de humanismo, cristiano o no. Y eso que la palabra liberal no significa nada. Lo mismo sirve para cargarse el Estado que para agarrarse a su teta. Hasta Dios, si hemos de creer a la Cope, es un liberal de los de toda la vida. Pero lo cierto es que si te cruzas con uno de sus representantes, harás bien en cambiar de acera. Un lío lo del liberalismo; en fin, a ver si se aclaran.

Lo del humanismo cristiano está más claro porque Esperanza Aguirre lo ha llevado a la práctica en los ámbitos de su competencia. No hay más que acudir al servicio de Urgencias de cualquiera de sus hospitales para darse un baño de humanismo cristiano, cuyo ideario logró resumir una enfermera al grito de "¡Una cuña para 40 pacientes!", pronunciado con ocasión de la visita de Aguirre a las dependencias del Ramón y Cajal. He ahí un compendio de los contenidos cristianos referidos a la gestión humana de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Quizá sin darse cuenta, la enfermera hizo una síntesis también de la doctrina liberal: una cuña para 40 pacientes o, lo que es lo mismo, ¡sálvese quien pueda!, expresión que cada vez se escucha más también en el ámbito de la enseñanza madrileña, donde se privatiza cristianamente todo lo público. Entretanto, la megafonía del aeropuerto de Barajas, que no anuncia los vuelos, comunica los horarios de las misas. De modo que rectificamos lo dicho: ves una foto de Cascos y comprendes de golpe toda la teoría liberal. Y todo el humanismo cristiano. Pero daban menos miedo cuando eran de centro.

divendres, 23 de maig del 2008

Shakespeare

SHAKESPEARE

Los responsables de Izquierda Unida acaban de declarar que no conocen bien nuestro país, tal como suena. Sin embargo, no hay entre ellos ningún sueco, ningún australiano, ningún luxemburgués, ningún keniata. Son todos, como el que dice, de aquí al lado: de Asturias, de León, de Cuenca, de Guadalajara, de Alpedrete, de Córdoba, de Vigo, de Valencia... ¿Cómo que no conocen bien nuestro país? ¿Pues dónde viven? ¿Qué leen? ¿Cómo se ganan la vida? ¿Dónde estudian sus hijos? ¿Qué periódico compran? ¿Qué comen? ¿Qué beben? ¿Qué tamaño tiene su hipoteca? ¿A qué dedican el tiempo libre? "Conocemos mal nuestra sociedad y sus demandas", han añadido en un manifiesto de cuya lectura se deduce que llevan décadas trabajando para un país inexistente. ¿Pero es que somos los votantes unos extraterrestres? ¿No padecemos sus mismos problemas? ¿Acaso no tenemos ojos? ¿No tenemos manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones? ¿No somos alimentados por la misma comida y heridos por las mismas armas, víctimas de las mismas enfermedades y curados por los mismos medios? ¿No tenemos calor en verano y frío en invierno? ¿Si nos pinchan no sangramos? ¿No nos reímos si nos hacen cosquillas? ¿Si nos envenenan no morimos? ¿Si nos hacen daño no nos vengaremos?

El documento, que pone los pelos de punta, habla también de emprender acciones para reencontrarse con su electorado, cuyo paradero ignoran. ¿Dónde se encuentra esa base social extraviada? ¿En qué cree? ¿A quién vota? ¿Qué hace los domingos por la tarde? De súbito, el impulso irónico con el que me senté a escribir estas líneas desaparece por un sumidero, dentro de mí. Ahora me hago cargo del desconcierto de Izquierda Unida frente a un país que evidentemente no es el suyo. Quizá tampoco el mío. Por Dios, no se refunden. Continúen escribiendo comunicados perplejos.

divendres, 16 de maig del 2008

Justicia poética

JUSTICIA POÉTICA

Me cuentan que la famosa niña de Rajoy no quiere ir al colegio porque los niños se meten con su papá. Los pequeños Acebes, los minúsculos Zaplanas, los traviesos Losantos, los fúnebres Rouco, los Mayores Oreja, las pérfidas Aguirres y el súrsum corda están aplicando a su padre la picana que él aplicó minuciosamente a Rodríguez Zapatero durante la pasada legislatura. Si Dios no lo remedia (y parece que no, porque Dios depende de la cuenta de resultados de la Cope) de un momento a otro dirán de su progenitor que es un inconsistente, un tonto, un inútil, un bobo, un incapaz, un acomplejado, un cobarde, un prepotente, un mentiroso, un inestable, un desleal, un perezoso, un pardillo, un irresponsable, un revanchista, un débil, un arcángel, un sectario, un radical, un chisgarabís, un maniobrero, un indecente, un loco, un hooligan, un propagandista, un visionario, un chapucero, un excéntrico, un disimulador, un estafador, un agitador, un fracasado, un triturador constitucional, un malabarista, un mendigo de treguas, un traidor a los muertos...

De aquí a nada, Rajoy podría ser acusado de colaborar con ETA, de borrar a España del mapa, de acabar con el Estado de derecho. Dirán de él que no tiene programa, que no tiene proyecto, que no tiene ideas, que no tiene agallas, que no tiene pilila. Le acusarán de adolecer de una inanidad intelectual insoportable. Cada día de su vida, tras levantarse de la cama, frente al oscuro cola cao, la niña de Rajoy escuchará el crujir de los huesos de don Mariano en el potro de tortura radiofónico. La niña de Rajoy, pese a su juventud, sueña ya con ser adoptada.

En la cama, le gusta imaginar que en realidad es hija de Zapatero, o de Llamazares, o de Montilla, o de Carod Rovira, o de Ibarretxe, que es hija de cualquiera menos de ese individuo de mirada huidiza a quien llama papá.

divendres, 9 de maig del 2008

La conciencia

LA CONCIENCIA

En la antigüedad teníamos más metros cuadrados que cosas. Ahora, en cambio, tenemos más cosas que metros cuadrados. Hace años, podías recorrer un pasillo de 15 metros sin tropezar con un solo mueble. Ahora no puedes dar dos pasos sin estrellarte contra una bicicleta estática, una vajilla de Chillida o la armadura de una tienda de campaña. Mucha gente cambiaría los objetos por metros cuadrados; el problema es que la mayoría de esos trastos sólo tienen un valor romántico, que no cotiza ni en los mercadillos de pueblo. Ya me dirán para que sirve la maleta de madera con la que papá se fue a Alemania, el televisor en blanco y negro que conservamos absurdamente debajo de una cama o la impresora portátil que compramos hace 15 años por si acaso (¿por si acaso qué?).

Lo bueno, ahora lo comprendemos, eran los metros cuadrados. No hay cosa mejor que cien o doscientos metros cuadrados, todos juntos, sin más objetos que la foto del abuelo en la pared del pasillo y una alacena en el comedor. Construir viviendas pequeñas por sistema es como escribir frases cortas por obligación. La frase corta funciona bien como desván, como cuarto trastero, como altillo en el que introducir una o dos ideas pequeñas (las que caben en una columna, por ejemplo). Pero para vivir, para respirar, para estar a gusto, nada como un piso de seis o siete habitaciones, cuatro exteriores y tres interiores, además de la cocina, el baño y los aseos. Ahora, dada la escasez de metros cuadrados y la abundancia de cosas, ha aparecido un negocio nuevo, el de los trasteros que guardan toda esa basura doméstica. Hemos vendido el alma (o los metros cuadrados) a cambio de cosas que brillaban, de espejuelos con los que no sabemos qué hacer. Deberíamos regresar a la frase larga, a la oración compuesta, al pasillo de 15 metros de largo. A la conciencia.

divendres, 2 de maig del 2008

Los muertos

LOS MUERTOS

Pocos mitos tan sugestivos como el de ese barco que navega sin tripulación. Si entraras en una de estas naves fantasmas, te asombraría el contraste entre la ausencia de personal y el orden. No hay nadie dentro, nadie, pero el cobre brilla como si acabaran de pasarle un paño, los camarotes parecen recién aseados y las tazas de té, como ocurría en un célebre relato de Conan Doyle, permanecen calientes sobre la mesa de la cocina. Cabría preguntarse si hay también hombres o mujeres fantasmas, personas vacías que deambulan por las ciudades sin que nada, en su apariencia externa, delate esa ausencia. Tal vez usted o yo seamos una de esas personas. Nos levantamos, nos aseamos, nos vestimos, salimos a la calle y vamos de aquí para allá como buques fantasmas en medio del día o de la noche. Atravesamos el frío, la niebla, los bosques, las plazas públicas, los descampados, entramos en los grandes almacenes, subimos y bajamos de los automóviles, de los aviones, intercambiamos saludos con nuestros contemporáneos, nos ganamos la vida... Damos, en fin, la impresión de venir de algún sitio y de dirigirnos a otro, cuando lo cierto es que en nuestro interior no hay nadie o hay un fantasma (de no sabemos quién) que pilota el barco, el cuerpo, este cuerpo del que no sabemos nada, ni de dónde ha salido ni cuál es su destino. Pero si hay barcos fantasmas e individuos fantasmas, quizá haya también colectivos fantasmas, grupos de personas o sociedades que funcionan sin alma. Entras en los espacios públicos de estas sociedades y ves cuadros en las paredes, ascensores subiendo y bajando, archivadores, máquinas de café, fotocopiadoras calientes, como si se acabaran de usar... No sería raro que la humanidad fuera una de estas instituciones fantasma que atraviesa los siglos guiada por alguien que, pese a las apariencias, no somos nosotros.