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dimecres, 27 d’agost del 2008

Tenemos de todo

TENEMOS DE TODO

Leyendo las noticias relacionadas con el accidente de Spanair, nos hemos enterado de que existen empresas dedicadas a la gestión de catástrofes. Usted, pongamos por caso, tiene un edificio de seis plantas que un día, por la razón que sea, se viene abajo. Imagine que en cada planta de ese edificio viven cuatro familias que quedan sepultadas bajo los escombros. Seis por cuatro, veinticuatro. Es un marrón para usted como propietario y como ser humano. ¿Qué hace? ¿Va usted personalmente a dar el pésame a los deudos? ¿Atiende usted a las entrevistas de televisión? ¿Se hace cargo de los gastos del funeral? Usted no tiene de qué preocuparse si contrata los servicios de una empresa dedicada a la gestión de catástrofes. Ellos se encargarán de todo porque son expertos en administrar el dolor y la información, así como en contactar con las compañías aseguradoras.

Resulta asombroso lo protegidos que estamos. No podemos evitar las calamidades, pero podemos gobernar sus efectos. Me pregunto ahora si el 11-S fue gestionado por una de esas empresas, si el éxito del alcalde Giuliani fue debido a los consejos de un licenciado en siniestros. Lo cierto es que fue un modelo de gestión que uno había atribuido a la bondad natural del ser humano, cuando lo que quizá había detrás era una multinacional entregada a la administración de los sentimientos. Hay ya empresas para las cuestiones más inverosímiles. En Internet se anuncia una compañía especializada en buscar pareja. Cada minuto que pasa, dice aproximadamente la publicidad, usted está perdiendo la oportunidad de encontrar al hombre o la mujer de su vida. El texto viene acompañado de un reloj que marca las horas porque voy a enloquecer. Dan ganas de llamar para decir: Basta, me rindo, busquen a mi media naranja, que yo soy incapaz. Tal vez esa empresa debería ofrecer un servicio suplementario consistente en gestionar las catástrofes emocionales de carácter particular. Oiga, que me ha dejado mi mujer. No se preocupe, firme aquí y nosotros administraremos su dolor, su pena, su sentimiento de culpa. Tiene que decirnos si prefiere llevar todo esto en la intimidad o exponerlo en la tele. Lo segundo es más caro, pero da más gusto.

dilluns, 25 d’agost del 2008

Justicia boba

JUSTICIA BOBA

Si alguien dudaba acerca de la lentitud de la justicia, no tiene más que repasar el culebrón de De Juana Chaos desde que saliera de la cárcel y se le hiciera un homenaje público, calificado de glorificación del terrorismo y donde se leyó una carta escrita supuestamente por el aludido. La carta apareció también en Gara y desde entonces, hace casi un mes, todo el mundo viene preguntándose si es o no es de De Juana. Así estamos, que si el fiscal general, que si la policía, que si el juez de guardia. Lo primero que tenemos que averiguar, dicen una y otra vez, es si la ha escrito el que la firma. ¿Y cómo? Nadie sabía cómo hacerlo. Al final, después de mil gestiones inútiles, a alguien se le ha ocurrido que tal vez convendría preguntar al mismo De Juana. ¿Es o no es de usted este engendro que enaltece el terrorismo?

Pues nada, adelante, que le pregunten, dice el juez a los veinte días de estar mareando la perdiz. Entonces envían a un agente judicial a la vivienda de De Juana, donde se sabe positivamente que no está ni se le espera, porque se encuentra fuera del país. El agente vuelve donde el juez. Que no abre la puerta, dice. Vaya por Dios. Acuda usted dos veces más, para cumplir los plazos. Si continúa sin abrir, ya pensaremos algo. Y el agente judicial acude otras dos veces, sin prisas, claro, resolviendo por el camino cuestiones personales que tenía pendientes. Que sigue sin abrir, señoría. Pues nos ha metido en un lío este hombre, a ver qué hacemos ahora, y así de forma sucesiva.

Desde que De Juana salió de la cárcel nos tropezamos todos los días en el periódico con una foto suya a dos columnas, donde se dice siempre lo mismo: que si la Fiscalía ha decidido actuar, que si el homenaje fue, que si no fue, que si la carta para arriba, que si la carta para abajo. Ahora toca que hay que preguntarle si escribió o no escribió la carta. Que se lo pregunten por teléfono, alguien se habrá quedado con su móvil. Sale de la cárcel el tío más peligroso del país y a los cuatro días ya no sabemos cómo localizarle. El problema de la justicia no es que sea lenta, que lo es, como queda demostrado, el problema es que parece boba.

divendres, 22 d’agost del 2008

Ciudades sensibles

CIUDADES SENSIBLES

En Madrid se muere al por mayor, aunque a veces se vive al menudeo. Siempre ha sido así y quizá no tenga remedio; cuantos más números llevas en la lotería (en la lotería negativa), más posibilidades tienes de que te toque. La estadística tendría que levantar un monumento a Madrid, pues pocas ciudades son tan sumisas a sus leyes. Tenemos un protocolo para las catástrofes, un ritual aprendido, de forma que improvisamos tanatorios a una velocidad de vértigo. Los forenses -gente entregada como la que más- saben perfectamente dónde acudir cuando el telediario abre con malas noticias. En Madrid no hay tiempo para el estupor. Se trata de una ciudad hiperactiva. Reflexiona mientras actúa, sufre mientras actúa, se pone de luto sin dejar de actuar.

También los duelos se hacen al por mayor en esta ciudad. Me encuentro fuera de Madrid, pero no me cuesta imaginar la atmósfera que se respirará durante estos días en sus calles. Conozco esa atmósfera porque la he respirado en otras ocasiones. Los comercios abren, los semáforos se encienden y se apagan, las oficinas funcionan? Pero todo ello sucede dentro de un clima moral como de sueño. Observen a ese sujeto que se acerca al quiosco de periódicos y se queda un rato hablando con el vendedor. Parece que le está dando el pésame y que el quiosquero se lo devuelve con idéntica delicadeza. Hablan en voz baja, como si se encontraran en un funeral, como si los familiares de los fallecidos estuvieran cerca.

Madrid es la demostración de que los cuerpos colectivos existen y de que su comportamiento tiene muchas semejanzas con el de los individuales. Las calles de Madrid, tras una de esas muertes al por mayor que le toca vivir de vez en cuando, se convierten en los pasillos de la casa del fallecido. Baja la intensidad del tráfico y el tono de las discusiones, baja la agresividad de la gente y desciende el consumo. Los comerciantes os confirmarán los que os digo. Madrid, de duelo, gasta menos dinero, come menos, disminuye su ritmo. Se dan en esta ciudad, en este cuerpo gigantesco, todos los síntomas apreciables en los individuos particulares. Su sensibilidad, pese a las apariencias, es extrema.

dimecres, 20 d’agost del 2008

Eso no es competir

ESO NO ES COMPETIR

Usain Bolt provocó uno de los titulares más enigmáticos de la historia: «9,69», el tiempo que tardó en correr los cien metros que lo separaban de la me ta. Los cabalistas no han comenzado todavía a trabajar el asunto, pero seguro que esa sucesión de números, 969, da más juego del que podemos imaginar. Permanecemos a la espera. Es lo que tienen los juegos olímpicos, que nos hacen permanecer a la espera. De súbito, está uno dormitando cuando con el ojo que se le ha quedado abierto ve a Bolt entrando en la meta como el que entra en una cafetería. Póngame un récord del mundo. Como es lógico, uno se despierta del todo y espera a la repetición. Pues era cierto. El tipo mira a un lado y a otro, ve que no tiene a nadie cerca y se po ne a dar saltos de alegría, aunque no ha completado la carrera. Después hemos averiguado que hizo una salida desastrosa y que llevaba una zapatilla suelta.

El bueno de Bolt sabía que había ganado, pero tardó unos minutos en enterarse de que había batido el récord del mundo. Quiere decirse que lo hizo todo como por casualidad, lo que demuestra que la vida es un disparate. Hay gente que se mata pa ra conseguir lo que a otros les cae del cielo. Si Bolt hubiera hecho una buena salida, hubiera llevado la zapatilla bien atada y hubiera seguido corriendo, en vez de ponerse a dar saltos cuando comprobó que la carrera era suya, habría llegado a la meta antes de salir, como una de esas partículas elementales que hacen diabluras en el mun do subatómico. Si yo fuera Usain Bolt (Dios no lo permita), correría en pijama, como para expresar que ganar está bien, sin duda, aunque da un poco de pereza.

Lo que ocurre en los cien metros sucede en todos los ámbitos de la vida. Einstein soñó la Teoría de la Relatividad, lo que es tanto como decir que fue ella la que le buscó a él y no al revés. Por eso, jamás se debe intentar ganar el Nóbel. Si viene bien y, si no, también. Lo que no puede ser es que un crío de aquí se pase la vida en el polideportivo municipal, corriendo cien veces al día los cien metros, cuando hay un señor en Jamaica -lugar donde no abundan los polideportivos- que se los hace por deporte, o sea, para ir a comprar el periódico. Eso no es competir.

dissabte, 16 d’agost del 2008

Un universo inflable

UN UNIVERSO INFLABLE

Iba tan tranquilo en mi coche, sin meterme con nadie, cuando hablaron por la radio de unas iglesias hinchables, como los castillos de goma de las verbenas, que se instalaban en cualquier sitio, se decía una misa, se desinflaban y el párroco se iba con la música a otra parte. La iglesia está tan bien hecha que tiene sus bancos y su confesionarios y su retablo, todo inflable. Las han estrenado en Italia, en lugares de veraneo, con notable éxito, por lo que no se descarta que el invento se propague por el resto de Europa. Al circuito de la Europa de las catedrales habrá que añadir enseguida el de las iglesias-globo. Ahora que se deshincha la burbuja inmobiliaria llegan estas burbujas religiosas, quizá para compensar el desinfle general.

La goma sustituye a la piedra en todos los ámbitos a una velocidad de vértigo. No es descartable que en los siglos futuros haya Vaticanos enteros de goma que se hinchen en un plis plas y se deshinchen en otro. Un Vaticano de goma puede parecer una horterada, y quizá lo sea comparado con el de piedra, pero es portátil y tiene una limpieza fácil. Esperamos que el ejemplo cunda y tengamos pronto ambulatorios de la Seguridad Social hinchables y hospitales hinchables y comisarías hinchables. La realidad entera debería ser hinchable y deshinchable, de modo que si uno saliera a pasear por la noche no hubiera nada, ni calles, ni edificios, ni locales comerciales, ni autobuses ni coches, nada de nada, el vacío absoluto, la ausencia perfecta, la desaparición total.

Pero a eso de las seis de la mañana, se pondrían en marcha las máquinas encargadas de inyectar aire en la realidad y el globo comenzaría a inflarse ante nuestro asombro. Tal vez nosotros nos inflaríamos con él, pues también los ciudadanos deberíamos ser hinchables y deshinchables. En cierto modo ya lo somos. Ahora nos están quitando el aire que nos metieron en el cuerpo durante los años pasados. La prosperidad fue un globo, una burbuja, pero hay que llevar la atracción a otros lugares, todo el mundo tiene derecho a sentirse sueco una vez en la vida. En algún lugar del universo se está inflando en estos momentos una burbuja inmobiliaria, quizá junto a una iglesia portátil. Ya se deshincharán las dos.

divendres, 15 d’agost del 2008

Sindicatos de verdad

SINDICATOS DE VERDAD

Pederastas, alcaldes corruptos, niños atrapados en automóviles al sol, mujeres maltratadas, rusos bombardeadores, bañistas ahogados, conductores rotos?, tal es el panorama informativo del verano, descontando la inflación, que está disparada. Mientras los huevos suben, los ministros toman medidas, medidas, medidas?
Ocurre que desde que se toma la medida (con un poco de agua) hasta que se notan sus efectos pasa demasiado tiempo. De hecho, llevamos varios meses tomando medidas sin que la fiebre baje. Decía en la radio un comentarista interino que en España, durante los años de prosperidad, los salarios habían ido siempre por detrás de los beneficios empresariales, de la inflación, de la realidad, por detrás de los precios. Los salarios estaban fríos, congelados. Durante los años de prosperidad se acuñó de hecho el término mileurista, lo que es un sin dios, o un contrasentido, como ustedes prefieran. El mileurismo debería ser un fenómeno de vacas flacas.

No sabemos a qué quedarán reducidos los pobres mileuristas en épocas de escasez como la actual, pero es evidente que no pueden perder más peso ni más masa muscular ni más pelo. El caso es que el comentarista interino (los de plantilla están de vacaciones) aseguraba que el desacuerdo entre prosperidad y salario se lo debíamos a los sindicatos, que habían aceptado esa situación de facto (qué rayos querrá decir facto), esa lógica, ese mecanismo que había favorecido la acumulación de capi tal. Ahora mismo debe de haber dinero hasta debajo de las camas. Estamos hablando de dinero negro, por supuesto. Parte de la realidad es oscura, no se ve, pero funciona, vaya si funciona. Hemos tenido, pues, sindicatos moderados, que aceptaban la lógica del sistema a cambio quizá de puestos de trabajo (de puestos de trabajo basura).

Lo necesario ahora, añadía el tertuliano interino, era que los salarios no intentaran batir a la inflación, porque eso significaría entrar en una espiral desastrosa. Quiere decirse que la obligación de los salarios es la de ir siempre detrás de los precios, con la lengua fuera, como un perro detrás de una salchicha quimé rica. Lo hemos entendido: lo que hace falta es que montemos un sindicato de verdad.

dimecres, 13 d’agost del 2008

Ideas

IDEAS

Se me ocurre una idea para una novela, pero no la anoto y se me olvida. No importa, me digo, era muy buena, muy potente, volverá. Todas las ideas potentes vuelven. Pasan los días, permanezco atento al regreso de la idea como quien espera, cuando ya a ha anochecido, el regreso de una esposa, de un hijo, de un marido. La idea no vuelve, ni siquiera noto las señales (o los ruidos) que hacen las ideas cuando están a punto de entrar en la cabeza.
Transcurrido un tiempo equis, me olvido de la idea (de la idea de la idea, cabría decir). Un día estoy en una fiesta, con mucha gente. He bebido mucho, quizá he fumado algo que me han pasado cuando tenía la guardia baja. Hablo animadamente con otras personas. En esto, mientras hablo, observo entrar a la idea en mi cabeza. Entra con naturalidad, como si se hubiera ido ayer o hubiera salido un momento a por tabaco. La tenía tan olvidada que al principio no la reconozco. La trato como a una idea más. Quizá viene algo cambiada. Quizá he cambiado yo.
Me doy cuenta de que es ella por un detalle en apariencia lateral. Digo en apariencia porque en aquella novela no había líneas estratégicas: todo en ella era secundario. He de apuntar la idea, me digo, he de apuntarla para que no se vuelva a ir. Pero en ese momento no puedo. Sería una falta de educación dejar a las personas con las que estoy hablando, una de las cuales está contando un suceso personal de una intensidad desusada. Lo sé por sus gestos, pues atento como estoy a mi idea, apenas escucho lo que dice.

Finalmente logro separarme del grupo y me retiro, con la idea dentro de la cabeza, a la zona donde sirven las bebidas. No llevo bolígrafo ni papel. Pido un bolígrafo al camarero y tomo nota apresuradamente de la idea, que es genial de arriba abajo, en una servilleta. Me guardo la nota en el bolsillo.

Respiro aliviado, pido otro gin tonic para celebrarlo y regreso a la zona donde los invitados departen animadamente. Permanezco el resto de la noche presa de una feliz excitación. Vuelvo a casa de madrugada. Duermo, me despierto. La idea se ha ido de mi cabeza, pero no importa, me digo, en esta ocasión está también en el papel, en la servilleta. La busco, la leo con pasión una, dos, tres veces. Es una basura.

dilluns, 11 d’agost del 2008

Bodas y banquetes

BODAS Y BANQUETES

Sería posible que algún día Juana de Chaos (o De Juan Chaos, ahora no caigo) tuviera una calle, incluso monumento? Quizá sí. Franco los tuvo, los tiene todavía. Más aún: sus descendientes se casan en propiedades ilícitas, arrebatadas al pueblo por la fuerza del miedo, por la presión del chantaje, por la violencia de las armas. Todo ello frente a la impotencia del Estado. Vale que Franco y su familia robaran el Pazo de Meirás, pero que sus descendientes hagan fiestas en él para demostrar lo chulos que son irrita al más pintado, lo mismo que verle a De Juana, o a Juana De, esa jeta con la que parece que está oliendo una mierda (la que lleva encima, sin duda).

Franco era un soldado bajito con una mano delante y otra detrás a cuya muerte, con un sueldo de funcionario, disponía de una fortuna incalculable e infinita, habida cuenta de que han coincidido varias generaciones (ninguno de cuyos miembros ha dado palo al agua) viviendo de ella sin que dé muestras de agotarse. La historia de la humanidad se podría explicar perfectamente por su callejero. En México descubrí un barrio donde las calles tenían el nombre de científicos y filósofos reconocidos. Le subía a uno la autoestima como ser humano pasear por aquel distrito. Daba la impresión de que éramos inteligentes y sólo inteligentes. Pero también somos idiotas, por eso basta cambiar de barrio para encontrarse con una calle denominada De Juana Franco o Francisco de Chaos (sigo sin caer).

Los nombres de las calles son proyecciones del inconsciente colectivo. Por eso, desde el punto de vista antropológico se puede entender que lleven el nombre de un terrorista o de un violador. Pero el Estado debería evitarlo. El Estado, como suele decirse, detenta el monopolio de la violencia y debe usarla llegado el caso.

Pero no siempre es capaz. Se hacen homenajes de De Juana del mismo modo que se celebran bodas y banquetes en el Pazo de Meirás. Lo de la boda, dado el espectáculo de los tocados, nos lo tomamos con sentido del humor. Lo único que nos molesta es que no se haya invitado a Juana de Chaos, o a De Juana Chaos, que es, como Franco, un patriota. Seguro que él también está molesto.

divendres, 8 d’agost del 2008

Mordazas

MORDAZAS

Los atletas no podrán hablar de política en Pekín. Es lo que dice la Carta Olímpica, un documento al que no sabemos por qué llaman Carta pudiéndolo llamar Circular. Yo trabajé muchos años en una oficina donde se prohibía en circulares. No había semana sin circular, cuando no era por esto era por lo otro. La carta nos la enviaban en Navidad, la firmaba el director general y no decía más que gilipolleces, con perdón, sobre una fraternidad que las circulares negaban a lo largo del año. El caso es que la Carta Olímpica prohíbe a los atletas efectuar manifestaciones políticas. Lo que no dice es qué les ocurre si las hacen. Pongamos que llega un saltador de pértiga portugués (no se mosqueen, hemos elegido la nacionalidad por la aliteración) y se caga en Guantánamo. ¿Lo meterían en una cárcel china?

El mundo es cada vez más complicado. No he leído la Carta Olímpica, la conozco de oídas, pero me pregunto si se vetan en ella otros temas, la medicina, por ejemplo. ¿Puede un atleta efectuar manifestaciones acerca del páncreas? ¿Detendrían a un velocista nigeriano (valga la redundancia) por alabar la actividad del intestino delgado? Seguramente sí, porque las dictaduras son muy paranoicas y asociarían esa parte del intestino con Tíbet. Yo les aconsejaría que no hablaran de medicina, pues. ¿De qué entonces? De literatura y cine, tampoco, claro, son actividades subversivas desde que el mundo es mundo. Además, traería a la memoria la Revolución Cultural, de Mao, de infausta memoria. El urbanismo, ni mencionarlo, por Tianamen. Queda la cocina, pero desde los ojos de un paranoico no hay nada más sedicioso que un menú. Parecen panfletos en clave.

Así que a jugar y a callar. No es la primera vez que se acude a unos juegos olímpicos con una mordaza en la boca, ni será la última. Personalmente preferiría no haber ido, pero ya que se ha tomado la decisión, yo aconsejaría a los periodistas y a los atletas que fueran todo el rato con la boca amordazada, para que el mundo viera en qué situación trabajan. Si son detenidos e interrogados por los hábiles policía chinos, que digan que la mordaza es una mascarilla, por la polución, es decir, por la mierda.

dilluns, 4 d’agost del 2008

Cópulas

CÓPULAS

A propósito de la compra de Unión Fenosa por parte de Gas Natural, leo en un periódico que la gasista culmina así su sueño de unirse a una eléctrica tras dos fracasos. Las compañías de gases, pues, tienen sueños eléctricos. El asunto me deja incandescente. Ceno con la familia y unos amigos que me reprochan estar con el pensamiento en otra parte. Baja de las nubes, me dicen. Bajo de las nubes y me incorporo a la conversación general sobre la crisis. Alguien dice moderación de salarios y alguien dice moderación de beneficios. Se comenta una entrevista que ha concedido Solbes a una emisora de radio para reconocer que las cosas están mal. No escucho más que lugares comunes, quizá porque se trata de una crisis sin lugares extraordinarios.

-¿Vosotros -pregunto- sabíais que la gasista Gas Natural tenía el sueño de acoplarse a una compañía eléctrica y que por eso ha montado a Unión Fenosa tras dos gatillazos históricos?

-Por el tamaño -dice alguien-. En un mundo globalizado, sin tamaño, no eres nadie.

Me doy cuenta de que llevan la conversación al tópico del tamaño y me retiro. Alguien comenta que Florentino (dice así, Florentino, como si fuera de nuestras pandilla) ha obtenido unas plusvalías de 3.000 millones, y en sólo dos años.

-Hay gente -añade- que no ganaría esa cantidad en 200 vidas.

-Yo mismo -asegura la persona que está a mi derecha.

Tres mil millones de euros. Nuevamente la cantidad, el tamaño. ¿Y el sueño? ¿Por qué no hablamos del sueño de esa gasista que se moría de amor por una eléctrica? Ya la tiene, ya la posee, ya puede copular con ella cuanto le venga en gana y a las horas que quiera. Ya puede colocarle su semen (la imagen procede de un señor de la gasista) para obtener un cruce de vatios y burbujas. Y todo este espectáculo sexual se produce en medio de una crisis económica sin precedentes. A mayores dificultades económicas, mayor actividad venérea. Ocurre lo mismo con la muerte, que a mucha gente le excita. El orgasmo es una pequeña muerte. ¿Significará a la larga esta unión ente la gasista y la eléctrica una gran defunción? Todo son preguntas.

divendres, 1 d’agost del 2008

Un ejemplo de fe

UN EJEMPLO DE FE

La COPE, fiel a su ideario cristiano, viene difundiendo desde hace años, en las horas de mayor audiencia, un mensaje de paz y armonía entre todos los hombres. Dotada de un excelente departamento de selección de personal, la emisora de los obispos contrató en su día a la persona que mejor encarnaba esos valores. Nos referimos a Federico Jiménez Losantos, que además de ateo (o agnóstico, ahora no caigo, lo que excluye cualquier sospecha de favoritismo), maneja como nadie la nomenclatura evangélica que induce a amar al prójimo como a uno mismo. Así, refiriéndose a un colega que no se había metido con nadie, dijo de él que era un detritus, una escobilla para los restos, un calvorota, un mentiroso, un traidor, un sicario, un embustero, un analfabeto funcional, un zote, un incompetente, un ignorante, un fracasado, un pobre diablo, una nulidad, etc.

Cualquier lector de los Evangelios sabrá que estos apelativos estaban constantemente en la boca de Jesús y que toda institución que siga sus enseñanzas no tiene más remedio que emplearlos. Pues bien, los sectores anticristianos y anticlericales, que en España abundan (ignoramos por qué, dado que debemos en gran medida a la Iglesia las libertades de las que disfrutamos) han criticado repetidamente en sus medios las expresiones cristianas del citado locutor.

La virulencia de esas críticas ha alcanzado los niveles de un auténtico acoso mediático. La Conferencia Episcopal, en vista de la situación, podría haber rescindido el contrato a Jiménez Losantos. En vez de eso, y fiel a las enseñanzas de Jesús, lo ha mantenido en su puesto. Si hemos de sufrir martirio, se dijeron, lo sufriremos, pero nadie nos impedirá propagar el mensaje evangélico de paz y armonía a través de nuestras emisoras.

Jiménez Losantos ha sido condenado ya tres veces por la justicia de los hombres (que evidentemente no es la de Dios) y está pendiente de otros tantos juicios. Pero la COPE, como Cristo, resiste y resistirá hasta el martirio. No la amordazarán, no le taparán la boca. A uno, que es ateo, le dan ganas, frente a esta firmeza, de creer, si no en Dios, en el Diablo.