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divendres, 28 de desembre del 2007

Cuadernos

CUADERNOS

Los cuadernos venden, por eso ocupan espacios tan visibles en las tiendas de los museos, donde los hay de todas las formas y todos los colores. Los persigo con menos gusto desde que Paul Auster los pusiera de moda en una novela y su captura deviniera en un deporte de masas. Los amaba, en cambio, cuando el resto de la población los detestaba del mismo modo que me amo a mí mismo cuando me insultan, aunque me odio si me halagan. Se trata de una patología muy común, cuyo nombre no me viene ahora mismo a la cabeza. ¿Y qué es lo que tiene dentro un cuaderno? Nada, de ahí su encanto. Si llenaran sus páginas de ecuaciones, recetas de cocina o discursos, no los compraría nadie porque ya no serían cuadernos, sino libros. ¿A quién le interesa un libro? La circunstancia de que estén llenos de nada significa que imaginariamente están llenos de todo.

Conservo un buen número de maquetas de libros que me regalan mis amigos editores. El hecho de que sus páginas permanezcan en blanco significa que están listas para recibir una obra maestra. Hay cierto aire furtivo en la expresión con la que adquirimos un cuaderno y nos lo llevamos a casa. Ahora os vais a enterar, parece que decimos, imaginando ya el momento en el que el bolígrafo se deslizará suavemente por sus páginas levantando un poema genial. Ese momento no llega nunca, por supuesto. Ni falta que hace. Los momentos comienzan a ser un problema cuando llegan. Las aspiraciones cumplidas incluyen, sin excepción, una glándula liberadora de hiel. Y no se vive de ellas. Se vive de las promesas, de las vísperas, de los proyectos. Lo que representa un cuaderno es precisamente un proyecto. Una colección de cuadernos vacíos son, en potencia, unas obras completas magistrales. Así que cuando muera y alguien se haga cargo de mi colección, heredará con ella una obra genial no escrita.

divendres, 21 de desembre del 2007

Sapos

SAPOS

Dada la simpatía de Zapatero por los terroristas (tal como vienen denunciando los dirigentes de la AVT y del PP), se entiende su foto con Gaddafi. Conociendo sin embargo la repugnancia de Aznar por los violentos y los dictadores, cabe imaginar el mal trago que supuso para él cenar con el líder libio en la intimidad de una jaima. Gajes del oficio. Los buenos políticos empiezan el día tragándose un sapo. Cuando uno se dedica al bien común, ha de aparcar la conciencia en favor del interés general o de la cuenta corriente particular. Seguro que Aznar tuvo poderosas razones de uno u otro signo para aceptar la invitación a ese festín al que, para más ignominia, también se tuvo que arrastrar Ana Botella. Es lo que tienen los sapos gananciales. Algo le ocurre a Gaddafi con Aznar, pues ya en su día le regaló un caballo que el entonces presidente del Gobierno de España aceptó a regañadientes (qué habrá sido, por cierto, de aquel noble animal).

Tal vez todas estas invitaciones, que el sentido de la responsabilidad le impiden rechazar, formen parte de un plan de los dictadores del mundo para acabar con uno de los últimos defensores a ultranza de la libertad. De ser así, quizá el próximo agasajo le venga de Fidel Castro, o del mismísimo Chávez, que para hacerse perdonar tendría que regalarle dos caballos, además de un contrato. Imaginamos que el peor momento de estas cenas debe ser el de los postres, cuando el dictador o el violento echan mano a la cartera a fin de pagar el favor. Para alguien que, como Aznar, odia todos los terrorismos, incluido el de Estado, tiene que resultar muy violento. Lo malo es que si continúa aumentando el número de caballos (o de contratos), tendría que acudir al próximo banquete con toda la familia, como cuando fue a visitar al Papa, otro demócrata que paga con indulgencias. Perra vida.

divendres, 14 de desembre del 2007

Ser rey

SER REY

El mundo es maravilloso. Deambulando por la Red he encontrado una información según la cual Luis Alfonso de Borbón ocupa el número 27 en la sucesión a la Corona de España, lo que quiere decir que si se murieran las 26 personas que le preceden, se instalaría con todo derecho en La Zarzuela, en donde Zapatero despacharía con él todas las semanas. No deseo la muerte de nadie, pero daría cualquier cosa por ver a Luis Alfonso de Borbón reclamar su derecho a ser mi rey. Hay gente que ama la vida por su sentido trascendental. Yo la amo por su absurdo esencial. Si es verdad que este chico, candidato también al inexistente trono de Francia, tiene alguna posibilidad de ser jefe de Estado, la existencia es extraordinaria.

Por otra parte, si aplicáramos al resto de la población el criterio para coronar a Luis Alfonso, quizá sólo tuvieran que morirse (Dios no lo permita) 45 millones de españoles para que yo mismo tuviera que hacerme cargo de ese trono. Lo he calculado a ojo de buen cubero. Quizá bastara con que faltaran 43 millones. Mi madre, la pobre, que siempre pensó que nunca llegaría a nada, se quedaría atónita si supiera que soy un candidato firme al trono de España, como Alcaraz, por otra parte, o como el obispo de Sigüenza, o como Rouco Varela, como Blázquez, como Ana Obregón, como Ángel Acebes... Para ser rey hay que pedir la vez, como para comprar el pan, sólo que aquí no depende del primero que llega, sino del censo, que es más justo. Personalmente, preferiría que reinara Ana Obregón antes que Luis Alfonso, aunque se tuviera que morir más gente, con perdón. Pero voy a seguir navegando por Internet, a ver si averiguo qué lugar ocupo para que me den el Nobel de Matemáticas. Después de todo, sé las cuatro reglas y despejar ecuaciones de una incógnita, como Luis Alfonso de Borbón, a quien Dios guarde muchos años.

divendres, 7 de desembre del 2007

Convencional

CONVENCIONAL

Lo curioso es que esas tres señoras que gritaban maricón a Zerolo parecían tres hombres disfrazados de mujeres, tres travestidos maduros y gordos con un dedo de maquillaje sobre la recia barba y abundantes joyas que desviaban la atención del bigote. Pero eran tres tíos, tres tíos de la misma familia que aquel otro con el pelo cardado y oxigenado que golpeaba a Bono con el palo de la bandera española al tiempo que le gritaba terrorista o algo parecido. No me atreví a decir entonces que aquella mujer se trataba de un hombre de pelo en pecho por falta de pruebas, pero si ustedes observan atentamente la fotografía a la que me refería al principio de estas líneas (creo que publicada por El Mundo) comprobarán que quienes echan en cara a Zerolo su condición sexual son, sin duda alguna, tres hombretones de los que encuentras en misa de doce cualquier domingo.

Todo lo que pasa es muy raro. En EE UU una mujer fue violada por siete curas, uno detrás de otro, cuando tenía 16 años. Se ve que le gustó al primero y se la pasó al segundo, que trabajaba en la parroquia de al lado, y que a su vez se la pasó al tercero, y así de forma sucesiva, sin que se rompiera la cadena violadora, sin que uno solo de los representantes de Dios, al recibir la mercancía, dijera basta ya, esto es una atrocidad que hay que denunciar al obispado (lo que habría dado igual, porque el obispado, en estas situaciones, suele ponerse del lado de los violadores). Al final, tras dejarla embarazada, la enviaron a abortar a Filipinas, de donde confiaban que no volviera. Cabe suponer que los curas se levantarían las faldas para violar, lo que se suma a las rarezas que venimos enumerando. En este mundo cruel, lo único auténticamente convencional es el arte. La realidad innova a una velocidad que casi no nos da tiempo a digerir sus hallazgos. Salud, Zerolo.

divendres, 30 de novembre del 2007

Normas locas

NORMAS LOCAS

Llegué al control de seguridad del aeropuerto, me quité el abrigo, la bufanda, el cinturón, la chaqueta, el reloj, el anillo de boda y los zapatos. Coloqué todo disciplinadamente en una bandeja roñosa y me puse a la cola, que era más larga de lo habitual. A los 10 minutos, apenas había avanzado medio metro. Yo tengo la suerte de ser un neurótico, por lo que iba con tiempo de sobra, pero la mayoría de los viajeros comenzó a mirar el reloj con impaciencia. Estirando un poco la cabeza, observé que a una mujer que había olvidado sacar el ordenador de la bolsa, la hicieron volver atrás y repetir toda la operación, incluido el trámite de calzarse las botas para volvérselas a descalzar, pobre.

Personalmente, gracias a mi neurosis, estaba tranquilo, pues mi vuelo no salía hasta al cabo de tres horas, y eso en el caso de que fuera puntual, lo que no es corriente. Me dediqué, pues, a contemplar la enorme variedad de esa rara combinación de biología y conciencia que formamos los seres humanos. Al principio tuve la impresión de que había más biología que conciencia, pero a la media hora de hacer cola, percibí más conciencia que biología. La gente comenzó a protestar en voz baja, con un poco de miedo, pues los aeropuertos han devenido en lugares peligrosísimos. Más de uno y más de dos están en la cárcel por hacer chistes sobre la seguridad. A los 35 minutos, cuando se hizo patente que hasta los neuróticos perderíamos el avión, apareció un guardia civil al que observé realizando discretas gestiones junto al control. Me acerqué y le escuché preguntar qué ocurría, a lo que un sujeto de uniforme respondió que había un loco cumpliendo las normas. El guardia civil se acercó al loco, le dijo que se tomara un descanso y puso en su lugar a una persona normal, sin escrúpulos. En dos minutos estábamos todos en el otro lado.

divendres, 23 de novembre del 2007

Espectáculo

ESPECTÁCULO

Si la esposa del juez Bermúdez hubiera sido repostera, habría creado un postre dedicado al juicio del 11-M. Si hubiera sido guionista de televisión, habría hecho una serie. Si hubiera sido intérprete, habría compuesto una canción. Como es periodista, no ha tenido otro remedio que escribir un libro de actualidad. Beni, que así se llama, explicó el otro día en la radio que habiendo vivido tan de cerca el proceso y estando especializada en temas jurídicos, era muy difícil resistirse a la tentación. Cabe suponer, pues, que quizá luchó contra la idea de llevar a cabo una iniciativa tan turbia. Es posible incluso que acudiera a su esposo en busca de ayuda, y que él, ávido también de protagonismo, lejos de desanimarla, le ofreciera su propia pluma estilográfica. La vida es complicada. Beni tenía el privilegio de escuchar al juez cuando hablaba en sueños, o de observar su gesto grave cuando paseaba por la playa (¿en bañador?, ¿en toga?). Conociéndole como se conoce al cónyuge, y aunque él observara una discreción a prueba de bombas, ella era capaz de distinguir cuándo torcía el gesto porque le dolía un juanete y cuándo porque le dolía el alma. ¿Cómo desperdiciar todo ese material que el destino ponía a su disposición? Dime que no lo escriba, suplicó quizá a su marido. ¿Cómo, si es lo que más deseo?, respondería posiblemente él. Durante el transcurso del juicio, tuvimos con frecuencia la impresión de que Bermúdez adoptaba posturas algo peliculeras que acabamos tomando por un rasgo de carácter. No era eso: es que actuaba como el personaje de un libro que se estaba escribiendo sin que ni nosotros ni las víctimas tuviéramos noticia de ello.

Nos hacemos cargo, la carne es frágil, pero alguien, en este circo en el que ha devenido la realidad, debería permanecer fuera del espectáculo. Los jueces, por lo que vamos viendo, no.

divendres, 16 de novembre del 2007

Cambios

CAMBIOS

Si de mí dependiera, los hombres tendrían voz de mujer y las mujeres voz de hombre. De este modo, las madres, al amamantar a sus hijos, les hablarían con la voz grave con la que nos habla la vida cuando nos hacemos mayores. Los padres, en cambio, atenuarían ese rigor materno con su voz cantarina, para que no todo lo bueno, en esos primeros momentos de la existencia, procediera del cuerpo de las mujeres. Así las cosas, los generales y los sargentos darían las órdenes con voz afeminada, lo que quizá acabara de una vez con los desfiles, y los jóvenes se dirigirían a las chicas, si no con educación, con suavidad al menos. El cambio no tiene, a primera vista, ninguna desventaja. Hasta la ópera, si lo pensamos bien, ganaría con ello, aunque la ópera, dada su inverosimilitud radical, ganaría con cualquier cambio que se le aplicara.

Si de mí dependiera, la alopecia sería una característica de las mujeres, y no, como hasta ahora, una exclusiva de los hombres. De ese modo, los coroneles y los tenientes coroneles lucirían, incluso a edades muy provectas, hermosas melenas de todos los colores, lo que, unido a la cuestión ya señalada de la voz, quizá les animara a dedicarse al cabaré. Claro que, si de mí dependiera, colocaría en el pecho de los hombres los senos turbulentos de las mujeres, redondeando de paso sus hombros, alargando su cuello y ensanchando ligeramente sus caderas. Para compensar tanto alboroto, trasladaría al cuerpo de las mujeres las formas secas y lineales que caracterizan al cuerpo masculino. Si de mí dependiera, para no extenderme más y evitar hablar de los bajos, que por alguna razón no está bien visto, convertiría a los hombres en mujeres y a las mujeres en hombres. No sé si arreglaríamos algo, pero a lo mejor, mientras se realizara la mudanza, estaríamos más tranquilos, que falta nos hace.

divendres, 9 de novembre del 2007

Pan y cine

PAN Y CINE

No se puede vivir sin comida, claro. ¿Y sin fábulas? Quizá tampoco. Los periódicos llevan hablando con auténtica alarma de la huelga de guionistas que comenzó el lunes pasado en EE UU. Se refieren a ella como si fuera a provocar la falta de un producto esencial para la vida cotidiana. Algunos, para explicar su magnitud, recuerdan la de 1988, que duró 22 semanas y costó a la industria norteamericana 350 millones de euros. La actual podría duplicar esa cifra. Pero los números siempre esconden, o disimulan, un pánico moral. ¿Qué ocurriría si esa panda de locos -los guionistas- se pasaran un año sin inventar historias? ¿En qué nos afectaría a usted y a mí? ¿Será verdad que esta gente, al urdir los argumentos de las series de televisión, escribe también, sin que seamos conscientes de ello, el argumento de nuestra vida?

¿Es imaginable un mundo sin ficción? Definitivamente, no. Somos tan hijos de la carne y de la sangre como de las caperucitas rojas, de las blancanieves, de las madrastras, de los pulgarcitos, de los gatos con botas, pero también de las madames bovarys y de las anas ozores y de los raskolnikofs y de los batlebys, por no hablar de los soprano y de los fraziers, de los seinfelds, o de los doctores houses. Desde que el mundo el mundo, mientras unos amasan el pan que comemos por la mañana, otros urden las historias que devoramos por la noche. Estamos hechos de pan y de novelas. El problema no son, pues, los millones de euros que podría perder la industria, sino las disfunciones que en el cuerpo social provocaría un desplome brusco de la ficción. Imaginen un mundo sin cine, sin novelas, sin cómics, si series de televisión, sin culebrones; sólo realidad a palo seco, o sucedáneos de las fábulas como los que nos sirven los políticos. Ese señor tan raro que se acuesta cuando usted se levanta es guionista. Un respeto.

divendres, 2 de novembre del 2007

Miedo

MIEDO

Recojo frases sueltas por ahí como otros recogen perros abandonados de la calle. Muchas tienen problemas morfológicos o sintácticos que procuro arreglar antes de soltarlas de nuevo. Si están muy deterioradas, las desmonto y aprovecho algunas de sus partes. De dos o tres frases inservibles logro a veces obtener una sana. El otro día, en un callejón del periódico, encontré la siguiente: "El PP nunca ha mantenido la teoría de la conspiración". Era, a primera vista, una frase vigorosa. Sencilla, sí, pero muy directa, muy clara, muy rotunda y también muy fácil de memorizar. Me dio sin embargo la impresión de que, pese a su excelente aspecto formal, se trataba de una frase enferma. Le tomé el pulso, la desmonté y la volví a montar. Hasta le coloqué el termómetro, por si tuviera fiebre, pero no hallé nada que justificara sus dificultades respiratorias.

Así las cosas, fui al médico de frases y pedí la vez. La sala de espera de la consulta estaba llena de gente con oraciones indispuestas, algunas en un estado deplorable por culpa de una mala utilización del tiempo verbal o de la concordancia. Cuando me llegó el turno, se la mostré al doctor que, tras una breve exploración, se volvió y me dijo que no podía hacer nada por ella. ¿Pero tiene algo o no?, pregunté. Tiene problemas psicológicos, respondió, y aquí sólo nos ocupamos de las enfermedades físicas. Al pedirle que matizara el diagnóstico, añadió que se trataba de una frase completamente desquiciada, loca. Dudo, concluyó, que el mejor psiquiatra de frases del mundo pueda hacer algo por ella. Salí de la consulta, llegué a casa, la puse sobre la mesa, escuché atentamente su sentido y la verdad es que me dio un poco de miedo. "El PP nunca ha mantenido la teoría de la conspiración". ¿Cuánta realidad, me pregunté, construimos al día con oraciones completamente esquizofrénicas?

divendres, 26 d’octubre del 2007

Problemas

PROBLEMAS

De un país que pierde una semana en dilucidar si a un señor que se llama Josep Lluís conviene llamarlo José Luis, y otra semana en decidir si una campaña como la de la zeta de Zapatero es mejor o peor que la del yogur con triglicéridos, cabría pensar que se trata de un país loco o sin problemas. O loco y sin problemas a la vez. No es, sin embargo, el caso. Gozamos de una salud mental envidiable, gracias a la cual los joseplluises (o joseluises, como ustedes prefieran) sobreviven cada día al caos ferroviario catalán y las aranchas o las arantxas llegan a su hora al trabajo, se ganen la vida en Madrid, Bilbao o Cáceres. Y no es fácil fichar a la hora, todo el mundo lo sabe, cuando hay que pasar antes por el cole de los niños o por el centro de día del abuelo. A poco que te entretengas en el cuarto de baño, caes en las redes del atasco. Lo más parecido a un parte de guerra es el informe sobre el estado de las carreteras que vomita la radio a primeras horas de la mañana.

Pero resulta que nuestro problema no son los salarios, ni la falta de guarderías o centros de día municipales, ni la evolución de la hipoteca, ni la siniestralidad laboral, ni el racismo, ni la ineficacia de los transportes públicos, ni las listas de espera hospitalarias, ni siquiera el cambio climático. Nuestro problema es el tamaño de la bandera que ondea en el balcón de la Diputación, cuando muchos ni siquiera sabemos para qué rayos sirve una Diputación (aunque sí, por desgracia, para qué sirve una bandera). Y como no teníamos bastante con cabrearnos por naderías del estilo de la de Josep Lluís o por el escaso ardor patriótico del vecino de enfrente, ahora tenemos que resolver deprisa y corriendo qué hacemos con la Monarquía, pues así lo ha decidido la Conferencia Episcopal, otra eficaz generadora de problemas reales.
Perra vida.

divendres, 19 d’octubre del 2007

La ropa

LA ROPA

Hace 10 años compré un traje oscuro que no me he puesto nunca. Quería comprobar si la ropa, aunque no te la pongas, envejece. El otro día lo saqué del armario, le quité la percha, lo coloqué sobre la cama y advertí con asombro que era un traje anciano, como si alguien invisible lo hubiera usado durante todo este tiempo para ir a la oficina. Aunque los hombres invisibles no deforman los codos o las rodillas con la violencia de los visibles, se percibía en esas zonas un desgaste sutil. Me puso los pelos de punta la vejez tenue de aquel traje que no había ido nunca al cine, que no había asistido a ningún cóctel, que no había viajado en el autobús o en el metro: un traje, en fin, que sin haber corrido ningún riesgo vital, estaba evidentemente cansado y listo para el ataúd.

Pensé de nuevo en la idea de que lo hubiera usado un sujeto invisible. Imaginé la posibilidad de que durante todos aquellos años, mientras yo leía, escribía o dormía, se hubiera desprendido de mí una versión incorpórea que había utilizado el traje. Una chaqueta y unos pantalones bien moldeados pueden funcionar como una prótesis corporal para alguien descarnado. Sin facilitar las prestaciones de un organismo completo, proporcionarían a un hombre sin cuerpo una sensación de volumen. Pero la ropa, en lo que tiene de ortopedia, resulta un poco triste. De pequeño, leí un cuento cuya acción transcurría en una ciudad donde los trajes salían a pasear solos, sin nadie en su interior, los domingos por la tarde. Impresionaba imaginar las plazas y las avenidas de aquella ciudad.

Mi traje, sobre la cama, parecía sacado de aquel cuento. Te lo imaginabas en el casino, departiendo con otros trajes de su calidad (clase media), soñando quizá con tener más algodón, o menos fibra, y se te encogía el alma de lástima. A lo mejor le habría gustado ir en alguna ocasión al tinte. Hurgué en sus bolsillos, por si hubiera en ellos alguna nota, alguna moneda, algún billete de metro o autobús, pero no hallé nada. Finalmente, lo colgué de nuevo de la percha y volví a guardarlo en su sitio porque no se me ocurría qué otra cosa podía hacer con él (o por él). Y ahí sigue, haciéndose mayor, víctima del tiempo oscuro que discurre dentro de los armarios.

divendres, 12 d’octubre del 2007

Cine 'gore'

CINE 'GORE'

Rajoy está empeñado en que seamos españoles al modo en que Arzalluz u Otegi son vascos. Lo grave del vídeo con el que el jefe de la oposición se ha convertido en la estrella de YouTube no es que trate de imitar al Rey en su mensaje de Navidad, sino que evoca a Carlos Arias Navarro en otra producción audiovisual de gran éxito también en la historia de este país. No hay más que comparar el tono de ambos y medir la cantidad de toxinas que despiden por fotograma para advertir lo que decimos. Pero, si a alguien le queda alguna duda, que proyecte sobre una sábana las imágenes superpuestas de los dos ayatolás: la sábana deviene, a los 30 segundos, en un sudario. Cine gore, en fin, de una eficacia acojonante.

No es raro que todo esto coincida en el tiempo con la resistencia de los dirigentes del PP al intento de honrar la memoria de las víctimas del franquismo. Donde aseguran que esa ley hurga en heridas antiguas, conviene escuchar que no se les provoque. Conocemos muy bien la clase de patriotismo de los que se niegan a reprobar las dictaduras y sabemos que entre nosotros sólo se grita viva España para liquidar a algún español que se resiste a ser español español a la manera en que otros se niegan a ser vascos vascos. Fusilar españoles en nombre de España es un rasgo de humor muy nuestro. Ahí tienen a los obispos ordenando que se rece por el Rey mientras le aplican la picana en los medios de comunicación de su propiedad. Las costumbres, por bárbaras que sean, resultan muy difíciles de abolir. Todo esto de lo que hablamos está muy en la tradición de la Iglesia y del patriotismo con halitosis. Torquemada pronunciaba una jaculatoria cada vez que apretaba la tuerca del potro en el que agonizaba un pobre infeliz partidario de la doble circulación de la sangre. Destrozaba fríamente su cuerpo al tiempo que rezaba por su alma sin advertir en ello contradicción alguna (Rouco, seguramente, no entiende de qué se queja el Rey). Ahora mismo acaban de condenar a cadena perpetua en Argentina a un cura que torturaba a los detenidos sin dejar de pedir por su salvación. Quiere decirse que el vídeo de Rajoy, como las humoradas de los obispos, nos harían gracia si no tuviéramos memoria (histórica).

divendres, 5 d’octubre del 2007

Depresión

DEPRESIÓN

El pueblo vasco, como el español o el belga, por poner tres ejemplos, existen porque la vida es absurda. Si nuestro paso por la Tierra tuviera algún fin un poco consistente, ¿a quién se le iba a pasar por la cabeza dedicarse a ser un patriota gallego o catalán o sueco (en el caso de que exista esta última variedad, lo que me parecería inconcebible)? Lo difícil, en todo caso, es aguantar la vida a palo seco, sin la protección de una bandera y su correspondiente himno. De ahí que el mundo esté lleno de nacionalidades, algunas lo suficientemente excéntricas como para llenar el vacío de varias generaciones. De alguien que expirara gritando "¡Vivan los Vosgos!", se podría afirmar sin género de dudas que había gozado de una existencia plena. Además, le pondrían una calle.

Pero el nacionalismo no siempre basta para aliviar el vértigo de no saber quién eres, adónde vas o de dónde vienes. Hay patriotas franceses, alemanes o turcos profundamente insatisfechos de sí mismos. Por eso conviene redondear la identidad nacional con una religión. Ser, por ejemplo, profundamente inglés al tiempo que radicalmente protestante constituye un seguro de vida. No se sabe de ningún español católico, por poner otro caso, que haya sufrido una depresión profunda. Quizá una úlcera sí, pero la úlcera tiene mejor pronóstico que la depresión. Conocemos un sustituto de la religión y la patria, el bricolaje, que no hace daño a nadie y con el que lo único que se matan son las horas. Pero está poco implantado todavía. El Gobierno, la oposición y los partidos periféricos compiten en los últimos días por ver a quién le gusta más España y su bandera, lo que parece que da votos (y sentido). Me gusta mucho España, repetía Zapatero no hace mucho en una emisora de radio. No habríamos reparado en ello de no ser porque lo afirmaba con tal pasión que daban ganas de decirle que Finlandia tampoco estaba mal. Y no está mal, pero si lo dices en una entrevista te corren a gorrazos. Es como si un arzobispo castrense de Zaragoza dijera que preferiría ser búlgaro y sintoísta, o egipcio y yoruba lo que, a poco que se considere, son combinaciones tan viables o inviables como cualquiera otra. Lo que hace falta es que todo esto sea para bien.

divendres, 28 de setembre del 2007

Derechas

DERECHAS

A veces, los poetas tienen la capacidad de resumir en un verso teorías científicas o filosóficas a las que los estudiosos en la materia han dedicado centenares de libros. Lewis Carrol expuso en sus alicias un modelo del Universo que astrofísicos de la talla de Hawking llevan años y volúmenes tratando de representar en ecuaciones. A los ignorantes nos encanta que la intuición gane la batalla al conocimiento racional, porque, una vez aceptadas nuestras limitaciones intelectuales, sólo nos queda confiar en nuestro instinto literario. ¿Quién se atrevería a negarnos la posibilidad de que en un sueño se nos revele la teoría de la unificación?

Con la precisión de un rapsoda en trance, Ana Botella acaba de explicarnos de un disparo en qué consiste ser de derechas: en colocarse siempre a la sombra del matón, lo que vale tanto para el patio del colegio como para el de la cárcel, pero también para el patio de la vida. Al matón le gustan los tipos que le ríen las gracias, que le hacen la pelota, que imitan su manera de hablar y fabrican coartadas jurídicas para sus tropelías. El diálogo entre Aznar y Bush a cuatro días de una de las mayores masacres de la historia, parece sacado de Los Soprano. No son, ni de lejos, dos hombres de Estado negociando un acuerdo o intercambiando opiniones sobre la situación política internacional. Son dos facinerosos planeando con una frialdad increíble un golpe que implicaba acabar con miles de personas inocentes, hacia las que no muestran empatía ninguna. Ser de derechas, según Ana Botella, exige aparecer en la foto en la que el jefe de recursos humanos del planeta te pasa la mano por el lomo con el afecto con el que Bush se la pasa a Aznar en la de Las Azores. A nuestra Ana Botella le encanta esa imagen que sacó a España del rincón de la historia para conducirla a las mazmorras de Abu Ghraib o a las jaulas de Guantánamo. Ser de derechas, ha asegurado la segunda teniente alcalde de Gallardón, consiste en mover el rabo al que tiene una pistola en la sobaquera y juega con un palillo entre los dientes. Quizá haya otros modos de ser de derechas, no decimos que no, pero si es cierto que el que calla otorga, el silencio en torno a las palabras de esta mujer pone la carne de gallina.

divendres, 21 de setembre del 2007

Promesas

PROMESAS

Hemos inventado los notarios, los registradores de la propiedad, los contratos blindados, los depósitos a plazo fijo, los planes de pensiones, los seguros médicos, los de accidentes, el casco de motorista, la puerta blindada, la alarma antirrobo... Pero nadie nos quita la sospecha de que la seguridad sigue basada en pactos imaginarios enormemente frágiles. Si tu banco se va al carajo, por más papeles que hayas firmado con él, tú te vas al carajo. Sabemos que si tiramos una moneda al aire, enseguida regresa a nuestra mano porque llevamos siglos jugando a cara o cruz sin que una sola vez se haya quedado flotando. Esa regularidad no garantiza, sin embargo, que siempre sea así. A lo mejor un día no cae.

Por eso mismo, lo primero que hago cada mañana al salir de la cama es arrojar un euro al aire. Si vuelve a caer, comienzo el día suponiendo que también funcionarán la cafetera y la radio de la cocina, aunque sin olvidar que las leyes físicas más elementales pueden fallar. Voy, pongamos por caso, a hacer una gestión al Ministerio de Hacienda y pido la vez en una ventanilla dando por hecho, como es lógico, que la señorita que hay al otro lado, cuando llegue mi turno, me atenderá en castellano. Pero procuro estar preparado también para la posibilidad de que me atienda en sueco, o en suajili, incluso en esperanto, pues cosas más raras suceden. Veamos el caso de las mujeres: suele decirse que el feminismo ya no tiene razón de ser, porque todas sus reivindicaciones se han cumplido. Pero observas la foto de los ministros de Finanzas reunidos la semana pasada en Portugal y cuesta más dar con una mujer que encontrar a Wally. Y eso que estaban todos juntos en la popa de un barco que debía de oler, por cierto, a rayos, pues la testosterona, en concentraciones muy altas, provoca un tufo insoportable. Por eso los periódicos de aquel día apestaban. Hemos tirado la moneda al aire, en fin, y no cae. Cierras los ojos, los abres, vuelves a mirar la foto de los ministros y continúa llena de tíos, lo que demuestra que no hay nada seguro, aunque unas cosas son más inestables que otras. La ley de la gravedad viene dando lo que promete desde que el mundo es mundo. Lástima que no sea un partido político.

divendres, 14 de setembre del 2007

Especialización

ESPECIALIZACIÓN

Conocidas como "las canaperas", viven en Madrid tres señoras que acuden a las presentaciones de libros en las que se sirven canapés. Da igual que el libro sea de ensayo o de ficción, de derechas o izquierdas, de tapa dura o de bolsillo. Resulta indiferente también que se presente en el Círculo de Bellas Artes, en la Casa de América o en el Thyssen- Bornemisza. Basta con que haya canapés para que aparezcan esas tres gracias, cuya conversación por otra parte es muy instructiva, pues son capaces de evaluar, a tres o cuatro metros de distancia de una bandeja, la calidad de los emparedados. A los escritores nos resultan muy útiles para saber el grado de confianza que el editor ha puesto en nuestra obra.

Jamás he tropezado con estas señoras en ambientes que no fueran los descritos. Ni en la cola del cine, ni en el autobús, ni en las ventanillas del Ministerio de Hacienda, ni en las escaleras de El Corte Inglés... Solamente las encontrarás donde haya canapés gratis, como si la selección natural las hubiera preparado para sobrevivir única y exclusivamente en ese medio, donde actúan con una habilidad que tiene fascinado al mundo de la cultura. Tal fascinación no significa, sin embargo, que si se presentaran a las próximas elecciones salieran elegidas. Un excelente catador de fiambres puede resultar un pésimo presidente del Gobierno. Cada uno a lo suyo. Rajoy, Zaplana y Acebes comparten con nuestras canaperas su alto grado de especialización: sólo se les ve donde ha ocurrido una desgracia. Que ETA pone una bomba, ahí están; que se hunde un petrolero, a los tres minutos se manifiestan en la tele; que la economía da un traspiés, se aprestan a vaticinar el fin de todo. Jamás los encontrarás en una boda, en un bautizo, en un lugar donde haya motivos de alegría. Si el empleo aumenta, el terrorismo se toma unas vacaciones o la renta nacional se dispara, desaparecen del mapa como las moscas en enero. Cabe pensar, en fin, que si estos tres cenizos ganaran las elecciones generales, se sintieran biológicamente impelidos a crear un mundo donde sólo hubiera entierros del mismo modo que las canaperas, si les fuera posible, vivirían en un universo donde únicamente hubiera canapés.

divendres, 7 de setembre del 2007

Inventos

INVENTOS

Muchos creíamos que el cajero automático se había desprendido de la filosofía bancaria con la naturalidad con la que la baba se desprende del cuerpo del caracol. Ni se nos pasó por la cabeza que hubiera que inventarlo. Pero lo cierto es que se le ocurrió a un tal John ShepherdBarron, mientras sesteaba en la bañera, igual que a Arquímedes el principio homónimo. Cabe preguntarse en qué estaría pensando Shepherd-Barron para que se le viniera a la cabeza un aparato con tantas ranuras, unas para dar y otras para tomar. Fantasías eróticas que en apariencia no van a ningún sitio se concretan luego en artefactos enormemente útiles para la humanidad. A estas alturas, no podríamos vivir sin el cajero automático (ni sin la licuadora de frutas, que es una representación mecánica de perversiones como la coprofilia y la lluvia dorada).

Tampoco podríamos vivir sin el fotomatón. El fotomatón compite en número de ranuras con el cajero automático y de los dos aparatos obtienes una imagen de ti mismo. La diferencia entre uno y otro es que el cajero te da conversación y te pregunta, por ejemplo, en qué idioma deseas copular con él. Según algunos estudios, mucha gente pide el saldo en francés, porque la respuesta, tanto si es buena como mala, suena mejor que en castellano. Nunca -aconsejan estos estudios- se debe pedir el saldo en alemán, porque si tienes mucho suena como si tuvieras poco y, si tienes poco, parece que te insulta al tiempo de darte la información. El segundo idioma más solicitado es el gallego, también por su capacidad para dulcificar las malas noticias. Es el que uso yo. Lo cierto es que, al final, tanto el fotomatón como el cajero te retratan. Y por lo general sacan lo peor de ti: el fotomatón, ese rictus de hiena que los años no han hecho sino acentuar; el cajero, esa nómina tísica con la que no vas a ningún sitio. Quiere decirse que de la relación con las rendijas casi siempre salimos mal parados (y peor cuanto más orgánicas parecen). Tendríamos que inventar un aparato sin boca, sin oídos, sin culo... Una especie de caja hermética en la que no pudiéramos meter nada ni sacar nada. Un objeto absolutamente puro, un poema. Lo difícil sería comercializarlo.

diumenge, 2 de setembre del 2007

El chocolate

EL CHOCOLATE

En el momento de despertarme, una frase absurda atravesó mi cabeza como un relámpago: «El chocolate no respira bien en la nevera.» Me olvidé del asunto mientras desayunaba, pero unas horas más tarde, al abrir el frigorífico, vi una tableta de chocolate y me pareció que jadeaba, por lo que la metí en el cajón del pan. El problema de las frases que te vienen a la cabeza cuando tienes un pie en el sueño y el otro en la vigilia es que no hay manera de saber si son ocurrencias tuyas o mensajes de la realidad. En cualquier caso, era muy evidente que el chocolate se encontraba más a gusto en el cajón del pan y allí se quedó. Por la tarde, mi mujer preguntó que quién lo había sacado de la nevera y yo puse cara de no saber. «A quién se le ocurre -dijo-, con el calor que hace», mientras volvía a colocarlo en su sitio.

Esa noche no lograba dormirme pensando en la pobre tableta de chocolate. Tenía la impresión de que había utilizado el 100% de las posibilidades de su alma pequeña para pedirme que la liberara, de modo que cuando la respiración de mi mujer se hizo más pausada, me levanté, fui a la cocina y la saqué otra vez de la nevera. Estaba un poco deformada por las horas que había pasado en el cajón del pan, pero me pareció que su tendencia natural era la disolución y que el frío de la nevera hacía lo que las máquinas de los hospitales, que nos mantienen cruelmente aferrados a la vida cuando ya no tenemos arreglo. Durante el desayuno, mi mujer volvió a descubrir el cambio y esta vez se limitó a mirarme con paciencia. Sabe que cuando me obsesiono con algo es mejor darme por imposible.

Durante los días siguientes, cada vez que iba a casa de un amigo me colaba furtivamente en la cocina y liberaba al chocolate del frío. Empezaron a hablar de mí y cuando mi mujer me apretó las tuercas, le dije lo que me había pasado y se rió. «De modo -dijo- que ahora oyes voces que te mandan sacar el chocolate de la nevera. Tú no estás bien.» Y es verdad, no estoy bien. Tampoco hay que ser una eminencia para darse cuenta de que me pasa algo, pero, a pesar de todos mis problemas, soy el único de la familia que se ha dado cuenta de que el chocolate no respira bien en la nevera.

divendres, 31 d’agost del 2007

Remedio para insomnes

REMEDIO PARA INSOMNES

Suelo coincidir en el autobús con dos señoras que mantienen conversaciones muy extrañas. El otro día hablaban del insomnio. Una de ellas dijo algo curioso:

-Pues yo, cuando tengo problemas para conciliar el sueño, me imagino a alguien dormido y me quedo frita.

-No te entiendo -dijo la otra como si me hubiera leído el pensamiento.

-Sí, mujer. Pienso, por ejemplo, en María Teresa Campos. La imagino dentro de su cama, poseída por un sueño tranquilo, y sin darme cuenta me voy relajando, relajando y caigo yo también, por identificación.

-Qué tontería.

-Tontería por qué.

-No sé. ¿Y tiene que ser María Teresa Campos?

-No, unas veces utilizo a María Teresa Campos y otras a Ana Botella. Depende de cómo esté de insomne. Con Ana Botella me duermo en seguida. Con María Teresa Campos tardo un poco más. A veces te imagino a ti.

-Pues seguro que cuando me imaginas dormida estoy despierta, porque llevo una temporada que no pego ojo.

-Haz lo que yo.

Ahí quedó la cosa. Yo también tengo insomnio, de modo que esa noche imaginé dormida, por hacer una prueba, a Ana Obregón. Dormía boca arriba, con una respiración pausada. Al poco, mi respiración se fue acompasando a la de ella y me quedé dormido sin efectos secundarios. Luego probé con Rajoy y con Zapatero, para ver si la tendencia política era determinante, pero me dormí con todos ellos. Ya puestos, experimenté con mi cuñado y con un hermano cojo de mi madre, obteniendo resultados idénticos.

Ayer me dormí pensando en un señor muy conocido que al día siguiente apareció en las necrológicas porque se había muerto. Hice cálculos y deduje que había fallecido al mismo tiempo que yo me dormía, por lo que hoy tengo una sensación extraña. Me siento hueco, por decirlo en pocas palabras. Por supuesto, no me he atrevido a mirar las esquelas.

dimecres, 29 d’agost del 2007

Lucifer 2007

LUCIFER 2007

La frase más repetida en el casting del concurso Supermodelo 2007, que emite Cuatro, es «sigues con nosotros». Una vez escuchada, la aspirante rompe en sollozos o da saltos de alegría. Sigues con nosotros. Tres palabras que garantizan la pertenencia a algo, a alguien. No está muy claro quiénes son esos «nosotros», pero tampoco importa mientras sean los que salen en la tele. Sigues con nosotros, los que salimos en la tele. Formas parte de algo, no estás suelta por ahí como una oveja descarriada, como una adolescente solitaria, como una persona sin amigos. En ese «sigues con nosotros» hay una carga psicológica de profundidad, pues significa que mientras te toleremos serás alguien.

En cambio, aquellas chicas expulsadas del concurso, dan la impresión, incluso cuando se las echa de buenas maneras, de que su destino son las tinieblas exteriores. Seguramente, tendrán una familia, unos novios, unos amigos a los que volver, pero la imagen que queda en la cabeza del espectador es que son directamente lanzadas a la mendicidad. La idea, consciente o inconscientemente, está tomada de la profecía acerca de la resurrección de los muertos, cuando Dios colocará a su derecha (también es casualidad) a los elegidos y a su izquierda (mala pata) a los condenados.

Por todo ello, es tan de agradecer que entre las expulsadas a las tinieblas exteriores aparezca de vez en cuando alguna que posea la soberbia de Lucifer, pues la mayoría se va al infierno dando las gracias a sus verdugos. Nos encantó aquella chica que respondió a las críticas sobre su vestimenta con un «y tú más». Digámoslo rápido: si ese concurso tiene en potencia algún interés, sería el de demostrar que hay vida más allá del «nosotros» utilizado machaconamente, al modo en que alguien se refiere a un territorio en el que todo es dicha. «Excluidas del mundo, uníos», dan ganas de gritar a las chicas que salen sollozando por la puerta de atrás. Lucifer era el más bello de los ángeles. Sigue siéndolo por todo lo que representa. Si no podéis ser la supermodelo de este año (quién recuerda a la de 2006), convertíos en el Lucifer 2007. Y suerte.

dimecres, 22 d’agost del 2007

El mensaje

EL MENSAJE

La taxista, una mujer joven con la nuca al aire, cambiaba de emisora de radio de forma compulsiva. Observé a través del espejo retrovisor que le faltaba una de las cejas, la derecha, seguramente porque se la afeitaba atendiendo a un criterio estético completamente nuevo para mí. Conducía de manera nerviosa, jugando excesivamente con la caja de cambios. Una vez que le di la dirección, me ignoró por completo, actuando como si fuese sola dentro del coche. Tenía memorizadas todas las emisoras de radio y cada diez o quince segundos apretaba un botón y la cambiaba de un modo un po co desesperado, como si le aburriera lo que se decía en todas. Y eso que eran las ocho y media de la mañana, cuando el espectro radioeléctrico echa chispas.

Le pregunté si buscaba algún programa especial y dijo que estaba harta de la existencia y que necesitaba un motivo para continuar viviendo. Cambiaba tanto de emisora porque había soñado que recibiría un mensaje.

-¿Un mensaje?, pregunté.

-Sí -dijo ella-, en el sueño, un locutor, sin dejar de hablar para los oyentes, encontraba el modo de dirigirse personalmente a mí y me daba un mensaje.

-¿Qué clase de mensaje?, pregunté.

-No se lo puedo decir, es muy privado, muy sexual, el caso es que me sacaba de la confusión en la que me encuentro.

Le expliqué que sólo los locos escuchan mensajes a través de la radio o de la tele y me respondió con una decisión extraordina ria que entonces quería volverse loca. Pero las personas que oyen voces, insistí, darían cualquier cosa por dejar de oírlas; alégrese de estar mentalmente sana.

La mujer me ignoró y continuó moviendo el dial, pero ahora de un modo menos apremiante. Daba la impresión de rumiar al go. Al poco, me buscó a través del espejo y me preguntó directamente si no sería yo el mensaje. A veces, añadió, no lo reconoces porque lo esperas por un sitio y llega por otro. Le pregunté sonriendo si tenía yo cara de mensaje y aseguró que sí, dándole las gracias a Dios por habérselo hecho llegar. Co mo la situación empezó a darme miedo, saqué el móvil y fingí hablar por teléfono. No tenemos ni idea de lo que representamos pa ra los demás, de ahí el peligro.

diumenge, 19 d’agost del 2007

La electricidad es magia

LA ELECTRICIDAD ES MAGIA

Entre los avances tecnológicos de los últimos años, el más espectacular es el de la pila. Si ustedes se acuerdan, las de los primeros móviles ocupaban el mismo espacio que el abdomen en un escarabajo. Todo era pila en ellos. Mucha gente les tenía aprensión por la calidad estómago de esa pieza donde se almacenaba la electricidad. Creíamos que un aparato con tanto aparato digestivo no podía tener talento. Además, dado que la batería pesa mucho, no había bolsillo donde su presencia no se notara demasiado. También las pilas de los ordenadores portátiles se han reducido de un modo sorprendente, ganando sin embargo en eficacia y duración. Y todo ello, ya decimos, en muy poco tiempo, lo que quiere decir que cuando nos proponemos algo, lo logramos (a ver qué pasa con la vacuna de la malaria). La batería de mi móvil actual es apenas una lámina. Lo que parece ahora un estómago, al menos en relación a ella, es el teléfono propiamente dicho, y eso crea alguna dificultad emocional, pues parece que, hagas lo que hagas, no hay forma de prescindir de la función biológica y mezquina del buche.

Ahora dicen que las pilas del futuro (de mañana mismo, para ser exactos) tendrán el grosor de un papel y se podrán doblar y enrollar. Llevará uno pilas en el bolsillo del pantalón como el que lleva un kleenex. Nos sonaremos los mocos con ellas, pero servirán también para arrancar el coche en caso de apuro, incluso para arrancar el corazón en caso de paro cardiaco. Todo esto demuestra que la electricidad, pese a Endesa, es pura magia.

divendres, 17 d’agost del 2007

Incentivo

INCENTIVO

Sabemos lo que vale un kilo de ternera y un kilo de añojo y un kilo de chuletas de cordero. Pero ¿cuánto vale un kilo de carne humana? El alcalde de un pueblo de Italia se ha atrevido por fin a ponerle precio: el de mujer está a 16,66 euros y el de hombre a 12,50. Ignoramos si la diferencia se debe a un acto de discriminación positiva o a la calidad de las carnes. El caso es que el regidor de Varallo Sesia, que así se llama el pueblo, premiará con 50 euros a los hombres que en un mes adelgacen cuatro kilos y a las mujeres que pierdan tres. Si usted divide 50 entre 3 y 4, respectivamente, salen las cantidades apuntadas más arriba. De cumplir el ejemplo, y dada la cantidad de obesos por metro cuadrado que tenemos en Occidente, los Estados se podrían arruinar, ya que los kilos perdidos no se pueden comercializar, no van a ningún sitio, no producen plusvalía alguna, lo cual, desde el punto de vista del mercado, es un desastre. En todo caso, si la medida se aplicara en España, las embrazadas cobrarían al parir los 2.500 euros a que tienen derecho por traer un español al mundo más los cincuenta por la pérdida de los tres kilos (sería mala suerte que el niño pesara menos).

Da gusto vivir en un mundo lleno de incentivos. Yo tengo concertado el seguro de mi coche con una empresa que me hace descuento si no doy ningún parte. En cambio, aquella con la que he firmado el seguro de vida no premia el hecho de que no me muera, que sería lo lógico. Tengo también un seguro médico privado al que le da lo mismo que me opere o no, porque me cobra lo mismo. El alcalde italiano no ha aclarado si los kilos perdidos con la liposucción también cuentan.

dimarts, 14 d’agost del 2007

Fantástico

FANTÁSTICO

Al abrir la ventana, ha salido volando del alféizar un pájaro al que he seguido con la vista. Inmediatamente después, de forma misteriosa, me he dado cuenta de que el pájaro volaba dentro de mi cabeza, o de mi mente, que es más grande que mi cabeza. No quiero decir con esto que el pájaro no estuviera fuera, sino que lo que llamamos ver es, en cierto modo, reflejar. El pájaro huía dentro de mí como hubiera huido dentro de un espejo, si allí hubiera habido un espejo. A partir de ese instante, la realidad cobró una rara calidad alucinatoria. El agua de la ducha, el lavabo, el bidé, el retrete, todo eso que pasaba fuera ocurría inmediatamente dentro, al modo de un eco. Yo mismo era un eco. Cuando me miré en el espejo, comprendí que yo estaba dentro de mí afeitándome, peinándome, cepillándome los dientes. Durante el resto del día, en la calle, en la oficina, en el restaurante, tenía la impresión de moverme por el interior de mí mismo porque todo se encontraba dentro, a la manera de una alucinación. Recordé una escena de un programa infantil de la tele en el que un muñeco animado intentaba explicar al público la diferencia entre dentro y fuera. Ahora estoy dentro, ahora estoy fuera, decía saliendo y entrando de un recipiente. Lo repitieron muchas veces, lo que me tendría que haber hecho sospechar que la diferencia entre una cosa y otra no está nada clara. Eso sin contar con que para estar dentro de una cosa has de estar fuera de otra.

Yo estuve todo el día dentro de mí. Y dentro de mí estaban también las calles y los semáforos y los guardias de tráfico. Por cierto, que un motorista chocó con la parte trasera de un taxi y salió volando por encima del automóvil, cayendo de espaldas sobre el asfalto, al otro lado. Un ejército de gente lo socorrió dentro de mí. Cuando se levantó, di la vuelta y seguí mi camino por el interior de mí mismo, recorriendo las calles que dentro de mi cabeza me condu cían a casa. ¿Y los ciegos, dirán algunos, están dentro o fuera? Los ciegos están, si cabe, más dentro de sí mismos que nosotros. Mira con qué agilidad se mueven, gracias a la punta del bastón, por el interior de su cabeza, y por el de la nuestra, que quizá sean la misma. Todo es fantástico.

diumenge, 12 d’agost del 2007

Un modelo de relación

UN MODELO DE RELACIÓN

¿Cómo se encuentran un delincuente y su abogado? Está el turno de oficio, desde luego, que puede hacer parejas de baile absolutamente incompatibles. Pero, fuera de ese sistema, ¿qué hacer cuando se necesita un letrado? ¿Esperar a que aparezca por arte de magia? ¿Buscar en las páginas amarillas? ¿Preguntar al vecino de arriba? Seguramente, la elección del abogado guarda relación con la del psicoanalista: has de llegar a él a través de alguien en quien ya confiabas. Tiene que darse, pues, una transferencia que facilite los primeros momentos de la relación. Después de todo, al abogado se le cuentan con frecuencia cosas horribles: que uno ha matado a su padre, por ejemplo, y que ha escupido sobre su cadáver. Una confesión de esta naturaleza no se le puede hacer a alguien que pasaba por allí. Si necesitan un ejemplo práctico de sintonía entre cliente y abogado, piensen en el ínclito (qué rayos querrá decir ínclito) Rodríguez Menéndez, cuyos defendidos eran mayormente individuos ingenuos y encantadores como él mismo, aunque no todos llevaban barba. Un abogado y un defendido que estén destinados el uno al otro se reconocen con ese sexto sentido que, según Monterroso, poseen los enanos para reconocerse entre sí.

Me pregunto ahora cómo se ha producido el encuentro entre Jaime Jiménez Arbe, el Solitario, y José María Trillo-Figueroa, el abogado por antonomasia (qué rayos querrá decir antonomasia). Vi por la tele la rueda de prensa de este último para proporcionar a la sociedad española datos absolutamente esenciales sobre su defendido y comprendí al instante que ambos formaban un equipo ejemplar. La pasión y el convencimiento con que Trillo-Figueroa hablaba de Jiménez Arbe no se improvisan, nacen de un flechazo irracional, de un enamoramiento súbito, de una identificación que no se puede planificar. En la relación entre abogado y defendido, lo normal es que éste prefiriera ser aquél. En el caso que nos ocupa, da la impresión de que a Trillo-Figueroa le habría gustado ser Jiménez Arbe, lo que constituye todo un ejemplo de sintonía con su cliente. Hará sin duda una gran defensa, sin miedo al ridículo. ¡Olé por su toga!

dissabte, 11 d’agost del 2007

Bordes y grietas

BORDES Y GRIETAS

La palabra sima no se desgasta apenas. Llevo escuchándola toda la vida con la misma emoción. Independientemente de lo que diga el diccionario, una sima es para mí una grieta profunda. La sima en la que cayó la espeleóloga belga tenía 600 metros de profundidad. Quiere decirse que la han rescatado tanto de un espacio físico como de una dimensión moral. Es al menos lo que me gusta imaginar. Todo lo que nos coloca en el borde de algo (de la muerte, de la sabiduría, de la locura) adquiere ese significado. Los bordes físicos metaforizan siempre situaciones de orden moral. Las hemorroides (o almorranas, si ustedes quieren ser más crueles todavía) no son en principio más que una herida corporal, pero suceden en el borde del culo, y por eso la gente las oculta. Unas almorranas son algo más que unas almorranas, incluso en tipos tan literales como De Juana Chaos, que las padeció merecidamente a la vista del público.

Los científicos llaman horizonte de sucesos a lo que sucede (o se supone que sucede) en el borde de un agujero negro. Horizonte de sucesos, se dice pronto, pero ha habido que invertir muchas energías en dar con una expresión tan acertada. Los peligros de acercarse a un agujero de ese color son tanto de orden moral como de orden físico. Si usted desea comprobarlo, asómese al borde un acantilado y comprobará, quizá con sorpresa, que el vértigo que siente no es tanto físico como espiritual. Créame, se debe a la influencia del borde, que significa más de lo que dice el diccionario. La palabra labio, que es un sinónimo caritativo de borde, apenas suaviza ese sentido.

Nos alegramos mucho, en fin, de que la espeleóloga haya regresado a este mundo. Nos tuvo en vilo durante varios días. No podíamos dejar de imaginar qué pasaba por su cabeza durante cada uno de los minutos que permaneció en el fondo de la sima, que es tanto como decir en el fondo de sí misma. Los equipos de rescate han logrado sacarla (extraerla, cabría decir) como se arranca una muela de una encía. A lo que hay que ayudarla ahora es a que salga de las profundidades de su propio espíritu, donde quizá continúa agazapada, a la espera de que alguien le lance el cabo de una cuerda. Suerte.

dimecres, 8 d’agost del 2007

Cenas de amigos

CENAS DE AMIGOS

Sabíamos que «no toda desgracia determina necesariamente que alguien deba responder de ella porque la vida comporta riesgos por sí misma», pero que lo diga el Tribunal Supremo sobrecoge. Es como si el Constitucional nos advirtiera de que las bañeras resbalan. Una vez me caí en la bañera de un amigo, pero no se me pasó por la cabeza denunciarle porque ducharse comporta riesgos por sí mismo. Cenar también. Es lo que le ocurrió a la señora que se torció el tobillo en una vivienda ajena, por culpa de un juguete fuera de sitio. No haber ido a cenar, por Dios. El mero hecho de salir a por el periódico sin que le ocurra a uno nada ya parece un milagro. Pero cuando sucede hay que cargar con las consecuencias y no culpar al vecino.

Nos debería servir de algo ver la tele. Estos días los telediarios aparecen llenos de monzones, con toda su carga de desplazados y muertos. ¿Acaso tiene alguien la culpa del monzón? En Occidente hemos alcanzado una esperanza de vida tan alta que cuando alguien se muere pensamos interiormente que algo habrá hecho. Pues no ha hecho nada, se ha muerto y en paz. Quizá el juguete con el que tropezó la señora del párrafo anterior estaba fabricado en China, pero eso no tiene nada que ver con que alguien lo hubiera dejado en medio del pasillo ni con que el pasillo estuviera mal iluminado. Hay cosas que suceden porque sí, porque forman parte del orden o del desorden universal en el que se desarrolla la existencia. No podemos obligar a los tribunales a fallar sobre estos asuntos.

Hay cosas que no tienen arreglo y que a uno no se le ocurre denunciar. Yo mismo cojo un catarro en los primeros días de septiembre. Es así desde que tengo uso de razón y ningún tratamiento médico ha logrado evitarlo. Pero ni se me ha ocurrido poner una denuncia. El hecho de vivir comporta el riesgo de acatarrarse, incluso el de perder la razón. Sin duda, es lo que le ha ocurrido a la señora del juguete. No tendría importancia si no hubiera estado a punto de volver loca también a la justicia, que en primera instancia falló a favor de su locura. En cualquier caso, nos lo pensaremos antes de invitar a alguien a cenar.

diumenge, 5 d’agost del 2007

Rato el 'rentero'

RATO EL 'RENTERO'

No se sabe de nadie, creo yo, que haya saltado desde una cátedra de Historia del Arte o de Metafísica a la presidencia de una empresa inmobiliaria. Sin embargo, es bastante común llegar a presidir una institución académica de gran prestigio después de haber fundado una cadena de pizzerías. Quiere decirse que si Paco el Pocero no preside el patronato del Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York, por poner un ejemplo, no es porque no sepa inglés, sino porque algo (no sabemos qué) ha hecho mal a lo largo de su carrera de millonario. Y digo Paco el Pocero porque estos días sale en casi todos los periódicos a bordo de su yate (y en top-less, por cierto), pero hay, como él, otros empresarios que, teniéndolo todo, no llegan a nada. Puede el hombre continuar construyendo seseñas y forrándose el hígado con billetes de 500 euros, pero no es probable que le nombren doctor honoris causa por la Universidad Complutense de Madrid, como a Mario Conde.

Dirán ustedes que a mí qué me importan los problemas académicos del Pocero. Pues me importan porque soy un psicópata al revés. Quiero decir que empatizo con todo el mundo a una velocidad que no es normal. Por eso, cada vez que le veo en un barco lleno de amuras y de esloras, de babores y estribores, con los senos al aire, siento piedad por él. Estoy convencido de que por más esfuerzos que haga no le van a dar ningún título. Tiene uno la impresión de que es un apestado, un paria, un desclasado que ya no es de donde viene y jamás lo aceptarán a donde va.

Pero no todo son malas noticias. Acabamos de enterarnos de que Rodrigo Rato cobrará una renta vitalicia del FMI, donde apenas ha trabajado tres años. Para un empatizador enfermizo como yo, es un respiro, porque a ver dónde se iba a colocar este hombre después de haber estado tanto tiempo fuera del mercado laboral. Me alegro mucho por esa renta, que es un auténtico regalo (el FMI no comete cohechos) para alguien con esa vocación de servicio. Ahora sólo nos falta averiguar a qué rayos se dedica el Banco Mundial para repartir el dinero de un modo tan alegre. En todo caso, bien por Rato el Rentero.

divendres, 3 d’agost del 2007

Una mujer tradicional

UNA MUJER TRADICIONAL

Laura Bush confiesa en una entrevista que ve a su marido como «un guerrero antiterrorista». A simple vista parece una declaración inocente pero, créanme, es brutal. Se ve que esa pareja juega a los superhéroes a cuenta del consumidor, que es el resto de la humanidad. Nos recuerda Laura Bush a esas madres que disfrazan a su hijo de Superman y lo muestran con orgullo a los vecinos. Ella ha disfrazado a su marido de guerrero antiterrorista y lo enseña al mundo en las entrevistas. Pero esto no es juego, amiga. Su superhéroe ha matado a cientos de miles de personas en Iraq (por citar el lugar de su última hazaña), ha desestabilizado la zona hasta extremos de delirio, ha creado Abu Grahib y Guantánamo, entre otras proezas. Quizá a usted le excite ver su hombre disfrazado de guerrero del antifaz, pero piense un poco en el sufrimiento que sus juegos eróticos acarrean al resto de la humanidad. Un poco de por favor, en fin, o de sindéresis, que viene a ser lo mismo.

La entrevista no tiene desperdicio. Cuenta que el peor momento de su vida ocurrió cuando tenía 23 años y se saltó un stop, matando al conductor de un vehículo que iba tranquilamente por su sitio y que resultó ser un compañero de colegio. Asegura que haber acabado con la vida de aquel chico cambió la perspectiva de su existencia, pero no explica cómo. Saltarse un stop está feo, sobre todo si tiene efectos mortales, pero lanzar misiles de forma indiscriminada sobre una población civil, utilizando como coartada una mentira, resulta incalificable.

Laura Bush está muy orgullosa de haber logrado que su marido abandonara el alcohol. Por lo visto, le dijo: O la botella o yo, y Bush la eligió a ella, que es droga dura. De hecho, ha escrito un libro titulado La esposa perfecta. La esposa perfecta es ella misma, una mujer mujer (como le gustan a Aznar, también gran guerrero antiterrorista), que parece que no se mete en nada, pero se mete en todo. Sería fantástico que después de arrebatar a su marido de las garras del alcohol, le quitara de bombardear. Pero no va a ser fácil, porque los fuegos artificiales le gustan más a ella que a su George. Perra vida.

dimecres, 1 d’agost del 2007

Hipotecas e Hipotekas

HIPOTECAS E HIPOTEKAS

Había una película, Los ladrones de cuerpos, que relataba el modo de invasión extraterrestre comúnmente más aceptado: el de la ocupación del organismo humano. Los cuerpos ocupados (¿o habría que decir okupados?) llevaban vidas aparentemente normales, aunque si les dabas conversación, te dabas cuenta de que allí dentro ya no estaban tu padre, tu madre o tu cuñado, sino alguien o algo que se hacía pasar por ellos. La película (o las películas, pues hubo varias) tuvieron éxito porque conectaban con la idea dominante de que el cuerpo y el alma son materiales narrativos perfectamente separables, como el jinete y el caballo. Lo que no está muy claro es si el jinete es el alma de animal o viceversa.

Digo todo esto porque acabo de ver un anuncio que dice así: «Venda su vivienda conservando el usufructo vitalicio a cambio de una renta mensual». Evidentemente, se trata de una empresa de ladrones de cuerpos. En este caso, el cuerpo es el domicilio habitual. Lo que pretenden los del anuncio es quedarse con él una vez que su alma (el inquilino) haya fallecido. Me parece que a esto se le llama también hipoteca inversa, pero no estoy seguro. Hay muchos modos de ocupación (u okupación), desde la patada en la puerta a la seducción. Los bancos y los prestamistas trabajan más la seducción, pero los resultados son idénticos. Se ha pasado usted media vida pagando la hipoteca del derecho, por entendernos y, cuando se quiere dar cuenta, tiene que empezar a pensar en la hipoteca del revés. El caso es que si hace cuentas ha disfrutado de la propiedad plena del piso cuatro días, justo los cuatro cochinos días que dura la existencia.

Así las cosas, valdría más vender el alma que el cuerpo. El problema es que los banqueros, aunque por lo general beatos, son muy listos y no compran almas porque el alma no vale para nada. Si usted quiere vender su hígado, se lo compramos; si usted quiere vender su piso (que es un hígado a lo bestia) se lo compramos también. Pero el alma se la mete donde le quepa porque no cotiza en Bolsa. Haga usted cuentas, en fin, porque a lo mejor no le compensa pedir una hipoteca de derechas para solicitar otra de izquierdas a las dos semanas de haber cancelado la anterior.

diumenge, 29 de juliol del 2007

Todo es mentira

TODO ES MENTIRA

El Solitario no era un excombatiente ni un ex-general ni un experto en artes marciales o armas de fuego. Ni siquiera había hecho la mili. Resulta increíble (como siempre, por otra parte) la distancia entre lo que habíamos imaginado y la realidad. Hace poco, en un programa de Iker Jiménez, un individuo dijo muy seriamente que el Solitario era un pastor. Para demostrarlo, enseñó un mapa de sus atracos haciendo ver al público que las oficinas bancarias perjudicadas siempre estaban cerca de una de las famosas cañadas reales, por las que huía con su Jeep sin dejar rastro. La teoría era tan pintoresca que daban ganas de tragársela a pies juntillas (qué rayos querrá decir a pies juntillas). Pues no, tampoco era pastor.

El solitario era un tipo cualquiera, un asesino del montón, un paranoico aficionado a la chatarra y al bricolaje. No procedía de los ejércitos desarticulados en los países del Este ni cuidaba cabras en sus horas libres. Había visto, como usted y como yo, muchas películas de atracos y no ignoraba que convenía protegerse los dedos con esparadrapo, por si las huellas. Conocía también algunos rudimentos sobre el arte del disfraz y sabía que el chaleco antibalas te puede salvar la vida. A diferencia de usted y de mí mismo, poseía en cambio una notable sangre fría y no tenía problemas de conciencia a la hora de disparar. Era un asesino vulgar, no el tipo preparadísimo que nos venían vendiendo desde hace años. De hecho, en un década apenas obtuvo 700.000 euros, muy poco en relación a la cantidad de atracos y a los riesgos que tuvo que correr. A lo mejor era tonto.

Quiere decirse que cuando conozcamos a un marciano de verdad, no tendrá nada que ver con la imagen que de ellos nos venden a diario las revistas sobre ovnis. Si se han equivocado tanto con un caso tan sencillo como el del Solitario, no queremos ni imaginar la distancia que habrá entre lo que nos han dicho de los extraterrestres y los extraterrestres de verdad. Al final, serán gente normal, como usted o como yo. Todos los caraduras que llevaban años haciendo literatura (mala) sobre el Solitario deberían pedir públicamente perdón y solicitar la baja.

divendres, 27 de juliol del 2007

Sobra el ministerio de la vivienda

SOBRA EL MINISTERIO DE LA VIVIENDA

En Irán ejecutan a los homosexuales y a los adúlteros, pero también podrían ejecutar a los que miden más de un metro ochenta o a los de ojos azules. Quiere decirse que en Irán ejecutan porque les va la marcha y a continuación lo justifican diciendo que eres homosexual o adúltero o amante de las verduras a la plancha, da lo mismo. Cuanto más absurdo es el motivo, mejor cuela. A lo largo de la historia de la humanidad se ha ejecutado gente por las razones más peregrinas que quepa imaginar y aquí estamos, pellizcando el cruasán mientras por la radio dicen que en Irán se acaban de cargar a 16 personas por homosexuales o adúlteras.

Es una suerte no ser iraní, quién lo duda, pero en todas las nacionalidades cuecen habas o extirpan clítoris, que viene a ser lo mismo. En ocasiones, eres tú mismo el que extirpa los clítoris o cuece las habas. Vamos de un lado a otro dando palos de ciego, o recibiéndolos. Todo esto se debe a que la humanidad no tiene las cosas (sobre todo las cosas buenas) claras, de ahí que lo malo de ayer sea lo bueno de hoy o viceversa. El PP, por ejemplo, va a proponer en su programa electoral la supresión del ministerio de la Vivienda.

-¿Por qué?

-Porque no sirve para nada.

-¿Y no sería más fácil encontrarle alguna utilidad?

-Es usted un idealista.

La propuesta, que para más INRI proviene de las Juventudes del PP, dejará definitivamente en manos del mercado el precio de un producto de primera necesidad. Es una suerte no ser iraní, ya lo hemos dicho, incluso aunque seas heterosexual y fiel a tu esposa, pero ser español también tiene sus inconvenientes, sobre todo los días en los que la Conferencia Episcopal da una rueda de prensa o las Nuevas Generaciones populares paren una idea. Unas juventudes como Dios manda (sean del PP o de cualquier otro partido) deberían pedir la supresión del ministerio de Defensa. Pero eso, que es lo sensato, habría producido un escándalo. No somos nadie.

Muy raro

MUY RARO

Estaba viendo la tele por azar o por necesidad, ahora no caigo, cuando salió el presidente de un banco español que se acababa de establecer en China, porque no estar en aquel país, dijo, era como no estar en el 40% del mundo. Asentí interiormente porque me pareció una evidencia creativa, pero luego pusieron los anuncios y me fui al cuarto de baño, donde, mientras hacía pis de forma filosófica (¿hay otra?), llevé a cabo un rápido inventario del 40% de los territorios en los que no he logrado entrar. Quizá no estaba en el 40% del corazón de mi mujer ni en el 40% del pensamiento de mis hijos. Tal vez después de 20 años ni siquiera había logrado llamar la atención del 40% de los lectores de este periódico. Por no estar, no estaba ni en el 40% de mí mismo, que permanece ocupado por una especie de materia oscura que crece a más velocidad que la economía china y donde es imposible abrir sucursales del yo.

El presidente del BBVA, por poner un ejemplo que se me acaba de venir a la cabeza, es un hombre poderoso. Llega a su despacho una mañana, observa el mapamundi y se dice: vaya por Dios, no estoy en el 40% de la realidad, esto hay que arreglarlo. Y lo arregla. En el tiempo que usted o yo empleamos en ir y venir del baño, uno de estos hombres es capaz de abrir 20 oficinas en el 40% del mundo. ¿Les sirven todas esas sucursales para conocerse mejor a sí mismos? No tengo ni idea. Hablo poco con los presidentes de los bancos, incluso con los directores generales, pero supongo que para llegar a China hay que atravesar antes las estepas del propio pensamiento. Ahora bien, si conoces a fondo esa geografía interior, ¿qué placer puedes encontrar en conceder préstamos hipotecarios tan lejos de casa y a personas que no te han hecho nada?

Seguramente no he leído el 40% de los libros de mi biblioteca, que viene a ser como no haber leído el 40% de mí mismo. Si dispusiera de la determinación de estos banqueros, mañana mismo empezaría a poner remedio a esta carencia. Pero hay días, como el de hoy, en los que vas de título en título sin ser capaz de detenerte en ninguno. Por eso mismo estoy delante de la tele, observando cómo la banca española se abre camino en China. Y me parece raro, francamente.

dimecres, 25 de juliol del 2007

El mar de cuerpo presente

EL MAR DE CUERPO PRESENTE

Parece que está en marcha una nueva Ley Funeraria que prohibirá arrojar al mar las cenizas de los fallecidos dentro de las urnas y legalizará los ataúdes de cartón. En cuanto a lo primero, parece mentira que sea preciso regular algo que es de sentido común, sobre todo en unos momentos en los que ya hemos aprendido a reciclar y quien más quien menos sabe que los plásticos no se deben mezclar con los restos orgánicos. Pero nos interesa más lo de los ataúdes de cartón, que además de ser baratos, manejables y ecológicos, evocan a las cajas de zapatos, donde los niños vienen enterrando desde siempre a sus mascotas (el hámster, el canario, el gato, el periquito…).

Habría que hacer un monumento a la caja de zapatos, que tanto juego ha dado a lo largo de la historia. Antiguamente, sacábamos más partido a la caja que a los zapatos, pues eran muy versátiles y misteriosas. En la vida de todo niño antiguo (de los de mi época, quiero decir) ha habido una caja de zapatos de referencia. Ahora que la gente las tira sin piedad a la papelera antes de salir de la tienda, bienvenido sea este ataúd de cartón, que la evoca o que la continúa, según se mire. El cartón sienta mejor al cuerpo que la madera. A ver si los ponen pronto a la venta y compramos uno para los gusanos de seda.

Por lo demás, me cuentan que el Mediterráneo es ya el mar más sucio del mundo, en parte por la costumbre ésta de arrojar las cenizas de los muertos con su urna. Si la urna fuese de cartón, se desharía al contacto con el agua, liberando a las cenizas sin polucionar (en el caso de que las cenizas no polucionen). Tenemos que hacernos a la idea de que el mar, a diferencia del retrete, carece de cadena de la que tirar cuando está lleno de basura. Quiere decirse que lo podemos ensuciar hasta un límite, pasado el cual se pudre. La nueva Ley Funeraria debería advertir sobre los peligros de la muerte del mar, que finalmente no es más que un individuo gigantesco, lleno de órganos (los peces, las algas, etc.) tan delicados como el corazón o el hígado. Un mar de cuerpo presente debe ser un espectáculo insoportable, aunque lográramos meterlo en un ataúd de cartón.

diumenge, 22 de juliol del 2007

Confusión total

CONFUSIÓN TOTAL

Parece que los billetes de 500 euros se han pasado definitivamente al lado oscuro. Siendo de curso legal, sólo los poseen los gángsters. Curiosa contradicción. Hacienda tiene localizadas prácticamente a todas las personas que han traficado con estos papeles en los últimos años y les va a meter un puro tras la investigación pertinente. Ahora mismo entra un bin laden (se llaman así porque todo el mundo ha oído hablar de ellos, pero nadie los ha visto) en una casa de clase media honrada y es peor que si hubiera entrado la peste.

-Quitad eso de ahí ahora mismo.

-Pero si son 500 euros.

-Por eso mismo, hijo. ¿Quieres que terminemos en la cárcel?

Dada la situación, lo sensato sería descatalogarlos y fijar un plazo equis para cambiarlos por billetes de 50. Los de 50 están todos impregnados de coca (también los de 20), pero es que no hay billetes perfectos como no hay personas perfectas. Si buscas un dinero que además de legal sea honesto, tendrás que recurrir a las monedas de un euro, o a sus subordinadas. Es difícil que cincuenta céntimos de euro se corrompan: no tienen motivo ni razón. En cuanto a las de un céntimo, son espíritus puros, verdaderos ángeles que ignoran a qué se dedica el dinero grande. Tal es la ventaja de los seres unicelulares. Cuando nosotros éramos unicelulares, no cometíamos cohechos ni prevaricaciones ni teníamos sida. La complejidad orgánica acaba traduciéndose en problemas de orden moral. ¿A quién se le ocurrió fabricar billetes de 500 euros, que es como implantarle un hígado de cerdo a una ameba?

Para que la confusión sea total, sólo falta que los billetes de 500 euros falsificados, que también los habrá, se pasen al lado luminoso, es decir, que sólo se utilicen para hacer el bien. Si tal cosa llegara a suceder, cabría preguntarse qué es preferible, si un billete de curso legal malo o un billete falso bueno. Yo de momento, continúo con mis céntimos de euro y con mis décimas de fiebre de verano. Las décimas de fiebre no son ni buenas ni malas, depende de cómo las utilices. Vale.

divendres, 20 de juliol del 2007

Un problema de sobrepeso

UN PROBLEMA DE SOBREPESO

Rajoy voló a Ibiza en busca de un Prestige y se encontró con un Don Pedro. Las cosas no llegan cuando quieres ni cuando las necesitas, sino cuando les da la gana a ellas, perra vida. Rajoy lleva tres años buscando prestiges y yacks 42 y guerras de Iraq debajo de las piedras, pero siempre vuelve a casa con asuntos que no tienen nada que ver. Lo que sí podría encontrar, si se pusiera a ello, es parte del Estatuto catalán en el de Andalucía, pero eso es lo que menos le interesa en estos momentos en los que comienza, como Aznar en su día, a hablar catalán en la intimidad. ¿Quién le mandaría recurrir al Constitucional, que acaba de calificar de «extravagante» el recurso valenciano al Estatuto andaluz?

Hay una foto de Rajoy en una playa ibicenca a la que fue a buscar chapapote y sólo le pudieron servir pequeñas galletas de fuel que se comió a palo seco. En la imagen, aparece con gesto de decepción como diciéndose «esto no es un "prestige", por favor, quién me ha preparado este viaje». Lo curioso es que, aunque se le ve en mangas de camisa, resulta evidente que va vestido de invierno. Pero es que Rajoy siempre va de invierno, no habíamos caído hasta verle en la orilla del mar con zapatos negros y pantalones de franela. Va de invierno hasta cuando va de verano, lo que por fuerza tiene que significar algo, aunque de momento no sepamos qué. Se porta en esto como los obispos, a los que espantan la manga corta y las sandalias. No es la única afinidad que tiene con la jerarquía, pero ésta resulta llamativa.

El caso es que daban ganas de meterse en la foto con un niqui y unas bermudas y pedirle que se cambiara de ropa (y de cara). Claro que él llama «estrenar nuevas caras» al hecho de pedir ayuda electoral a Costa, que fue secretario de Estado con Rato y ministro con Aznar. No es raro, pues, que cuando se quita la corbata se sienta en bañador. El Don Pedro es una catástrofe de entretiempo con la que no sacas ningún voto. Donde sí podría meter mano es en el asunto del helicóptero en el que se estrelló junto a Esperanza Aguirre. Resulta que llevaba sobrepeso y estaba pilotado por un inexperto. Podría pedir la comparecencia de los responsables de ese vuelo suicida en el Parlamento. Lo malo, dita sea, es que fue contratado por la Comunidad de Madrid.

Otra lengua

OTRA LENGUA

Estuve en la apertura del XV Congreso de la Federación Mundial de Sordos, celebrado estos días en Madrid. Había gente de todas las nacionalidades, de todos los colores y de todas las estaturas hablando por los codos, nunca mejor dicho. Los sordos se expresan con todo el cuerpo, incluida la boca, de forma que verlos conversar era como asistir a la actuación de un ballet monumental. Una fiesta. También entre ellos hay oradores mejores y peores, claro. Los buenos buenos te dejaban con la boca abierta, aun cuando no entendieras nada de lo que decían. Resulta increíble que hayamos tardado tantos siglos en darnos cuenta de la riqueza de esa lengua cuya complejidad estudió Oliver Sacks en Veo una voz.

Y todavía hay quien se refiere a los sordos como sordomudos. Resulta inexplicable que hayamos alentado esa barbaridad durante tanto tiempo. No sólo no son mudos, sino que hablan por los cuatro costados (nunca mejor dicho de nuevo), además de por los codos. Producía admiración y un punto de envidia verlos expresarse con los dedos, los ojos, las cejas, la cabeza, el torso, los brazos... Escribían poemas en el aire con la facilidad con la que Picasso dibujaba palomas de la paz sobre el papel. Las cafeterías de los alrededores estaban llenas de gente cuyas manos revoloteaban alrededor de los rostros amigos como enjambres de mariposas en un sueño ecológico. Aquellas manos parecían también pájaros al amanecer, pues sus nerviosos movimientos iban con frecuencia acompañados de destellos verbales semejantes al trino de las aves.

Tenían razones para estar contentos. El Gobierno español acaba de reconocer por ley esa lengua con la que se han cometido tantas injusticias sin que en nombre de ella, en cambio, se haya hecho daño a nadie. Los sordos constituyen una verdadera comunidad cultural en la que no hay tentaciones excluyentes. Llevan siglos luchando por sus derechos desde un asociacionismo pacífico, integrador, ejemplar en todos los sentidos. Fernández de la Vega les dio la bienvenida en su propio idioma, pero se echó de menos a Ruiz Gallardón, alcalde de la ciudad anfitriona, cuyo oído guarde Dios muchos años, porque la vista, evidentemente, la ha perdido.

dimecres, 18 de juliol del 2007

Gustos caros

GUSTOS CAROS

Después de haberle ocultado a su paciente que estaba embarazada de gemelas, un médico de Guayaquil se quedó con una de las criaturas tras asistir al parto. He aquí un caso de robo orgánico ante el que nos quedamos sin palabras. Podemos entender que nos roben la cartera, incluso que nos saquen el hígado, pero no estamos preparados mentalmente para que en un quirófano se lleven a cabo estos juegos de manos. Las hermanas gemelas, ya adolescentes, coincidieron en un restaurante y se quedaron de piedra. La de este lado no sabía si era la del otro lado, y viceversa. Orhan Pamuk, el Nobel de literatura, cuenta que de pequeño estaba convencido de que en algún lugar de Estambul (su ciudad natal) había una casa idéntica a la suya con un niño idéntico a él dentro de ella. Se trata de una fantasía muy común (la necesidad y el pánico del doble), que funciona mientras no pierde su calidad de sueño, pero que produce estragos considerables cuando da el salto a la realidad.

A lo mejor algún médico había fantaseado antes de este suceso con la idea de quedarse con uno de los bebés de un parto múltiple, aunque no es probable que lo hubiera llevado a cabo. Basta que suceda una vez para que una suerte de virginidad se quiebre dentro de nosotros. Leí en cierta ocasión un cuento en el cual una comadrona había colocado un hijo propio no deseado a una mujer cuyo hijo había muerto en el parto. Un robo inverso, como si dijéramos, completamente fantástico hasta nueva orden, o hasta que suceda, que viene a ser lo mismo. Y quizá no tarde en ocurrir. Si uno tiene paciencia y vive lo suficiente, acaba comprobando que todo lo que pasa por la cabeza desemboca tarde o temprano en la realidad, incluso la muerte propia. Por eso tampoco conviene llegar a centenario.

A más edad, más probabilidades hay de que un día, en un restaurante, te encuentres con tu doble, o con tu hermano gemelo, depende de quién atendiera a tu madre cuando el parto. Ninguna de las dos situaciones es deseable, entre otras cosas porque podrían cargar a tu tarjeta de crédito la cena del otro, que quizá tenga gustos tan caros como los tuyos.

diumenge, 15 de juliol del 2007

Las lenguas

LAS LENGUAS

Es sabido que los habitantes de Babel, una vez confundidas sus lenguas, se dividieron en grupos que partieron en direcciones diferentes para repoblar la Tierra. La Biblia no dice si había grupos, valga la contradicción, de una sola persona. Pero nosotros queremos imaginar que en aquel reparto lingüístico hubo lenguas que sólo hablaba un individuo: los solitarios del mundo, los malditos, los incomprendidos. Hombres o mujeres que hablaban sin que nadie los entendiera y sin que ellos entendieran a los demás. Aquellas almas partieron solas y fundaron países de un solo hombre o de una sola mujer con su constitución y sus semáforos y su ganadería y su gramática y su gastronomía y su medicina natural y su urbanismo.

Una lengua de este tipo, dado que las palabras sirven para comunicarse, puede parecer un peine sin púas. Pero se trata de algo más dramático (o quizá más hermoso). Si dispones de una lengua, por rara que sea, ¿cómo evitar utilizarla? Hablas contigo mismo, con el armario de tres cuerpos, con la mesa camilla, con la nevera, con el polvo, con las sábanas. Pero hablas. Hasta es posible que te dé por escribir. ¿Se imaginan a alguien escribiendo una obra maestra que nadie, excepto su creador, podrá leer? El caso es que hay en la actualidad un número notable de lenguas habladas por un solo individuo y otras tantas en trance de extinción. Todos los días desaparece algún idioma como desaparece una especie animal o vegetal. Estamos en pleno proceso de implosión.

Las lenguas de un solo individuo se están convirtiendo en una especie de atracción turística. Los estudiosos de todas las universidades del mundo acuden a visitar estas personas, por lo general ancianas, y les piden que hablen. Hay una fascinación difícil de entender en esa escucha, como en los idiomas particulares creados por algunos hermanos gemelos. La división de lenguas, tal como aparece en la Biblia, parece una maldición, pero fue un milagro. Gracias a ella somos conscientes del valor del idioma. Si todos habláramos el mismo, la lengua habría devenido en algo biológico, a la altura del hígado. Pero el hígado sería interesante si lo poseyera un solo hombre.

divendres, 13 de juliol del 2007

Estaciones

ESTACIONES

Soñé que en el salón de mi casa había una boca de metro. No era grande, como las de la calle, pero dado que yo era su único usuario, tampoco necesitaba más. Entré, descendí por unas escaleras mecánicas pequeñas a un túnel reducido, y esperé la llegada del tren, que tenía el tamaño de una atracción de feria. La línea estaba compuesta de un conjunto de estaciones con los nombres de mis hermanos. Podía bajar en Federico, Jorge, Inés, Manuel, Cristina. En algunas estaciones había conexiones con otras líneas: las de los primos, las de los sobrinos, las de los abuelos, las de los parientes lejanos. Descubrí también una línea con los nombres de los muertos de mi familia y una más con los nombres de los amigos ganados o perdidos desde la infancia.

Tomé esta última y bajé en la estación llamada Rodolfo, un chico de mi calle con el que me fumé los primeros cigarrillos. Tras recorrer varios túneles siguiendo las indicaciones de la señalización, aparecí en el dormitorio de Rodolfo, que estaba tal y como lo recordaba. Rodolfo tenía una colección de insectos disecados que había llegado a ser célebre entre los amigos. Me asomé a ella y vi que continuaba intacta, con aquellos escarabajos negros, rojos o dorados que tanto me habían llamado entonces la atención. Pero no había ni rastro de mi amigo. Abandoné la habitación, por si se encontrara en alguna otra zona de la casa sin ningún resultado. El único ser visible era un canario, pero estaba muerto dentro de su jaula. Pensé que tendría que haber estado en una línea de metro de canarios muertos. Y eso fue todo.

Desperté cuando volvía a casa, extrañado de la existencia de aquella construcción subterránea, que había brotado en mi salón. Tras darme una ducha rápida, desayuné, bajé a la calle y tomé el metro, como siempre a esa hora. Al paso de las estaciones iba recordando mi aventura nocturna lleno de nostalgia. Entonces supe que aunque aquella línea de metro soñada no estaba en mi salón, se encontraba dentro de mí. Y que todos los días, sin darme cuenta, recorría algunos de sus tramos con resultados más bien desalentadores. En cuanto a Rodolfo, ahora creo que se encontraba debajo de la cama, pero no se me ocurrió mirar.

Las actas

LAS ACTAS

La exigencia, por parte de Rajoy, de que Zapatero entregue las actas de las reuniones con ETA, ha saltado a la calle con la fuerza de la canción Ponte el cinturón. El otro día, en el transcurso de una pelea de tráfico, cuando los contendientes estaban a punto de llegar a las manos, alguien gritó que entregaran las actas y todo el mundo estalló en carcajadas. Seguramente habría obtenido los mismos resultados pidiéndoles que se pusieran el cinturón, pues de lo que se trataba era de introducir en la disputa una tontería capaz de rebajar la tensión ambiental. Lo bueno de estos recursos es que, incluso dichos con gravedad, provocan en el oyente una sonrisa. La autora de Ponte el cinturón escribió su copla completamente en serio, con la noble idea de reforzar la campaña de la Dirección General de Tráfico. El público, en cambio, la recibió como una parodia de esa publicidad institucional. De ahí su formidable éxito cómico.

Siempre ha sido así. Ni Kafka tenía la menor idea de que era Kafka ni Cervantes de que era Cervantes ni Shakespeare de que era Shakespeare. Rajoy no se ha enterado aún de que es Rajoy. En el momento en que se dé cuenta, estamos perdidos. Urdaci, desde que unos desaprensivos de la tele le hicieron ver que era Urdaci, no deja de hacer payasadas. Rajoy, por fortuna, permanece inocente. Exige las actas con la prosopopeya de un registrador de la propiedad disfrazado de registrador de la propiedad (el caso del doble impostor, magistralmente descrito por Philip K. Dick). Si aún resiste, es porque ignora que hace humor (negro) como Silvia Padilla, la autora de Ponte el cinturón, ignora que está haciendo parodia.

No saber, tal es el secreto de la vida. No saber que eres Sócrates, no saber que eres Dante, no saber que estás inventando la electricidad o descubriendo el radio. Cela supo siempre que era Cela, lo que hizo un daño incalculable a su literatura y a su vida. Cuando sabes quién eres, cómo reprimir aquello de "no sabe usted con quién está hablando". Nosotros, cuando interviene Rajoy, sabemos que habla Mariano. Pero él no se ha enterado aún. Y mientras permanezca en su inocencia, continuará exigiendo las actas al modo en que Silvia Padilla nos pide que nos pongamos el cinturón.

dimecres, 11 de juliol del 2007

Etiquetados falsos

ETIQUETADOS FALSOS

Lo bueno del dentífrico asesino es que todavía no sabemos si se trata de una copia de la marca Colgate o es un Colgate genuino que ha llegado a España por error. La marca, lejos de aclararlo, se ha limitado a decir que la pasta que fabrica para España es absolutamente segura (¿y la que fabrica para el Tercer Mundo?). De acuerdo con sus recomendaciones, sólo deberíamos comprobar que el etiquetado está escrito en castellano.

-¿Y si viene en suahili?

-Si viene en suahili, mejor no lo use.

-¿Pero entonces se trataría de un Colgate falso?

-No podemos decir más de lo que hemos dicho.

Señora, si usted venía cepillándose los dientes en suahili, en gallego, en catalán o en euskera, corra al médico de urgencias, por si las moscas, y hágaselo ver. A partir de mañana, en cualquier caso, se los limpia en español, que de ese modo hace patria. Seguro que ni Aznar ni Acebes ni Zaplana utilizan dentífricos cuya leyenda no venga en español. A la larga, la fidelidad a los principios y a la pasta (de dientes) tiene sus recompensas.

La sustancia que mata se llama dietilenglicol, un término que no viene en el diccionario de la Real Academia. Si viniera, como es lógico, no mataría. Quiere decirse que deberíamos consultar más el diccionario. He de añadir sin embargo que la edición de que dispongo procede de una tienda de todo a cien, como el Colgate asesino. Ignoro, por tanto, si se trata del diccionario auténtico de la RAE o de una copia pirata de la que, por economizar, se han eliminado algunos términos. El problema de comprar en estos establecimientos monopolizados por los chinos es que no sabes si las pizzas son pizzas, el dentífrico es dentífrico o la comida para perros es comida para perros. Por no saber, no sabes si el de la caja es un chino de verdad o un impostor.

Así las cosas, ¿cómo averiguar si el etiquetado en castellano es verdadero o falso? De momento, y hasta que la policía aclare todos estos extremos, lo sensato es que compre usted en El Corte Inglés, donde si un dentífrico te sienta mal te devuelven el dinero, y quizá la vida. Ánimo.

diumenge, 8 de juliol del 2007

Neoliberalismo y 'neoauschwitz'

NEOLIBERALISMO Y 'NEOAUSCHWITZ'

Hubo un tiempo en el que colocar a un enfermo en el pasillo de un hospital constituía una excepción escandalosa. Ahora, en algunos centros de Madrid, es la norma. La sanidad pública, en esa comunidad, ha devenido en un sálvese quien pueda desde que Esperanza Aguirre comenzara a aplicar sus recetas neoliberales. Un hombre llamó desolado a una emisora de radio para contar que su padre llevaba varios días en un pasillo, aquejado de una fractura. El hombre, de 85 años, era diabético, pero le dijeron que allí só lo podían atender la fractura, por lo que la familia tenía que llevar diariamente las medicinas para esa enfermedad. Dentro de poco, tendremos que acudir a las urgencias con nuestra propia botella de oxígeno y con nuestro orinal y con nuestra insulina, quizá también con nuestro bisturí.

Por lo demás, la descripción que la víctima hacía de la situación se ajustaba a la de un pequeño Auschwitz: perdida la privacidad, los pacientes tenían que realizar los actos más íntimos a la vista de las diez o do ce personas aparcadas junto a ellos. Hablando de aparcar, no he conseguido aún que alguien me explique por qué llaman boxes a los lugares donde son recibidos los enfer mos. En cualquier caso, no deja de ser un síntoma de la consideración que se tiene al enfermo, pero no es el único. Los cuidados paliativos, después de la agresión de Aguirre a los médicos del Severo Ochoa, prácticamente han desaparecido. Desaparecen más cosas: en el hospital de La Paz llevan varios días buscando un feto de ocho meses que nadie sa be dónde ha ido a parar. Por cierto, que una mujer con el bebé muerto en su vientre tuvo que ir de aquí pa ra allá durante 29 horas hasta lograr que se lo sacaran.

Y si hablamos de la escuela pública, los padres huyen de ella como de la peste, porque su deterioro empieza a ser insoportable. El neoliberalismo se carga las cosas y luego di ce que no funcionan. Los americanos hacían en tiempos algo parecido con los negros: los ponían a limpiar zapatos y luego aseguraban que sólo servían para eso. Mucha preocupación por el calentamiento global, pe ro aquí lo que de verdad se está calentando es el modelo neoliberal del que Esperanza Aguirre es la avanzadilla.

divendres, 6 de juliol del 2007

La lógica funciona

LA LÓGICA FUNCIONA

Si lo piensas, es increíble lo bien que funciona la realidad. Sales de casa por la mañana y te plantas en la parada del autobús dando por hecho que va a llegar. Lo curioso es que tarde o temprano llega. No se ha dado el caso, creo yo, de que un autobús no haya llegado. En ese sentido, la mayoría de los ataques de angustia (los que me dan a mí al menos) están injustificados. Siempre que cojo el automóvil para hacer un viaje largo, doy por hecho que a la mitad del camino tendré una avería. Es lo lógico, ¿no? Parece mentira que durante quinientos o seiscientos quilómetros no falle nada en ese motor lleno de complejidades. Lo normal sería que se rompiera un manguito, que se pinchara una rueda, que se atascara una biela (en el caso de que los coches lleven bielas). Pues bien, jamás un coche me ha dejado tirado en la carretera. De haberlo sabido de antemano me habría ahorrado un montón de ansiedades. Y no quiero decir nada de los aviones o de los barcos (que ni se caen ni se hunden, increíblemente, o lo hacen en proporciones bajísimas) para no preocupar al personal. Tampoco mencionaré, por respeto a los hipocondríacos, el caso del cuerpo humano, pero carece toda lógica que dure 80, 90 y hasta 100 años en condiciones más o menos aceptables. Fíjense lo bien que funcionan las cosas, que una bolsa de plástico tarda más de 150 años en degradarse. Se dice pronto, 150 años. Quiere decirse que la entierra usted en el jardín de su casa y dentro de un siglo puede desenterrarla un descendiente suyo sin que se haya convertido en polvo. Cuando dentro de cientos o de miles de años El Corte Inglés haya desaparecido, los antropólogos encontrarán en las atapuercas del momento yacimientos enteros de sus bolsas, con el logotipo intacto. Me digo todo esto en la parada del autobús. Aunque sólo llevo 15 minutos esperándolo, me ha dado por pensar que quizá no llegue nunca, lo que me sume en un estado de desasosiego sin límites. No me imagino envejeciendo y muriendo bajo esta marquesina con publicidad de ropa interior de caballeros. Por fortuna, los razonamientos anteriores me calman. Lo que significa que también la lógica funciona y eso sí que es increíble en nuestro mundo. Ahí llega, por cierto el autobús. Buenos días.

El tiempo

EL TIEMPO

A veces los segundos hieren más que los minutos o las horas, más que los días, los meses o los años. Esas puntas de aguja, esos residuos afilados, esas esquirlas temporales penetran en la piel o en el ánimo como limaduras de acero y, aun sin provocar heridas visibles, matan como puñales. Cuatro segundos de asfixia valen por cientos de horas de dolor. Dos segundos de humillación profesional anulan una carrera de éxito. Los cinco segundos de sufrimiento muscular que preceden al infarto son cinco siglos de amargura. No diremos nada de las décimas de segundo que en las pruebas deportivas separan al campeón del aspirante... Contamos los días en horas para hacernos la ilusión de que el tiempo, como el dinero o los afectos, tiene una porción de calderilla, pero todo lo realmente importante nos sucede en cosa de segundos (véase el Big Bang).

A Rajoy, en la contrarréplica del debate sobre el Estado de la Nación, le sobraron 40 segundos como 40 dardos. Mientras regresaba a su escaño desde la tribuna de oradores, aquellos 40 segundos no utilizados sonaban como los clavos sobre el ataúd. Cuando se sentó y observamos su expresión, pero sobre todo la de Acebes, supimos quién había perdido el debate y quizá la vida. No hay precedentes de lo que el martes hizo Rajoy con currículum. El espectáculo de un jefe de la oposición que no sabe qué decir cuando le toca hablar es desgarrador. Lo curioso es que más tarde, ante los periodistas, atribuiría su derrota a la falta de tiempo. ¿En qué quedamos?

Aquellos 40 segundos fueron más largos que el minuto que emplea el microondas en calentar la leche, más tensos que el tiempo que tarda el recién nacido en romper a llorar, más agobiantes que los que preceden a la apertura del sobre con un diagnóstico clínico jodido. Nos dimos cuenta de que los cinco minutos de réplica le venían largos cuando, abrazado a ETA como Juana la Loca al cadáver de Felipe el Hermoso, empezó a gimotear. En ese instante comprendimos que el tiempo acababa de adquirir para él las dimensiones de un abismo al que, quizá fascinado por su hondura, se arrojó. Aunque viva cien años, su biografía quedará concentrada en aquellos 40 segundos de agonía.

dimecres, 4 de juliol del 2007

Rariano Rajo y Modrigo Ratoy

RARIANO RAJO Y MODRIGO RATOY

Deberíamos reservar al Tribunal Supremo para decidir sobre cuestiones complicadas, no para que nos diga si la paella debe tener arroz. Todo el mundo sabe que el ingrediente fundamental de la paella es el arroz. Algo nos ha pasado para que estos litigios absurdos lleguen al alto tribunal. Es como si los componentes del control de calidad de una fábrica de automóviles se dedicaran a revisar si los automóviles que salen de sus instalaciones llevan ruedas. Nadie se compraría un coche sin ruedas, porque es un fallo que salta a la vista. El control de calidad debe llegar allí donde no llegan los ojos del profano. De lo que salta a la vista pueden ocuparse los tribunales ordinarios. En el mal llamado caso Bono no había más que ver las fotografías de la manifestación y leer las crónicas del momento para saber a qué atenerse. Cuando se hace preciso llevar al Supremo una evidencia de ese calibre, es porque la ceguera campa a sus anchas.

Quizá esa ceguera explique la euforia absurda que rodea al regreso de Rato. En todos los artículos de todos los periódicos se habla de este hombre como de alguien que puede traer la luz a un mundo (el del PP) hundido en las tinieblas. Para un político no hay más Tierra Prometida que el poder. Rato, según diversos análisis, puede conducir a las desorientadas huestes del PP a la Tierra Prometida. Hay análisis de su regreso que, aisladamente considerados, provocan estupor. Todos juntos producen un efecto cómico que al propio interesado le habrá hecho gracia.

-Ven y democratízanos -parecen gritarle.

El impacto mediático provocado por la vuelta de este político ha sido tal que el primer nombre de la lista del PP en las próximas elecciones debería ser Ratoy. Y, el segundo, Rajo. O viceversa. Rariano Rajo y Modrigo Ratoy deberían presentarse a las elecciones como la versión latina de los hermanos Kaczynski. O como Isabel y Fernando, tanto monta, monta tanto. Si eso va a librar al Tribunal Supremo de decidir acerca de los ingredientes de la paella, bienvenida sea su decisión. Por fin podremos decir que es de día cuando es de día y de noche cuando es de noche. Nuestra joven democracia progresa a velocidades de vértigo.

diumenge, 1 de juliol del 2007

Novelas

NOVELAS

Pongamos que su familia de usted se encuentra en el salón de la vivienda, tomando café. Entonces usted se levanta como el que va al cuarto de baño, se introduce en el pasillo de la casa, asoma la cabeza a la habitación del niño, de nueve años, que está jugando con la consola, y le dice:

-Ven conmigo.

El padre y el hijo se dirigen juntos al dormitorio conyugal, donde el padre saca una pistola del armario y pide al niño que le dispare con ella. El niño no tiene una idea muy clara de la muerte. Los mayores, tampoco. Los mayores nos conformamos con poseer la versión dominante acerca de ese extraño suceso por el que dejas de estar en este mundo y de preocuparte por la hipoteca.

-Venga, dispárame aquí, en el pecho.

El niño observa a su padre. Quizá advierta su agitación interior, tal vez perciba su locura. Es posible que esté acostumbrado a ella. Teme que si no dispara papá se enfade, de modo que aprieta el gatillo y luego se dirige al salón, donde el resto de la familia toma café, y dice que acaba de matar a papá. La policía somete al niño a la prueba de la parafina (creo que se llama así) y descubre restos de pólvora en sus dedos. En efecto, el niño ha disparado.

La historia acaba de ocurrir en Argentina. El muerto era un policía superdotado, uno de esos agentes especiales, una especie de geo. Un amigo, nada más leer la noticia, me llamó para informarme de ella. Fíjate qué historia tan novelesca, dijo. Entonces pensé en el adjetivo novelesco. Lo novelesco se opone, en alguna medida, a lo normal. Pero la novela, como la belleza (perdón por la cursilada), está en los ojos del que mira. Cuando está fuera, malo. Cuando un asunto es novelesco en sí mismo, con independencia de la mirada que lancemos sobre él, quizá estemos hablando de un asunto periodístico. He aquí una diferencia interesante entre periodismo y literatura. Queda, naturalmente, la posibilidad de que el niño mintiera. ¿Y si su padre no le pidió que lo matara? En tal caso, nos encontraríamos ante una ópera. No veo otro modo de contar un suceso de esa magnitud que a base de ponerle música. Por cierto, ¿la música es novelesca?