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diumenge, 31 de desembre del 2006

Ahorrar costes

AHORRAR COSTES

El sistema sanitario inglés ha decidido que en el futuro no tratará las enfermedades autoinfligidas, refiriéndose, por ejemplo, a la obesidad, ya que a partir de cierta edad cada uno es responsable de su peso (y de su rostro, según algunos). Entre las enfermedades autoinfligidas se incluyen también las derivadas del consumo del tabaco u otras drogas. El asunto parece razonable hasta que uno se pregunta si existen las enfermedades heteroinfligidas. El siguiente paso será decir que si el cuerpo no reacciona adecuadamente frente a un virus, «será por algo». Algo habrá hecho usted para que el sistema inmune no funcione como Dios manda. El sistema sanitario inglés es experto en culpabilizar al usuario, sobre todo desde que pasara por encima de él, con todas sus vértebras, la Dama de Hierro.

Hablar de enfermedades autoinfligidas significa además negar la existencia del subsconsciente. Nadie se come una hamburguesa de mil calorías por razones ideológicas. Se come porque no se puede hacer otra cosa. La razón te dice que es un disparate, pero el inconsciente te empuja a ello con la fuerza de un tren de mercancías. Dios mío, no debería comerme esta hamburguesa; Dios mío, no debería fumarme cuatro paquetes de cigarrillos; Dios mío, no debería casarme. Lo cierto es que no se hacen todas estas cosas por placer. El placer se lo lleva esa bestia llamada inconsciente. Creo que era Lacan el que afirmaba que Dios es el inconsciente. ¿De qué hablamos, pues, cuando hablamos de enfermedades autoinfligidas?

El cuerpo social también tiene inconsciente, también tiene Dios. Por eso hay guerras autoinfligidas y calentamiento global autoinfligido y bosques incendiados autoinfligidos. Sadam Husein y Bush son evidentemente enfermedades autoinfligidas, pero no por eso debemos resignarnos a ellas. Al contrario, quizá debamos preguntarnos por qué los votamos o los toleramos del mismo modo que nos preguntamos por qué nos gustan tanto las comidas que provocan colesterol. La teoría inglesa del autoinfligimiento es, en fin, un invento neoliberal. Para ahorrar costes.

divendres, 29 de desembre del 2006

Agonía

AGONÍA

Un médico de prestigio mundial ha viajado a Cuba para hacer un diagnóstico acerca de lo que Fidel Castro no padece. Y no padece cáncer. Seguramente tampoco sufre de cálculos renales ni de sarcoma de Kaposi ni de hidronefrosis, o riñón dilatado, pero eso lo tendrán que determinar otros especialistas de prestigio que quizá viajen a la isla en los próximos días. ¿Qué tiene, pues, que le impide gobernar y pronunciar discursos? Eso no nos lo ha podido revelar el doctor García Sabrido porque forma parte del secreto profesional, al que se debe. Quiere decirse que tu médico de cabecera puede pasarse la cena de Nochevieja relatando a sus amigotes lo que no tienes, pero si cuenta lo que tienes lo enchironan. Personalmente (de qué modo si no), me importa un pito que la gente sepa que tengo genu varo, pero me gustaría mantener en secreto que no tengo tuberculosis (estoy releyendo La montaña mágica).

Dada la identificación popular existente entre Castro y el régimen cubano, tal vez se nos haya querido señalar subliminalmente que la Revolución goza de buena salud, que no tiene cáncer, en fin, aunque sufre de hemorragias intestinales, lo que quizá sea peor. Podemos imaginar una Revolución con cáncer, pero no una revolución con sangre en las heces, ni siquiera una revolución con heces. En otras palabras, que los responsables de imagen han metido la pata, sobre todo porque nos hemos enterado al mismo tiempo de que Cuba no tiene médicos, que era uno de sus mitos. Si todo lo que se dice del comandante fuera predicable de la Revolución por antonomasia (qué rayos querrá decir antonomasia), probablemente Cuba tampoco tenga sistema educativo, pues no parece muy cortés ni muy solidario, tal como están las cosas en la isla, fletar un avión con medicinas, aparatos y personal sanitario para atender a un solo hombre. Y aún dice García Sabrido con sorpresa que Castro está de muy buen humor. Si con esas atenciones excepcionales estuviera cabreado, sería para matarle. Nos recuerda a aquellos dictadores que movilizan una flota para hacerse traer el caviar del Báltico (en el caso de que el caviar sea de allí). O sea, que Fidel está bien, pero la Revolución se ha ido al carajo.

Perfiles psicológicos

PERFILES PSICOLÓGICOS

Durante los últimos años se ha escrito mucho acerca de las relaciones entre Clinton y Monica Lewinsky, pero jamás se ha investigado si entre ellos había amor o sólo sexo. De este modo se amputan las noticias, hurtándole al lector lo que más le importa. Porque si había amor, por poco que fuese, la separación tuvo que haber sido desgarradora para ambos. Si hubo amor, por otro lado, el despacho oval, desde donde se dirige el mundo, podría mostrarse sin vergüenza al universo. Un amigo mío me envió hace poco desde Washington una postal de esa habitación que he tenido que ocultar a los niños, para no estimular sus fantasías sexuales. Ve uno aquella mesa, aquella silla, aquellas alfombras y no se imagina a un señor gobernando, sino a un individuo dejándose hacer una felación por el personal administrativo. A los responsables de prensa de la Casa Blanca les faltaron la sordidez en armonía: bastaba con que nos hubieran vendido el asunto como una historia de amor.

Viene todo esto a cuento de que el Washington Post, en un reciente análisis acerca de las personalidades de la becaria y del ex presidente, ha asegurado que Clinton es un hombre listo que hace tonterías, mientras que Monica es una mujer tonta que hace cosas inteligentes. Es lo que pasa con las medicinas (que a veces fastidian el hígado) y con los venenos (que en cantidades adecuadas curan). Quizá los del Washington Post han querido decir que la estupidez, en dosis homeopáticas, puede resultar más eficaz que la inteligencia, pero no estamos seguros, pues no dominamos los juegos de palabras. Lo que nos mosquea es que el papel de listo tonto le toque al hombre mientras que el de la tonta lista le toque a la mujer. Se trata de un reparto excesivamente tradicional. Allá ellos. No obstante, una vez enganchados a esta lógica, nos habría encantado que definieran el perfil de Bush, pues a primera vista no parece un listo que haga cosas tontas ni un tonto que haga cosas listas. Bush es un presidente unidimensional, de una sola neurona, y hace cosas tontas todo el rato, lo que no sabemos si es bueno para la imagen del despacho oval, aunque resulta nefasto para la marcha del mundo. Y eso que está enamorado de Laura.

dimecres, 27 de desembre del 2006

Una visita al endocrino

UNA VISITA AL ENDOCRINO

Muchos periódicos regalan estos días suplementos de regalos para Navidad y Reyes. Por lo general, los regalos vienen organizados de manera temática (tecnología, libros, electrodomésticos, chorradas...), pero también por precios (hasta 60 euros, de 60 a 200 euros, etc.). Recuerdan un poco, por sus intenciones didácticas, a los libros de texto. Así les gusta establecer también la distinción entre el regalo práctico y el absurdo, entre el educativo y el bárbaro, entre el de compromiso y el sincero. Los catálogos siempre tienen aspiraciones que no les corresponden. Eso se debe a que su autoestima es muy baja, no se quieren, en fin, no se dan valor. Lo que le gustaría a un catálogo de libros, por ejemplo, es ser él mismo un libro. De hecho, se editan con un lujo que no corresponde a su función. Durante las primeras páginas crees que estás leyendo una novela, o una historia de la letra impresa. Quieren ser lo que no son.

Los suplementos de regalos de la prensa caen también en este fallo. Los adornan con entrevistas a personajes famosos que cuentan lo que ellos regalan, lo que les regalan y lo que les gustaría que les regalasen. Tampoco es raro que incluyan alguna firma que relata cómo fueron sus primeros reyes o su último Papá Noel. No se conforman con ser una mera relación de los productos porque no tenemos buen concepto de las meras relaciones. A mí me parece mentira, pues conozco pocas cosas más bellas y significativas que la lista de la compra. Tengo una colección de listas de la compra. A través de ella he ido observando el progreso (no sólo económico, aunque también) de mis parientes y amigos. Sería absurdo disfrazar una lista de la compra de lo que no es.

Pero lo más alarmante de estos suplementos-catálogo es que no te dicen nada que no supieras. Son repetitivos y previsibles hasta la náusea. Si no sirven para darnos ideas, deberían al menos entretenernos un cuarto de hora. Pues ni eso. Cuando los miembros de una sociedad no saben qué regalar ni qué desean que les regalen y han de acudir a estos catálogos venidos a más, algo grave sucede en esa sociedad. A mí, que me regalen una visita al endocrino. Gracias.

dissabte, 23 de desembre del 2006

La guerra de los pronombres

LA GUERRA DE LOS PRONOMBRES

No sé si se puede tener más Tú que Yo, pero la revista Times nos ha puesto el Tú por las nubes con la última elección del personaje del año, que ha resultado, en efecto, ser Tú. ¿Y por qué? Por utilizar las nuevas tecnologías, por entrar un día y otro en Internet, por navegar por la Red. Tú eres el personaje del año, tú eres ya un Tú así de grande. Que se fastidien los políticos, los cantantes, las princesas, los actores de cine, las organizaciones de consumidores, los partidos políticos... Este año eres Tú. Dicho así parece que se trata de un Tú colectivo, un Tú gigantesco que resultaría de la suma de todos los túes del universo mundo. Pero nada de eso. El premio es para tu Tú individual e intransferible.

De manera que hoy me he levantado con un Tú mucho más desarrollado que mi Yo. Algunos preferirían que esta curiosa batalla entre pronombres personales la ganara su él, o su Él, con mayúscula, pues el sueño de la mayoría de la gente es que le señalen con el dedo al tiempo que dicen:

-Mira, es él, es él. Incluso es Él (de nuevo con mayúscula).

Dios, por poner un ejemplo, tiene más Él que Yo. Y el diablo también. Si me apuran, los personajes más grandes de la historia poseen un Él que no les cabe en el cuerpo. Si comparamos, por ejemplo, el Yo de Felipe II con su Él, gana sin duda el Él. Felipe II tenía muy poco YO, como han demostrado todos los estudiosos de su personalidad. Si hubiera sido por su Yo, no habría pasado a la historia ni de broma. ¿Y el monasterio del Escorial?, preguntarán algunos. El monasterio del Escorial lo construyó fundamentalmente con su Él. No digo que su Yo no interviniera un poco, pero sólo en la decoración.

Hace poco, en una entrevista con un psicólogo budista, leí que el que se lleva el gato al agua en las reuniones de empresa es el primero que pronuncia el término nosotros. Nosotros es muy estimulante, pero muy retórico, porque implica una generosidad de la que todos hablan y en la que nadie cree. El día que la revista Times haga personaje del año a Nosotros habremos alcanzado un grado de evolución digno de nuestra especie. Entretanto, conformémonos con poseer un Tú más grande que un YO.

divendres, 22 de desembre del 2006

Godot

GODOT

Quizá mientras usted lee estas líneas dos hombres que no tienen nada que decirse permanecen sentados frente a frente, con cara de circunstancias, en el palacio de la Moncloa, sede de la Presidencia del Gobierno. El visitante se llama Rajoy y el anfitrión Zapatero. Como el encuentro ha de durar al menos lo que marca el protocolo, no sería raro que hablaran del tiempo o que Rajoy, por cumplir, exigiera a Zapatero que cambie de arriba abajo su política antiterrorista. Hago lo mismo que harías tú si te encontraras en mi lugar, le respondería el presidente. Yo haría más, bobo, afirmaría Rajoy, yo habría pagado ya un precio político, yo habría reconocido a ETA como el auténtico Movimiento de Liberación Nacional Vasco, yo habría acercado presos, habría provocado excarcelaciones, habría prometido generosidad, habría jurado ante la Biblia que no habría vencedores ni vencidos...

A la pregunta de por qué tú sí y yo no, el líder de la oposición, con una sonrisa sardónica (qué rayos querrá decir sardónica), respondería: porque yo contaría con tu apoyo desde la oposición, muchacho, mientras que tú no contarás en ningún momento con el mío. Si llegados a este punto Zapatero le tachara de incoherente, el líder del PP, rápido como el rayo, respondería qué dices de coherencia, petimetre, ¿me estás pidiendo que pierda mi retranca gallega, mi ironía, mi sentido del humor, mi gusto por la contradicción, por la extravagancia verbal? ¿Pretendes que defraude a mi electorado, que deje de hacer gracia, que dimita de subir y bajar la escalera al mismo tiempo? Me dejas estupefacto, chico, y no sabes lo peligroso que es un registrador de la propiedad estupefacto. Las conversaciones entre el PP y el PSOE parecen un cruce entre Groucho Marx y el teatro del absurdo. Bajo el auspicio de estos modelos, dos hombres actúan hoy en Moncloa con todas las entradas vendidas desde el lunes. Veremos qué pasa, pero si los excesos del teatro del absurdo echaron en su día a los espectadores de las salas, ahora están expulsando a los ciudadanos de la política. A mí no me importa que Rajoy y Zapatero se pasen el viernes esperando a Godot. Me revienta que me lo hagan esperar a mí, que sé que no llega.

dimarts, 19 de desembre del 2006

Tengo que preguntarlo

TENGO QUE PREGUNTARLO

Tengo que preguntarlo Levante 19.12.2006 En los últimos días he tirado a la basura veinte o treinta calendarios de 2007. Desembocan en casa como los ríos en el mar. Llegan a través del correo, embutidos en la prensa diaria, mezclados con el pedido del supermercado. Algunos de ellos son calendarios solidarios, así los llaman, recreándose en la rima. Calendarios solidarios. Me desprendo de estos últimos con un poco de culpa, pues visibilizan alguno de los problemas sociales a los que prestamos poca atención durante el resto del año. De un modo u otro el papel nos invade más de lo que debería en tiempos de escasez de bosques. Todo el mundo tiene una vida de papel en algún armario de su casa.

Pero el calendario tradicional, señores, se ha quedado obsoleto. O quizá sea el tiempo el que se ha pasado de moda. Hace años, esperábamos con ansia el instante en el que nos regalaban nuestro primer reloj. El primer reloj era con frecuencia el último, pues duraban toda la vida y se pasaba a los descendientes. Ahora, una vida dura más que 20 ó 30 relojes sucesivos. Los adolescentes actuales los detestan. Aseguran que para saber la hora sólo hay que mirar el móvil. O levantar la vista, pues en todas las esquinas de todas las ciudades hay un reloj municipal. El paso del tiempo, que en otras épocas era una actividad privada, en la actualidad es competencia de los ayuntamientos. Ello indica hasta qué punto el tiempo ha devenido en algo cutre, propio de espíritus funcionariales. El tiempo sólo existe en las covachas de las administraciones públicas, en la caspa de los ministerios menos renovados, en los bolsillos rotos de los pobres.

El tiempo se ha acabado, amigos. No otra cosa indica esa proliferación de calendarios con los que cada día de estas fechas tan señaladas llenamos el cubo de la basura. Hemos entrado en una especie de sinfín en el que el cómputo de los días resulta miserable. Lo evidencia el desprestigio en el que han caído los relojes y los calendarios. Y sin embargo aún envejecemos y morimos. Pero lo hacemos como si le ocurriera a otro. Quizá el paso de las horas tenga todavía algún significado en las cárceles. Tengo que preguntarlo.

diumenge, 17 de desembre del 2006

El macho se pierde

EL MACHO SE PIERDE

El macho se pierde Levante 17.12.2006 Leo en la sala de espera del urólogo una entrevista con un viticultor al que el reportero pregunta si practica el cultivo ecológico. «Sí», responde, «y respetamos la planta y su entorno. Trabajamos con inhibidores sexuales, para provocar la confusión sexual, a partir de pequeñas cápsulas que se colocan en los alambres que sueltan feromonas, que provocan confusión sexual en los insectos y, en lugar de fecundar a la hembra, el macho se pierde. De este modo hay poca cantidad en la puesta de huevos, por lo cual se respeta la especie. Nuestros abonos son orgánicos».

El periodista continúa la entrevista como si hubiera entendido la respuesta, y como si le pareciera normal lo que acaba de escuchar, pero el lector se dice quieto ahí, pero qué acaba de decir este hombre. ¿Se puede confundir sexualmente a los machos soltando cerca de ellos unos polvitos? ¿Puede perderse un macho por el simple hecho de oler una sustancia fabricada en el laboratorio? ¿Será eso lo que me ocurre a mí? ¿Toda esta confusión venérea, todo este desorden glandular, con sus consecuencias de orden sentimental, pueden estar causadas por unas cápsulas que alguien coloca, pongamos por caso, en el suelo del ascensor? Si se hace con las moscas, que son animales de Dios, que no se meten con nadie, ¿por qué no con usted o conmigo, que tenemos adversarios en la oficina, en el taller, en el periódico, en el restaurante y en la comunidad de vecinos?

Pasa uno al lado de una cepa y no tiene ni idea del drama que se está desarrollando alrededor de sus hojas. Mira qué uvas tan hermosas, nos decimos. Sí, pero a qué precio. Cuántos insectos se habrán vuelto locos al no saber qué hacer con su sexualidad. La vida de uno de estos animalillos es de unas 24 horas y no tiene otro objeto que el de fecundar a la hembra. Tanto es así que algunos carecen de estómago porque no les daría tiempo ni a hacer una digestión. Vienen al mundo comidos y bebidos. Si se les desvía de la función reproductora, su paso por el mundo se convierte en un absurdo atroz. «Nuestros abonos son orgánicos», asegura el viticultor sin aclarar a qué se refiere, aunque nos tememos lo peor. Que pase el siguiente, dice la enfermera y el siguiente soy yo. Ahora qué le digo al urólogo.

divendres, 15 de desembre del 2006

Cansancio, perplejidad, pereza

CANSANCIO, PERPLEJIDAD, PEREZA

Cansancio de escuchar a Fraga justificando el golpe militar de Pinochet. Perplejidad frente al hecho de que el decano de un partido político califique de pequeños excesos las torturas, los crímenes, las desapariciones de aquel régimen. En una tertulia de la radio dicen que Fraga está mayor, como si de joven hubiera sido más compasivo. Fue un cachorro de Franco (el siamés del militar chileno), cómplice de sus crímenes, de sus torturas, de sus decretos, de los juicios del Tribunal de Orden Público y toda esa basura. Se reinsertó sin arrepentirse y a la menor oportunidad le sale el costado golpista. Mientras escucho que quizá Pinochet cometió algunos excesos, veo caer a los muertos que arrojaba vivos desde los helicópteros de las fuerzas armadas. Me recuerdan a los difuntos que se arrojaban al vacío desde las Torres Gemelas. No sé cuántos años hace de la catástrofe y aún siguen cayendo dentro de mi cabeza. La humanidad no deja de caer. En los buenos tiempos de Fraga, los detenidos políticos se arrojaban por el hueco de las escaleras, para evitar los interrogatorios. Tampoco ellos han llegado al suelo de nuestro entendimiento. ¿Cómo se pueden justificar tales regímenes? ¿Por qué ni Rajoy ni Acebes ni Zaplana han desautorizado aún a su presidente? Mucho se teme uno que las democracias, como los períodos interglaciares, sean meros paréntesis en la historia del mundo.

Pereza de escuchar a los obispos mencionar las virtudes del finado. El celebrante no era un cura loco, un particular, una pieza excéntrica, no, era un obispo, o sea, un representante del Papa, un embajador del Vaticano. El golpe contaba, en fin, con el beneplácito de Dios. La Conferencia Episcopal chilena bendijo una vez más las torturas, los crímenes, la «suspensión temporal de los derechos constitucionales», que dijo el otro con toda la cara. La misma Iglesia que asegura que en España peligran las libertades sigue dando su aliento allí a los generales psicópatas. Cansancio, en fin, de repetir lo obvio, de contemplar cómo las cosas se repiten al modo de una mala digestión, a la manera de una pesadilla recurrente. Felices Navidades, o lo que sean.

Regalos

REGALOS

Un tipo cualquiera, comprando una merluza en el supermercado de unos grandes almacenes, ¿está ejecutando un acto cultural o económico, una actividad social o religiosa, un ejercicio político o publicitario? ¿Con qué lado de la endiablada naturaleza del hombre se actúa en la sección de pescados de una gran superficie en estas fechas tan señaladas? Para comprar una merluza no hace falta haber leído a Flaubert, pero ¿sabemos desde qué sector de sí mismo actuaba el escritor francés en el momento de escribir Madame Bovary? ¿Desde el cultural, el místico, el social, el económico, el militar, el publicitario, el burgués, el sentimental, el gastronómico? Estamos hechos de todas esas piezas y de muchas más, si consideramos que también los anuncios por palabras, las cartas al director y la sección de contactos sexuales son regiones del alma. ¿En qué porcentaje se moviliza cada una al salir de casa?

Ahí tenemos a un padre responsable reprochando a su hijo las notas del primer trimestre del curso escolar. El chico sólo ha aprobado la Historia y la Lengua, quizá el Latín. El padre, justamente agobiado por el futuro de su vástago (los hijos, cuando suspenden, se convierten en vástagos), le dice que con la Historia y la Lengua no se va a ninguna parte, que la Historia y la Lengua no tienen salidas. ¿Desde dónde efectúa tales afirmaciones, desde la Filosofía, desde la Biología, desde la Resistencia de Materiales (el hombre es ingeniero)? Supongamos que este sujeto que riñe a su hijo es el mismo que compraba una merluza en el primer párrafo. ¿Era más sincero cuando adquiría el pescado que ahora? ¿Es compatible la sinceridad con el acto de consumir, de educar, de montar en bicicleta? Sé que me despeño hacia el sinsentido, pero en diciembre todas las categorías tienden a confundirse. El tipo de la merluza y del hijo poco aficionado a las matemáticas está ahora comprando un libro de poesía en la librería de Alcampo, valga la paradoja. Lo hojea con la misma expresión con la que antes comprobaba las agallas del pez. Lo miro y me parece que todos los tipos somos el mismo tipo, especialmente durante estos días tan nostálgicos. Haga usted el favor de envolverme la merluza en celofán, que es para un regalo.

dimecres, 13 de desembre del 2006

A ver si hacen algo

A VER SI HACEN ALGO

Los anuncios de televisión aburren a la mitad del público y dejan indiferente a la otra media. Desde el punto de vista del espectador, la primera obligación de un anuncio es divertir, no informar. Ya sabemos que todos los perfumes huelen bien y que todos los automóviles excitan y que todo el mundo vuelve a casa por Navidad. Ahora queremos que nos lo cuenten como Dios manda. Ahí tienen a Bruce Lee relatándonos desde la tumba una historia líquida fantástica que ha revolucionado el panorama. Un día escuché decir a Carme Riera que Ana Ozores, el personaje de La Regenta, no quería que la hicieran el amor, sino que le contaran un cuento. Fue una revelación, una caída del caballo. El deseo sexual, como la metáfora, siempre habla de otra cosa.

El éxito de Youtube procede de haberse convertido en una especie de las mil y una noches posmoderna. En dos minutos, a veces en menos, te administran una historieta. La gente no quiere una pastilla de viagra, quiere que le administren un relato. Lo mejor del viagra, como del valium, es el prospecto. A un somnífero le quitas la literatura y se queda en nada. Al primero que se le ocurra hacer una edición de bolsillo del Vademécum empleado por los médicos para recetar, se forra. Yo tengo la edición grande, muy poco manejable, y me paso las tardes enteras en su interior, leyendo las propiedades de los medicamentos. Hay uno que produce saliva artificial. Con eso está dicho todo, pues demuestra que hay personas sin jugos como hay funcionarios sin sentimientos. Fue leerlo y comenzar a segregar saliva, sin necesidad de tomarme la pastilla. Es probable que a usted mismo, al leer, estas líneas, se le llene la boca.

Con la televisión pasa lo mismo: a veces divierte más la descripción de un programa que el programa. Yo empiezo los periódicos por las páginas de la tele. Pero acaba de salir un estudio según el cual los anuncios aburren porque todavía se empeñan en informar. Lo que nos sobra es información, amigos. Lo que necesitamos urgentemente es que nos cuenten un cuento, si puede ser de Navidad, por las fechas, mejor. El del anisakis está bien, pero dura poco y no asusta ni a los niños. A ver si hacen algo.

divendres, 8 de desembre del 2006

Las horas

LAS HORAS

Hay formas y formas de comprender el mundo. Siempre tenemos la impresión de que los otros se acercan mejor a él que uno. Leo con asombro que sube el precio de la trucha y baja el de las judías verdes. Jamás la trucha ha formado parte de mis preocupaciones existenciales. Sabía que estaba ahí, que era un animal de río, que le gustaban las aguas frías y cristalinas (me revienta escribir "cristalinas", pero los sinónimos no son mejores); sabía en fin que hay gente aficionada a pescarla, pero nunca imaginé que un pez tan escurridizo llegara a los titulares de los periódicos. Pues ahí está. Sube el precio de la trucha y baja el de las judías verdes.

Las judías verdes me resultan más familiares que la trucha, pero podría vivir también sin ellas. En mi infancia se tomaban rehogadas, como las acelgas, y eran capaces de contener y resumir toda la tristeza ambiental de aquellos años. Las verduras, aunque buenas para la salud, gozan de mala imagen. Ningún restaurante triunfaría anunciando un plato de judías verdes de 60 calorías, pongamos por caso. En cambio, ya ven la que ha organizado el Burger King con la hamburguesa de 900 calorías hecha a base de materia fecal. Es muy doloroso que tengamos que alimentarnos de truchas, y de judías verdes, y de hamburguesas. Hay en la necesidad de nutrirse, de comer, algo profundamente humillante, como en la obligación de ganarse la vida. Por eso el salario mínimo resulta tan triste y tan escaso y tan doliente. Sin duda, conocer la evolución de los precios es un modo de aproximarse a la realidad, de comprenderla. En noviembre subieron también los de las sardinas y los de las acelgas y los del conejo de granja y los de las cebollas. Podríamos decir que subió el precio de los bodegones, o de las naturalezas muertas, pues más que una noticia económica parece la descripción de un cuadro clásico. Bajaron los de la merluza. Y los de los mejillones. En cuanto a los alimentos envasados, se pusieron por las nubes el café soluble y la merluza congelada. A mí todo esto no me ayuda a comprender el mundo, ni a comprenderme a mí mismo. Pero mientras tomo nota voy matando el tiempo y van pasando las horas. Feliz regreso.

Una cuestión de tiempo

UNA CUESTIÓN DE TIEMPO

Han sido noticia de primera página las declaraciones del nuevo jefe del Pentágono según las cuales EE UU no está ganando la guerra de Iraq. La admisión de lo evidente constituyó una bomba informativa de tal calibre que el jerarca citado, Robert Gates, se vio inmediatamente compelido a matizar: “Tampoco la estamos perdiendo, pero lo que hacemos ahora no es satisfactorio”. No queremos ni pensar lo que habría ocurrido si en vez de la palabra guerra hubiera utilizado el término invasión. Pero todo esto no es tan nuevo como parece. El reconocimiento por parte de la Iglesia de que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol, y no al revés, produjo en su día una conmoción sin precedentes, ya que muchos particulares habían sido liquidados en la hoguera por afirmar lo contrario. La verdad es muy turbadora. Imagínense que Pinochet reconociera en una rueda de prensa multitudinaria que es, en efecto, un asesino múltiple. O que Acebes admitiera que entre el 11 y el 14 M mintió como un bellaco. O que Aznar confesara que se arrastró ante ETA.

-Ya lo sabíamos.

-Nosotros sí, pero ellos no.

No siempre hay que atribuir mala fe a las mentiras. A veces se dan porque sus usuarios no se enteran. Las declaraciones de Robert Gates constituyen un milagro, como cuando un ciego ve. Fidel Castro, por ejemplo, ignora que es mortal. El mundo entero sabe que se está muriendo a chorros, por todos los orificios de su cuerpo, pero él piensa que lo suyo es como un catarro. Seguramente está preparando un discurso de cinco días para cuando le den el alta. No es raro que el protagonista de una historia sea el único que no se entere de lo que le pasa. En mi oficina había un chico y una chica enamorados. Lo sabíamos todos menos ellos. Tanto es así que tuvimos que darles la noticia de que se casaban. Todo el mundo sabía que EE UU estaba perdiendo la guerra menos EE UU. Ahora ya hay al menos en aquel país un señor que se ha dado cuenta. A ver si poco a poco van cayendo el resto de las verdades relacionadas con Iraq. Todo es cuestión de tiempo.

dimecres, 6 de desembre del 2006

El inglés en mil palabras

EL INGLÉS EN MIL PALABRAS

Recibo cada día decenas de coreos electrónicos no deseados. Así se denominan. Yo preferiría llamarlos correos electrónicos indeseables, pero el porqué del nombre de las cosas constituye un misterio. Estos mensajes, en su mayoría tienen dos características: vienen en inglés y ofrecen pastillas. ¿Qué clase de inglés? Malo. ¿Qué clase de pastillas? Viagra, Valium, Propecia, Cialis, Soma y Ambien, por este orden. La Viagra y el Valium sabemos para qué sirven. La Propecia, como su nombre indica, es para que te salga el pelo. El Cialis, para tener erecciones como Dios manda. Del Soma no he logrado averiguar nada. En algunas culturas se llama así al elixir de la inmortalidad, de ahí que los dioses necesiten tomarlo todos los días con el desayuno, a veces también con la cena, depende de lo inmortal que quieras ser. El Soma es también un sindicato minero, pero no creo que guarde ninguna relación con el Soma del anuncio. En cuanto al Ambien, se trata de un somnífero. El prospecto te garantiza siete u ocho horas de sueño seguidas. Un chollo. Nadie duerme esas cantidades en la actualidad.

Por lo general, al lado del nombre de cada pastilla, viene un dibujo de la misma. La Viagra parece un platillo volante. El Valium es redondo. La Propecia es hexagonal. El Cialis tiene forma de mejillón y así sucesivamente. También sus colores son distintos. Lo cierto es que da gusto verlas. Tienen algo de pócima milagrosa. De hecho, prometen milagros. Pero lo más llamativo es que viendo esta publicidad da la impresión de que el ser humano, para ser feliz, sólo necesita una erección, una buena mata de pelo y una siesta de ocho horas seguidas. Hay otras cosas en la vida, de acuerdo, pero los vendedores de Internet dan por supuesto que no faltan. O que, si faltan, podemos suplir su carencia con lo que ellos nos ofrecen. A mí todo esto me deja un poco perplejo, como el método de El Inglés en mil palabras. O sea, la felicidad en seis pastillas. Tienes que usarlas con cierta orden, porque si tomas un Ambien para dormir, al mismo tiempo que un Cialis para la erección se te puede caer el pelo, lo que te obligaría a aumentar la dosis de Propecia. Todo esto en un inglés muy básico, ya digo. Personalmente, prefiero quedarme como estoy.

diumenge, 3 de desembre del 2006

Todo en la vida pasa por algo

TODO EN LA VIDA PASA POR ALGO

“Todo en la vida pasa por algo”, afirma un actor en una entrevista del periódico. Quiere decir que la realidad está al servicio de un sentido que se nos escapa. Esa mosca que acaba de detenerse en el cristal lo ha hecho por algo. Bush ha llegado a la presidencia de EE UU por algo. La materia orgánica se descompone por algo. La idea de que todo sucede por algo está muy extendida, casi como su contraria: la de que todo es absurdo. Esta última se escucha menos. No imagino a un cocinero asegurando que la vida carece de sentido tras dar la receta del pollo al chilindrón.

-El pollo al chilindrón es excelente, pero la vida es absurda.

La cuestión es ésta: ¿Se puede asegurar que la vida es absurda sin cierto desgarro? Quizá no. Este tipo de afirmaciones incluyen un reproche. ¿A quién? No tenemos ni idea. En cambio, la idea de que todo se encuentra al servicio del sentido proporciona al que la dice una imagen como de buena persona. Ahí está el prestigio atávico de la religión, de la magia, de la búsqueda de una explicación superior.

Si consumes toda clase de ideas, puedes pensar unas temporadas que todo tiene un sentido (oculto) y, otras, que todo es absurdo (manifiestamente). Muchas ideas de este tipo son productos de consumo estacionales. El invierno invita al recogimiento. Es una buena época para pensar que todo sucede por algo. Si tienes un conflicto en la oficina, es por algo que quizá no comprendas ahora, pero que manifestará su sentido más tarde (quizá después de la muerte). Hay gente que hasta cuando le toca la lotería, que es puro azar, piensa que se lo ha merecido de algún modo, como si hubiera elegido ese décimo y no otro en función de una lógica secreta.

Todo en la vida pasa por algo. Todo en la vida es puro azar. Los extremos se tocan. La prueba de que los extremos se tocan es que asegurar que todo pasa por algo y que todo es absurdo viene a ser lo mismo. Constituyen dos enunciados espectaculares. ¿Cómo escapar de esa simetría agobiante? No sé, quizá dejando caer que, aunque resultaría absurdo que todo estuviera al servicio de algo, podría ser así. De nada.

divendres, 1 de desembre del 2006

Fulgores

FULGORES

Instrucciones para tener una experiencia rara: cómprese (mejor a plazos) una cinta de correr y andar y hágale un hueco en el dormitorio. Las hay con diversas prestaciones, en función del precio, pero basta con que tenga dos o tres velocidades para aumentar el ritmo una vez que se le hayan calentado los músculos. Súbase a ella, póngala en marcha y comience a caminar. No le preocupe no ir a ningún sitio; es más, disfrute de la curiosa sensación de andar sin desplazarse. Acepte el absurdo como parte del juego y extráñese del curioso paisaje formado por la cama, el armario empotrado, el tocador, quizá el galán de noche con sus hombros desnudos y una corbata colgándole de cualquier parte, a la manera de una víscera.

Cuando lleve diez minutos andando, aumente un poco la velocidad de la cinta y cierre los ojos. Ahora, mientras camina a ciegas, sufrirá la experiencia más rara que quepa imaginar. Notará enseguida que, más que andar sobre una cinta móvil, se mueve en realidad por el interior de usted mismo. No verá nada, porque no hay nada más oscuro que un cuerpo ni más negro que la conciencia, pero enseguida comenzará a percibir sonidos familiares, quizá el ruido de un par de palas golpeando alternativamente a una pelota. Eso quiere decir que ha llegado usted a una playa, quizá la playa de su infancia. A medida que avance, los golpes sonarán más cerca de sus oídos. Quizá tenga suerte y se produzca dentro de usted un fulgor, una especie de fuego fatuo que le permita ver por unos instantes a los jugadores: tal vez su padre y su hermano mayor, tal vez usted mismo y un amigo. Quien habla de la playa, habla del patio del colegio. Las experiencias son de lo más variado, depende de la concentración que se ponga en el paseo y de la biografía del usuario de la cinta. Hay personas que cuando llegan a uno de estos lugares prefieren reducir (siempre sin abrir los ojos) la velocidad del aparato y caminar a ritmo de paseo. Hay, por el contrario, quienes echan a correr. Corriendo mucho, si la cinta es muy buena, puedes llegar al útero mismo de tu madre en una sola sesión. Se recomienda volver a la realidad poco a poco. Algunas cintas tienen marcha atrás.

Y eso fue todo

Y ESO FUE TODO

En la mesa de al lado, dos hombres hablaban de la vida. Uno de ellos decía que no estaba preparado para la edad que había alcanzado, 65 años. Hace 20 años, añadió, cuando firmé la hipoteca, di por supuesto que me moriría antes de cancelarla, que la heredarían mi mujer y mis hijos. Creo que para vivir tanto tiempo es preciso que sucedan muchas casualidades cada día. Vale que en cuarenta años de ir a trabajar por el mismo camino no te caiga una teja, o que no caiga cuando pases tú. Pero te puede atropellar un coche, darte un infarto, te pueden asesinar por error. Yo he viajado mucho en tren, en avión, en coche. Cada mes llevaba cuatro o cinco boletos de lotería para matarme. Después están las enfermedades. Pues nada, a lo largo de estos veinte años de hipoteca creo que he cogido dos catarros.

-Pero la gente vive mucho -le contestaba el otro.

-La gente sí, pero yo nunca me consideré gente. Me parecía milagroso haber nacido. ¿Tú te has parado a pensar en la cantidad de coincidencias que se tienen que dar para que uno no nazca?

-No estoy de acuerdo, la gente nace todos los días.

-La gente, la gente? Yo te estoy hablando de mí. Te aseguro que todo estaba en contra de que naciera. Pero nací, vale, no se puede hacer nada contra eso. Ahora bien, de nacer a vivir 65 años, que son los que he cumplido, habiendo cancelado dos hipotecas, hay una distancia. ¡Pero si hay gente que no sobrevive ni a la fecha de caducidad del yogur!

La conversación siguió un rato por estos derroteros absurdos, pero atractivos. El de los 65 años se acababa de jubilar, lo que le enfrentaba, según dijo, a una etapa de la vida que ni por lo más remoto había pensado vivir. No sabía qué hacer. El otro le sugirió que aprendiera inglés. Había un método de mil palabras. El 85% de la gente, añadió, sólo maneja mil palabras. El otro dijo que tal como se estaban poniendo las cosas sobreviviría a las mil palabras.

-Quizá me abra otra hipoteca, pero esta vez de cuarenta años, a ver qué pasa.

Pidieron otro café y eso fue todo.

dimecres, 29 de novembre del 2006

Alimentos básicos

ALIMENTOS BÁSICOS

Un amigo mío se pasa alimentando durante un año al cerdo que se come al año siguiente. Siempre que voy a verle está cuidando al cerdo. Cuando no lo asea, lo vacuna y, cuando no, le da de comer. Lo alimenta a base de productos naturales, para que dé buena carne, pero de vez en cuando no puede evitar la tentación de darle un puñado de pienso, para que engorde. Lo hace casi en contra de sus principios, pues los principios están para saltárselos; si no, no serían principios, serían finales. Es lo que dice él para justificar las raciones de pienso. Viven, el cerdo y él, muy cerca de Madrid, en una casa con una pequeña huerta y un corral donde también cría gallinas. Trabajaba de ejecutivo en una editorial hasta que se cansó de relacionarse con cosas y personas irreales. Nada más real que un cerdo, eso es verdad, sobre todo si lo comparamos con un escritor.

El cerdo produce jamones y el escritor, libros. Viendo la delicadeza con la que mi amigo prepara la comida del cerdo, comprendo el sabor de su jamón (pese a los piensos), de sus chorizos, de sus morcillas. No es por comparar una cosa con otra, pero cuando leo un libro me pregunto con frecuencia de qué rayos se ha alimentado su autor para que le haya salido tan bien o tan mal. Hay escritores que sólo se alimentan de piensos compuestos, es decir, de telediarios y series de televisión. Soy un consumidor de ambas cosas y sé de lo que hablo. Una dieta de telediarios y de series, por rigurosos que sean aquéllos e imaginativas éstas, puede ser desastrosa para la creación. Una cosa es meterse una serie de vez en cuando (y siempre con el sentimiento de culpa con el que mi amigo da pienso a su cerdo de vez en cuando) y otra muy distinta que constituyan la base de la alimentación intelectual.

El escritor tiene la obligación de alimentarse de Shakespeare, de Virgilio, de Cervantes, de Rojas, de Truman Capote, de Norman Mailer, por poner cuatro o cinco ejemplos, como el cerdo tiene la obligación de alimentarse de bellotas. Y no es que quiera comparar a los escritores con los cerdos ni a sus novelas con los jamones, pero algo de novela tiene un jamón y algo de jamón tiene una novela.

diumenge, 26 de novembre del 2006

Peste de burocracia

PESTE DE BUROCRACIA

Decía una historiadora en el periódico de ayer que en la actualidad hay las mismas cantidades de miedo que en la Edad Media. Jamás se me había ocurrido pensar en el miedo de esa forma, es decir, como algo exterior a mí mismo. Y mensurable. Siempre pensé en el miedo en términos de calidad y de propiedad privada. Mis miedos eran míos porque venían de mi tuétano, de mis entretelas, de mi pasado, pero, sobre todo, de mi futuro. Me consuela la idea de que haya en el universo una cantidad equis de miedo como hay una cantidad equis de recursos energéticos. Me gusta que el miedo sea un bien escaso, en fin, una energía no renovable. Si ahora hay tanto miedo como en la Edad Media, es porque lo hemos administrado bien, aunque quizá su distribución no haya sido muy justa.

Añade la historiadora (Joanna Bourke es su nombre) que entre 1870 y 1910 se tenía pánico al entierro prematuro, a que te enterraran vivo, por lo que se inventaron nuevos métodos para averiguar si se estaba muerto o no. Aunque nací muchos años más tarde de esas fechas, padecí ese miedo durante toda la infancia y a lo largo de la juventud. Todavía me quedan restos. Hay días en los que salgo de la cama sin saber a ciencia cierta si me he levantado vivo o muerto. Leí en la Espasa un procedimiento consistente en acercar la llama de una cerilla al dedo gordo del pie. Si el pie se hincha y estalla, estás vivo. No me he atrevido a aplicarlo, ni a mi dedo ni al de los seres queridos, de modo que sigo con la duda.

Lo que se desprende de todo esto es que el miedo, como la riqueza, está muy mal repartido. Esperanza Aguirre no llega a fin de mes y yo sí, pero yo llego asustado, mientras que a ella se la vez más contenta que unas pascuas. Personalmente, estoy dispuesto a cederle parte de mi salario si ella toma algo de mi miedo. Siempre he sido partidario de la igualdad. Si el miedo es un producto global, un fruto objetivo, debería repartirse entre ricos y pobres con criterios más justos. En tal caso, yo he recibido ya el miedo correspondiente a siete vidas, es decir, que me puedo prejubilar de la Edad Media, incluso de la Contemporánea. Pero no sé en qué ventanilla se hace. Peste de burocracia.

divendres, 24 de novembre del 2006

Mi escritor favorito

MI ESCRITOR FAVORITO

He seguido con curiosidad un concurso de la tele, llamado Supermodelo 2006, en el que varias chicas muy jóvenes se disputaban un trono fantástico cambiándose de ropa cada poco. El programa tenía algo de documental de la naturaleza, aunque faltaba la voz narradora que explicara los comportamientos de las personas que participaban en él. Admiro la vida de las modelos y la capacidad de dibujar sobre la pasarela todo un alfabeto misterioso. Muchas veces imagino que escriben con sus pies frases que no sabemos interpretar. Una vez fui a la Semana de la Moda, en París, y escribí un reportaje que figura entre mis preferidos. Aprendí mucho hablando con aquellas mujeres delgadas.

Quizá por eso, lo que más me sorprendió del concurso citado más arriba era la absoluta falta de cultura de sus participantes. Exhibían un vocabulario y unas construcciones sintácticas que desde mi punto de vista deberían estar reñidos con ese mundo de celofán y gasas. Daba la impresión de que los responsables del concurso habían elegido a las chicas más ignorantes y con peores maneras. Su nivel, se mirara por donde se mirara, resultaba deplorable. Por lo que a mí respecta, una modelo ignorante es como un tenista sin brazos. Quizá la fascinación del programa residía en que era un desfile permanente de tenistas sin brazos, de pianistas sin dedos, de filósofos sin cabeza. Visto así, el espectáculo tenía algo de barraca de feria. No concursaban personas, sino monstruos.

Ayer leí una entrevista con María José Gallego, la ganadora. En un momento dado, la Supermodelo 2006 aseguraba: «Ahora me falta algo de cultura, seguir las noticias, saber quién es mi escritor favorite.» Quiere decirse que ha empezado la casa por el tejado. En todo caso, se refería a la cultura como a una prótesis con la que dar el pego. Necesito saber quién es mi escritor favorito. La frase no tiene desperdicio. Quizás a estas alturas le hayan dicho ya quién es su escritor favorito y su metal pesado favorito y su cocinero favorito. En otras palabras, la cultura como barniz. Jamás creí que se pudiera desfilar sin saber quién era el escritor favorito de una, pero parece que sí.

Talio

TALIO

Talio El País 24.11.2006 Hoy vamos a hablar de un elemento químico de la tabla periódica. No pregunten qué es un elemento químico ni qué es la tabla periódica porque así no hay forma de avanzar. Basta con saber que se trata de un metal maleable y que se corta con un cuchillo porque posee la consistencia al dente del estaño. En cuanto a su punto de fusión, señalar que es más bajo de lo esperado (tampoco pregunten quién esperaba que fuera más alto), lo que significa que es líquido en un intervalo amplio. Su símbolo es Tl y, su número atómico, 81, seguido del plomo. Si se quedan con hambre, añadiremos que al contacto con el aire pierde el brillo metálico que le caracteriza y se empaña, adoptando un gris azulado semejante al plomo.

¿Es o no es un metal interesante? Supongamos que está usted leyendo la página de contactos del periódico, donde quizá busca a su media naranja, y que tropieza con un ser humano, hombre o mujer, que además de pertenecer a la tabla periódica, afirma de sí que es maleable, y que se corta con un cuchillo debido a que posee la consistencia dolorosa del estaño. Luego añade que su punto de fusión es más bajo de lo esperado, lo que significa que es líquido en un intervalo amplio, casi nada. Personalmente, ya me habría enamorado. ¿Cómo no hacerlo de una mujer que es líquida en un intervalo amplio? Pero no es todo: imagínese que la persona del anuncio asegura que su número atómico es 81 y que al contacto con el aire pierde el brillo que le caracteriza y se empaña, adoptando un gris azulado semejante al del plomo. Dios mío, ¿hay de verdad en el mundo una persona con todas esas cualidades morales?

Pues estamos hablando del talio, que en su versión criminal es un veneno inodoro, incoloro e insípido que ha estado a punto de acabar con un ex agente de la KGB que investigaba el asesinato de una periodista rusa. El mundo es muy difícil de entender, cada día más, pero a veces, en medio de la oscuridad, surge un relámpago de sentido. Así, te enteras de que un ex agente de la KGB ha sido envenenado con talio, te pica la curiosidad, vas a la enciclopedia y resulta que leyendo las virtudes morales del talio adivinas el perfil del hombre o la mujer a los que estás destinado. Qué raro es todo.

dimecres, 22 de novembre del 2006

Sangre y lapsus

SANGRE Y LAPSUS

Sangre y lapsus Levante 22.11.2006 En la antigüedad era muy frecuente sangrar por la nariz. Ya no, ignoramos por qué. Lo cierto es que la sangre venía siempre en tu ayuda: en medio de la clase de matemáticas, por ejemplo, cuando el profesor estaba a punto de sacarte a la pizarra. A veces, incluso, era el profesor el que sangraba. Evoquemos la escena: de repente alguien sacaba el pañuelo del bolsillo, se lo llevaba a la nariz y miraba hacia arriba, para contrarrestar los efectos de la fuerza de la gravedad. Qué tiempos. La nariz sangraba cuando ella quería. Según unos, se debía a un exceso de presión; según otros, a un exceso de glóbulos rojos. Todos, en fin, lo atribuían a un exceso, aunque lo más probable es que se debiera a una carencia.

El lapsus freudiano se parece a este tipo de hemorragias inesperadas. Está uno hablando tranquilamente y de súbito le sale algo que no quería. El problema del lapsus freudiano es que, en vez de ayudarte a escapar de una pregunta incómoda, provoca más. Tal le ocurrió el otro día a Tony Blair, que bajó la guardia en una entrevista y afirmó sin querer que la invasión de Irak había sido un desastre. Inmediatamente, intentó contener la hemorragia de verdad que se desprendía de sus palabras. Pero ya era tarde. Se le quedó al pobre toda la pechera manchada de una verdad que daba lástima ver. Con todo, lo sorprendente es que la noticia sea que Blair ha reconocido el error. La noticia es que, pese a las evidencias, Aznar y Bush continúen en sus trece.

Aunque para hemorragia, o lapsus, el del vídeo del PP sobre la inseguridad ciudadana actual. Al parecer, se les escaparon unas imágenes terribles del Gobierno de Aznar. Lo peor, cuando te sangra la nariz, es fingir que no te sangra, sobre todo si estás en un acto público. Mariano Rajoy hizo como que no se había dado cuenta y arruinó una conferencia sobre seguridad. Las narices y la conciencia son muy suyas, actúan cuando quieren. De ahí el dicho «no me sale de las narices». De ahí también la existencia del lapsus freudiano, tan rico en significados. Para las hemorragias, lo mejor es ponerse un poco de hielo en la nuca. Para los lapsus, permanecer en silencio.

divendres, 17 de novembre del 2006

Granjas de moscas

GRANJAS DE MOSCAS

La agricultura y la ganadería, ahora prácticamente desaparecidas de nuestro campo de visión, permitieron al hombre establecerse en un sitio y contemplar las puestas de sol desde su sillón preferido. Resultaba fantástico disponer de una vaca lechera en la habitación de al lado y de un campo de trigo a la puerta de casa. Desde esa perspectiva, el andar de un sitio a otro parecía un atraso. La granja es uno de los grandes inventos de la humanidad, pues pone al alcance de tu mano los huevos para el desayuno, las alubias para la comida, el tocino para la cena y el pollo asado (o casi) para los domingos y fiestas de guardar. Por si fuera poco, el granjero y su esposa eran gente sencilla, afable, capaz de darte de comer durante dos semanas a cambio de un poco de conversación. Resulta asombroso que no existiendo ya la granja propiamente dicha, continuemos disponiendo de todos los beneficios que nos proporcionaba.

Los nuevos granjeros son muy raros. Cultivan peces, por ejemplo. ¿Qué es eso?, preguntas al pasar por delante de un edificio grande, húmedo, un poco siniestro. Es una piscifactoría, te contestan. Mire usted, un rodaballo criado en esas condiciones tiene que ser un rodaballo triste. Quizá tenga las mismas proteínas, incluso el mismo sabor que un rodaballo alegre, pero da aprensión hincarle el diente, igual te transmite la tristeza. También hay piscifactorías abiertas en el mar, a modo de cárceles donde las merluzas encerradas ven pasar a las merluzas libres al otro lado de las rejas. Tampoco es muy alentador.

Pero la granja más extraña es la de las moscas. Parece mentira que pudiendo criar vacas o caballos, incluso ovejas, nos haya dado por las moscas. Cuando las moscas se hacen adultas, las sueltan dentro de los invernaderos, para que polinicen con sus patitas, yendo de acá para allá, los pimientos, los tomates y las fresas. Y cuesta un ojo de la cara cada mosca, no se crean, porque, si no, tendría que polinizar usted manualmente, lo que resulta agotador. Quiere decirse que el objetivo de las granjas de moscas es bueno, y necesario, pero no me negarán que resulta un poco raro. Granjas de moscas. Si hasta da grima oírlo.

Utilidades

UTILIDADES

Anda por ahí una Asociación Profesional de la Usabilidad cuyos promotores exigen el advenimiento de abrelatas sencillos, de teteras funcionales, de mandos a distancia comprensibles y así de forma sucesiva. Se les podría reprochar la invención del término usabilidad, de embarazoso uso, pero ellos mismos se han adelantado a las críticas explicando que lo han alumbrado adrede, para que el público comprenda lo molesto que es tener cosas con las que no sabes qué hacer (con "usabilidad" ocurrirá lo mismo que con la bicicleta estática: que acabará en el trastero). El argumento nos parece poco consistente, como si alguien fabricara una rueda cuadrada para hacernos comprender las virtudes de las redondas. Sabemos que lo que define a la rueda es rodar. Confiesen, en fin, que han puesto usabilidad porque se les ha escapado. No pasa nada.

Lo que le vemos a la Asociación Profesional de la Usabilidad, además de la torpeza lingüística, es poco horizonte, pues relega su ámbito de actuación al mundo de los objetos. Está bien exigir que los cuchillos corten, desde luego, y que los bolígrafos escriban y que las regaderas rieguen. Nada complace más al usuario de una escalera que ésta tenga escalones o, al de un tenedor, que disponga de púas. Es muy de agradecer que los preservativos preserven y que los paraguas puedan abrirse (y cerrarse, por cierto). Y no siempre es así, lo reconocemos, porque también los objetos tienen su carácter, su idiosincrasia, por decirlo con una palabra poco usada, y con frecuencia nos hacen la vida imposible o nos dejan sin dedos.

Pero quizá una asociación partidaria de la usabilidad debería preguntarse también por qué, llevando veinte siglos creando estupendos sistemas filosóficos, tenemos tantas dificultades a la hora de aplicarlos. ¿Por qué, disponiendo de más teorías económicas que de dinero, no hemos resuelto aún la lacra de la pobreza? ¿Por qué hay democracias que queman al cogerlas por el mango? ¿Por qué hay decálogos a los que les sobran diez puntos? Una idea inhábil puede hacer más daño que un sacacorchos mal concebido. Una paradoja sin instrucciones de uso puede hacer incomprensible la visita de Obiang. No todo es abrir latas. Buenos días.

dimecres, 15 de novembre del 2006

Plataforma 10 minutos

PLATAFORMA 10 MINUTOS

Miles de médicos de la Seguridad Social se han puesto en huelga exigiendo poder dedicar diez minutos a cada paciente. Como ahora les dedican cinco o seis, la huelga se ha notado poco. ¿Qué diferencia hay entre cinco y cero?

-Buenos días, doctor.

-Buenos días. Usted dirá.

-Llevo varios días con unas molestias en este lado, aquí, ¿qué hay aquí?, ¿el hígado?

-El hígado, sí.

-Pues va a ser el hígado. Me da como pinchazos.

-¿En algunos momentos determinados del día?

-No, va y viene sin pauta alguna.

-¿Bebe usted?

-Un vaso de vino en las comidas.

-¿Y hay algún antecedente de enfermedades hepáticas en la familia?

-Que yo sepa, no.

-Verá -añade el médico-, lo suyo sería que le hiciera una exploración manual, pero entre que escribo la ficha, se desnuda, le exploro y me contesta al cuestionario, nos vamos más allá de los cinco minutos que tiene asignados. De modo que lo mejor es que se vaya.

-Por lo menos, déme una pastilla.

-¿Qué clase de pastilla?

-Me gusta el Trankimazín.

-Pues tome dos, pero no se lo diga a nadie.

Si los médicos se ponen en huelga para pedir diez minutos, ¿qué hacían hasta ahora? Es como si los escritores reclamaran la capacidad para usar la sintaxis.

-¿Y cómo escribía hasta el momento?

-Pues del mismo modo que usted atendía a sus pacientes.

Leo que se ha creado una asociación de médicos llamada Plataforma 10 minutos, que parece el título de una novela de ciencia ficción. ¿Todo esto es la realidad? ¿Qué cuentan entonces las novelas?

diumenge, 12 de novembre del 2006

El agente de la KGB

EL AGENTE DE LA KGB

Recibo un correo electrónico de una mujer rusa llamada Ekaterina. Dice que es la segunda vez que se dirige a mí para enumerarme sus cualidades personales, que son las siguientes: es romántica y femenina, encantadora y dulce. Es fácil de llevar y tiene buen corazón. Se esfuerza siempre en ser natural y detesta la hipocresía y la mentira. Considera que la decencia es la más importante de las virtudes. Quiere a sus padres mucho y les está muy agradecida. A continuación me formula las siguientes preguntas: ¿Por qué estoy interesado en una mujer rusa? ¿Qué es lo más importante para mí en las relaciones? ¿Encaja ella en el perfil que busco? ¿Me gustaría que habláramos por teléfono? ¿He estado alguna vez en Rusia? ¿Tengo planeado visitar Rusia? ¿Estoy interesado en mantener relaciones serias con una mujer rusa?

El mensaje quiebra mi ritmo de trabajo. Supongo que lo habrán recibido 200.000 europeos y americanos, entre los que me cuento. Soy un pez dando vueltas alrededor de un anzuelo. Hay a mi alrededor otros 199.000 usuarios de Internet considerando la posibilidad de morder la carnaza. Pero no creo que haya entre ellos uno solo que valore las virtudes de Ekaterina. Eso suponiendo que Ekaterina no sea un espía de la KGB, una menor malvada, o un monje de clausura ruso que ha encontrado el modo de entrar en la red a través de una grieta abierta en la pared de su celda. ¿Por qué íbamos a estar interesados en una mujer rusa? ¿Y por qué no? En las páginas de contactos de los periódicos hay mujeres que dan una gran importancia a su origen. Chica de Cuenca, dicen, o de Segovia. Madurita de Cantabria.

Qué complicado es todo. No es la segunda vez que se dirige a mí. Ekaterina lleva un mes dándome la lata. Todos los días envío a la papelera de reciclaje un par de correos suyos. Pero qué pasaría si yo fuera un anciano solo, pobre, con su pensión de la Seguridad Social y un gato. ¿Creería que Ekaterina es Ekaterina? ¿Picaría el anzuelo? ¿Viajaría a Rusia para conocer a sus encantadores padres? ¿Entraría a mi edad en esa dimensión de la realidad de la cita a ciegas? Posiblemente sí. Las Ekaterinas del universo y los agentes de la KGB tienen un gran futuro.

dissabte, 11 de novembre del 2006

Todos tranquilos

TODOS TRANQUILOS

Quienes aseguran que es mejor el bipartidismo que el pentapartidismo tendrían que aceptar que, según está lógica reductora, la situación ideal es la del partido único. El pentapartidismo resulta incómodo en la medida en que es más complejo, pero también es más real. Las personas humanas, salvo excepciones como la de Aznar, somos poliédricas. Nos preocupa el calentamiento global, pero abandonamos las pilas usadas en cualquier sitio. No sé si lo de las pilas usadas tiene que ver con el cambio climático, pero esta ignorancia es una muestra más de nuestra diversidad psicológica. Tenemos partes sabias y partes necias; partes sensibles y partes insensibles; somos a la vez consecuentes e inconsecuentes, tanto en los niveles domésticos y personales como globales.

Fíjense en el caso de Sadam Hussein, un asesino múltiple recién condenado a la pena de muerte. Las palabras dicen que si se utilizara la misma vara de medir con todos los asesinos múltiples en activo, algunos políticos tendrían que pasar por la horca. Es tan evidente que no vamos a perder un minuto en demostrarlo. Pero, como aseguraba aquel personaje de Lewis Carroll, lo importante no es lo que digan las palabras, sino quién manda. Y quien manda es Bush. El hecho de que importe poco lo que digan las palabras es un problema descomunal que también el pentapartidismo alivia. Cuanto menos manda el que manda, más matices adquiere el vocabulario.

¿Que el pentapartidismo lleva a contradicciones difíciles de explicar? También es difícil de explicar la Teoría de la Relatividad y no por eso prescindimos de ella. No pasa nada por el hecho de que el que pierde las elecciones encuentre el modo de gobernar, mientras que el que las gana se vaya a la oposición. La vida está llena de situaciones semejantes. La lotería, según diversos estudios, tampoco hace felices a quienes toca. Los ciudadanos somos simultáneamente activos y pasivos, generosos y avaros, altos y bajos, gordos y delgados. Cuando toda esa complejidad queda reducida en la representación política a republicanos y demócratas, pasa lo que pasa (lo que está pasando queremos decir). O sea, que todos tranquilos.

divendres, 10 de novembre del 2006

Humillante

HUMILLANTE

Cualquier persona con dos dedos de frente sabe que las medidas de "seguridad" adoptadas a partir de esta semana en los aeropuertos son una locura. Nada es más inseguro ni humillante que cruzar un arco antimetales descalzo y sujetándote los pantalones ante la mirada irónica o suspicaz de un grupo de uniformados. La seguridad a ese precio es sólo precio. El problema es dónde protestar, porque, si lo hemos entendido bien, se trata de una "directiva europea", es decir, no sabemos quién es exactamente el paranoico al que se le ha ocurrido. El interruptor de la luz lo maneja un alemán y el tránsito aeroportuario un belga. Como ven, todo muy tranquilizador. Afirmar que se trata de una "directiva europea" es tanto como atribuir la decisión a Dios, lo que no está mal si pensamos que Dios siempre ha sido partidario, en todas las culturas, de fomentar el miedo, el susto, el castigo, el delirio de persecución.

Pese a la apariencia de laicidad en la que vivimos instalados, nunca hemos sido tan religiosos. Ahora nuestro Dios es Alá, puesto que a él se atribuye en última instancia esta normativa que ha caído del cielo como la gota fría. No lo he descubierto yo, sino un funcionario de la T-4 madrileña con el que me animé a compartir mi perplejidad. Me pidió que no le echara la culpa al PSOE ni al PP ni a CiU, ni siquiera al tripartito. Me dijo literalmente que la culpa era de Alá. De modo que no queríamos Dios y tenemos dos tazas. Si de verdad fuéramos laicos y demócratas, ningún Estado se atrevería a humillarnos con estas prácticas religiosas.

De momento tenemos que atravesar el arco medio desnudos, con la tarjeta de embarque en la boca y haciendo equilibrios con las bandejas en las que hemos agrupado obsesivamente los objetos por densidades. Lo de los 100 mililitros, créanme, carece de importancia. El problema será cuando no nos dejen pasar con toda la masa encefálica. O con cantidades de pensamiento superiores a las permitidas por la directiva europea o por Alá. Aunque quizá esas restricciones hayan entrado ya en vigor sin que seamos conscientes de ello. Ninguna sociedad con un pensamiento entero se habría tragado esta imposición. El fundamentalismo religioso ha ganado la guerra.

dimecres, 8 de novembre del 2006

Viva el malestar

VIVA EL MALESTAR

Francamente, yo empecé a leer como el que comienza a medicarse, porque me encontraba mal. Por eso apoyo la iniciativa extremeña de tratar los libros como medicamentos. Un título adecuado a la situación y a la persona relaja más que un Valium. Y si hay títulos que relajan, hay otros que colocan (estoy pensando en los de Castaneda). A medida que cierran las librerías tradicionales, los libros pueden pasar a las farmacias. Podrían pasar también a los estancos, ya que uno empieza a fumar por las mismas razones por las que empieza a leer: porque quiere ser un hombre, porque quiere impresionar a las chicas, porque le parece interesante jugar con un cigarrillo entre los dedos, o sea, porque se encuentra mal en la situación presente. El malestar es el motor del progreso. Si nos hubiéramos encontrado bien en las cavernas, no habría aparecido la arquitectura. Y si no hubiéramos tenido frío, tampoco hubiéramos descubierto el modo de hacer fuego. La gente que se encuentra bien ni fuma ni lee ni construye edificios, se limita a estar bien.

Entre estar bien y creer que se está bien hay una diferencia. Nosotros, en las sociedades de occidente, creemos que estamos bien, pero estamos fatal. Estamos locos. No hay más que ver el precio de una vivienda de 40 metros cuadrados para darse cuenta. El mismo hecho de llamar vivienda a un espacio de ese tamaño ya indica un desvarío. Leemos poco porque creemos que estamos bien. Pero la primera condición para estar bien es no tener una hipoteca a 30 años. Ni soñar con un Opel Corsa. Ni pretender comprarse un apartamento en Marina d’Or, ciudad de vacaciones. Si fuéramos conscientes de hasta qué punto estamos mal, pero mal mal de verdad, iríamos corriendo a la farmacia a por algún remedio. Y si el farmacéutico fuera sensato (o extremeño), en vez de darnos unas pastillas, nos daría un libro. Se empieza a leer a partir de un desacuerdo con el mundo (o con la hipoteca). Cuantas más contraindicaciones tenga un libro, mejor (en eso se diferencian de los medicamentos). Aplaudimos, en fin, una vez más la iniciativa de la consejería de Cultura extremeña, incluso aunque no receten nuestros libros.

diumenge, 5 de novembre del 2006

Preferencias

PREFERENCIAS

Conocí a un gran poeta del que se decía que era frígido y que fingía el éxtasis que le producían sus versos. Pero lo fingía tan bien que todos le creíamos. Recuerdo haber leído sus poemas en estado de trance. Fue el poeta favorito de nuestra juventud. Con frecuencia, nos reuníamos en la casa de algún compañero de la facultad o alrededor de la mesa de un bar para leer sus textos en voz alta y comentarlos luego con la religiosidad de un grupo de devotos. Cuesta creer que los escribiera con la frialdad con la que un aparejador dibuja un plano o una calculadora lleva a cabo una ecuación, pero él mismo lo confesó en un diario póstumo que sorprendió a propios y a extraños. Lo más curioso es que incluso después de conocer esa declaración, sus versos continúan haciéndonos temblar de emoción (no digo de quién se trata porque no quiero compartirlo con nadie).

Me he acordado de él tras leer una entrevista con Sylvia Cristel, la actriz que representó a Emmanuelle, el mito erótico de los 70, en la que la actriz francesa confiesa que era frígida. Dios mío, Sylvia Cristel frígida. Como ustedes saben, fue amante de políticos y artistas porque era una llama en la que todos querían abrasarse. Pero era una llama fría. Cristel asegura no haber entendido jamás la atracción que provocaba su cuerpo, que a ella le producía extrañeza. Se dejaba hacer por los hombres con un distanciamiento no exento de curiosidad. ¿Por qué querrán tocarme?, se preguntaba. Al parecer confiesa todo esto en unas memorias frígidas que acaban de aparecer en Francia y cuya traducción esperamos con ansia en España. ¿Cómo podemos equivocarnos tanto?

Casi al mismo tiempo que me entero de lo de Sylvia Cristel, leo que Andersen odiaba a los niños, o sea, que también era, en algún sentido, frígido. Me pregunto si hay jueces frígidos, magistrados que fingen amar a la Justicia, por la que en realidad no sienten nada. Me pregunto si hay profesores de literatura frígidos, maestros que gimen de placer al hablar de Flaubert, al que quizá detestan. No me pregunto si hay obispos frígidos (que no creen en Dios), porque eso salta a la vista. Así las cosas, quizá uno mismo hubiera preferido ser frígido, pero eso no se elige.

dissabte, 4 de novembre del 2006

Negociaciones

NEGOCIACIONES

En su reaparición para desmentir los rumores de su fallecimiento, Fidel Castro ha recordado al público que ya advirtió que su recuperación sería larga y que no estaría exenta de riesgos: lo mismo, curiosamente, que venimos diciendo nosotros del llamado proceso de paz o de las negociaciones con ETA, como ustedes prefieran. Pero hay más paralelismos, pues tanto la enfermedad de Castro como las conversaciones con la banda armada son secretos de Estado en los que la discreción, se dice, es la virtud fundamental. De este modo, el dictador cubano ha convertido a su enfermedad en una forma de terrorismo, de terrorismo de azar, si ustedes quieren, pero de terrorismo al fin. El cáncer de colon (o de estómago, ahora no caemos) se ha aliado con el imperialismo para acabar con los logros de la revolución. El enemigo no descansa y además se encuentra en todas partes. Qué vida.

Castro ha intentado vencer a la enfermedad a base de cirugía. Ha bajado a su estómago con el bisturí en la mano como el que baja de la sierra con el fusil al hombro y ha cortado por aquí o por allá. Pero lo cierto es que tiene peor cara ahora que hace un mes. Quizá ha llegado el momento de negociar con la enfermedad contrarrevolucionaria que le aqueja. Castro no ha negociado jamás con nadie. Ha encarcelado a sus enemigos, los ha fusilado, los ha arrojado al mar… Esto de la negociación tiene que ser muy duro (y muy nuevo) para él. Además, el cáncer de colon (o de estómago) no habla: se expande. Ha de ser muy difícil, para alguien acostumbrado a que sus deseos sean órdenes, soportar la situación sin darse un tiro.

Nosotros, en cambio, nos pasamos la vida negociando: con Batasuna, con la hipoteca, con la vida. Hay en España miles de viviendas ilegales que son un auténtico cáncer para el paisaje. ¿Qué hacer? ¿Demolerlas o llegar a un acuerdo? El fiscal coordinador de Urbanismo y Medio Ambiente dice que hay que meter el bisturí, pero nosotros no nos lo creemos. Negociarán una vez más con ellas, porque la realidad no admite otra forma de trato. Fíjense en Castro, el pobre.

divendres, 3 de novembre del 2006

Misterio

MISTERIO

Me echaron del último bar a las seis de la mañana, pero no me veía con ánimos de conducir. Encendí un cigarrillo como el que se toma un consomé, para templar el cuerpo, y anduve un rato a la deriva. No había taxis o yo no era capaz de verlos. En esto, pasé por delante de una iglesia cuya puerta empujé y cedió. Tenía una nave central y dos laterales. En las laterales había pequeñas capillas consagradas a santos o vírgenes de escayola que me intimidaron ligeramente. Encendí una vela a san Aurelio porque mi padre se llamaba así, y otra a la Virgen de los Remedios, por mamá. Estaba arrepentido de mi vida, como siempre a esas horas, y lloré un poco delante de san Cipriano. Unas lágrimas burocráticas, de trámite.

En esto, vi un confesionario con una puerta central y dos ventanillas laterales. Tenía sobre el asiento un cojín rojo muy blando, como de plumas. Parecía un hogar, de modo que entré, me senté, apoyé la cabeza en una de las paredes y me quedé dormido. Pasó un tiempo indeterminado antes de que me despertara la voz de una mujer que me hablaba desde la ventanilla derecha. Decía que había deseado mil veces la muerte de su marido, pero que ahora que había muerto se sentía sola y estúpida, además de culpable. Veía mucho la televisión, a veces programas sucios, indecentes, incluso había llegado a asomarse a una película pornográfica. Quería consejo y perdón. Le dije que los maridos se mueren con independencia o no de que se desee su muerte. Se mueren más maridos que esposas, añadí absurdamente antes de darle la absolución.

Tras esta rara experiencia, abandoné el confesionario y salí a la calle. Había amanecido; el tráfico comenzaba a desperezarse. Miré el reloj y calculé que no me daría tiempo a pasar por casa antes de ir al trabajo. Algunos días iba directamente del bar a la oficina, así era mi vida. Comprendí que algo se había roto aquella madrugada, pero no sabía qué. De hecho, hice lo de todos los días y por la noche volví a incurrir en los bares. Al amanecer regresé a la iglesia y ocupé el confesionario. Al poco, se asomó por la ventanilla de la derecha la mujer del día anterior y comenzó a hablar. Entonces me pareció que lo que se había roto comenzaba a arreglarse de forma misteriosa.

dijous, 2 de novembre del 2006

Turismo de grandes almacenes

TURISMO DE GRANDES ALMACENES

Me metí en unos grandes almacenes huyendo de la lluvia y me parecieron muy curiosos. Había de todo lo que necesitaba y de lo que no necesitaba. Como lo que más gusta es lo que no necesito, acudí a la sección de relojería para echar un vistazo. Vi un cartel en el que habían escrito: «Por la compra de un reloj de 600 euros le regalamos un seguro antiatraco de 6 meses». Pregunté a una señorita qué significaba aquello y me dijo que si me robaban el reloj a punta de pistola o de cuchillo me daban uno nuevo.

-¿Pero tantas posibilidades hay de que me atraquen? -pregunté.

-A mi hija le robaron ayer a la luz del día el móvil, así que usted verá.

Me quedé pensativo, francamente. Comprarte un reloj con la idea de que te van atracar da mal rollo. Generalmente no pienso que me va a suceder nada malo. Y no me sucede. Jamás me han asaltado. Seguro que si me compraba el reloj comenzaba a sucederme toda clase de catástrofes. Se lo dije a la señorita:

-Me compraría el reloj, pero tengo miedo de que me suceda algo malo.

-Nosotros se lo aseguramos por seis meses, pero le tienen que atracar, claro.

-¿Y si muero en el atraco le darían un reloj nuevo a mis herederos?

-Cabe suponer que sí, aunque tendría que consultarlo. Finalmente decidí no comprármelo.

Después de todo me encontraba allí para refugiarme de la lluvia. Continué dando vueltas por la sección y tropecé con una zona de relojes de pared. Pregunté a una señorita si también esos relojes incluían un seguro antiatraco. Me dijo que sí, pero a condición de que lo llevara en la muñeca. Lo dijo de broma, creo, porque me pareció que se aguantaba la risa. Vi otro cartel que decía: «Hermetizamos relojes». Me pareció muy fuerte lo de hermetizar relojes, de modo que salí corriendo de la sección. Me asomé a la calle, pero no había dejado de llover. Compré un paraguas sin seguro antiatracos (y sin hermetizar) y abandoné el establecimiento. Llegué a casa sin que me asaltaran.

Qué vida.

diumenge, 29 d’octubre del 2006

Desnudos

DESNUDOS

Unos vecinos del barrio de Hortaleza de Madrid han posado desnudos para un calendario. Es su modo de quejarse de la política municipal de Gallardón. Pero no es el primer calendario protesta. En los últimos años, numerosos colectivos incómodos con la vida o consigo mismos han intentado aliviar su pena de este modo. Da la impresión de que al quitarnos la ropa nos desprendiéramos con ella de conflictos que están en la cabeza. Tampoco es raro si consideramos que al ponérnosla nos llenamos de obligaciones. Imagínense a un general desnudo saliendo de la cama. Seguramente es un tipo amable, barrigón, indolente? Pero se coloca el uniforme y las medallas y un no sé qué le empuja a dar órdenes. Y quien dice un general dice un subsecretario, un director general, un jefe de negociado, un arquitecto. Si la corbata tiene tanto valor simbólico es por la asociación que hacemos entre ella y la oficina.

¿Deja un general de ser general al arrancarse el uniforme? Quizá no, pero no se le nota. Si me cruzo en la calle con un anciano desnudo, me llamará la atención, pero no me impresionará. Si me cruzo, en cambio, con un anciano lleno de medallas, cambio de acera. Y si es un director de personal, cambio de acera y de calle. Tengo más miedo a los directores de personal que a los coroneles (y ya es decir). Total, que la ropa nos constituye y nos desconstituye. Tradicionalmente, los calendarios de desnudos adornaban los talleres mecánicos y las cabinas de los camiones. La clase media los miraba de frente con indulgencia y de reojo con apetito sexual. La clase media es muy rara. Se va adaptando a todo. Ha adoptado el piercing, el tatuaje y la separación matrimonial sin traumas. Ahora está decidida a asaltar los calendarios.

Sea bienvenida a este espacio. Pero para fotografiarse desnudo no es preciso abrazar ninguna causa ecológica, política o religiosa. Uno se puede desnudar porque sí, porque le apetece verse y que le vean. Y es que uno necesita que le quieran o que le escuchen sin necesidad de ir disfrazado de administrativo, de general o de ama de casa. Ánimo, el siguiente paso es Penthouse.

divendres, 27 d’octubre del 2006

Subcolumna

SUBCOLUMNA

Estoy leyendo un libro sobre insectos en el que aparece una mosca llamada "suboscura". Suboscura, fíjense, nada de melanogáster ni de drosóphila ni de tsé tsé, no: suboscura. Me estremezco al imaginar una mosca suboscura. El prefijo sub proporciona a las palabras una suerte de prestigio inverso, un toque demoniaco, un semblante aciago. Ahí están suburbano, subteniente, subsuelo, subdirector, subsecretario, subjúdice, subafluente, subalimentación, subalterno, subarrendar, subcontrata, suburbio, subconsciente... ¡Dios mío, subconsciente! Se me ocurre de súbito que el hábitat natural de la mosca suboscura sea el subconsciente, tan rico en materiales en descomposición. Las larvas (¿o debería decir las sublarvas?) de las moscas suboscuras tienen garantizado el alimento, al menos el alimento onírico.

Una vez, hace años, estábamos en la oficina después de comer y mi jefe se quedó dormido con la boca abierta. Estaba dudando si despertarle o no cuando vi aparecer entre sus labios una mosca. La imagen me persiguió durante meses, creo que por su aspereza biológica. Al llegar a casa me duché y me afeité, confiando en que la limpieza exterior me quitaría la pesadumbre interna. Pero no sirvió de nada. Me fui a la cama sin cenar, con mal sabor de boca, como si la mosca de mi jefe se hubiera paseado por mi boca en vez de por la suya. Pasé la noche inquieto y tuve pesadillas orgánicas que olvidé al despertar. Si hubiera sabido que se trataba de una mosca suboscura, habría considerado un privilegio asistir a su aparición. Nos perdemos las mejores cosas de la vida por ignorancia.

Lo que me pregunto es cómo logró aquel insecto escapar del subconsciente de mi jefe, tan hermético. Quizá por el ojo de la cerradura. El caso es que esta mañana, al levantarme, he visto una mosca, o quizá una submosca, al lado del zapato. Estaba muerta, boca arriba, es invierno. Le he dicho a mi mujer que no sé de dónde ha podido salir, pero sí lo sé. Ha salido de mi subconsciente por el ojo de la cerradura y ha trepado por las vías respiratorias hasta la boca, o hasta la nariz. Se trata, pues, de una suboscura, mi suboscura. He guardado el cadáver en el estuche de la pluma estilográfica.

¡Viva el sentido!

¡VIVA EL SENTIDO!

No siempre se me ocurren cosas inútiles. A veces, en medio de la noche, me atacan ideas industriales, proyectos que, de llevarse a la práctica, producirían pingües beneficios (¿acaso hay un beneficio que no sea pingüe?) al empresario que se atreviera a llevarlos adelante. La Brigada del Sentido, por ejemplo. Estaría compuesta por un grupo de personas especializado, como su nombre indica, en producir sentido. Imaginemos que se encuentra usted un sábado por la tarde en casa, hundido en la miseria porque ha comprendido al fin que su vida es absurda. No tendría más que llamarnos para resolver el problema. ¿Cómo? Ése es nuestro secreto, aunque podemos adelantarles que la base del sentido es la misma que la del sinsentido.

La Brigada del Sentido podría actuar también a requerimiento de instancias gubernamentales. Imaginemos que una realidad nacional descubre de repente que su existencia carece de dirección, de norte. No es que esté mal económicamente, o que le llueva demasiado (o demasiado poco), sino que es incapaz de comprender a dónde se dirige todo ese esfuerzo de crear banderas y ejércitos e himnos patrios. Lo más probable es que no haya ningún país con la capacidad de reflexión suficiente para advertir el terrible vacío que se oculta tras sus símbolos, pero, si lo hubiera, ahí estaríamos nosotros para rellenar la oquedad, de modo que sus ciudadanos se sintieran orgullosos de ser suecos o marroquíes o daneses; de ser noruegos, belgas, alemanes; incluso de ser españoles, andaluces, catalanes o vascos.

La Brigada del Sentido también actuaría en el ámbito de las grandes corporaciones multinacionales. Si fuera IBM, por poner un ejemplo, la que cayera en el estado de postración característico de quienes no saben para qué hacen las cosas, nosotros se lo recordaríamos. Y quien dice IBM dice Coca Cola, Adidas, Rolex, Renault, Disney, Telefónica, incluso Repsol YPF, que lleva el desatino en sus entrañas. ¿Que ya existe el teléfono de la esperanza? Hombre, sí, pero no comparen. Nosotros seríamos capaces de generar esperanza en cantidades industriales, en serie. ¿Que la idea es absurda? Desde luego, tan absurda como el sentido, de ahí sus posibilidades.

dimecres, 25 d’octubre del 2006

Agua mineral

AGUA MINERAL

Hay tantos pozos ilegales como estrellas en el firmamento. Es muy fácil hacerlos y conservarlos de forma clandestina. Los poseedores de estos pozos son modernos dráculas que hincan el colmillo en el sistema sanguíneo de la Tierra y nos chupan la sangre a usted y a mí, a todos. Mientras dormimos la siesta, el nuevo Drácula sale de puntillas al patio de atrás, pone en marcha el motor de su pozo ilegal y obtiene en un instante cuatro o cinco litros del preciado líquido. Ese malestar que sentimos al despertar, esas dificultades para ponernos en marcha de nuevo, se deben a que mientras dormíamos nos han vaciado las arterias.

El agua subterránea es el subconsciente colectivo. No pertenece a nadie y pertenece a todos. En el interior de esos yacimientos ocultos se encuentran todos los sueños y pesadillas de la humanidad. Si analizáramos una gota de esas aguas profundas con la minuciosidad con la que analizamos una gota de sangre, descubriríamos que estamos a punto de entrar en la Edad Media. Nos impresiona mucho el tipo que entierra sus cadáveres en el jardín. ¿Qué pasa con el que desentierra un líquido que no es de él? Ayer me decía un taxista que el agua es el petróleo del futuro. Quiere decirse que estamos condenados a matarnos por ella, a invadir países por ella, a renegar de nuestro padre por ella. Creíamos que nada podría sustituir al petróleo como representación del subconsciente (es oscuro y viene de dentro), pero resulta que también el agua cristalina puede realizar esa función. De momento la utilizamos para regar campos de golf, pero pronto servirá para regar nuestras pasiones.

Y mientras unos hacen agujeros en la Tierra, Bush los hace en el cielo. Acaba de declarar que el espacio cósmico es suyo, o algo parecido. Bush tiene el inconsciente fuera, en vez de dentro, que es lo normal. Se trata de una rareza clínica poco estudiada, aunque ya vemos que provoca trastornos de carácter gravísimos. Total, que entre los que nos chupan la sangre y los que nos chupan la atmósfera, estamos hechos polvo. Vamos a ver qué pasa. Póngame una garrafa de cinco litros de agua mineral y una botella de oxígeno. Gracias.

diumenge, 22 d’octubre del 2006

Perversiones públicas

PERVERSIONES PÚBLICAS

No hemos reflexionado suficientemente acerca de la crueldad que supone sortear pisos. Me refiero a esa práctica con que los ayuntamientos y comunidades entregan viviendas a la gente más necesitada. Dado que no hay casas para todos, asignan las que son capaces de construir (pocas) por medio de una tómbola que provoca más infartos que el colesterol. El acto suele ser público y se hace en domingo, para dar al juego un carácter medieval. Entre los asistentes hay parejas de novios, familias, ancianos y gente soltera. Muchas de estas personas no han jugado jamás al bingo ni a la lotería ni han apostado en las carreras de caballos. Quiere decirse que es gente sana a la que las circunstancias han llevado a esta perversión. Ahí están, mirando con ansiedad su papeleta y rezando a Dios para que el piso les toque a ellos y no a los otros. Se trata de un juego en el que para que uno gane es preciso que los otros pierdan, es decir, un juego inhumano, feroz, que saca a flote lo peor de cada uno. Pero los ayuntamientos y comunidades lo venden como una función humanitaria, filantrópica, benefactora. A mí me parece lo mismo que si en un país con hambre se sortearan bocadillos de jamón. Quizá se sorteen. No hay crueldad ajena al ser humano.

Al paso que vamos, pronto aparecerán nuevas formas de lotería que aplaudiremos incompresiblemente en la plaza pública. Se me ocurre, dada la cantidad de mileuristas que forman el mercado laboral, que entre todos ellos se sortee una vez al mes un salario justo. Lo efectuaríamos en domingo, por supuesto, para no perder horas de trabajo. Y habría que solicitar una papeleta en la ventanilla de personal de las empresas. Mejor aún: habría que adquirirla a un precio módico, pues las cosas que se regalan carecen de valor. Llegado el día de la tómbola, los mileuristas saldrían al patio de su empresa con su billete en la mano y el empresario, disfrazado de capitalista (sombrero de copa, puro, anillo de oro, etc.) daría tres o cuatro vueltas al bombo. Ha sido agraciado con un salario justo para el resto de su vida Fulano de Tal. Aplausos, parabienes y hasta el próximo sorteo. No pasan más cosas porque Dios no quiere.

divendres, 20 d’octubre del 2006

Hambre

HAMBRE

A veces imagino un pulmón que fuera la suma de todos los pulmones, un corazón que fuera la suma de todos los corazones, un hígado que fuera la suma de todos los hígados, un hombre que fuera la suma de todos los hombres y una mujer que fuera la suma de todas las mujeres. Sólo habría en el mundo un hombre y una mujer, pero tendrían un tamaño enorme. Y habría un solo perro, pero un perro gigantesco también, pues provendría de la adición de todos los perros. Y un solo gato, desde luego, y un solo gorrión, pero estamos hablando de un gorrión con un tamaño colosal, imagínenselo. En buena lógica, habría también una sola bacteria, un único virus, una sola rosa, sólo un clavel, una espina nada más, una lágrima...

Ahora mismo, al tiempo que usted respira, están respirando miles de millones de seres humanos en todo el mundo. Muchos toman y arrojan el aire en el mismo momento en el que lo toma y lo arroja usted. Los pulmones de unos y de otros son básicamente idénticos, quizá, en alguna medida difícil de entender, aunque fácil de intuir, sean el mismo. La idea de que todos respiramos con el mismo pulmón es a la vez estimulante e inquietante, como la de que hubiera un solo estómago para el conjunto de la humanidad. ¿Cómo nos las arreglaríamos en este caso? No es tan difícil de imaginar. Las abejas, sin ir más lejos, disponen de un estómago social, además del propio, en el que guardan la miel comunitaria. Supongamos que tuviéramos que compartir el intestino grueso, el bazo, el páncreas, los riñones, el útero, los ojos, la lengua...

Supongamos que tuviéramos que compartir la Tierra, que tuviéramos que compartir la atmósfera. Imaginemos que hubiera una sola biosfera para todos. De hecho, hay una sola Tierra, una sola atmósfera, una sola biosfera, lo que es tan espectacular como disponer de un solo estómago, de un solo corazón, de una sola lengua, de un ojo único, un abdomen indiferenciado. Parece terrorífico, sí, pero resulta fantástico también que todos los cuerpos sean el mismo cuerpo, que todos los seres humanos seamos el mismo ser humano. Ahora tendríamos que deducir que el hambre de aquéllos es la nuestra, pero la imaginación no nos da para tanto.

Revalorizaciones

REVALORIZACIONES

Qué fea es la expresión «pelotazo inmobiliario», pero qué placer proporciona a sus beneficiarios. El pelotazo inmobiliario consiste en comprar por diez y vender por mil con una diferencia de dos o tres semanas. Lo que sucede entre el día de la compra y el de la venta es que el terreno se ha recalificado. Quiere decirse que alguien lo toca con una varita mágica al tiempo que dice: «Desde ahora serás urbanizable.» Y todavía hay gente que no cree en la magia. Como ya hemos entrado en campaña, los periódicos publican un día sí y otro también milagros de este tipo. Hay individuos que ganan tres o cuatro millones de euros en lo que usted tarda en llegar a la oficina.

No es justo, pero es normal. Unos parientes de Esperanza Aguirre beneficiados por una de estas operaciones milagrosas han dicho que lo suyo es normal, que entra en la lógica del mercado que los terrenos se revaloricen. Piensa uno que si lo suyo es normal, lo de de usted y lo mío es anormal, pues para ganar, trabajando honradamente, los que esos señores ganan en dos días tendríamos que reencarnarnos siete veces siete.

Lo grave es que los parientes de Esperanza Aguirre llevan razón. Los pelotazos son normales y eso es lo que los hace terribles. Si estuvieran perseguidos, como el terrorismo, su existencia sería más llevadera. Lejos de eso, se alientan, se promueven, se aplauden.

-Oiga, que lo mío es normal, entra dentro del mercado.

-Pero usted le compró el terreno por dos duros a un campesino.

-Pues eso es lo que le estoy diciendo, eso es el mercado. Para eso hay campesinos, por favor, para eso hay clases sociales y alcaldes corruptos.

Los sucesos más escalofriantes del mundo son normales, y no me refiero sólo a los asesinos en serie, que dan de comer a las palomas, sino a los secuestros patrocinados por Bush, a las hipotecas de cuarenta años (incluso a las de treinta), al número de muertos en la carretera. Personalmente entiendo la existencia de los asesinos en serie, lo incomprensible es que no fueran perseguidos. Y eso es lo que duele del pelotazo inmobiliario: su impunidad. O sea, que a ver si nos ponemos las pilas.

dimecres, 18 d’octubre del 2006

A trabajar

A TRABAJAR

A propósito del Nobel de Literatura, Orhan Pamuk, habrán observado ustedes que los medios no dejan de destacar su condición de turco. Todos los titulares referidos a él comienzan diciendo: «El escritor turco» No sé si cuando lo gana un norteamericano o un portugués se insiste tanto en su origen, creo que no, de otro modo no me habría llamado la atención. Quiero decir que después de leer la noticia en distintos periódicos y escucharla en distintas emisoras de radio y televisión, me fui a la cama con la impresión de que le habían dado el premio por turco más que por escritor. Si alguien no lo remedia, acabaremos pensando que el verdadero mérito de este hombre es ser de allí. Y no digo que no sea de allí, pero lo importante es su condición de escritor. A ver si nos aclaramos. Además, el primer deber de un escritor turco es dejar de ser turco, como la primera obligación de un poeta búlgaro es dejar de ser búlgaro, y así sucesivamente. No es fácil, de acuerdo. Si a alguno le resultara imposible, le permitiríamos que fuera búlgaro, pero sólo un poco, y a la manera de Cernuda, que era un español sin ganas, un español cansado. Resulta tan absurdo ser turco con ganas como camerunés con ganas o conquense con ganas.

No sé si me explico. Tal vez, para evitar estos malentendidos, deberíamos inventar un Nobel otorgado a la nacionalidad. Se le entregaría cada año al mejor español, al mejor vasco, al mejor canadiense o al mejor noruego: premios, en fin, a la vasquicidad, a la españolidad, a la catalanidad, a la germanidad... Lo difícil sería elegir un jurado con criterio, pues ya me dirán cómo se reconoce a un buen holandés, a un buen ruso, a un buen austríaco. Si tenemos dificultades para reconocer a un buen escritor (la mayoría alcanza la gloria tras su muerte), cómo distinguir a un buen finlandés. Pero a retos más importantes se ha enfrentado el ser humano. Vean, si no: Marta Sánchez acaba de ser elegida como la española mejor calzada a lo largo de 2005. No me pregunten cómo ha llegado el jurado a esta curiosa conclusión, pero lo he leído en los periódicos como si se tratara de una noticia de verdad. A ver si va a ser más fácil averiguar quién es el mejor calzado que quién es el mejor francés. No me lo creo, de modo que venga, a trabajar.

diumenge, 15 d’octubre del 2006

Lengua y literatura

LENGUA Y LITERATURA

Empiezan a llegar las primeras cifras fiables acerca de los muertos en Iraq desde que se produjera la invasión humanitaria patrocinada por Bush y compañía: 650.000, de los que 600.000 se han ido al otro mundo de forma violenta. Más de medio millón de cadáveres. Ignoramos su traducción a dólares o a euros, pero en términos gramaticales equivalen a una coma. Es lo que dijo Bush el otro día, al hacer examen de conciencia. Dentro de unos años, aseguró, cuando los libros de historia cuenten la ocupación criminal de aquel país por fuerzas extrajeras, todo ese montón de esqueletos equivaldrá a una coma. Podría haber dicho a un sustantivo, a un verbo, a un pronombre, a un adverbio, pero dijo a una coma. ¿Quiso con ello restar importancia a la masacre? Seguramente sí. Por eso no eligió tampoco un punto, un guión, un paréntesis. Nada, nada, una coma que a lo mejor hasta se puede quitar sin que cambie el sentido del texto.

Desde que escuché las palabras de Bush, cuando la televisión saca imágenes de Bagdad, en vez de hombres y mujeres, veo vírgulas. Están las calles llenas de vírgulas que se mueven de acá para allá como los bacilos en una gota de agua vista al microscopio. De vez en cuando estalla cerca de ellas un coche bomba y se van todas las vírgulas al carajo. Si reúnes 600.000 vírgulas muertas te dan una coma. Tienen que morir al por mayor para ser algo. Un hombre occidental, en cambio, es una frase entera. Qué digo una frase: un párrafo, con palabras llenas de tildes, de diéresis; un párrafo con su oración principal y sus subordinadas, con cada signo ortográfico colocado en su sitio, con sus haches intercaladas y sus jotas sonoras. Un hombre occidental es mucho hombre y ahí está Bush en su rancho tejano para demostrarlo. No sabemos si Bush pasará a la historia de la política, pero merecería pasar a los libros de gramática por esta aportación tan original. Para que le gente entienda las cosas, hay que buscar ejemplos fáciles, imágenes poderosas. La de la coma es más que poderosa, es brutal, cruel, feroz, sanguinaria, si ustedes quieren, pero eficaz. Ningún niño, sobre todo ningún niño árabe, volverá a olvidar qué es una coma.

divendres, 13 d’octubre del 2006

La vieja

LA VIEJA

En una escala de preferencias, lo ideal es que nadie tuviera la bomba atómica. Después, que sólo la tuvieran los países listos. A continuación, los países listos y un país tonto. En cuarto lugar, los países listos y dos países tontos Y así sucesivamente. Si incluyéramos las variantes de pobreza y riqueza, el asunto se complicaría, pues el rencor de clase funciona en las dos direcciones. Quiere decirse que lo mismo te podrían arrojar la bomba por pobre que por rico, cuestión de suerte o de geoestrategia, y perdón por la palabra geoestrategia en un artículo que no es de análisis político. En esta zona del periódico calculamos las cosas por la cuenta de la vieja, cuyo método, pese a su simpleza radical, no falla nunca. La vieja es también la inventora de aquella máxima según la cual si algo malo puede pasar pasa. Total, que el mundo está lleno de tontos listos y de listos tontos.

Según nos han explicado los observadores políticos estos días, el presidente de Corea del Norte lleva alzas en los zapatos y se carda el pelo para parecer más alto. Lo de la bomba atómica es también para disimular la estatura de su nación, que, siempre según los expertos, es pobre y tonta como él. En una escala de uno a cien, su rencor de clase es de 80, de ahí que se gaste el 80% de su presupuesto en ferretería bélica. Los observadores políticos aseguran que si el loco -además de bajo, tonto y pobre- de Kim Jong Il consigue la bomba atómica, toda la zona quedará desestabilizada, lo que es un modo de decir que hasta ahora gozaba de estabilidad. A mí, por la cuenta de la vieja, no me sale. Tendríamos que aclarar de qué hablamos cuando hablamos de estabilidad.

Otros países con la bomba atómica son EE UU, Rusia, China, Reino Unido, Francia, India, Pakistán e Israel. No sé cómo se verán las cosas desde el punto de vista de un licenciado en Políticas, pero en ese club (como los analistas políticos se empeñan en denominar al conjunto nuclear) hay más tontos que listos. Y no es preciso saber ecuaciones de tercer grado para averiguarlo. Quiere decirse que ya estábamos jodidos antes de lo de Kim Jong Il. Lo que sí es verdad es que ha parido la abuela. O sea, la vieja una vez más.

Los días

LOS DÍAS

Los días Levante 13.10.2006 A veces, los titulares de prensa no dejan ver la noticia del mismo modo que los árboles impiden ver el bosque. Vean éste (titular) sacado de un periódico cualquiera: «El comisario acude al rescate de Tele- 5 para reflotar los martes». De acuerdo, usted sabe que El comisario es una serie de televisión, que Tele5 es una cadena y que el martes es un día de la semana (damos por supuesto que estamos de acuerdo en lo que es una semana). Pero imagine que acaba de venir de Marina D´Or, ciudad de vacaciones, o sea, de Marte y que lo primero que lee en el periódico es que el comisario acude al rescate de Tele-5 para reflotar los martes. A mí, personalmente, no me cuesta nada imaginar un martes hundido. Se me han ido al cuerno días más sagrados de la semana, pero no te acostumbras nunca. Piense, si no, que abre usted la puerta del lunes y que donde debía haber un martes no hay nada, sólo un vacío cósmico, un abismo al otro lado del cual se encuentra la puerta del miércoles. A ver cómo salta de un día a otro sin romperse la crisma.

En no recuerdo qué curso de bachillerato teníamos Matemáticas los lunes, miércoles y viernes, y Lengua los martes y los jueves. No me pregunten cómo, pero yo me saltaba los días de Matemáticas. Para mí la semana estaba constituida por martes, jueves, sábado y domingo. Y no había comisario capaz reflotar los lunes, miércoles y viernes. Por eso tengo de los días un concepto casi físico. Los siento como lugares en los que puedes entrar o de los que te puedes quedar fuera. Cada noche, a las doce, imagino que cierro la puerta del día que muere y abro la del que empieza a vivir. Si de pequeño odiaba el lunes, ahora me parece el mejor amueblado. Es un día con moqueta en el suelo y cuadros de Matisse en las paredes, un día blando (ventajas de los que trabajamos en casa). El martes es más hosco, más desolado, quizá por eso es el que necesitan reflotar los de Tele-5. Pero no es probable que lo consigan con la ayuda de un comisario. Los comisarios están bien para los domingos por la tarde. Desde aquí les digo que contraten a un novelista. Si puede ser de misterio, mejor. De nada, hombre.

dimecres, 11 d’octubre del 2006

El tamaño de las glándulas

EL TAMAÑO DE LAS GLÁNDULAS

En el paseo marítimo de Las Palmas de Gran Canaria habían puesto una bandera de 300 metros cuadrados que ondeaba a 50 metros de altura y que se veía desde todas partes. La idea era que la gente, al pasar, dijera:

-Mira, la bandera.

Es lo mismo que si en la plaza Mayor de cualquier ciudad colocas, pongamos por caso, un centollo de plástico de siete pisos de altura. La gente, al pasar, diría:

-Mira, el centollo.

En la plaza de Colón de Madrid, durante la época de Aznar, se colocó una bandera española de las características del centollo citado más arriba y, en efecto, la gente, al pasar, dice:

-Mira, la bandera.

No sabemos si es mejor que la gente diga «Mira, la bandera» o «Mira, el centollo». La gente tiende a señalar lo obvio. El caso es que la bandera de Gran Canaria ha costado 360.000 euros. Quiere decirse que el metro cuadrado de bandera está muy por debajo del metro cuadrado de la vivienda. En Madrid al menos por 360.000 euros no te puedes comprar un piso de 300 metros cuadrados. Lo que ocurre es que un piso sirve para acoger a una familia mientras que una bandera gigante sólo sirve para que la gente diga: «Mira, la bandera».

El hígado es una glándula muy importante. Pero debe tener el volumen adecuado. Un hígado de 300 metros cúbicos mataría a su usuario. Sólo serviría para que la gente, al verlo, dijera: «Mira, el hígado». Yo no soy patólogo e ignoro qué extensión debe tener una bandera, pero seguro que 300 metros cuadrados no. Las banderas de ese tamaño sólo sirven para que la gente discuta por ellas; a veces, para que la gente se mate. La de Gran Canaria se ha caído al suelo por su propio peso más que por la fuerza de la gravedad. Ha acabado con ella su tamaño. Seguramente la volverán a izar, pero tendrán que ponerle unos refuerzos anormales. Es lo que pasa con las banderas anormales, con los centollos anormales y con los hígados anormales. Aunque, como decía el otro, sarna con gusto no pica.