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diumenge, 29 d’abril del 2007

Catálogos

CATÁLOGOS

Leo con asombro que cada año se descubren 30 ó 40 minerales nuevos, lo que significa que no está catalogada toda la Tierra, ni toda realidad. A lo mejor, esa piedra a la que hemos da do una patada mientras paseábamos por el parque estaba sin etiquetar, sin prospecto. Es posible que haya más cosas por clasificar que clasificadas, porque quien dice una piedra dice un pensamien to. No es raro que en ese espacio situado entre el sueño y la vigilia, justo antes de despertarnos, o dormirnos, tropecemos con una idea que no teníamos registrada previamente, una idea que no sale del armario, que no viene de la tele, que no procede de ningún sitio conocido, sino de una dimensión que permane ce toda ella fuera de nuestro control. Lo normal es que dejemos ese tipo de ideas donde están, porque no se le puede poner etiqueta a todo. Hay realidades que se resisten, que no entran en ninguna carpeta, en ningún archivo, que no forman parte de ningún índice. Quizá esas ideas son, paradójicamente, las que nos hacen (o nos deshacen).

Viene todo esto a cuento de la cripto nita, un mineral inventado por el creador de Supermán y que ahora resulta que existe. Así lo han revelado los técni cos de la multinacional minera Riotinto. La noticia ha aparecido en todos los medios porque estamos acostumbrados a que las cosas viajen desde la realidad a la ficción, pero no al revés. Parecería que, una vez más, el hombre ha mordido al perro. Pero no es cierto. Pese a la creencia general, hay más tráfico desde la imaginación a la realidad que en sentido inverso. De hecho, todo lo que nos pa sa por la cabeza se manifiesta más tarde o más temprano en el mundo de los obje tos o de las relaciones interpersonales. No nos detendremos, por pereza, en demostrar esta evidencia porque hoy toca hablar de la criptonita recién descubier ta, aunque inventada hace mil años. Y ha blar de criptonita es hablar de Supermán, que evidentemente debe de existir también, aunque permanece escondi do (en nuestro subconsciente). Le acon sejamos que no salga de ahí, porque lo primero que haremos, cuando aso me la cabeza, será ofrecerle una infusión de criptonita, para probar una diversión no catalogada.

divendres, 27 d’abril del 2007

Gilipolleces

GILIPOLLECES

"No puedo vivir sin salir por ahí, mis taconazos y los poetas malditos", reza un anuncio de la Comunidad de Madrid, ilustrado con la foto de una chica que nos enseña los dientes y parte de las encías en un estallido de felicidad. Lo tiene todo en la vida: los taconazos, los poetas malditos, las juergas nocturnas, los dientes, las encías... Además, es guapa. El anuncio forma parte de una campaña de incitación a la lectura, lo que nos parece bien. Todo lo que se haga por los libros es poco. Pero no entendemos, dado que la campaña se financia con fondos públicos, por qué se privilegian de ese modo los poetas malditos, que además son, por lo general, franceses. ¿Qué habría impedido decir no puedo vivir sin salir por ahí, mis taconazos y José María Pereda? Quien dice José María Pereda dice Marcelino Menéndez y Pelayo o Benito Pérez Galdós. No puedo vivir sin salir por ahí, mis taconazos y Benito Pérez Galdós.

Más posibilidades: No puedo vivir sin salir por ahí, mis taconazos y Emilia Pardo Bazán. No puedo vivir sin salir por ahí, mis taconazos y la novela picaresca. No puedo vivir sin salir por ahí, mis taconazos y los autores costumbristas. ¿Son, por cierto, compatibles los taconazos de la joven, su expresión de euforia, su vitalidad y sus juergas nocturnas con el costumbrismo? Aquí es donde se plantea la duda acerca de lo que pretendió transmitir el anunciante. ¿Quiso decir que si a usted le gustan los taconazos y salir por ahí a emborracharse, a drogarse o a ligar es usted el lector natural de los poetas malditos? En ese caso, quizá la campaña continúe en el futuro con un señor en batín y zapatillas de cuadros asegurando que no puede vivir sin su mesa camilla y Pío Baroja.

Conviene esperar, pues, a que la operación comercial termine antes de criticarla. Pero, por si no estuviera cerrada del todo, nos atrevemos a lanzar algunas ideas: No puedo vivir sin mi Almax para el ardor de estómago y Unamuno. No puedo vivir sin mi broncodilatador para el asma y Azorín. No puedo vivir sin mi faja de péndulo para la hernia inguinal y Jean Paul Sartre. Es muy dudoso que estos lemas sirvan para que la gente lea más, pero redondearán la gilipollez de la Comunidad de Madrid, que se ha quedado coja.

El futuro es la copia

EL FUTURO ES LA COPIA

El hecho de que los programas de los partidos políticos sean intercambiables (y parece que sí) podría indicar dos cosas: o que el mundo se acaba o que el mundo comienza. Yo creo que el mundo comienza. Los expertos en imagen reprochan a Zapatero que no fuera a la tele con la corbata de Rajoy y a Rajoy que se presentara sin la sonrisa de Zapatero. Dos accesorios (sonrisa y corbata), perfectamente intercambiables. Estamos en plena hegemonía de los complementos. Si el programa del Partido Socialista para Canarias no hubiera sido un complemento, se habría detectado enseguida su plagio. Es más, habría sido imposible. Podemos robarle al señor el desodorante, pero no el carnet de identidad. El ladrón del programa tenía la impresión de estar llevando a cabo un hurto pequeño, como la asistenta que al limpiar el cuarto de baño se pone unas gotas del perfume de la dueña de la casa.

En ese sentido, es el comienzo de un mundo nuevo en el que todos tienen el mismo programa (Rajoy aseguró en la tele que trabaja para que todos seamos ricos) y sólo pueden ser diferentes en los complementos. Lo raro es que esto lo comprendiera antes la moda que la política, incluso antes que la filosofía. En rigor, ya no hay filósofos, sino constructores de complementos filosóficos. Ni escritores, sino artífices de complementos literarios. Canetti decía de Borges que era inteligente y superficial como el ajedrez. El ajedrez fue siempre un complemento a la manera en que lo son un bolso, unos zapatos, unos guantes de piel. Las modelos salen cada vez más desnudas porque hemos llegado a la conclusión de que el traje -el programa- no importa. La concejala del PP que llenó la portada de Interviú llevaba zapatos, complementos.

El problema de los complementos es que a, diferencia de los programas (o los trajes) se plagian con una facilidad enorme. En el mercadillo de mi pueblo encuentras bolsos falsos de Loewe y relojes falsos de Rolex por dos duros. Y son imposibles de distinguir de los de verdad. El plagiador del PSOE es en realidad un adelantado, un moderno, un hombre de vanguardia, como Ana Rosa Quintana. El futuro es la copia.

dimecres, 25 d’abril del 2007

Canon y lista

CANON Y LISTA

Ha habido a lo largo de la historia una pasión inútil por el canon. Los cuerpos de las estatuas egipcias y griegas, si ustedes se acuerdan, tenían que ajustarse a unas proporciones equis que representaban las medidas ideales. De lo que no estamos seguros es de quién marcaba ese ideal. Ahora lo marcan los modistos y se expresa en las tallas que encontramos en las tiendas de mo da. Si usted no entra en esas prendas, usted está fuera del canon. Se podría decir de un modo más caritativo: por ejemplo, que usted pertenece a otro canon. Pero no somos dados a crear cáno nes alternativos. En la sección de las tallas grandes, por ejemplo, no se respi ra glamour ninguno porque ahí no hay ningún ideal, sólo ropa de batalla. Por eso también llamamos minusválidos o deficientes a los que son distintos. Si hubiera tantos cánones como individuos, el mundo sería más amable.

Pero entonces tampoco habría canon, dirán algunos. Es cierto, no habría canon, y quizá no se pueda vivir sin él, aunque sea para llevarle la contraria. Lo que no sabemos muy bien es la diferen cia existente entre lista y canon, entre otras cosas porque canon, incongruentemente, significa también lista. ¿El catálogo de las mujeres más deseables del universo es una lista o un canon? ¿Isabel Preysler es la primera de un canon o la primera de una lista? De todas las personas que conocí en mi época de estudiante, las más inhábiles para construir cánones fueron las primeras de la clase. El primero de la clase está bien co mo primero de la clase, pero es un desastre a la hora de crear tendencias.

¿Las tendencias, por cierto, crean cánones? ¿Se puede cambiar de canon ca da temporada? Tuve en tiempos un profesor de literatura obsesionado con la idea del canon. Estaba empeñado en saber qué libro, de entre todos los que se habían publicado a lo largo de la historia, era el primero del canon literario. Se pa só la vida construyendo cánones que con el tiempo devinieron en meras listas. Ahora hay una televisión empeñada en averiguar quién ha sido el español más importante de la historia, el que encabezaría, en consecuencia, el canon de la españolidad. Si de verdad hubiera un canon de la españolidad, yo prefiero no conocerlo. Gracias.

diumenge, 22 d’abril del 2007

Obesidad y círculo vicioso

OBESIDAD Y CÍRCULO VICIOSO

Le oí decir a un médico que los animales en libertad sólo comen lo que necesitan, mientras que los que permanecen en cautividad se sobrealimentan. Comen más los cautivos, entiendo, para suplir la falta de libertad. O se meten la libertad por la boca en vez de sacarla. No sé. Lo cierto que hay muchos perros y muchos gatos domésticos (perdón por la redundancia) gordos. También hay muchas personas gordas. Vivimos de hecho en sociedades obesas, sobrealimentadas, pero en sociedades libres, o eso pensamos. Si aplicáramos a los hombres el mismo criterio que a los animales, quizá deberíamos concluir que también nosotros vivimos en cautividad.

-Me voy a comer este pollo entero.

-Pero si con la pechuga y un poco de ensalada sería suficiente, hijo.

-Ya, pero es que estamos en cautividad.

El ser humano vive en cautividad, por eso pesa tanto. Somos cautivos del horario laboral (o de su ausencia), de la hipoteca, de la necesidad de tener un coche más largo que el del vecino, de la barbacoa del fin de semana. Si estuviéramos libres (que ni siquiera sabemos ya en qué consistiría), nos alimentaríamos de forma razonable, como la vaca en el prado, que dedica un tiempo a comer y otro a meditar. Quién medita con la que está cayendo.

-Otras dos hamburguesas, por favor.

-¿Con o sin materia fecal?

-No diga tonterías; una hamburguesa sin materia fecal no es una hamburguesa.

Gran parte de los problemas de las sociedades occidentales proviene de la sobrealimentación. La sobrealimentación es a su vez un síntoma de cautividad. No dejaremos de comer como bárbaros hasta que no seamos libres, pero en qué consiste ser libre. ¿Acaso hay alguna forma de ser libre que no implique un grado de cautividad? Los perros y los gatos abandonados están abandonados, no en libertad. Y adelgazan a cien por hora porque no saben buscarse las lentejas. Vivimos, en fin, dentro de un círculo vicioso. Por eso estamos gordos.

divendres, 20 d’abril del 2007

Lo ético y lo hético

LO ÉTICO Y LO HÉTICO

La Comisión Nacional del Mercado de Valores se llama de este modo como si no hubiera en el mundo más valores que los que ella promociona, o como si se diera por supuesto que todos sabemos a qué se dedica. Lo lógico es que se llamara Comisión Nacional de Valores Bursátiles, o de Valores Económicos, o de Valores Inmuebles, o de Valores Petrolíferos, por citar sólo algunas de las posibilidades que se nos ocurren a vuelapluma. Todo ello sin contar con que también hay valores de orden moral, de orden higiénico, o de orden ecológico, que podrían constituir también su objetivo, aunque no nos parece probable con ese tal Conthe presidiendo el artefacto. Quiere decirse que el adjetivo es con frecuencia sustantivo.

Si lo hemos entendido bien, lo que está ocurriendo en esa institución mercantil es que la política industrial del Gobierno ha entrado en colisión con las normas del mercado de valores (de qué valores) que regula la empresa presidida por el señor Conthe. Pero lo primero que nos tendría que explicar ese señor sacado de un spagueti-western es si la dimisión constituye un valor moral o una inversión económica a largo plazo, es decir, en qué ámbito cotiza su cese. ¿Está intentando sacarle un dinero, como los invitados de Mira quién baila, o busca una rentabilidad de tipo, digamos, espiritual? Esto es muy importante para los que seguimos el culebrón de ese Mercado Nacional de Valores que ha entrado en colisión con la política industrial del Gobierno, que no sabemos si debe o no tener una política industrial. Quizá sí, si tenemos en cuenta que hay un Ministerio de Industria encargado de defender unos valores productivos de orden nacional.

Por cierto, ¿los trajes de primera comunión cotizan en el Ibex-35 o en el Euro Stoxx 50? Lo digo porque acabo de ver por la tele un reportaje según el cual tomar la comunión sale por un ojo de la cara, como si en vez de recibir a Dios invirtieras en una empresa de la hostia. La Iglesia debería tomar cartas en el asunto, para que la gente no confundiera la velocidad con el tocino. Pero quizá está esperando a la comparecencia de Conthe, que nos va a hablar desde el Congreso de Valores. No sabemos si de valores éticos o héticos.

20 Minutos

20 MINUTOS

El médico y el paciente fingen que uno es médico y el otro paciente. Juegan, podríamos decir, a los doctores. Lo malo es que no intercambian nunca los papeles, que es como jugar a los indios y a los americanos pidiéndose ser siempre indio o siempre americano. Estaría bien que un presunto médico de los de a cuatro minutos la consulta cediera de vez en cuando su silla y su fonendoscopio a uno de sus presuntos enfermos de aquí te pillo y aquí te mato (nunca mejor dicho), por romper la rutina. Quizá el trámite resultara curativo, si no para el paciente, para el galeno. ¿Dónde le duele, doctor? Ahora no me acuerdo. Pues acelere, que han pasado ya siete segundos preciosos y tenemos cuatro minutos mal contados. Jugar a los médicos disponiendo de cuatro minutos carece de interés. No da tiempo ni a desnudarse. Por eso nadie juega ya a los médicos.

El doctor Rafael Lozano, entrevistado en el suplemento de Salud de este periódico, decía que, según la OMS, en una consulta que dura menos de 20 minutos ni el médico ni el paciente se enteran de lo que sucede. Hace poco recetaron deprisa y corriendo un collarín a una mujer que tenía un tumor en el cerebro. Ni ella ni el especialista se habían enterado de lo que ocurría, pero ella se murió. Que se hubiera pedido ser médico, dirán algunos, sin advertir que los médicos hacen siempre el mismo papel porque tienen más conciencia de médicos que los pacientes de pacientes. Y el médico ha hecho una carrera, desde luego, pero el paciente ha tenido que correr mucho para contar su vida en dos minutos y dejar otros dos para el diagnóstico. No me atrevería yo a decir quién sabe más.

Sobrecoge el tamaño de los hospitales de la Seguridad Social. Tanto gigantismo para qué. ¿Para qué, si ni el paciente ni el médico se enteran de lo que sucede ahí dentro? Si de lo que se trata es de jugar, estaríamos más a gusto en espacios familiares, sin pretensiones. Resulta preferible jugar a los médicos en un cuarto de estar de los de mesa camilla, pero con tiempo, que en una consulta futurista a todo trapo. Es como si construyéramos un reloj del tamaño del de la Torre de Londres que sólo tuviera un cuarto de hora. Los de la Plataforma 10 Minutos son realistas, pero poco ambiciosos.

dimecres, 18 d’abril del 2007

Promesas corporales

PROMESAS CORPORALES

Sarkozy aparece en la mayoría de las fotos quitándose la chaqueta o saliendo del coche (a veces las dos cosas al mismo tiempo), lo que da una idea de dinamismo, de diligencia, de agresividad. También aparece en mangas de camisa, como si la calle fuera su oficina. No he encontrado fotos suyas poniéndose la chaqueta ni metiéndose en el coche, que son formas de huir. En un mundo en el que la expresión no verbal ha adquirido tanta importancia, alguien nos debería explicar si todo ese lenguaje gestual es innato o adquirido. La verdad es que se repite demasiado, como si lo acabara de aprender y estuviera entusiasmado con el juguete. Alfredo Landa decía hace poco que en la TV actual se confunde la velocidad con el ritmo. Yo creo que a Sarkozy le ocurre algo parecido, que quiere dar la idea de un personaje rítmico, pero sólo le sale un personaje veloz.

Frente a toda esta expresividad exagerada, Ségolène Royal se mueve despacio. Jamás, por otra parte, se quita la parte superior de sus trajes de chaqueta. No proyecta, sin embargo, imagen de contención, sino de sencillez. Tampoco debemos confundir la lentitud con la serenidad. Existe una locura inmóvil como hay una rabia paralítica. Ignoramos si la lentitud de Ségolène es genética o el resultado de una conquista personal. Si se tratara de una conquista y yo fuera francés, la votaría para que me gobernara despacio, pero con ritmo. Tanto la agresividad de Sarkozy como la lentitud de Ségolène están escritas en sus caras. La cara, una vez más, como espejo del alma.

Y como espejo del programa. No creo que, en España al menos, conozcamos a fondo las promesas electorales de Sarkozy ni de Royal. Quizá en Francia tampoco. Los programas están quedando reducidos a las actitudes corporales. Fíjate como se quita la chaqueta, fíjate la parsimonia con la que se lleva a los labios la copa de agua. Vuelve el cuerpo sin haberse ido jamás. En Francia, la promesa del socialismo está representada en el de una mujer que camina despacio. La de la derecha en un hombre que se quita la chaqueta incluso antes de ponérsela. Curiosos programas políticos.

diumenge, 15 d’abril del 2007

Obstinación

OBSTINACIÓN

Qué empeño, el de la realidad, por demostrar que Acebes mintió a destajo entre el 11 y el 14 de marzo de 2004, y a tiempo parcial desde aquellas fechas hasta nuestros días. ¿Qué tiene la realidad contra este hombre? A veces, da la impresión de que el único objeto del juicio del 11M es demostrar que mintió, que miente (quizá que mentirá). Parece que la realidad no tiene otro sentido que el de amargarle la vida a él y a los suyos. Abres el periódico y ahí tenemos el atentado diario de Iraq, demostrando que no lo pudieron hacer peor, recordándonos que no había armas de destrucción masiva, evocando el aplauso con el que se premiaron a sí mismos el día en el que decidieron invadir aquel país. La realidad lleva meses sin descansar en la tarea de sacar basura debajo de la alfombra. La realidad está llena de personas reales (como el tal Díaz de Mera) y de fechas reales y de datos reales. Enciendes la tele y aparece la realidad poniendo los puntos sobre todas y cada una de las íes de aquellos días funestos. Si la realidad tuviera un poco de patriotismo, si tuviera el sentido común que Rajoy le reclama, si fuera normal a la manera en la que el PP entiende la normalidad, la realidad descansaría un poco, sobre todo en estas fechas tan cercanas a las elecciones municipales y autonómicas.

Pero si la realidad, por las razones que sea, no puede descansar, podría ser al menos ser más ecuánime. La realidad debería estar en contra del PP los lunes, miércoles y jueves, y en contra del PSOE, los martes, jueves y sábados. Dirán ustedes que para que se produjera esa cadencia, Acebes debería mentir también a días alternos. Pero pedirle eso a Acebes es como pedirle al agua que no moje, al hielo que no queme, al pájaro que no vuele. En cualquier caso, quedaban libres los domingos. ¿Qué debe dar la realidad los domingos? Lo que ya da: fútbol. El problema de los domingos preelectorales es que Acebes pronuncia mítines y provoca a la realidad, que es muy suya, muy obstinada, muy partidaria de la fuerza de la gravedad. Acebes ha intentado cargarse la fuerza de la gravedad sin tener en cuenta que las cosas caen también por su propio peso.

divendres, 13 d’abril del 2007

Novela y ensayo

NOVELA Y ENSAYO

No hay siglo sin fin del mundo. El fin del mundo actual parece más verosímil que los anteriores porque a primera vista es el menos literario, pero yo no me fiaría. La literatura se equivoca menos que el ensayo científico y, si no, fíjense en La metamorfosis, la novela de Kafka, que se cumple todos los días de nuestra vida. Ningún ensayo científico, por otra parte, ha demostrado la resistencia de la Biblia. Pese a carecer de valor científico, su Apocalipsis sigue siendo la referencia de creyentes y no creyentes. El último informe sobre el cambio climático parece escrito por San Juan, más que por un grupo de investigadores. Así las cosas, no se entiende por qué algunos dicen que no conviene leer novelas a partir de los cuarenta años. Precisamente, a esa edad empieza a cumplirse la literatura (y el fin del mundo).

Los inventores del mercado, gente muy sesuda, no previeron en ningún momento que la mercancía más valiosa acabaría siendo el alma. Ningún economista serio ha hablado jamás de la cotización del espíritu, de la que viene ocupándose profusamente, desde tiempo inmemorial, la literatura. Pero ahí lo tienen. ¿Qué es lo que se vende y se compra hoy en las grandes plazas? El alma. Desmonten ustedes el proceso de compraventa de Endesa y advertirán que lo que se ha puesto en juego ahí no son valores materiales, sino personalismos que salían del alma de los que han participado en la reyerta. Otra cosa es que el comprador final del alma de Endesa sean el diablo o Dios, lo que no sabremos hasta pagar el próximo recibo de la luz. Pero pónganse en lo peor.

La bolsa se mueve por estados de ánimo (estados del ánima) más que por asuntos tangibles, materiales. Los soldados británicos detenidos en Irán cotizan ya en la bolsa de los programas de TV. Lástima que Blair haya dado a última hora un gatillazo bursátil. Pero ¿qué vendían esos chicos? ¿Armas, trigo, camisas, botas de montar? Nada de eso, vendían una novela. Si se les hubiera ocurrido escribir un ensayo sobre su detención, no se lo compraría ni el servicio de inteligencia. Lo que nos interesa es, una vez más, el alma. Y esa es la demostración de que estamos a dos pasos del fin del mundo. Pero un fin del mundo, insistimos, a la manera del de San Juan.

Inexplicable

INEXPLICABLE

A punto ya de salir de viaje, descubrí una pequeña fuga de agua en el cuarto de baño, detrás del lavabo. Tras observar la cadencia del goteo, pensé que si colocaba debajo de la tubería un vaso, a mi vuelta no estaría lleno. Pero me inquietaba la idea de salir de casa sin dejarlo todo en perfectas condiciones. La alternativa de cerrar la llave de paso significaba clausurar el riego automático y condenar a muerte a las plantas de la terraza, que son mi compañía más fiel. Probé a sofocar la hemorragia con un poco de cera primero y luego con una cinta aislante especial, pero la presión del agua acababa venciendo todas las resistencias. Finalmente coloqué un recipiente de cocina algo mayor que un vaso, para prevenir una crecida, y, poseído por un malestar inexplicable, me fui al aeropuerto, donde tomé el avión cargado de presagios funestos.

Estuve fuera de casa una semana, sin tiempo para darme a la melancolía, a la que soy propenso, pues tenía reuniones de trabajo desde la mañana hasta la noche. Sin embargo, de vez en cuando, en medio de una comida, me acordaba de la gota de agua y la sentía caer dentro de mí. Unas veces me daba la impresión de que la fuga se producía en el paladar y así, mientras fingía prestar atención a mis interlocutores, sentía un goteo de saliva, procedente de esa bóveda orgánica, sobre la superficie de mi lengua. En otras ocasiones, encontrándome en la cama del hotel, me despertaba una sensación de ahogo, como si se me estuvieran inundando los pulmones debido a la rotura de una arteria. Me incorporaba angustiado e imaginaba la fuga de agua del cuarto de baño, viviéndola como una enfermedad moral por la que no podía hacer nada.

El último día del viaje me estuvo goteando el ojo izquierdo de manera continua. Empapé cuatro pañuelos de papel antes de subir al avión, donde, quizá por la sequedad ambiental, cesó el flujo. Abrí la puerta de casa con el corazón en la garganta, temiéndome lo peor, y corrí al cuarto de baño, donde comprobé con estupor que la fuga se había arreglado sola, de manera espontánea. Sorprendentemente, no sentí alivio alguno. No había agua, de acuerdo, pero ¿y mi malestar? ¿Qué era aquello que continuaba goteando dentro de mí?

dimecres, 11 d’abril del 2007

Un dolor previo

UN DOLOR PREVIO

Sarkozy cree que la pederastia y el suicidio tienen determinantes genéticos. Pero lo cree como se cree en Dios o en los extraterrestres, porque sí. También porque con tales ideas podría arañar votos de la extrema derecha monopolizados por Le Pen. La genética, en su versión demoscópica, he entrado en la campaña electoral francesa. A medida que se sucedan las encuestas, el rigor científico irá en aumento. La biología lo aguanta todo.

-Usted es genéticamente de derechas.

-Y usted genéticamente de izquierdas.

En el futuro se podría ser cocinero, lector o fraile por razones genéticas, todo dependerá de los beneficios que produzca. Lo que resulta increíble es el silencio de los científicos frente a estas aseveraciones. Es como si los teólogos callaran frente a la afirmación de que la creencia en Dios depende del número de cromosomas. Si la pederastia tiene un determinante genético, ¿por qué no detener a los pederastas a la media hora de nacer, tras los análisis correspondientes?

-Señora, su bebé queda detenido.

-¿Por qué?

-Por pederasta.

-Pero si no tiene edad.

-Pero tiene perfil genético.

Quiere decirse que Sarkozy ha dejado de luchar por los votos y ahora compite por la basura. No hay forma de enfrentarse a candidatos tan versátiles. La idiotez, como demuestra la televisión basura, tiene mucha audiencia. Si audiencia y votos fueran la misma cosa (que quizá sí), Sarkozy podría llevarse el gato al agua. Pero ¿quién, excepto él, querría un gato a ese precio?

De los mil y pico jóvenes que se suicidan cada año en Francia, ha dicho que no es porque sus padres no se hayan ocupado de ellos, sino porque tenían, «genéticamente, una fragilidad, un dolor previo». La expresión me ha conmovido. No soy suicida, al menos de momento, pero reconozco que tengo una fragilidad, un dolor previo. ¿Y quién no, después de pasar por el trance de nacer?

diumenge, 8 d’abril del 2007

Marcianos pacíficos

MARCIANOS PACÍFICOS

Estaba en la cocina preparando unas verduras para la cena, cuando se me apareció un tipo raro. Le pregunté si venía del espacio exterior, pues soy de los que creen en los extraterrestres, y me dijo que no, que venía del cuarto de estar.

-Entonces, ¿hay vida en el cuarto de estar? –pregunté asombrado.

-Sí –dijo, invitándome a que le acompañara.

(Como inciso, he de añadir que no entraba en el cuarto de estar desde que murió mamá porque da al norte y es muy frío. Hago la vida entre el dormitorio, donde duermo, lógicamente, y la cocina, donde como, veo la tele y leo el periódico. Entre la cocina y el dormitorio hay un leve trecho de pasillo donde nunca, en todos estos años, había observado nada anormal.)

Le seguí, pues, hasta el fondo del pasillo y entramos en el cuarto de estar, donde descubrí, en efecto, una familia compuesta por el padre, la madre y una hija, demás del marido de ésta, que era el marciano que se me había aparecido en la cocina. Daban la impresión de llevar allí años, si no siglos. Les pregunté si habían pensado abducirme y me dijeron que no tenían ningún interés, pues ya conocían mis costumbres y mi idioma, pero que agradecerían que les invitara a una pizza.

-¿Tampoco queréis operarme para ver cómo soy por dentro?

-Pues no, la verdad –respondió el padre de familia.

Al principio me decepcionó un poco que no quisieran abducirme ni operarme, porque me habría gustado contar la aventura en la revista del más allá a la que estoy suscrito, pero después me pareció una ventaja, pues la anestesia tiene muchos efectos secundarios. El caso es que me hice un hueco entre ellos y vimos juntos la tele hasta las tantas. Les gustaba Mira quién baila y las pizzas congeladas, de las que tengo un cargamento en la nevera. Llevo varios meses viviendo con ellos, prácticamente sin salir del cuarto de estar, y he comenzado a preguntarme si habrá vida en el dormitorio, pero aún no me he atrevido a comprobarlo, pues no todos los marcianos son tan pacíficos como los del cuarto de estar.

dissabte, 7 d’abril del 2007

La imitación de Cristo

LA IMITACIÓN DE CRISTO

El caso de la llamada parroquia roja de Vallecas tiene, dentro de su seriedad mística, aspectos de sainete. Veamos: tres curas que intentan seguir al pie de la letra el ejemplo de Cristo han sido sancionados por sus superiores. Los curas en cuestión dan de comer al hambriento, de beber al sediento y visten al desnudo. Su casa está abierta a aquellas personas a las que los Evangelios dan más valor. Los hemos visto por la tele y visten como la gente a la que ayudan: con camisas a cuadros y pantalones vaqueros comprados de oferta. Constituyen, en fin, por su modo de vivir y trabajar, un ejemplo para el Vaticano. Pero, vaya por Dios (nunca mejor dicho), no se atienen a la liturgia establecida. Por lo visto, dan de comulgar con rosquillas en vez de con hostias.

-Damos de comulgar –ha dicho uno de ellos- con lo que la gente nos trae. Si nos traen bizcochos, con bizcochos; si galletas, con galletas.

Los curas rojos aseguran que si Dios puede estar presente en una oblea de pan ácimo (qué rayos querrá decir ácimo), también puede estarlo en una rosquilla de harina de trigo. Pero la Iglesia es inflexible en esto del trigo. De hecho, los niños que tienen alergia a uno de los componentes de esa harina no pueden tomar la comunión. Se quedan sin Dios, como el que dice, porque el Todopoderoso tiene sus manías, y si es pan ácimo es pan ácimo, etcétera. De este modo el Vaticano coloca el rito por encima de la verdad, como les ocurre a las personas con patologías obsesivas.

-El médico dirá lo que quiera, pero si no me cepillo los dientes siete veces en esta dirección, a mi familia le sobrevendrá una desgracia.

Así las cosas, un jerarca salió en el telediario e introdujo, sin pretenderlo, un golpe de humor al afirmar que, por esa regla de tres, si alguien quiere recibir la eucaristía en un mejillón, habría que concederle también su deseo. Esto es lo que se llama un salto cualitativo, que sitúa el drama en el terreno de la comedia. Se puede comparar a Dios con una rosquilla hecha en casa, pero no con un mejillón, hombre de Dios (nunca mejor dicho). Entre tanto, los curas rojos dicen que piensan seguir imitando a Cristo.

divendres, 6 d’abril del 2007

Fingimos

FINGIMOS

Hace años, la luz era un bien escaso. Las sombras formaban parte del mobiliario doméstico y nos relacionábamos con ellas igual que con las mesas, los aparadores, las sillas o los armarios de tres cuerpos. En casa teníamos una habitación en la que ni siquiera había instalación eléctrica. Era nuestra preferida, en ella jugábamos a un juego absurdo, que llamábamos "ver". Consistía en clavar en la pared un interruptor rescatado de la chatarra y accionarlo muy seriamente al entrar. La habitación, que además carecía de ventana, seguía completamente a oscuras, desde luego, pero nosotros fingíamos que estaba iluminada y actuábamos como si nos distinguiéramos sin problemas unos a otros. La recuerdo, paradójicamente, como la habitación más luminosa de mi infancia.

Hace años estuve dándole vueltas a la idea de escribir un libro para niños (los niños, en realidad, eran la coartada) en el que se explicara por qué al accionar una clavija se encendía la luz. A mí no me lo contaron bien, pues no lo entendí, pese a mi obsesión con los interruptores. Por lo general, en la escuela se va de lo general a lo particular y no siempre, en ese recorrido, lo macro y lo micro se encuentran. El funcionamiento de una central eléctrica es un coñazo al menos que uno sea el encargado de ponerla cada día en marcha. Y eso es lo que ocurre en cierto modo cuando se entra en una habitación y se acciona de forma rutinaria la llave de la luz. Gracias a ese gesto mínimo se despierta una maquinaria complejísima cuya actividad se traduce en el estallido milagroso de la bombilla.

Llegué a comprender los entresijos de ese milagro por mí mismo, en la enciclopedia Espasa, de modo que cuando por la noche se hacía la luz, yo sabía de dónde procedía su alimento y el recorrido que efectuaba hasta llegar a mi dormitorio. Desde hace algún tiempo, sin embargo, finjo, como en el juego de nuestra niñez, que veo, cuando no veo nada. Al darle al interruptor no se ilumina en absoluto todo ese lío formado por E.ON, Endesa, Enel, Acciona, Catalana de Gas y la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Creo que a la mayoría de la gente le ocurre lo mismo, que hace como que ve, como que entiende, pero estamos a oscuras.

dimecres, 4 d’abril del 2007

Versiones

VERSIONES

Maradona tiene «desarreglos alimentarios». ¿Y quién no? El mundo es un agujero que pide ser rellenado todo el rato, no importa de qué. El mundo es una boca, una aspiradora, un pozo sin fondo. El gato se come al ratón, el ratón al insecto y así sucesivamente. No hay en la naturaleza un solo individuo que no coma, un solo animal en el que el cerebro ocupe más que el estómago. Las flatulencias de una vaca provocan la misma contaminación que un automóvil en un recorrido de 50 kilómetros. Pero la vaca, pobre, no tiene la culpa: está en su naturaleza tragar verduras como en la nuestra devorar filetes. Todos, tarde o temprano, nos comemos unos a otros. En eso consiste el milagro de la vida.

Maradona no puede resistir las ganas de comer. Le operaron para que volviera a su tamaño, pero apenas pasada la convalecencia, ahí está de nuevo metiéndose cosas por la boca. Otros se sentirían suficientemente alimentados con sus dosis de gloria, de dinero de poder. El jugador de fútbol, en cambio, ha utilizado el poder y la gloria para forrarse el cuerpo de filetes de vaca, de alcohol, de pasteles de chocolate. Resulta curioso que los argentinos le llamen Dios (algunos, muy en serio), porque está en la naturaleza de Dios devorar constelaciones. Dios, de ser algo, es una boca llena de agujeros negros insaciables. No importa lo que metas por uno de esos agujeros: siempre les cabe otro universo, con todos sus marcianos dentro.

Las estrellas, llegado un punto de su vida, se colapsan, es decir, se devoran a sí mismas. Cuando hacemos régimen, el cuerpo se traga las reservas de grasa acumuladas en el panículo adiposo. Nos devoramos a nosotros mismos. Comer, comer, incluso comernos, tal es el mandato con el que venimos a este mundo. La vida de un ciervo, desde que se levanta hasta que se acuesta, no tiene otro objeto que el de encontrar la forma de comer sin ser comido. Maradona, con sus desarreglos alimentarios, nos recuerda la servidumbre que implica ser un invento biológico. Se puede invertir esa tendencia. La anorexia lo hace. Pero la necesidad de estar vacío es una versión más de estar lleno.

diumenge, 1 d’abril del 2007

Cambio radical

CAMBIO RADICAL

La cirugía estética está en la Edad Media. Dentro de poco, bastará tomar una pastilla para cambiar la forma de la nariz. Incluso es posible que, gracias a un microordenador incorporado al organismo, podamos lucir una nariz distinta cada día de la semana. Y tendremos un color de ojos para la tarde y otro para la noche. La cirugía es un método muy rudimentario, pero en eso precisamente estriba su encanto. La mecánica posee una capacidad de fascinar de la que carece la química. ¿Por qué? Porque se entiende. Si quitamos este hueso, la piel cae a este nivel y si te colocamos una lágrima de silicona en el pecho, éste aumenta de tamaño sin perder morbilidad. Entre la cirugía y la química hay la misma distancia que entre la máquina de escribir y el ordenador. Sé por qué escribe la primera, pero no tengo ni idea del funcionamiento del segundo.

La asociación el Defensor del Paciente ha pedido que se clausure el programa de Antena 3 Cambio Radical porque “trata de forma circense algo tan serio como la cirugía”. Estamos de acuerdo, pero díganme ustedes qué asunto no se trata de forma circense en la tele. El circo ha desaparecido porque se ha incorporado a la vida, forma parte de ella. La televisión no da otra cosa, excepto cuando da fútbol. No es probable, pues, que la demanda prospere. Dicha asociación se queja asimismo de que se incite a la gente a entrar en el quirófano para conseguir la felicidad. También estamos de acuerdo. Nos parece un poco duro el lema “la felicidad a través del bisturí”. Resultaría preferible ser feliz primero y que ese estado de dicha nos cambiara las facciones. Pero eso no pasa. Si tienes una nariz de caballete, tienes una nariz de caballete.

En cualquier caso, España es el país de Europa donde más operaciones de cirugía estética se producen. Lo primero que se nos ocurre es que no nos gustamos. Pero la realidad es que, tal como demuestran los museos de la Inquisición, nos vuelve loca la mecánica. Somos los inventores del potro de tortura y del garrote vil. ¿Cómo no iba a gustarnos la remodelación mecánica del cuerpo? Cambio Radical está condenado al éxito no porque embellezca los cuerpos, sino porque los tortura. España y yo somos así, señora.