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divendres, 29 de gener del 2010

Verdad palmaria

VERDAD PALMARIA

Los toros, pueden gustar o no gustar, claro, cada uno es cada uno. Pero sería estimulante que los aficionados a esa expresión cultural hicieran una crítica del gusto. En otros ámbitos admitimos sin problemas que disfrutamos con pasatiempos detestables y nos aburrimos con distracciones admirables. ¿Qué hay de malo en aceptar los aspectos oscuros o mal considerados de nuestras inclinaciones? El maltrato a los animales está mal visto (ya era hora), incluso hay leyes que lo persiguen, aunque estableciendo salvedades. Nada que objetar a las salvedades, la vida es así, no lo he inventado yo, etcétera. También la tortura está prohibida, a menos que la ejerzas en Guantánamo, con gente cuya piel es más oscura que la tuya. Y el terrorismo se persigue de manera implacable, excepto cuando se trata de bombardear Irak. Anomalías culturales, qué le vamos a hacer, lo que no quita para darse cuenta de que el terrorismo es terrorismo incluso si lo practico yo.

Parece evidente que al toro de lidia se le maltrata. ¿Que a usted le gusta? Nos parece muy bien, no lo vamos a censurar. Pero hombre, hombre, reconozca que las banderillas, las puyas, el estoque y demás instrumentos quirúrgicos hacen daño (además de humillar). En el acto de arrojar una cabra viva desde un campanario hay belleza, no vamos a negarlo. A mí al menos me sobrecoge esa lucha titánica entre el cuerpo del animal y la fuerza de la gravedad (de la que siempre sale vencedora, por cierto, la última), por no mencionar la precisión matemática del movimiento uniformemente acelerado, que se cumple con todas y cada una de las cabras, no importa su condición. Todo eso está muy bien y si a uno le gusta le gusta. Pero hay tortura, hay maltrato, hay vilipendio. ¿Por qué a los taurinos, muchos de ellos intelectuales de pro, les cuesta tanto admitir esta verdad palmaria?

dimecres, 27 de gener del 2010

Desdoblamiento

DESDOBLAMIENTO

Hay en el mundo analógico profesores respetadísimos que en su versión digital se comportan como sátiros. Ahí los tienes, recorriendo febrilmente la Red en busca de páginas de pornografía infantil, produciéndolas a veces ellos mismos para intercambiarlas con otros pederastas que en su vida analógica observan también una conducta ejemplar.

Hombres como castillos, de gimnasio diario, se hacen pasar en los chats por jovencitas frágiles de 12 ó 13 años en busca de papás castigadores. Internet está lleno también de superhéroes inversos. Así, individuos que en su existencia atómica llevan una vida corriente (de casa a la oficina y de la oficina a casa), una vez transformados en bits se vuelven licenciosos, libertinos, calaveras. Personas que en lado de acá ayudan a cruzar la calle a las ancianitas, en el de allá, protegidas por el anonimato, las violan y les cortan el cuello (no siempre en ese orden).

Políticos que tienen en nómina a Fraga, auténtico psicópata del orden público (la calle fue suya durante varias décadas), nada más atravesar la frontera, y al grito de «todo vale», se dedican al pillaje, como los que tras una inundación asaltan las tiendas de electrodomésticos y los supermercados, arramblando indistintamente con televisores de plasma o paquetes gigante de pañales. Socialistas de prestigio, que se han pasado la vida firmando decretos y señalando los límites entre lo tuyo y lo mío, predican sin pudor que la propiedad privada —sagrada para ellos en la realidad analógica— debe ser abolida en el territorio digital.

Podría parecer que internet no es país para pusilánimes, que si usted carece de esa facilidad para desdoblarse en sátiro, en canalla o en ladrón, debe cruzar la frontera con las manos en alto, dispuesto a que le insulten, le roben y le escupan los mismos que en el lado de acá le condenarían a cadena perpetua por no recoger la caca del perro. Pero tampoco exageremos. Hay individuos digitales encantadores. Personalmente, siento debilidad por los náufragos que desde una isla web pequeña, en la que se han refugiado de las embestidas de la vida analógica, desmenuzan públicamente sus cuitas. Asomarse a ellos es como asomarse al abismo. Gracias.

dilluns, 25 de gener del 2010

Dicho está

DICHO ESTÁ

Es posible que la misma persona que estos días ha efectuado un donativo para Haití esté de acuerdo con restringir el empadronamiento a los inmigrantes ilegales. Las tragedias, mejor cuanto más lejos. Esto es característico de una cultura que encierra a los ancianos en guetos, que niega la muerte (nadie, excepto el perro, fallece ya en casa) y que no tolera, en fin, el sufrimiento a menos de 500 metros de su puerta. Negar el empadronamiento, como todo el mundo sabe, no significa reducir el número de inmigrantes. De lo que se trata, pues, es de reducirlos a una invisibilidad imposible, pues seguirán deambulando de un lado a otro de las ciudades europeas como muertos vivientes. Se trata, en fin, de una ilusión. Tampoco esconder a los ancianos evita la vejez o poner las capillas ardientes de los fallecidos en el extrarradio de las ciudades nos libra de la muerte. Pero nos gusta trampear con la realidad, a ver quién engaña a quién.

Qué se la va a hacer, es nuestra naturaleza. El mismo individuo que se conmueve al ver por la tele una desgracia que sucede a miles de kilómetros, demuestra una falta de piedad increíble contemplando a una familia sin techo en una esquina de su barrio. Las emociones se han convertido también en un producto de consumo. Quiere decirse que hemos aprendido a administrarlas como se administra la consola de videojuegos. No se puede estar todo el día pendiente de la pantalla ni atado a inquietudes solidarias que provocan mala conciencia, así que dejen ustedes de empadronar a esos pobres que nos darían lástima si estuvieran allí, pero que nos provocan una irritación sin límites cuando se presentan aquí.

El hecho de empadronar no es tan heroico como algunos piensan. Significa sólo aceptar la realidad, una realidad que existe y actúa, la reconozcamos o no. Lo malo es que la negación de la realidad (una variedad solapada de la mentira) proporciona votos. Votos basura, desde luego, insolidarios, inhumanos, votos crueles, pero que a la hora de gobernar funcionan igual que los votos decentes. Y en esas estamos, en la captura de votos al precio que sea y por los medios más directos. Cuando la moral política entra en estas espirales de violencia, poco se puede hacer por frenar la barbarie. Pero por nosotros que no quede. Dicho está.

divendres, 22 de gener del 2010

Cacas y frases

CACAS Y FRASES

Quizá lo he dicho en otra ocasión (estoy perdiendo memoria), pero correré el riesgo de repetirme: Lo que más me asombraba de mi perro, recientemente fallecido, era la concentración con la que olía las cacas y los pises de los otros animales. Parecía un estudiante de bachillerato llevando a cabo el análisis sintáctico de una oración gramatical. Observándolo, intentaba imaginarme yo al primer gramático de la historia en el trance de preguntarse qué rayos era aquello que nos salía de la boca y que con el tiempo llamaríamos palabras. De una deposición bien analizada, mi perro obtenía informaciones sorprendentes acerca de la edad, el sexo o la altura de un congénere. Quiere decirse que los excrementos, para quien sabe leerlos, poseen su morfología, su sintaxis y su semántica. Son un lenguaje, en fin. Los niños, hasta que logramos arrastrarlos al lado de acá, se expresan con sus cacas mejor que con sus palabras.

Pasar del análisis de la caca al de las palabras implica un recorrido cultural de proporciones gigantescas que se realiza, sin embargo, a través de un túnel relativamente corto en uno de cuyos extremos se encuentra el culo y en el otro la boca. Resulta un misterio que orificios tan próximos alumbren productos de naturaleza tan desigual. Por eso mismo las incidencias del habla -y no digamos de la escritura- provocan tanto regocijo. Véase, si no, el éxito de libros como El dardo en la palabra, de Lázaro Carreter, o la Nueva gramática de la RAE, pero también de Groucho Marx, la base de cuyo humor eran los juegos de palabras. Y es que cada individuo, lo sepa o no, lleva dentro de sí una gramática a cuyas normas se atiene con una fidelidad increíble cada vez que despega los labios. De ahí (¡atención, maestros!) que la gramática de fuera sólo se entienda cuando es capaz de descubrir la que llevamos dentro.

dissabte, 16 de gener del 2010

Pagar por escribir

PAGAR POR ESCRIBIR

Me contó Gonzalo Suárez que Ray Bradbury escribió sus Crónicas marcianas en los sótanos de la universidad de Ucla, donde había unas máquinas de escribir que funcionaban con monedas, como los televisores de los hospitales. Echabas un dólar por ejemplo, y podías trabajar media hora. Si andabas mal de dinero, como parece que era el caso, no podías detenerte a reflexionar, pues al taxímetro la reflexión le importaba un pito. El taxímetro está para hacer dinero, no para concebir filosofías ni construir relatos, de manera que la maquinaria que medía el tiempo en los sótanos de aquella universidad continuaba corriendo de forma implacable cuando el escritor se daba un respiro. Tuve un ordenador que se calentaba mucho, apagándose de golpe cuando llevaba encendido una hora. Ese era el tiempo de que disponía para escribir el artículo y enviarlo al periódico. Recuerdo la tensión con la que me sentaba ante el teclado y el alivio que sentía cuando lograba ejecutar la tarea en los minutos previstos. Si fracasaba, tenía que esperar otra hora, hasta que sus entrañas se enfriaban lo suficiente como para volver a la vida. Guardo en una carpeta aparte todo lo que escribí con aquel ordenador. Algún día lo revisaré para ver si tiene características específicas, que creo que sí. Escribir a presión resulta agotador, pero estimulante. Las mejores obras de la literatura universal están escritas bajo una amenaza (la del alquiler, la de la medicina de los hijos, la del pan nuestro de cada día, la de la botella de vino, la del pánico al fracaso, la del terror a diluirte, la de no ser querido…). Luego de aquél, tuve otro ordenador al que enseguida le comenzó a fallar la tecla de la te. Tenía que escribir artículos sin usar esa letra, lo que resultaba agotador, pero muy creativo, como batirse en duelo con una mano atada a la espalda. También guardo aquellos artículos en otra carpeta, los repasaré un día de estos. Entre tanto, he dado con un técnico en máquinas tragaperras al que he pedido que instale en mi ordenador un mecanismo como el de la máquina en la que Bradbury escribió su obra maestra. Todavía no sé cuánto me cobraré por una hora de escritura. Aunque, bien pensado, uno no deja nunca de pagar por escribir.

divendres, 15 de gener del 2010

Sombras

SOMBRAS

¿Y no habría preferido usted fracasar como arquitecto en vez de haber fracasado como actor de cine?, pregunta, en la mesa de al lado a la que yo apuro el gin-tonic de media tarde, una chica joven a un hombre maduro. Entre ambos, un magnetofón encendido. Observo de reojo al hombre maduro, pero no me suena su cara. Tampoco la de la reportera. En cualquier caso, la pregunta, por diabólica, me obliga a reflexionar. Si yo tuviera que elegir una forma de fracaso alternativa a las que me han sido impuestas, ¿por cuál optaría? Se trata de un ejercicio extraño, como elegir el número de la lotería con el que me gustaría perder o la jugada de póquer con la que preferiría arruinarme. Siempre me gustó San Manuel Bueno, el personaje de Unamuno que tras dejar de creer en Dios, y quizá por eso, se convertía en un sacerdote ejemplar. He ahí un fracaso noble.

Continúo atento a la conversación. El actor de cine fracasado tarda en responder a la reportera pérfida. Finalmente dice que si pudiera elegir optaría por fracasar como fracasado. Parece un juego de palabras, un ardid para escapar de la encerrona, pero quizá en la respuesta haya alguna sustancia. Me pregunto si fracasar como fracasado equivale a un fracaso doble y me viene a la memoria un título de Julio Ramón Ribeyro: La tentación del fracaso. ¿Acaso es esta tentación más fuerte que la del éxito? ¿Es más sana, más estimulante? ¿Nos previene de algún tipo de desengaño? Un amigo de juventud aseguraba que el éxito era una forma de traición. ¿Sería entonces el fracaso un modo de fidelidad? ¿Y de fidelidad a qué? Oscurece al tiempo que se deshacen los hielos en mi vaso. La calle se llena de sombras poco a poco. Pido otro gin-tonic. La reportera mira el reloj y decide rematar la entrevista preguntando al actor fracasado por su vida actual. Cuido de una nieta, dice él.

dimecres, 13 de gener del 2010

¡Qué envidia!

¡QUÉ ENVIDIA!

Volviendo al asunto del director de Greenpeace España, y tras constatar que vivimos en un mundo en el que se toleran los delitos graves (véase Díaz Ferran) y se persiguen con saña los leves (véase López de Uralde), me llamaron poderosamente la atención las declaraciones efectuadas, el pasado 8 de enero, por el embajador de España en Dinamarca (Melitón Cardona) a «El País». Este señor califica lo ocurrido de «absolutamente normal» y atribuye el escándalo provocado por el trato dado al activista de la organización verde a la idealización que de ese país tenemos los españoles. Dado que un embajador está entrenado para decir una cosa y su contraria, más adelante pone el delito de López de Uralde a la altura de los de violación u homicidio. Quiere decirse que no es que tengamos idealizado aquel lugar en el que huele a podrido desde Shakespeare, sino que el director de Greenpeace cometió una falta muy grave. Si a usted le parece que la falta no es muy grave, siempre puede optar por la idealización. ¿Es o no es diabólico?

-¿Por qué han tratado tan mal a ese chico?

-Porque cometió un delito que está a la altura de la violación o el homicidio.

-Pues a mí no me lo parece.

-Entonces elija la versión de la idealización.

Cuando el periodista pregunta al embajador si le parece comparable lo que hizo Uralde con una violación, asegura (después de haber dicho lo contrario), que por supuesto que no. En resumen, que lo de Uralde fue una chiquillada llevada a cabo en un país terrible que los españoles tenemos muy idealizado. O que lo de Uralde fue como una violación para la que el código penal danés prevé, lógicamente, graves penas. Todo ello sin dejar de añadir que no es comparable colarse en una cena con una violación. En otras palabras que lo sucedido es extraordinario y no es extraordinario. Es normal y no es normal. Es lógico e ilógico. Envidia me dan a mí los embajadores, capaces de estos malabares con los que se ganan la vida. Cuando Melitón Cardona abandone la carrera diplomática, podrá dedicarse a la política, para lo que sobran dotes. O no, según.

dimarts, 12 de gener del 2010

Dos Españas

DOS ESPAÑAS

Una pregunta: ¿Por qué un país que tiene 17 presidentes autonómicos no puede tener dos presidentes del Gobierno? ¿Por qué no puede gobernar Rajoy sin que deje de hacerlo Zapatero? Dado el bipartidismo reinante, sería lo más sensato, incluso lo más eficaz. Ya que en las encuestas hay claramente dos Españas, que las haya también en la realidad. Sólo habría que construir otro palacio de la Moncloa y desdoblar los ministerios para que cada español dispusiera de un gobierno propio cuyos logros y fracasos quedarían a la vista del público. El PP tendría que demostrar que sabe, en efecto, sacarnos de la crisis en vez de presumir de ello sin aportar ninguna prueba. En cuanto a los partidos minoritarios, de no desaparecer, actuarían como bisagra de los grandes, función en la que ya tienen experiencia.

¿Que usted no es partidario del aborto? Ningún problema, se apunta a la España de Rouco y Rajoy y santas pascuas. ¿Qué no es partidario que los matrimonios gays? Idem de idem. Supongamos que el ministro de Educación no logra pactar con Cospedal un proyecto común. Ni falta que hace. El PP trabajaría con su modelo y el PSOE con el suyo. Y usted educaría a sus hijos en el que más le convenciese. He pasado muchas noches de insomnio dándole vueltas al asunto y créanme que no tiene complicación alguna ¿Que habría que hacer dos presupuestos generales? Pues se hacen dos presupuestos generales (en la actualidad se hacen 17) y cada uno maneja el suyo como su ideología o su religión le den a entender. Yo votaría, de las dos Españas, a la que careciera de ministerio del Ejército, pues con el dinero que gastamos en aviones y tanques se arreglaba la mitad de la crisis. El que quiera un ejército, que se lo quite de otras cosas.

Estas dos Españas convivirían con menos problemas que ahora y cada una intentaría seducir a la otra no con promesas vagas, como las que hace ahora la oposición, sino con realidades ciertas, demostrables. Quizá con dos Españas de este tipo, bien pensadas (me he limitado, por falta de espacio, a hacer un esbozo), podrían suprimirse las 17 actuales, lo que implicaría un ahorro a considerar. La monarquía, la dejaría como está, pues no parece que necesitemos dos.

divendres, 8 de gener del 2010

Patologías

PATOLOGÍAS

La mayoría de los regalos que estos días han recibido los adultos y niños de nuestro mundo estaban fabricados en países remotos, de cuyos habitantes apenas sabemos que trabajan barato y desde los cinco o los seis años. Cabría preguntarse por qué las noticias, siendo también un producto de consumo, no se confeccionan en los mismos lugares que los pantalones vaqueros o las deportivas de marca. Lo lógico es que enviáramos a aquellos países lejanos la materia prima (facilísima de exportar), y que la elaboraran, en jornadas de 20 horas y sin seguros sociales, hasta alumbrar una noticia. Ya el hecho de que los Reyes Magos vengan a repartir felicidad desde lugares donde lo que abunda es la desgracia merecería una apertura a cinco columnas. A veces tiene uno el suceso delante de las narices y no es capaz de verlo.

Enviémosles los datos y que nos los devuelvan convertidos en información. Nuestros Estados, por ejemplo, auxilian con dinero público a la industria del automóvil, productora incansable de cadáveres subvencionados que no provocan ninguna clase de malestar social. En cambio, un atentado terrorista fallido a bordo de un avión nos pone histéricos, paraliza los aeropuertos durante dos o tres semanas y hace ricos a los fabricantes de escáneres. ¿Cómo coserían estos datos objetivos en donde con tanta maestría ya nos cosen los Levi's? ¿Cómo sería la noticia resultante? El cambio de punto de vista, además de introducir un factor de entretenimiento, nos ayudaría a comprender mejor el mundo en el que vivimos y los entresijos del negocio de la información. Y todo por dos céntimos, pues un periódico o un telediario confeccionados en donde nos fabrican el resto de los bienes de consumo saldrían tirados. No entendemos el porqué de esta resistencia, a menos que los becarios de Periodismo nos produzcan una debilidad patológica.

dilluns, 4 de gener del 2010

Gente con mala salud

GENTE CON MALA SALUD

Supongamos que un novelista cae enfermo, va al médico y le da la baja. Llega el novelista a casa, se mete en la cama y no escribe ninguna novela en quince días. Esto pasa continuamente. Seguro que ahora mismo hay más de diez y más de veinte novelistas sudando la gripe entre las mantas. Pero usted y yo no nos enteramos porque el mundo sigue y porque el hecho de que un grupo de escritores esté de baja por enfermedad no afecta en absoluto a la industria editorial. Puede usted comprar las novelas que quiera y de cualquier género. Si los que caen enfermos son, en vez de novelistas, poetas, no sólo no notaremos escasez alguna, sino que rozaremos la superproducción, pues los vates escriben mejor con fiebre que sin ella.

Pongamos que caen enfermos dos o tres realizadores de «Tele-5» (o de «Antena-3», lo mismo da). ¿Dejarían de emitir esos canales? En absoluto, funcionarían con toda normalidad (si aceptamos como normal su programación, claro). Y si la ministra de Defensa, por poner otro ejemplo, se acatarrara, a nadie se le ocurriría retirar las tropas de Afganistán a toda prisa. Lo más probable es que no se enteraran del catarro de la ministra ni los generales más próximos a su despacho. Hay gente que por responsabilidad acude enferma al trabajo. En fin, que puede usted llevar a cabo este ejercicio de imaginar que cae enfermo, no sé, el cartero de su barrio, para concluir que las cartas seguirían llegando.

En cambio, a un controlador aéreo le duele la cabeza y se va al carajo todo el tráfico. Los controladores aéreos son seres humanos y pueden enfermar, como cualquier hijo de vecino. Lo que no se entiende es que la baja médica de uno solo de estos profesionales pueda provocar un caos mundial. Algo ocurre en ese sector que no es normal y que las autoridades deberían estudiar, para corregirlo, sobre todo porque viene ocurriendo desde hace muchos años. De lo que no teníamos ni idea era de que estos profesionales con tan mala salud pueden ganar un millón de euros al año (160 millones de pesetas). Es que eso no se gana ni con un best-seller ni jugándote la vida en una guerra ni repartiendo cartas. Un servidor, con ese sueldo, iría a trabajar con cuarenta de fiebre.

diumenge, 3 de gener del 2010

Diga que tiene un esguince

DIGA QUE TIENE UN ESGUINCE

Según mi horóscopo de hoy, no debo abordar problemas porque tengo el tono emocional bajo. Me gusta la expresión «tono emocional bajo», suena bien. Significa, creo, que estoy un poco apático, un poco indiferente, no sé, quizá un poco triste. El caso es que yo abordo mejor los problemas desde la depresión que desde la euforia. La euforia siempre me juega malas pasadas. El lunes me levanté eufórico y me torcí un tobillo nada más salir. Tuve que volver a casa, poner el pie en agua con sal y vendarlo. El médico me recomendó que lo colocara en alto y que me quedara quieto un par de días, de modo que me deprimí. Ya ven lo que dura la euforia.

Ahora que lo pienso, nunca me he hecho un esguince estando triste. Cuando estoy triste, me parece lógico que las cosas me salgan mal, así que acepto las contrariedades de buen grado. Fui a calentar un poco de agua para prepararme una infusión y no encontré el mechero para encender el gas. Si hubiera estado eufórico, le habría echado la culpa a mis hijos, pero como tenía el tono emocional bajo me la eché a mí mismo. Una autoestima baja evita muchos conflictos con la realidad. Estaba buscando un libro de un autor argentino y telefoneé a la Librería Argentina, cuyo número encontré en Internet.

-Estoy buscando un libro de un autor argentino, dije.

-No tenemos autores argentinos-me contestaron de mala manera al otro lado.

Si hubiera estado eufórico, me habría puesto a discutir con la persona que me atendió. Como estaba afligido, me dije: «Pero qué tonto eres, mira que pretender encontrar un libro argentino en una librería argentina…».

Quiere decirse que el optimismo exagerado y el bienestar excesivo están sobrevalorados. Por culpa de ellos, seguramente, comienzan las guerras civiles. La gente que acude con euforia a las cenas familiares acaba discutiendo. De modo que si usted está eufórico, disculpe su asistencia. Diga que tiene un esguince, como yo.