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divendres, 31 d’agost del 2007

Remedio para insomnes

REMEDIO PARA INSOMNES

Suelo coincidir en el autobús con dos señoras que mantienen conversaciones muy extrañas. El otro día hablaban del insomnio. Una de ellas dijo algo curioso:

-Pues yo, cuando tengo problemas para conciliar el sueño, me imagino a alguien dormido y me quedo frita.

-No te entiendo -dijo la otra como si me hubiera leído el pensamiento.

-Sí, mujer. Pienso, por ejemplo, en María Teresa Campos. La imagino dentro de su cama, poseída por un sueño tranquilo, y sin darme cuenta me voy relajando, relajando y caigo yo también, por identificación.

-Qué tontería.

-Tontería por qué.

-No sé. ¿Y tiene que ser María Teresa Campos?

-No, unas veces utilizo a María Teresa Campos y otras a Ana Botella. Depende de cómo esté de insomne. Con Ana Botella me duermo en seguida. Con María Teresa Campos tardo un poco más. A veces te imagino a ti.

-Pues seguro que cuando me imaginas dormida estoy despierta, porque llevo una temporada que no pego ojo.

-Haz lo que yo.

Ahí quedó la cosa. Yo también tengo insomnio, de modo que esa noche imaginé dormida, por hacer una prueba, a Ana Obregón. Dormía boca arriba, con una respiración pausada. Al poco, mi respiración se fue acompasando a la de ella y me quedé dormido sin efectos secundarios. Luego probé con Rajoy y con Zapatero, para ver si la tendencia política era determinante, pero me dormí con todos ellos. Ya puestos, experimenté con mi cuñado y con un hermano cojo de mi madre, obteniendo resultados idénticos.

Ayer me dormí pensando en un señor muy conocido que al día siguiente apareció en las necrológicas porque se había muerto. Hice cálculos y deduje que había fallecido al mismo tiempo que yo me dormía, por lo que hoy tengo una sensación extraña. Me siento hueco, por decirlo en pocas palabras. Por supuesto, no me he atrevido a mirar las esquelas.

dimecres, 29 d’agost del 2007

Lucifer 2007

LUCIFER 2007

La frase más repetida en el casting del concurso Supermodelo 2007, que emite Cuatro, es «sigues con nosotros». Una vez escuchada, la aspirante rompe en sollozos o da saltos de alegría. Sigues con nosotros. Tres palabras que garantizan la pertenencia a algo, a alguien. No está muy claro quiénes son esos «nosotros», pero tampoco importa mientras sean los que salen en la tele. Sigues con nosotros, los que salimos en la tele. Formas parte de algo, no estás suelta por ahí como una oveja descarriada, como una adolescente solitaria, como una persona sin amigos. En ese «sigues con nosotros» hay una carga psicológica de profundidad, pues significa que mientras te toleremos serás alguien.

En cambio, aquellas chicas expulsadas del concurso, dan la impresión, incluso cuando se las echa de buenas maneras, de que su destino son las tinieblas exteriores. Seguramente, tendrán una familia, unos novios, unos amigos a los que volver, pero la imagen que queda en la cabeza del espectador es que son directamente lanzadas a la mendicidad. La idea, consciente o inconscientemente, está tomada de la profecía acerca de la resurrección de los muertos, cuando Dios colocará a su derecha (también es casualidad) a los elegidos y a su izquierda (mala pata) a los condenados.

Por todo ello, es tan de agradecer que entre las expulsadas a las tinieblas exteriores aparezca de vez en cuando alguna que posea la soberbia de Lucifer, pues la mayoría se va al infierno dando las gracias a sus verdugos. Nos encantó aquella chica que respondió a las críticas sobre su vestimenta con un «y tú más». Digámoslo rápido: si ese concurso tiene en potencia algún interés, sería el de demostrar que hay vida más allá del «nosotros» utilizado machaconamente, al modo en que alguien se refiere a un territorio en el que todo es dicha. «Excluidas del mundo, uníos», dan ganas de gritar a las chicas que salen sollozando por la puerta de atrás. Lucifer era el más bello de los ángeles. Sigue siéndolo por todo lo que representa. Si no podéis ser la supermodelo de este año (quién recuerda a la de 2006), convertíos en el Lucifer 2007. Y suerte.

dimecres, 22 d’agost del 2007

El mensaje

EL MENSAJE

La taxista, una mujer joven con la nuca al aire, cambiaba de emisora de radio de forma compulsiva. Observé a través del espejo retrovisor que le faltaba una de las cejas, la derecha, seguramente porque se la afeitaba atendiendo a un criterio estético completamente nuevo para mí. Conducía de manera nerviosa, jugando excesivamente con la caja de cambios. Una vez que le di la dirección, me ignoró por completo, actuando como si fuese sola dentro del coche. Tenía memorizadas todas las emisoras de radio y cada diez o quince segundos apretaba un botón y la cambiaba de un modo un po co desesperado, como si le aburriera lo que se decía en todas. Y eso que eran las ocho y media de la mañana, cuando el espectro radioeléctrico echa chispas.

Le pregunté si buscaba algún programa especial y dijo que estaba harta de la existencia y que necesitaba un motivo para continuar viviendo. Cambiaba tanto de emisora porque había soñado que recibiría un mensaje.

-¿Un mensaje?, pregunté.

-Sí -dijo ella-, en el sueño, un locutor, sin dejar de hablar para los oyentes, encontraba el modo de dirigirse personalmente a mí y me daba un mensaje.

-¿Qué clase de mensaje?, pregunté.

-No se lo puedo decir, es muy privado, muy sexual, el caso es que me sacaba de la confusión en la que me encuentro.

Le expliqué que sólo los locos escuchan mensajes a través de la radio o de la tele y me respondió con una decisión extraordina ria que entonces quería volverse loca. Pero las personas que oyen voces, insistí, darían cualquier cosa por dejar de oírlas; alégrese de estar mentalmente sana.

La mujer me ignoró y continuó moviendo el dial, pero ahora de un modo menos apremiante. Daba la impresión de rumiar al go. Al poco, me buscó a través del espejo y me preguntó directamente si no sería yo el mensaje. A veces, añadió, no lo reconoces porque lo esperas por un sitio y llega por otro. Le pregunté sonriendo si tenía yo cara de mensaje y aseguró que sí, dándole las gracias a Dios por habérselo hecho llegar. Co mo la situación empezó a darme miedo, saqué el móvil y fingí hablar por teléfono. No tenemos ni idea de lo que representamos pa ra los demás, de ahí el peligro.

diumenge, 19 d’agost del 2007

La electricidad es magia

LA ELECTRICIDAD ES MAGIA

Entre los avances tecnológicos de los últimos años, el más espectacular es el de la pila. Si ustedes se acuerdan, las de los primeros móviles ocupaban el mismo espacio que el abdomen en un escarabajo. Todo era pila en ellos. Mucha gente les tenía aprensión por la calidad estómago de esa pieza donde se almacenaba la electricidad. Creíamos que un aparato con tanto aparato digestivo no podía tener talento. Además, dado que la batería pesa mucho, no había bolsillo donde su presencia no se notara demasiado. También las pilas de los ordenadores portátiles se han reducido de un modo sorprendente, ganando sin embargo en eficacia y duración. Y todo ello, ya decimos, en muy poco tiempo, lo que quiere decir que cuando nos proponemos algo, lo logramos (a ver qué pasa con la vacuna de la malaria). La batería de mi móvil actual es apenas una lámina. Lo que parece ahora un estómago, al menos en relación a ella, es el teléfono propiamente dicho, y eso crea alguna dificultad emocional, pues parece que, hagas lo que hagas, no hay forma de prescindir de la función biológica y mezquina del buche.

Ahora dicen que las pilas del futuro (de mañana mismo, para ser exactos) tendrán el grosor de un papel y se podrán doblar y enrollar. Llevará uno pilas en el bolsillo del pantalón como el que lleva un kleenex. Nos sonaremos los mocos con ellas, pero servirán también para arrancar el coche en caso de apuro, incluso para arrancar el corazón en caso de paro cardiaco. Todo esto demuestra que la electricidad, pese a Endesa, es pura magia.

divendres, 17 d’agost del 2007

Incentivo

INCENTIVO

Sabemos lo que vale un kilo de ternera y un kilo de añojo y un kilo de chuletas de cordero. Pero ¿cuánto vale un kilo de carne humana? El alcalde de un pueblo de Italia se ha atrevido por fin a ponerle precio: el de mujer está a 16,66 euros y el de hombre a 12,50. Ignoramos si la diferencia se debe a un acto de discriminación positiva o a la calidad de las carnes. El caso es que el regidor de Varallo Sesia, que así se llama el pueblo, premiará con 50 euros a los hombres que en un mes adelgacen cuatro kilos y a las mujeres que pierdan tres. Si usted divide 50 entre 3 y 4, respectivamente, salen las cantidades apuntadas más arriba. De cumplir el ejemplo, y dada la cantidad de obesos por metro cuadrado que tenemos en Occidente, los Estados se podrían arruinar, ya que los kilos perdidos no se pueden comercializar, no van a ningún sitio, no producen plusvalía alguna, lo cual, desde el punto de vista del mercado, es un desastre. En todo caso, si la medida se aplicara en España, las embrazadas cobrarían al parir los 2.500 euros a que tienen derecho por traer un español al mundo más los cincuenta por la pérdida de los tres kilos (sería mala suerte que el niño pesara menos).

Da gusto vivir en un mundo lleno de incentivos. Yo tengo concertado el seguro de mi coche con una empresa que me hace descuento si no doy ningún parte. En cambio, aquella con la que he firmado el seguro de vida no premia el hecho de que no me muera, que sería lo lógico. Tengo también un seguro médico privado al que le da lo mismo que me opere o no, porque me cobra lo mismo. El alcalde italiano no ha aclarado si los kilos perdidos con la liposucción también cuentan.

dimarts, 14 d’agost del 2007

Fantástico

FANTÁSTICO

Al abrir la ventana, ha salido volando del alféizar un pájaro al que he seguido con la vista. Inmediatamente después, de forma misteriosa, me he dado cuenta de que el pájaro volaba dentro de mi cabeza, o de mi mente, que es más grande que mi cabeza. No quiero decir con esto que el pájaro no estuviera fuera, sino que lo que llamamos ver es, en cierto modo, reflejar. El pájaro huía dentro de mí como hubiera huido dentro de un espejo, si allí hubiera habido un espejo. A partir de ese instante, la realidad cobró una rara calidad alucinatoria. El agua de la ducha, el lavabo, el bidé, el retrete, todo eso que pasaba fuera ocurría inmediatamente dentro, al modo de un eco. Yo mismo era un eco. Cuando me miré en el espejo, comprendí que yo estaba dentro de mí afeitándome, peinándome, cepillándome los dientes. Durante el resto del día, en la calle, en la oficina, en el restaurante, tenía la impresión de moverme por el interior de mí mismo porque todo se encontraba dentro, a la manera de una alucinación. Recordé una escena de un programa infantil de la tele en el que un muñeco animado intentaba explicar al público la diferencia entre dentro y fuera. Ahora estoy dentro, ahora estoy fuera, decía saliendo y entrando de un recipiente. Lo repitieron muchas veces, lo que me tendría que haber hecho sospechar que la diferencia entre una cosa y otra no está nada clara. Eso sin contar con que para estar dentro de una cosa has de estar fuera de otra.

Yo estuve todo el día dentro de mí. Y dentro de mí estaban también las calles y los semáforos y los guardias de tráfico. Por cierto, que un motorista chocó con la parte trasera de un taxi y salió volando por encima del automóvil, cayendo de espaldas sobre el asfalto, al otro lado. Un ejército de gente lo socorrió dentro de mí. Cuando se levantó, di la vuelta y seguí mi camino por el interior de mí mismo, recorriendo las calles que dentro de mi cabeza me condu cían a casa. ¿Y los ciegos, dirán algunos, están dentro o fuera? Los ciegos están, si cabe, más dentro de sí mismos que nosotros. Mira con qué agilidad se mueven, gracias a la punta del bastón, por el interior de su cabeza, y por el de la nuestra, que quizá sean la misma. Todo es fantástico.

diumenge, 12 d’agost del 2007

Un modelo de relación

UN MODELO DE RELACIÓN

¿Cómo se encuentran un delincuente y su abogado? Está el turno de oficio, desde luego, que puede hacer parejas de baile absolutamente incompatibles. Pero, fuera de ese sistema, ¿qué hacer cuando se necesita un letrado? ¿Esperar a que aparezca por arte de magia? ¿Buscar en las páginas amarillas? ¿Preguntar al vecino de arriba? Seguramente, la elección del abogado guarda relación con la del psicoanalista: has de llegar a él a través de alguien en quien ya confiabas. Tiene que darse, pues, una transferencia que facilite los primeros momentos de la relación. Después de todo, al abogado se le cuentan con frecuencia cosas horribles: que uno ha matado a su padre, por ejemplo, y que ha escupido sobre su cadáver. Una confesión de esta naturaleza no se le puede hacer a alguien que pasaba por allí. Si necesitan un ejemplo práctico de sintonía entre cliente y abogado, piensen en el ínclito (qué rayos querrá decir ínclito) Rodríguez Menéndez, cuyos defendidos eran mayormente individuos ingenuos y encantadores como él mismo, aunque no todos llevaban barba. Un abogado y un defendido que estén destinados el uno al otro se reconocen con ese sexto sentido que, según Monterroso, poseen los enanos para reconocerse entre sí.

Me pregunto ahora cómo se ha producido el encuentro entre Jaime Jiménez Arbe, el Solitario, y José María Trillo-Figueroa, el abogado por antonomasia (qué rayos querrá decir antonomasia). Vi por la tele la rueda de prensa de este último para proporcionar a la sociedad española datos absolutamente esenciales sobre su defendido y comprendí al instante que ambos formaban un equipo ejemplar. La pasión y el convencimiento con que Trillo-Figueroa hablaba de Jiménez Arbe no se improvisan, nacen de un flechazo irracional, de un enamoramiento súbito, de una identificación que no se puede planificar. En la relación entre abogado y defendido, lo normal es que éste prefiriera ser aquél. En el caso que nos ocupa, da la impresión de que a Trillo-Figueroa le habría gustado ser Jiménez Arbe, lo que constituye todo un ejemplo de sintonía con su cliente. Hará sin duda una gran defensa, sin miedo al ridículo. ¡Olé por su toga!

dissabte, 11 d’agost del 2007

Bordes y grietas

BORDES Y GRIETAS

La palabra sima no se desgasta apenas. Llevo escuchándola toda la vida con la misma emoción. Independientemente de lo que diga el diccionario, una sima es para mí una grieta profunda. La sima en la que cayó la espeleóloga belga tenía 600 metros de profundidad. Quiere decirse que la han rescatado tanto de un espacio físico como de una dimensión moral. Es al menos lo que me gusta imaginar. Todo lo que nos coloca en el borde de algo (de la muerte, de la sabiduría, de la locura) adquiere ese significado. Los bordes físicos metaforizan siempre situaciones de orden moral. Las hemorroides (o almorranas, si ustedes quieren ser más crueles todavía) no son en principio más que una herida corporal, pero suceden en el borde del culo, y por eso la gente las oculta. Unas almorranas son algo más que unas almorranas, incluso en tipos tan literales como De Juana Chaos, que las padeció merecidamente a la vista del público.

Los científicos llaman horizonte de sucesos a lo que sucede (o se supone que sucede) en el borde de un agujero negro. Horizonte de sucesos, se dice pronto, pero ha habido que invertir muchas energías en dar con una expresión tan acertada. Los peligros de acercarse a un agujero de ese color son tanto de orden moral como de orden físico. Si usted desea comprobarlo, asómese al borde un acantilado y comprobará, quizá con sorpresa, que el vértigo que siente no es tanto físico como espiritual. Créame, se debe a la influencia del borde, que significa más de lo que dice el diccionario. La palabra labio, que es un sinónimo caritativo de borde, apenas suaviza ese sentido.

Nos alegramos mucho, en fin, de que la espeleóloga haya regresado a este mundo. Nos tuvo en vilo durante varios días. No podíamos dejar de imaginar qué pasaba por su cabeza durante cada uno de los minutos que permaneció en el fondo de la sima, que es tanto como decir en el fondo de sí misma. Los equipos de rescate han logrado sacarla (extraerla, cabría decir) como se arranca una muela de una encía. A lo que hay que ayudarla ahora es a que salga de las profundidades de su propio espíritu, donde quizá continúa agazapada, a la espera de que alguien le lance el cabo de una cuerda. Suerte.

dimecres, 8 d’agost del 2007

Cenas de amigos

CENAS DE AMIGOS

Sabíamos que «no toda desgracia determina necesariamente que alguien deba responder de ella porque la vida comporta riesgos por sí misma», pero que lo diga el Tribunal Supremo sobrecoge. Es como si el Constitucional nos advirtiera de que las bañeras resbalan. Una vez me caí en la bañera de un amigo, pero no se me pasó por la cabeza denunciarle porque ducharse comporta riesgos por sí mismo. Cenar también. Es lo que le ocurrió a la señora que se torció el tobillo en una vivienda ajena, por culpa de un juguete fuera de sitio. No haber ido a cenar, por Dios. El mero hecho de salir a por el periódico sin que le ocurra a uno nada ya parece un milagro. Pero cuando sucede hay que cargar con las consecuencias y no culpar al vecino.

Nos debería servir de algo ver la tele. Estos días los telediarios aparecen llenos de monzones, con toda su carga de desplazados y muertos. ¿Acaso tiene alguien la culpa del monzón? En Occidente hemos alcanzado una esperanza de vida tan alta que cuando alguien se muere pensamos interiormente que algo habrá hecho. Pues no ha hecho nada, se ha muerto y en paz. Quizá el juguete con el que tropezó la señora del párrafo anterior estaba fabricado en China, pero eso no tiene nada que ver con que alguien lo hubiera dejado en medio del pasillo ni con que el pasillo estuviera mal iluminado. Hay cosas que suceden porque sí, porque forman parte del orden o del desorden universal en el que se desarrolla la existencia. No podemos obligar a los tribunales a fallar sobre estos asuntos.

Hay cosas que no tienen arreglo y que a uno no se le ocurre denunciar. Yo mismo cojo un catarro en los primeros días de septiembre. Es así desde que tengo uso de razón y ningún tratamiento médico ha logrado evitarlo. Pero ni se me ha ocurrido poner una denuncia. El hecho de vivir comporta el riesgo de acatarrarse, incluso el de perder la razón. Sin duda, es lo que le ha ocurrido a la señora del juguete. No tendría importancia si no hubiera estado a punto de volver loca también a la justicia, que en primera instancia falló a favor de su locura. En cualquier caso, nos lo pensaremos antes de invitar a alguien a cenar.

diumenge, 5 d’agost del 2007

Rato el 'rentero'

RATO EL 'RENTERO'

No se sabe de nadie, creo yo, que haya saltado desde una cátedra de Historia del Arte o de Metafísica a la presidencia de una empresa inmobiliaria. Sin embargo, es bastante común llegar a presidir una institución académica de gran prestigio después de haber fundado una cadena de pizzerías. Quiere decirse que si Paco el Pocero no preside el patronato del Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York, por poner un ejemplo, no es porque no sepa inglés, sino porque algo (no sabemos qué) ha hecho mal a lo largo de su carrera de millonario. Y digo Paco el Pocero porque estos días sale en casi todos los periódicos a bordo de su yate (y en top-less, por cierto), pero hay, como él, otros empresarios que, teniéndolo todo, no llegan a nada. Puede el hombre continuar construyendo seseñas y forrándose el hígado con billetes de 500 euros, pero no es probable que le nombren doctor honoris causa por la Universidad Complutense de Madrid, como a Mario Conde.

Dirán ustedes que a mí qué me importan los problemas académicos del Pocero. Pues me importan porque soy un psicópata al revés. Quiero decir que empatizo con todo el mundo a una velocidad que no es normal. Por eso, cada vez que le veo en un barco lleno de amuras y de esloras, de babores y estribores, con los senos al aire, siento piedad por él. Estoy convencido de que por más esfuerzos que haga no le van a dar ningún título. Tiene uno la impresión de que es un apestado, un paria, un desclasado que ya no es de donde viene y jamás lo aceptarán a donde va.

Pero no todo son malas noticias. Acabamos de enterarnos de que Rodrigo Rato cobrará una renta vitalicia del FMI, donde apenas ha trabajado tres años. Para un empatizador enfermizo como yo, es un respiro, porque a ver dónde se iba a colocar este hombre después de haber estado tanto tiempo fuera del mercado laboral. Me alegro mucho por esa renta, que es un auténtico regalo (el FMI no comete cohechos) para alguien con esa vocación de servicio. Ahora sólo nos falta averiguar a qué rayos se dedica el Banco Mundial para repartir el dinero de un modo tan alegre. En todo caso, bien por Rato el Rentero.

divendres, 3 d’agost del 2007

Una mujer tradicional

UNA MUJER TRADICIONAL

Laura Bush confiesa en una entrevista que ve a su marido como «un guerrero antiterrorista». A simple vista parece una declaración inocente pero, créanme, es brutal. Se ve que esa pareja juega a los superhéroes a cuenta del consumidor, que es el resto de la humanidad. Nos recuerda Laura Bush a esas madres que disfrazan a su hijo de Superman y lo muestran con orgullo a los vecinos. Ella ha disfrazado a su marido de guerrero antiterrorista y lo enseña al mundo en las entrevistas. Pero esto no es juego, amiga. Su superhéroe ha matado a cientos de miles de personas en Iraq (por citar el lugar de su última hazaña), ha desestabilizado la zona hasta extremos de delirio, ha creado Abu Grahib y Guantánamo, entre otras proezas. Quizá a usted le excite ver su hombre disfrazado de guerrero del antifaz, pero piense un poco en el sufrimiento que sus juegos eróticos acarrean al resto de la humanidad. Un poco de por favor, en fin, o de sindéresis, que viene a ser lo mismo.

La entrevista no tiene desperdicio. Cuenta que el peor momento de su vida ocurrió cuando tenía 23 años y se saltó un stop, matando al conductor de un vehículo que iba tranquilamente por su sitio y que resultó ser un compañero de colegio. Asegura que haber acabado con la vida de aquel chico cambió la perspectiva de su existencia, pero no explica cómo. Saltarse un stop está feo, sobre todo si tiene efectos mortales, pero lanzar misiles de forma indiscriminada sobre una población civil, utilizando como coartada una mentira, resulta incalificable.

Laura Bush está muy orgullosa de haber logrado que su marido abandonara el alcohol. Por lo visto, le dijo: O la botella o yo, y Bush la eligió a ella, que es droga dura. De hecho, ha escrito un libro titulado La esposa perfecta. La esposa perfecta es ella misma, una mujer mujer (como le gustan a Aznar, también gran guerrero antiterrorista), que parece que no se mete en nada, pero se mete en todo. Sería fantástico que después de arrebatar a su marido de las garras del alcohol, le quitara de bombardear. Pero no va a ser fácil, porque los fuegos artificiales le gustan más a ella que a su George. Perra vida.

dimecres, 1 d’agost del 2007

Hipotecas e Hipotekas

HIPOTECAS E HIPOTEKAS

Había una película, Los ladrones de cuerpos, que relataba el modo de invasión extraterrestre comúnmente más aceptado: el de la ocupación del organismo humano. Los cuerpos ocupados (¿o habría que decir okupados?) llevaban vidas aparentemente normales, aunque si les dabas conversación, te dabas cuenta de que allí dentro ya no estaban tu padre, tu madre o tu cuñado, sino alguien o algo que se hacía pasar por ellos. La película (o las películas, pues hubo varias) tuvieron éxito porque conectaban con la idea dominante de que el cuerpo y el alma son materiales narrativos perfectamente separables, como el jinete y el caballo. Lo que no está muy claro es si el jinete es el alma de animal o viceversa.

Digo todo esto porque acabo de ver un anuncio que dice así: «Venda su vivienda conservando el usufructo vitalicio a cambio de una renta mensual». Evidentemente, se trata de una empresa de ladrones de cuerpos. En este caso, el cuerpo es el domicilio habitual. Lo que pretenden los del anuncio es quedarse con él una vez que su alma (el inquilino) haya fallecido. Me parece que a esto se le llama también hipoteca inversa, pero no estoy seguro. Hay muchos modos de ocupación (u okupación), desde la patada en la puerta a la seducción. Los bancos y los prestamistas trabajan más la seducción, pero los resultados son idénticos. Se ha pasado usted media vida pagando la hipoteca del derecho, por entendernos y, cuando se quiere dar cuenta, tiene que empezar a pensar en la hipoteca del revés. El caso es que si hace cuentas ha disfrutado de la propiedad plena del piso cuatro días, justo los cuatro cochinos días que dura la existencia.

Así las cosas, valdría más vender el alma que el cuerpo. El problema es que los banqueros, aunque por lo general beatos, son muy listos y no compran almas porque el alma no vale para nada. Si usted quiere vender su hígado, se lo compramos; si usted quiere vender su piso (que es un hígado a lo bestia) se lo compramos también. Pero el alma se la mete donde le quepa porque no cotiza en Bolsa. Haga usted cuentas, en fin, porque a lo mejor no le compensa pedir una hipoteca de derechas para solicitar otra de izquierdas a las dos semanas de haber cancelado la anterior.