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divendres, 31 d’octubre del 2008

Analogías

ANALOGIAS

Que entre los bancos no se presten dinero es como si entre los escritores no se prestaran ideas, o sea, lo normal. Lo extraño es que vinieran prestándoselo hasta ahora. ¿A cuenta de qué?, nos preguntamos. Descartada, por absurda, la solidaridad, sólo cabe pensar en el interés. Te doy tanto y me devuelves tanto y medio. Gracias a esos intercambios, el dinero fluía por el cuerpo económico y social como la sangre por el organismo, transportando oxígeno (o plusvalía) a todos los miembros.

La imagen no es mía, la he tomado prestada (sin interés, espero) de los comentaristas de la radio, que se refieren a las transferencias de dinero como en los hospitales se habla de las transfusiones de sangre.

Tales analogías nos ayudan a comprender la importancia del crédito en nuestras perras vidas (unas más que otras). Lo que nadie explica es quién cumple en este entramado el papel de hígado, o el de páncreas, o el de corazón (si lo tuviera). Pero, sobre todo, nadie explica dónde reside el cerebro del sistema.

Un cuerpo puede estar perfectamente sano desde el punto de vista de la circulación sanguínea, pero sin actividad cerebral. Es lo que pasa con los individuos en coma, que a veces despiertan y a veces no. Aquí, durante los últimos años, nos ha funcionado muy bien el aparato circulatorio, incluso el digestivo. Hemos comido como nunca (unos más que otros también), sin que nadie nos advirtiera del peligro del colesterol o de la tensión alta o de los triglicéridos. Bombeábamos sangre y dinero a tal velocidad que la biología parecía una fiesta. Ahora bien, ¿nos funcionaba el cerebro? ¿Dirigía alguien toda esa actividad circulatoria? ¿No habremos estado todos estos años de euforia en coma sin saberlo? ¿No será lo que nos ocurre ahora al despertar? Es una idea que brindo a los comentaristas de la radio, para no deberles nada.

dimecres, 29 d’octubre del 2008

Nos tienen engañados

NOS TIENEN ENGAÑADOS

En la mesa de al lado, un hombre le comentaba a una mujer que había ido en coche desde Barcelona hasta Madrid con el depósito de la gasolina vacío.

-Tenía pensado cargar al salir -añadió-, pero se me olvidó y luego ya no me di cuenta hasta que llegué a Madrid.

-Parece un milagro.

-A mí lo que me parece es que nos han hecho creer que los coches necesitan gasolina, pero que es mentira.

-¿Y por qué nos harían creer algo así?

-Pues por el negocio. Imagínate el dinero que mueve el petróleo.

La mujer se quedó pensativa, como calculando los miles de millones de euros o dólares que saldrían de la circulación si la gente se diera cuenta de que los automóviles no necesitaban combustible. Luego, tras dar un par de sorbos a su copa, dijo:
-Y no es sólo el dinero, sino el rito. Poner gasolina tiene algo de ceremonia civil. Por eso las gasolineras se están convirtiendo en pequeños centros comerciales, en pequeñas iglesias, podríamos decir, si aceptamos que la catedral contemporánea es el centro comercial.

El hombre asintió con expresión reflexiva. Yo pedí otro gin-tonic y cambié de postura para que no advirtieran que estaba escuchándoles. Al rato, volvió a intervenir el hombre.

-Y hay más -dijo-. Está también la caca de los perros.

-¿Qué pasa con la caca de los perros? -preguntó la mujer.

-Pues que a mí me extraña mucho que nos den bolsas de plástico gratis para recogerlas y que en cada esquina haya un contenedor para guardarlas. ¿Por qué un ayuntamiento que nos trata tan mal pone tanto cuidado en recoger la caca de los perros?

-No sé, ¿por qué crees tú?

-Pues porque ese excremento debe de tener un gran valor que nosotros desconocemos. ¿Quién te dice a ti que de la caca de los perros no obtienen una sustancia que cura el cáncer o algo así?

La mujer dijo que de momento iba a probar lo de la gasolina y pidió la nota. Yo también (quiero decir que también fui a probar lo de la gasolina).

divendres, 24 d’octubre del 2008

La víscera gramatical

LA VISCERA GRAMATICAL

Leo no sé dónde que los universitarios españoles sufren «carencias gramaticales graves». La expresión «carencias gramaticales graves» suena a diagnóstico clínico. Quizá lo sea. De hecho, en el interior de cada uno de nosotros funciona una gramática como funciona un hígado. Gracias al funcionamiento de la gramática no decimos, por ejemplo, que el madre de nuestra director han caído enfremos. Del mismo modo que vamos de acá para allá gracias al aparato locomotor, nos entendemos gracias a la gramática, una víscera más de la que no somos conscientes. Tampoco somos conscientes del páncreas, del que ni siquiera conocemos la forma que tiene, lo que no quiere decir que no actúe. Piense usted en el ser más rudimentario que conozca, escúchele hablar y no tendrá más remedio que admitir que la gramática -excepto en casos muy excepcionales- actúa dentro de su cuerpo.

Si la víscera gramatical no actuara, la sociedad sufriría un colapso. No nos entenderíamos o nos entenderíamos tan mal que saldría uno de casa con intención de comprar un quilo de cebollas y regresaría (en el mejor de los casos) con cuarto y mitad de mortadela. Sin la víscera gramatical, no podríamos hacer la declaración de Hacienda ni sacarnos el carné de identidad ni escribir cartas al hijo que estudia o trabaja en Estados Unidos. Si a mí me dieran a elegir entre tener problemas digestivos graves o problemas gramaticales graves, elegiría los primeros, sin duda, pues con un régimen adecuado y protectores de estómago saldría adelante. Cuidémonos la gramática, pues, como nos cuidamos el corazón o la boca.

Ahora bien, del mismo modo que para ser deportista se requieren unas condiciones físicas excepcionales, para ser universitario es preciso poseer también unas condiciones gramaticales fuera de lo común. Tener universitarios con «carencias gramaticales graves» es lo mismo que tener tenistas sin brazos o corredores sin piernas. Así que cuidado con la víscera gramatical de los universitarios, de cuya salud depende la del resto de la población.

Hombres medicina

HOMBRES MEDICINA

La Iglesia ha vuelto a armarla con ese crío andaluz, popularmente llamado el bebé medicina, que para los obispos ha nacido con dos pecados originales: el de todos nosotros y el de la ingeniería genética. El de todos nosotros, por cierto, comienza a cargar. La Conferencia Episcopal no ha pedido perdón por los crímenes reales cometidos por los suyos en colaboración con Franco hace dos días, y pretende que usted y yo nos demos golpes en el pecho por algo sucedido en el principio de los tiempos y en el interior de una novela (la Biblia), que por otra parte nos parece magnífica. ¿Cómo se puede vivir en una confusión de este tamaño?

Dos pecados originales, pues. Pobre niño, con menuda carga simbólica viene al mundo. Tendrá que sufrir por lo que hizo Eva y por lo que hicieron los médicos. Históricamente hemos aceptado que los hijos sean producto del azar, fruto del deseo, mano de obra barata u objetos de consumo. ¿Por qué no admitir esta función salvadora que no excluye ninguna de las otras? ¿Por qué referirse al niño, peyorativamente, como el bebé medicina? ¿Acaso no fue Cristo un hombre medicina? Después de todo, vino al mundo con el objeto de salvar, no ya a un hermano, sino a la humanidad entera. En cuanto a su concepción, también fue el resultado de algún tipo de manipulación genética, pues su madre se quedó embarazada sin comerlo ni beberlo, por medio de una paloma, eso es lo que dicen. ¿A qué, pues, tanto escándalo con el bebé medicina? En lugar de satanizarle, pobre, deberían celebrar su llegada como una revelación. Ojalá todos los seres humanos fueran alumbrados para salvar a alguien. La humanidad entrará en una nueva era el día en el que la reproducción -asistida o no- carezca de otro sentido que el de provocar la vida, pues hasta ahora sólo hemos demostrado cierta habilidad para producir la muerte.

dimecres, 22 d’octubre del 2008

Confianza

CONFIANZA

Los periódicos siguen editando enormes suplementos de negocios como si aquí no hubiera pasado nada. Oigan, que se ha hundido el tinglado, que esto es como seguir editando suplementos de cultura cuando ha desaparecido la cultura, o de gastronomía cuando sólo comemos carne picada. Seguramente lo hacen por inercia, del mismo modo que las uñas y el pelo de los cadáveres continúan creciendo durante algunos días después del óbito. Los suplementos de negocios son como las uñas y los pelos: zonas periféricas del cuerpo financiero a cuyas exequias asistimos estos días. Lo malo es que los cadáveres se hacen a veces pis encima. Ojalá que la difunta economía financiera no siga su ejemplo, pues sería muy desagradable verla realizar funciones orgánicas que difícilmente aceptamos observar en los vivos.

La inercia. Qué fuerza la suya. Hay personas (eso dicen los expertos en el más allá) que continúan sus rutinas durante algún tiempo después de perecer, como si siguieran vivas. Se despiertan, van a la oficina, vuelven a casa por la tarde, etcétera, hasta que algo o alguien les hace ver su nueva condición de fantasmas. Y aún en estos casos hay muertos que no se resignan. La economía financiera es un muerto que no se resigna. Está presente en los suplementos de negocios, cuando su sitio actual sería el de los de literatura o cine, y, lo que es peor, quizá muera de nuevo, pues ya algunos expertos hablan de una segunda oleada que sería peor que la primera (lo que llamaríamos una réplica si se tratara de un terremoto).

Entre tanto, continuamos preguntándonos si debemos retirar el dinero del banco. ¿Pero qué clase de ingenuidad es ésa? Lo que guardamos en el banco es un papel que tiene el valor que tiene porque nos hemos puesto de acuerdo en dárselo. Si todavía sirve para algo, es gracias a su permanencia en la cuenta corriente. En el momento en que guardáramos esos papeles debajo de la cama, su significado se vendría abajo. Por eso se dice que la crisis es de confianza. Los suplementos de dinero y de negocios deberían ser sustituidos por suplementos de confianza, lo que al tiempo de salvar la economía renovaría el periodismo.

dilluns, 20 d’octubre del 2008

La piedra filosofal es el estado

LA PIEDRA FILOSOFAL ES EL ESTADO

Un aviso para la gente que está comprando lingotes de oro: tampoco es un valor seguro. Su precio depende de un consenso tan absurdo y frágil como el de una acción de Telefónica. Si mañana nos ponemos de acuerdo en que el oro es una basura, tendrá usted que tragarse todos esos lingotes que guarda en el doble fondo del armario o en la caja fuerte de su alma. No tiene un valor intrínseco, sólo el que le atribuimos. Además, en cualquier momento podemos dar con la piedra filosofal capaz de transformar la caca en oro. No sería la primera vez que ocurriera. En sus orígenes, el aluminio era más caro que el vil metal (y perdón por lo de vil metal). Los objetos de los ricos, aunque ahora parezca mentira, tenían en aquella época alguna incrustación de aluminio. Pero de la noche a la mañana un joven investigador norteamericano descubrió el modo de producirlo industrialmente y los precios se fueron al carajo. Por eso hay tantas ventanas de aluminio. Son feas por la cantidad. Si sólo hubiera una en el mundo, causaría admiración. Una fachada cubierta de diamantes provocaría vómitos. Quizá algún día resulte más barato hacer las ventanas de oro, qué espanto

No hay valores seguros, decíamos. Es mejor invertir en alimentación que en joyas. Hay latas de sardinas que no caducan hasta el 2015. De aquí a esas fechas, el oro puede estar por los suelos, pero las sardinas continuarán tan frescas como ayer. De hecho, la gente verdaderamente sabia (abuelas, madres, tíos paternos, nueras y cuñados) está llenando las despensas, por si hay una guerra (de precios). No sé si las sardinas pertenecen al apartado de la economía real o de la financiera, pero al final si tienes mucho oro o muchas acciones, pero nada que llevarte a la boca, estás listo. La verdadera piedra filosofal sería aquella capaz de transmutar en jamón de Jabugo cualquier cosa que tocara.

Aunque, para piedra filosofal, el Estado, que ha recogido las subprime y demás productos de dudosa moralidad trasformándolos en oro. Los banqueros están que no se lo creen. Los pobres no se habían dado cuenta (o quizá sí) de que el Estado eran ellos. Por eso hemos acudido en su ayuda. De nada, tíos, a mandar.

divendres, 17 d’octubre del 2008

Transferencias de palabras

TRANSFUSIONES DE PALABRAS

Cuando tropiezo con una noticia sobre la crisis, dudo si leer sólo el titular o el artículo entero. Al final leo sólo el titular, porque el artículo entero me aporta poco, la verdad, me aburre. Cuando murió Franco, todos los periódicos lo publicaron en portada, a cinco columnas (o a seis, las que tuvieran). «Franco ha muerto». Pues eso, ¿continúo leyendo? ¿Hay mucho que añadir a un suceso de esa naturaleza? Al final, la vida se resume en una esquela. Y la crisis también. «Estamos jodidos», deberían publicar los periódicos a cinco o seis columnas y callarse hasta que lograran decir algo con sentido. Llevamos meses inyectando millones y millones de palabras a la crisis sin aclarar nada. Tenemos palabras, de expertos, de ingenuos, de amas de casa, de jugadores de bolsa, de mendigos, de auxiliares administrativos, de novelistas, de poetas. Todo el mundo ha dicho algo sobre la crisis sin que hayamos logrado averiguar nada sobre su naturaleza.
¿No es un modo de desangrarse? A veces, cuando escucho, no sé, a Almunia sin ir más lejos, hablando en la radio sobre la crisis me parece que es un hombre con una hemorragia verbal. Que se desangra usted, señor, por la boca, en beneficio de nada ni de nadie. No desperdicie todas esas palabras, toda esa sangre, que en el principio fue el verbo y el verbo era Dios, etcétera. ¿No ve que no está diciendo nada? Guárdese las palabras para cuando tenga algo nuevo. Esta mañana he salido a pasear con los cascos puestos y todos los contertulios se desangraban a cuenta de la crisis. Al cuarto de hora, nadaban en sangre verbal, en plasma oral. Les llegaba el líquido a la misma boca de la que les había salido un poco antes y ellos continuaban largando sobre la crisis debajo del agua sin aportar nada nuevo, excepto miedo, miedo, miedo, pánico, pánico, pánico, terror, terror, terror, etcétera.

Me vinieron a la memoria esos autobuses de la Cruz Roja que recorren las ciudades solicitando donantes de sangre. ¿No podría habilitarse un vehículo semejante para las transfusiones de palabras? No las desperdiciemos más, porfa, que hay gente sin palabras. ¿Por qué no darles parte de las nuestras hasta que encontremos algo que decir con ellas?

Estereotipos

LA PIEDRA FILOSOFAL ES EL ESTADO

Un aviso para la gente que está comprando lingotes de oro: tampoco es un valor seguro. Su precio depende de un consenso tan absurdo y frágil como el de una acción de Telefónica. Si mañana nos ponemos de acuerdo en que el oro es una basura, tendrá usted que tragarse todos esos lingotes que guarda en el doble fondo del armario o en la caja fuerte de su alma. No tiene un valor intrínseco, sólo el que le atribuimos. Además, en cualquier momento podemos dar con la piedra filosofal capaz de transformar la caca en oro. No sería la primera vez que ocurriera. En sus orígenes, el aluminio era más caro que el vil metal (y perdón por lo de vil metal). Los objetos de los ricos, aunque ahora parezca mentira, tenían en aquella época alguna incrustación de aluminio. Pero de la noche a la mañana un joven investigador norteamericano descubrió el modo de producirlo industrialmente y los precios se fueron al carajo. Por eso hay tantas ventanas de aluminio. Son feas por la cantidad. Si sólo hubiera una en el mundo, causaría admiración. Una fachada cubierta de diamantes provocaría vómitos. Quizá algún día resulte más barato hacer las ventanas de oro, qué espanto

No hay valores seguros, decíamos. Es mejor invertir en alimentación que en joyas. Hay latas de sardinas que no caducan hasta el 2015. De aquí a esas fechas, el oro puede estar por los suelos, pero las sardinas continuarán tan frescas como ayer. De hecho, la gente verdaderamente sabia (abuelas, madres, tíos paternos, nueras y cuñados) está llenando las despensas, por si hay una guerra (de precios). No sé si las sardinas pertenecen al apartado de la economía real o de la financiera, pero al final si tienes mucho oro o muchas acciones, pero nada que llevarte a la boca, estás listo. La verdadera piedra filosofal sería aquella capaz de transmutar en jamón de Jabugo cualquier cosa que tocara.

Aunque, para piedra filosofal, el Estado, que ha recogido las subprime y demás productos de dudosa moralidad trasformándolos en oro. Los banqueros están que no se lo creen. Los pobres no se habían dado cuenta (o quizá sí) de que el Estado eran ellos. Por eso hemos acudido en su ayuda. De nada, tíos, a mandar.

dimecres, 15 d’octubre del 2008

Me pido sargento

ME PIDO SARGENTO

Mañana tengo el coñazo del desfile», se quejó Rajoy el sábado pasado, a micrófono cerrado (eso creía él). Quiere decirse que hasta a los patriotas más radicales les empieza a cargar la historia. Es un coñazo, sí, señor, por una vez estamos de acuerdo Rajoy y yo. Lo sufrí de niño, porque mi padre tenía esa extraña perversión (un día, cuando de mayor se lo eché en cara, dijo que lo hacía por nosotros), y lo sufrí de adulto, porque cuando hice la mili me tocó desfilar por la Castellana, haciendo el idiota con un fusil que estaba estropeado. Recuerdo que nos levantaron a las cuatro de la mañana y que nos tuvieron aparcados en un callejón, sin desayunar, hasta la hora del desfile. En mi compañía había dos patriotas que acabaron cagándose también en el desfile, como Rajoy. Si no le gusta a nadie, me pregunto, ¿por qué siguen haciéndolo? Además de no gustar, cuesta una pasta, lo que en tiempo de crisis debería tomarse en consideración. Pero el domingo encendí la tele y ahí estaba la cabra nacionalista de la Legión y los avioncitos locos y los pobres soldados latinoamericanos (como si el hecho de emigrar no fuera suficiente cruz) desfilando al paso alegre de la paz. Era como un juego de niños. Venga, vamos a jugar a desfilar, yo me pido sargento. Lo increíble es que en ese juego de niños estaban implicadas todas las altas jerarquías del Estado, además de la Iglesia católica, que tiene representantes en todos los ministerios de peso (véase Justicia). No nos extrañaría que de aquí a poco, lo mismo que hay obispos castrenses, hubiera arzobispos magistrados. Tal vez acabe dirigiendo la Audiencia Nacional uno de estos prelados. Nos están rodeando y ni siquiera nos conceden el consuelo de la apostasía. Daba gusto ver la cara de Rajoy tomándose en serio el coñazo del desfile y la del Rey tomándose en serio el coñazo del desfile y la de la ministra tomándose en serio el coñazo del desfile. Pero todas esas personas no habían acudido al acontecimiento porque les gustara. Lo habían hecho, como mi padre, por nosotros, es decir por los contribuyentes, que somos como niños. Pues que conste en acta que a los contribuyentes también nos parece un coñazo. Buenos días.

dilluns, 13 d’octubre del 2008

Kafka, una vez más

KAFKA, UNA VEZ MÁS

Leo con asombro que la judicatura católica, apostólica y romana que rige nuestros destinos de reos aún no ha logrado hacer llegar a De Juana Chaos una citación para que comparezca ante un juez cristiano, apostólico y romano y diga si escribió o no escribió un discurso que podría considerarse como apología del terrorismo. Un servidor ya sugirió hace tiempo que llamaran a De Juana al móvil, pero parece que no se lo dejó a nadie, vaya por Dios. Sabíamos que esta justicia nuestra era, además de católica, apostólica y romana, un poco lenta. Pero no engaña a nadie. Es una justicia que tiene los cuartos de baño llenos de expedientes, que deja escapar a asesinos de niñas por problemas de archivo, y que está todos los días en los periódicos por cuestiones ajenas a su función. Pero no engaña a nadie. España y yo somos así, señora. No se meta usted en líos y no nos sufrirá.

Lo curioso es que leo la noticia en una oficina de venta de billetes de la Renfe. Uno, gracias a la publicidad, se había quitado de la cabeza la idea de una Renfe de posguerra, pero resulta que no, que sigue tan aficionada como en aquella época a las colas. Son las ocho y cuarto de la mañana. Me indican que tome un numerito y que espere. Cuando llevo media hora esperando, investigo un poco y veo que sólo hay una persona atendiendo. Una señora que lleva cuarenta y cinco minutos y que llega tarde al trabajo, sugiere a un empleado que pongan a más gente (la hay). El empleado responde que eso es asunto del encargado. La señora solicita hablar con el encargado y le dicen que no es posible, que tiene que ir a atención al cliente, para lo que ha de salir de la sala corriendo el riesgo de perder la vez. El encargado está en un extremo de la sala, dentro de una cabina de cristal, haciendo bromas con una compañera. La gente, desesperada, empieza a irse arrojando el numerito al suelo. Kafka.

No obstante, al cabo de una hora, y gracias a los que se han marchado, me atienden. Terminada la operación, cuando entrego la tarjeta de crédito, me dicen que tengo que pagar en efectivo, como en el siglo pasado. ¿Es o no es como para ir al juzgado de guardia? Lo es, pero el juzgado de guardia está en el siglo XIX.

divendres, 10 d’octubre del 2008

No se lo cuenten

NO SE LO CUENTEN

Huyendo de las noticias sobre la crisis, caigo en un siniestro suceso laboral: Una empresa de Barcelona ha despedido a una empleada que se encuentra en coma. La chica sufrió un accidente de motocicleta el 14 de septiembre y dos semanas después le llegó la carta de despido (que no pudo leer, como es obvio). La vida, pensaría el jefe de personal, no se puede detener, y es cierto, la vida es un tren de mercancías. Hoy mismo el índice Nikkei ha caído 9 puntos, pero igual cuando usted lea este artículo ha subido 25 (o se ha ido del todo al carajo, quién sabe). En la película Good bye Lenin, a una mujer que entra en coma en la Alemania Oriental anterior a la caída del Muro de Berlín, hay que ocultarle, cuando despierta, lo ocurrido, porque la realidad ha cambiado tanto que podría morir de la impresión.

La vida no se detiene, en efecto, pero nosotros tenemos la capacidad de atenuar un poco los estragos de esa velocidad suicida. El jefe de personal de la empresa de Barcelona podría haberle dicho al director general:

-Oye, vamos a esperar un poco, porque esta chica está en coma.

-¿Y qué si está en coma? La empresa está despierta, no podemos parar, no podemos alimentar bocas inútiles- le habría respondido, lógicamente, el director general.

-Pues la despides tú. Yo tengo unos límites. Puedo despedir a padres de familia, a personas con discapacidad, a individuos hipotecados hasta las cejas, puedo incluso despedir a mi madre. Pero poner de patitas en la calle a una chica en coma me parece excesivo, ¿qué quieres que te diga?
Por lo general, los jefes de personal no se atreven a hablar de este modo a sus directores generales. Pero habría sido hermoso que hubiera sucedido como lo hemos imaginado, tan hermoso que le habríamos hecho un homenaje a ese jefe de personal incapaz de llevar a cabo un despido injusto. En cambio de eso, y a punto de poner el punto final a este texto, escucho por la radio que la chica ha sido readmitida gracias a la presión mediática. De todos modos, cuando despierte, no le cuenten todo este lío. Quizá tenía buena opinión de sus jefes.

Banca y estado

BANCA Y ESTADO

Cuando los socialistas estaban a punto de ganar las elecciones en 1982, la derecha tenía miedo de que nacionalizaran la banca. Tanto era así que Felipe González tuvo que tranquilizar a esos sectores asegurando que el triunfo de la izquierda carecería de significado real. Sólo aspirábamos a que España funcionara, o sea, que las cartas llegaran a sus destinatarios, los trenes salieran en hora y las comisarías no fueran centros de tortura. Apenas unos años después hay en todo el mundo capitalista un clamor para que los gobiernos, sean del color que sean, nacionalicen su gestión, sus dineros, sus meteduras de pata. Si los gobiernos se avienen, es porque sin banca no hay Estado. Aquí quiebra el Ministerio del Ejército y no pasa nada, quiebra el de la Vivienda y no pasa nada, quiebra el de Cultura y no pasa nada, quiebra el de Trabajo y no pasa nada, quiebra el de Justicia y no pasa nada, y así de forma sucesiva. Pero si quiebra la banca nos vamos todos al cuerno. Pese a no haber un ministerio de la banca, la banca es la sustancia del Estado.

Junto a esta iniciativa nacionalizadora que recorre el mundo, se advierte también una corriente (todavía subterránea) dirigida a solicitar a la mafia que ponga en circulación el capital que tiene retenido en billetes de 500 euros. Ya se anuncian, de maneras más o menos sutiles, ventajas fiscales para ese dinero negro importante en las épocas de bonanza, pero indispensable en temporadas de vacas flacas. Quiere decirse que la mafia es otro de los pilares del Estado del que sólo nos acordamos cuando truena y ahora truena lo suyo. Queda la Iglesia, que afortunadamente goza de buena salud, como demuestra su presencia en todos los actos oficiales. Pero si pasara por dificultades, no sufra su Santidad, la nacionalizamos también (hasta que escampe), junto a la mafia y a la banca.

dimecres, 8 d’octubre del 2008

Primera clase

PRIMERA CLASE

Recibo, sumiso, la publicidad de un sillón reclinable, con termoterapia y reposapiés integrado (además de abatible). Tiene acabado anatómico y masaje por vibración. Es de piel de vacuno y alivia los dolores cervicales, relaja los hombros y dorsales, calma las lumbalgias, reduce la pesadez de las piernas, estimula el riego sanguíneo, elimina el estrés y la fatiga y combate el insomnio, todo al mismo tiempo. Se llama First class, o sea, primera clase, evocando esos asientos de los aviones que tanto se parecen al útero materno. Visualmente es espantoso, pese a lo cual, o quizá por eso, me entretengo con el folleto en el que aparece una señorita, también aterradora, que parece llevar una peluca cardada.

El folleto dice que si hago la reserva antes de diez días recibiré un escritorio de sobremesa que viene fotografiado y que es asimismo infernal. No sé si se puede sufrir a la vez de las cervicales, de los hombros, de las dorsales, de la región lumbar, de las piernas y del riego sanguíneo (sin olvidar el insomnio, el estrés y la fatiga). De todos modos, resulta difícil de creer que un sillón, por eléctrico que sea, alivie tal cantidad de males. Tal vez, me digo, sea un placebo horrible, aunque para placebo horrible ocupa mucho sitio y cuesta demasiado dinero.

Casi al mismo tiempo de perder el tiempo con esta publicidad que me gusta por fea, leo en el periódico que uno de cada diez fármacos es falso. El titular parece copiado de aquel anuncio según el cual una de cada diez estrellas usaba Lux. La que usaba Lux era, curiosamente, una estrella falsa porque nadie la conocía. Quizá una de cada diez estrellas falsas tenga un First class y tome pastillas de mentira. La mayoría de los medicamentos falsos que se venden en los países desarrollados alivian la alopecia, la disfunción eréctil y la obesidad, tres cosas, mira por dónde, que se le han escapado a los anunciantes del sillón. Si a usted se le ha caído el pelo, tiene problemas de erección y está gordo, mal asunto, pues deberá tomar tres medicamentos falsos diferentes. Si además le duelen las cervicales, las lumbares y todo lo demás, tendrá que tomárselos montado en un First class. Pídalo después de diez días, para ahorrarse el escritorio de sobremesa. De nada.

dilluns, 6 d’octubre del 2008

Lágrimas gratis

LÁGRIMAS GRATIS

Parece que disminuye la calidad de los espermatozoides españoles (hasta esos bichitos tienen nacionalidad), pero no sabemos de qué modo afectará eso a las nuevas criaturas porque no nos lo dicen. De otro lado, ¿qué entendemos por un espermatozoide de mala calidad? Ni idea. Personalmente asocio la mala calidad con la tristeza. Un pescado malo es un pescado triste. Un funcionario malo es un funcionario triste. Un zapato malo es un zapato triste y así de forma sucesiva. Te pones a hacer una tortilla y en seguida adviertes si el huevo es triste o alegre. Los huevos tristes producen tortillas tristes. Te la comes porque no sabes qué hacer con ella (y porque no queda nada en la nevera), pero te la comes tristemente, viendo el programa más triste de la tele. Imaginamos al óvulo viendo llegar hacia sí a un espermatozoide triste. ¿Qué hacer? ¿Te cierras? ¿Lo engulles? Si no hay otra cosa (y parece que no porque todos los demás han muerto por el camino) te lo tragas y a ver qué pasa.

Pasa que sale gente triste. Ahora hay muchos bancos de esperma con los que se fecunda a tutiplén (qué rayos querrá decir a tutiplén), lo que no puede ser bueno. No hay nada más triste que un esperma donado. Observen a ese señor que se levanta tristemente de la cama y no sabe qué hacer. Vive solo, en una casa con un pasillo muy largo, lleno de fantasmas. El hombre se toma un café de sobre con unas galletas revenidas y se dice: voy a donar esperma. En donar esperma se te puede ir la mitad de la mañana, y encima te dan treinta euros. Pues nada, voy a donar esperma. Ese esperma no puede salir bien. Será como un cava sin gas, como una cerveza sin fuerza, como un huevo caducado. ¿Qué ser humano puede salir de una decisión tan triste, tan agónica? Pues un ser humano triste y agónico, un registrador de la propiedad.

Hay bancos de esperma, de sangre, de riñones, de hígados? Hay bancos de todo menos de lágrimas. Tanto es así que la industria farmacéutica fabrica lágrimas artificiales para los que no pueden llorar. Qué tristeza, por Dios. Yo sería un buen donante de lágrimas para los seres resultantes de los espermatozoides tristes. Y lo haría gratis. A ver si me llaman.

divendres, 3 d’octubre del 2008

Economía real

ECONOMÍA REAL

No hay contracubierta de novela culta contemporánea (qué rayos querrá decir novela culta contemporánea) en la que se deje de destacar la hábil mezcla de realidad y ficción contenida en sus páginas. Nos encanta que lo que hemos soñado por la noche se confirme durante el desayuno, que nuestro jefe se muera si hemos imaginado que se muere, que el horóscopo lleve razón. Y nos encanta porque nos parece excepcional, porque creemos que la frontera entre la realidad y la ficción es poco permeable, cuando lo cierto es que los materiales de uno y otro territorio conviven mezclados, en confuso desorden. Somos el resultado de lo que imaginamos, de lo que deseamos, de lo que soñamos. Lo que tenemos de real se debe a lo que poseemos de irreal. Ahí está el Papa, uno de los hombres más influyentes y ricos del planeta. ¿De dónde le viene toda esa realidad palpable de mármoles, automóviles blindados y alfombras persas? Pues de un individuo irreal llamado Dios, que acaba de inaugurar, por cierto, el año judicial con una misa y con una sentencia que prohíbe la apostasía. ¿Cabe imaginar mayor mezcla de realidad y ficción? Hay niños que mueren de manera real por un mandato divino (completamente irreal) que prohíbe las transfusiones de sangre. Por eso no nombraríamos jamás director de un hospital a un testigo de Jehová. Pero hacemos jefe de los jueces a un señor cuyo Dios detesta a los homosexuales. Quiere decirse que la justicia ha avanzado menos que la medicina. Y la economía también: la crisis real en la que chapoteamos es el resultado de algunos delirios financieros. Si los analistas emplean tantas veces la expresión "economía real", es porque existe la economía fantástica. Y no hay modo de separarlas. El problema es que los que padecen la economía real siempre son los mismos. Los otros se han fugado con los bonus a Miami.

Parejas

LÁGRIMAS GRATIS

Parece que disminuye la calidad de los espermatozoides españoles (hasta esos bichitos tienen nacionalidad), pero no sabemos de qué modo afectará eso a las nuevas criaturas porque no nos lo dicen. De otro lado, ¿qué entendemos por un espermatozoide de mala calidad? Ni idea. Personalmente asocio la mala calidad con la tristeza. Un pescado malo es un pescado triste. Un funcionario malo es un funcionario triste. Un zapato malo es un zapato triste y así de forma sucesiva. Te pones a hacer una tortilla y en seguida adviertes si el huevo es triste o alegre. Los huevos tristes producen tortillas tristes. Te la comes porque no sabes qué hacer con ella (y porque no queda nada en la nevera), pero te la comes tristemente, viendo el programa más triste de la tele. Imaginamos al óvulo viendo llegar hacia sí a un espermatozoide triste. ¿Qué hacer? ¿Te cierras? ¿Lo engulles? Si no hay otra cosa (y parece que no porque todos los demás han muerto por el camino) te lo tragas y a ver qué pasa.

Pasa que sale gente triste. Ahora hay muchos bancos de esperma con los que se fecunda a tutiplén (qué rayos querrá decir a tutiplén), lo que no puede ser bueno. No hay nada más triste que un esperma donado. Observen a ese señor que se levanta tristemente de la cama y no sabe qué hacer. Vive solo, en una casa con un pasillo muy largo, lleno de fantasmas. El hombre se toma un café de sobre con unas galletas revenidas y se dice: voy a donar esperma. En donar esperma se te puede ir la mitad de la mañana, y encima te dan treinta euros. Pues nada, voy a donar esperma. Ese esperma no puede salir bien. Será como un cava sin gas, como una cerveza sin fuerza, como un huevo caducado. ¿Qué ser humano puede salir de una decisión tan triste, tan agónica? Pues un ser humano triste y agónico, un registrador de la propiedad.

Hay bancos de esperma, de sangre, de riñones, de hígados? Hay bancos de todo menos de lágrimas. Tanto es así que la industria farmacéutica fabrica lágrimas artificiales para los que no pueden llorar. Qué tristeza, por Dios. Yo sería un buen donante de lágrimas para los seres resultantes de los espermatozoides tristes. Y lo haría gratis. A ver si me llaman.

dimecres, 1 d’octubre del 2008

Inseguridades

INSEGURIDADES

Apuraba tranquilamente el gin tonic de media tarde, cuando en la mesa de al lado un individuo le dijo a otro que estaba muy contento, porque el médico, tras un chequeo, le había dicho que todo estaba en orden.

-El colesterol y la tensión también -preguntó el otro-, ¿todo?

-Todo, sí. Me dan ganas de irme a bailar.

Los dos habían superado con creces (qué rayos significará creces) la cincuentena y parecían hermanos. Tras unos segundos de silencio, el que parecía más joven continuó preguntando.

-¿Y el PSA está en orden?

-En orden. Además me he hecho una ecografía pélvica y la próstata tiene el tamaño de un tipo de 40 años. Por otra parte, y como hace ya siete años que he dejado de fumar, me ha dicho el médico que tengo los pulmones de un no fumador. Como si no hubiera fumado nunca.

-¿Te importa que encienda un cigarrillo? -preguntó el hermano aguafiestas.

-Tú verás, son tus pulmones, es tu vida. Tienes cuatro años menos que yo, todavía estás a tiempo de dejarlo sin pagar por ello.

La conversación comenzó a parecerme sobrecogedora. Había por debajo de lo que hablaban una fe ciega en la culpa y una fe ciega también en la suerte. La vida era una combinación de suerte y de fe. Si dejabas de fumar y tenías suerte, podías regresar al principio, reiniciarte como un ordenador. La suerte, por su parte, se atraía con gestos de la voluntad.

El fumador dio un par de caladas, con la mirada perdida, como si buscara dentro de sí otro argumento para amargarle la tarde al hermano mayor.

-¿Te has hecho también una colonoscopia? -preguntó al fin.

-¿Una colonoscopia? No, ¿por qué?

-A partir de los cincuenta conviene. Un vecino mío estaba bien de todo, excepto por unas formaciones musgosas que le salieron en el intestino, a la altura de colon. Duró dos meses, y no había fumado nunca.

-No hay modo de estar seguro de todo -respondió con expresión de derrota el mayor.

-Es lo que te quería decir -concluyó el fumador.