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dissabte, 29 d’agost del 2009

Clavos ardiendo

CLAVOS ARDIENDO

Si este otoño cojo la gripe, me muero seguro porque tengo patologías previas: soy escritor. La escritura es una enfermedad crónica, no lo duden. Imaginen una persona sana de cuerpo y alma (a mí se me ocurre Federico Trillo). ¿La tienen ya en la cabeza? Pues esa persona sólo podría escribir circulares. No tengo nada en contra de las circulares, pero la literatura es otra cosa. Para escribir como Dios o Kafka mandan, es necesario ser obeso mórbido o tener dificultades respiratorias, todo ello en sentido figurado. La obesidad mórbida y las dificultades respiratorias figuradas, créanme, son peores que las reales.

Se sufre más. Lean ustedes Crimen y castigo y díganme si eso ha podido salir de una cabeza sana. Y quien dice Crimen y castigo dice cualquier texto de Verlaine o de Santa Teresa de Jesús (Santa Teresa estaba peor que Verlaine, la pobre).

No me quejo, el Gobierno hace lo que puede, que es controlar el virus, y la oposición lo que debe: expandirlo. Parece mentira que una persona tan seria como Ana Pastor haga declaraciones que originan confusión en vez de ayudar. Pero es que hay oposiciones que están mucho peor de la cabeza que los escritores y encima no producen obras literarias. Agotado el asunto de las escuchas telefónicas, que evidentemente era falso de toda falsedad, se van a agarrar ahora al virus de la gripe como el que se agarra a un clavo ardiendo. Es duro, pero no resulta raro en alguien que viene de agarrarse al clavo de ETA.

No tardarán en decir que el Gobierno persigue más a Trillo que al virus. ¿Y qué culpa tiene el Gobierno de que Trillo tenga cara de virus? Las circulares hacen tanto daño como la literatura. Yo trabajé hace años en una oficina siniestra cuyo director lanzaba tres circulares diaria. Bostezaba y le salía una circular. Todas eran amenazantes, en todas se prohibía algo, todas estaban mal escritas. Un compañero se suicidó por culpa de estos textos infectos, pero no se pudo demostrar, de modo que el asesino comenzó emitiéndolos hasta que se lo llevó un tumor de cerebro.

Si pudiéramos repasar todas las circulares que firmó Trillo cuando era ministro, nos quedaríamos espantados. Pero para que te reconozcan la categoría de virus tienes que ser más bajo.

divendres, 28 d’agost del 2009

Un acto de sinceridad

UN ACTO DE SINCERIDAD

Si en la vida le descalificaran a uno por empujar, como han descalificado a Natalia Rodríguez, la deportista de los 1.500 metros, la mitad de la humanidad estaría descalificada. En la vida, lo de empujar es normal, incluso se considera saludable. Tienes que ser más agresivo, está diciéndole en estos momentos un padre a su hijo en la mesa de al lado a la que yo me tomo el gin tonic de media tarde. Ser más agresivo consiste en empujar, en dar codazos, en morder. Yo tengo las costillas hechas polvo de recibir golpes, y me he levantado 200 ó 300 veces del suelo. Y aún no hemos llegado a la meta, aunque está más cerca, porque la meta de la vida —paradojas del destino— es la muerte.

A medida que te haces mayor, aumenta el cálculo de probabilidades. Un infarto aquí, una úlcera sangrante allá, un semáforo mal cruzado… Hay gin tonics, como el de esta tarde, que le ponen a uno evocador. Me pongo a recordar por tanto, uno a uno, los rostros de las personas que me han empujado en esta rara carrera que es la vida, y resulta que están casi todas muertas. Las que no están muertas gozan de muy mala salud. No sacaron gran provecho de empujarme, ni de empujar a otros, no les sirvió de nada, pobres. A veces, sin darse cuenta, me hicieron un favor. Hay caídas de las que uno se levanta como nuevo. Qué raros, los efectos del gin tonic de media tarde. En la mesa de al lado el hijo poco agresivo está mandando a su padre a freír espárragos, y el padre le dice que un respeto, que esa agresividad la emplee donde debe. El chico se levanta y se va. Yo pido otro gin tonic (es un error, el segundo me cae mal) y comienzo a repasar ahora los rostros de la gente a la que he empujado a lo largo de mi vida. Al principio me cuesta un poco reconocer que también he sido malo, como a Natalia Rodríguez. Pero gracias al alcohol logro sincerarme conmigo mismo y llego a la conclusión de que soy tan empujador como el que más. Ahora bien, resulta que la gente a la que he empujado está casi toda muerta también, o con úlcera. Quiere decirse que no hay justicia en el mundo, que da lo mismo empujar que ser empujado, lo que me produce una inmensa tristeza que me empuja a pedir otro gin tonic.

dissabte, 22 d’agost del 2009

Fondo y forma

FONDO Y FORMA

Los talibanes, en Afganistán, han amenazado con cortar el dedo a los votantes. Se refieren al dedo con el que han puesto la huella equivalente a la firma y en el que suelen quedar restos de la tinta. Resulta curiosa la precisión de la medida: no la mano, no el brazo ni el antebrazo, sólo el dedo pecador, quizá únicamente la falange de ese dedo implicada en el crimen. Los talibanes -no importa la cultura a la que pertenezcan- tienen este instinto administrativo, esta tendencia al orden. Si por ellos fuera, crearían oficinas en las que unos funcionarios muy eficaces cortarían dedos de 9 a 2 y de 16 a 18. Y la gente iría a dejárselos cortar para evitar penas mayores. Tras amputarnos, otro funcionario nos facilitaría una gasa, para detener la hemorragia. Al salir, nos entregarían una publicidad de dedos artificiales cuya fábrica pertenecería al cuñado de un subsecretario talibán. Todo en orden. En cuanto a los dedos seccionados, caerían implacablemente sobre un cubo de goma que cada cierto tiempo sería precisar cambiar por otro vacío. ¿Qué harían con estas montañas de dedos pecadores? ¿Los enterrarían? ¿Los incinerarían? ¿Se los venderían a los restaurantes chinos para el cerdo agridulce? No tenemos ni idea, pero es seguro que algún partido les sacarían. Quizá les extrajeran las uñas, por ejemplo, para venderlas en Occidente. En fin, no preocuparse, que hay mil soluciones, pues los talibanes –pertenezcan a la religión a la que pertenezcan- son muy ocurrentes y muy prácticos. Tal vez convirtieran los dedos en reliquias católicas. A los católicos nos gustan mucho los trocitos de carne humana metidos en relicarios de oro. Todavía anda por ahí, dando vueltas, el brazo embalsamado de Santa Teresa. Pero si a los talibanes radicales (perdón por la redundancia), les da por cortar dedos, a los moderados (perdón por la contradicción) les da por castigar a las mujeres.

El gobierno de Karzai sacó dos días antes de las elecciones una ley según la cual la esposa no podía negarse a los requerimientos sexuales del esposo ni salir de casa sin su autorización. Usted y yo, que somos demócratas de arriba abajo, sólo invadimos países por los que pasan oleoductos o en los que hay reservas petrolíferas. El mundo es muy variado en la forma, pero muy parecido en el fondo.

divendres, 21 d’agost del 2009

A Díaz Ferran se le va a acabar la paciencia

A DÍAZ FERRAN SE LE VA A ACABAR LA PACIENCIA

Escuché por la radio una entrevista con Díaz Ferran, ya saben, y quedé conmovido por sus palabras. Aseguraba que los empresarios no habían propuesto lo que los sindicatos y el gobierno habían hecho público y que él no sólo no se había levantado de la mesa negociadora, sino que continuaba sentado en ella, a la espera de que las partes regresaran. Afirmaba que no daba importancia alguna al hecho de que sindicatos y gobierno hubieran roto la negociación, pues a veces en la vida se dan estos desencuentros que con buena voluntad se pueden arreglar. Juraba que los empresarios sólo buscaban el bien de los trabajadores y que su deseo era hacer contratos indefinidos, cuantos más mejor. Con un contrato indefinido, añadía, puedes consumir porque te dan crédito. Comparaba las tasas de desempleo de Austria, Suiza o Dinamarca con las nuestras y deducía que algo no estábamos haciendo bien. Nosotros, concluía, somos empresarios y sabemos por lo tanto en qué condiciones se crea empleo. Su tono era absolutamente conciliador, humilde, incluso caritativo.

Si cogías la entrevista en marcha, podías pensar que hablaba la madre superiora de una congregación de monjitas con la voz un poco ronca. En el peor de los casos, pasaba por el director de una ONG entregada en cuerpo y alma a la creación desinteresada de empleo y de contratos fijos. Terminada la entrevista, pensé que iba a ser muy difícil un acuerdo tripartito dada la maldad intrínseca de los sindicatos y del gobierno. Imagínense: gente que para justificar el abandono de la negociación mentía vilmente asegurando que la patronal había puesto sobre la mesa cosas de las que ni siquiera se había hablado.

Es difícil alcanzar acuerdos con alguien con tan mala fe. Además, una cosa resulta evidente, y es que habiendo organizaciones empresariales, ¿para qué queremos un gobierno, para qué unos representantes de los trabajadores? Por Dios, por Dios, si alguien sabe lo que necesitan los trabajadores y lo que necesita el país son los empresarios.

Que se vaya al cuerno, pues, el resto de las instituciones. Y si no se van al cuerno, que dejen de molestar, por favor, que obedezcan a Díaz Ferran antes de que a este buen hombre se le acabe la paciencia.

dimarts, 18 d’agost del 2009

El tuerto no es el rey

EL TUERTO NO ES EL REY

Lo más parecido a ser invisible es que los otros no te vean. Así debieron pensarlo Verónica y María, esas dos mujeres, que han sido detenidas por matar a dos hombres con el «beso del sueño». Una vez en la vivienda de los seducidos, y tras narcotizarlos, ellas se movían por el piso como dos presencias invisibles. Cumplían así el sueño con el que tantos nos vamos a la cama cada día: el de recorrer la ciudad dotados de un cuerpo transparente y sutil. Cabe imaginar la sensación de impunidad con la que actuarían por el interior de aquellos pasillos ajenos, de aquellas habitaciones extrañas, de aquellos armarios cuyas vísceras no les pertenecían. A Verónica y a María les movía un fin práctico: el de robar. Pero quizá en algún momento se olvidaron de que estaban trabajando y filosofaron un poco sobre las ventajas y las desventajas de la invisibilidad.

Ser invisible. Ver y escuchar sin que los otros te vean ni te escuchen… Colarte en una reunión de Alcohólicos Anónimos, viajar en avión sin pasaporte ni billete. Llegar a Washington, entrar en la Casa Blanca, asistir a las reuniones de Obama con sus consejeros, ser el dueño de todos los secretos de Estado del mundo. Dejarte detener por una fechoría cualquiera, diluirte entre los brazos de los agentes como una figura de hielo… Comer en las cocinas de los mejores restaurantes... No es verdad que en el mundo de los ciegos el tuerto sea el rey. El tuerto es el invisible. A primera vista, la invisibilidad parece ventajosa, pero podría devenir también en una maldición. Ver donde nadie ve constituye una suerte de ceguera inversa, una minusvalía, una carga. En todo caso, la idea de ver donde todo el mundo es ciego da miedo. Imagínense con ojos en un mundo donde ningún rostro los tuviera. El 80 ó el 90% del universo, ahora no caigo, está conformado por materia oscura, por materia invisible para nosotros; no sabemos, en cambio, si esa materia nos ve. Esa es otra posibilidad terrible: la de estar siendo observados y escuchados por algo que no percibimos. Al fin y al cabo, sólo tenemos cinco sentidos. En cuanto a Verónica y María, quizá sueñen con narcotizar a toda la prisión para moverse por ella como se movían por las casas de sus víctimas.

dilluns, 17 d’agost del 2009

Una broma seria

UNA BROMA SERIA

Así que Tráfico va a colocar 264 radares móviles en toda España para controlar la velocidad media de 100.000 automóviles al día. ¿Somos o no somos víctimas del absurdo? Ahora que ha llegado a su límite la industria de los aparatitos que detectan la situación de los radares fijos, se inventan los móviles. ¿Para cuándo un GPS que nos avise también de su presencia? Empezamos a tener con los kilómetros la misma relación que con las drogas: cuantos más kilómetros se incautan, más kilómetros aparecen. Llegará un momento en el que los kilómetros sean simultáneamente lo más perseguido y lo más presente, como sucede con la coca, por poner un ejemplo. El tráfico de drogas, y quizá su consumo masivo, desaparecerían, como es bien sabido, legalizándolas. El tráfico de kilómetros desparecería también prohibiendo la venta de coches que corrieran más de lo permitido. Quiere decirse que somos permisivos con lo que deberíamos ser prohibitivos y viceversa.

La solución, en fin, es fácil. Mi coche tiene un limitador de velocidad que pongo a 120 cuando salgo de viaje y aquí paz y después gloria. Lo único que hay que hacer es instalarlo en todos los automóviles con carácter obligatorio. Pero eso sería barato y lógico, sobre todo sería lógico y la lógica nos repugna. La lógica, además, produce pocos beneficios como industria. No hay, que nosotros sepamos, ninguna empresa llamada Lógica, S. A., ni siquiera ninguna empresa llamada Lógica, S. L. De cotizar en bolsa, una empresa de ese tipo llevaría a la ruina a sus accionistas. Parecería una broma, pero una broma seria.

El capo de los empresarios, ese tal Ferran, acaba de proponer que en las negociaciones colectivas que se avecinan se pacte una reducción de los salarios. Y a eso lo llama negociación. Claro, que al mismo tiempo de proponer eso él se ha llevado unos dividendos millonarios. Pura lógica. Todas las noticias de este verano, incluso el modo de servirlas, constituyen un monumento al disparate. Así que nada, seguiremos incautando alijos de drogas para estimular su tráfico y el de kilómetros para continuar inventando aparatitos que nos distraen de la conducción.

dissabte, 15 d’agost del 2009

Pasa con la edad

PASA CON LA EDAD

Como Aznar es un amante furioso de la libertad, un día le preguntaron qué hizo durante el franquismo y dijo que estudiar. Al hombre le sublevaban ya entonces las dictaduras, pero no iba a descuidar sus oposiciones a inspector de Hacienda para impedir unos crímenes de nada. Entre conseguir un puesto de funcionario y derrocar a un dictador, siempre hay que quedarse con el sueldo seguro, que la vida da muchas vueltas. Pero aquella pasividad de su juventud dejó en él una frustración de la que se vengó en su madurez. Se trata posiblemente del hombre que más veces ha pronunciado la palabra democracia y que con más ahínco ha perseguido a los tiranos. Es verdad que al mismo tiempo de luchar a brazo partido por la libertad ha permitido que Fraga Iribarne, cómplice del terrorista Francisco Franco, se encarame a la presidencia de su partido. Pero eso es por torpeza. No da más de sí el hombre. A veces, entre el cultivo de los abdominales y el del encéfalo se produce una incompatibilidad que cada cual resuelve como puede.

Todos los que en el PP tienen edad para haberse enfrentado a la dictadura de Franco estaban preparando oposiciones y no tuvieron tiempo de decir esta boca es mía. Se quedaron frustrados, pues. Ahora bien, como hay una ley inexorable según la cual el que no la corre de joven la corre de viejo, están aliviando ahora aquella herida antigua. El mismo Arenas acaba de decir (de gritar más bien) que solamente en las dictaduras se persigue a la oposición con fiscales y policías. El pobre hombre no ha caído en la cuenta de que en las dictaduras no existe la oposición. Pero no se trata de ser exactos, sino de derrocar una dictadura imaginaria antes de morir. No se rebelaron en su día contra los grises ni contra el aparato franquista ni contra los curas ni contra sus papás, pero han dicho hasta aquí hemos llegado.

Y hasta aquí han llegado. Como cualquier chaval de botellón que se precie, insultan a la policía (todos unos corruptos), a los fiscales (unos sinvergüenzas), a los jueces (unos correveidiles) y quizá cuando llegan a casa telefonean a sus ancianos padres para llamarles carcas. No preocuparse, se pasa con la edad.

dijous, 13 d’agost del 2009

El enemigo interior

EL ENEMIGO INTERIOR

Todos conocemos a alguien que asegura tener el teléfono pinchado. En realidad, a la gente le encanta que la espíen. Por eso, cuando oímos un ruido en la línea nos decimos: va a ser que estoy pinchado. Si estás pinchado es porque tienes algo importante que decir. El otro día llamé a un amigo paranoico para ver cómo le sentaba la nueva medicación (se la acababan de cambiar), y me explicó a Platón de arriba abajo al objeto de despistar a sus perseguidores. Platón está bien, pero si llevas ocho horas encerrado en una furgoneta escuchando tonterías, resultan más excitantes las conversaciones entre Camps y El Bigotes. Al final, el erotismo es lo que vende, y en esa pareja había erotismo para dar y tomar («lo nuestro es muy bonito», etc.).
Si preguntas a un grupo de paranoicos quién les persigue, en un 90% de los casos te dirán que el gobierno (el 10% restante cree en los marcianos). Por lo general, se referirán al gobierno de su país.

Pero a los paranoicos con aspiraciones los persigue el de los EE UU o la CIA. En ese sentido, la manía persecutoria de Trillo y Cospedal es del montón, o sea, una basura de manía persecutoria. A un loco como Dios manda lo persiguen las grandes potencias. Decir que te vigila el ministro del Interior de España es como decir que te vigilan los servicios de inteligencia belgas. No se ha dado el caso de que los servicios de inteligencia belgas hayan seguido a nadie de interés. Lean ustedes a John Le Carré para documentarse.

El que se tiene que sentir perseguido de verdad, y con razón, es Rajoy. ¿Cómo es posible, si no, que un hombre tan sensato, tan registrador de la propiedad, tan buen padre de familia, tan gallego, en fin, sea siempre el peor valorado en todas las encuestas? Este asunto carece de explicación racional. Pero por Dios, si estamos hablando de un funcionario vocacional, de un hombre que va y viene de su trabajo sin meterse con nadie y recitando frases en las que el sentido común brilla como una boñiga. Tiene que haber una conspiración muy bien urdida para que saque, una y otra vez, esas notas tan malas. No es por dar ideas, pero para mí que le persiguen los marcianos, es decir, González Pons y Dolores de Cospedal.

divendres, 7 d’agost del 2009

Los padres de Blanca

LOS PADRES DE BLANCA

Frente a la sección de conservas hay un hombre de pie, con una cesta en la mano izquierda y una lata de mejillones en la otra. Lee lo que pone en el envase de la lata con tal atención que parece que tiene entre sus manos Ana Karenina. Me coloco a su lado, para ver si se me contagia algo de su pasividad, pues me he levantado nervioso, he desayunado a cien por hora, he leído los periódicos fijándome sólo en los titulares y he arrancado el coche en tercera, pues no tenía paciencia para pasar por las dos primeras velocidades. Sueño con el momento del gin tonic, para el que faltan más de cinco horas. A lo mejor, pienso, lo que tengo es mono de la tónica (sólo utilizo la ginebra para dar sabor al mejunje). Me coloco al lado del hombre tranquilo, digo, y tomo también una lata de mejillones, cuyas características leo con atención. Nada que ver con Ana Karenina.

—¿Usted cree en las marcas blancas? —me pregunta el hombre cuando llevo un rato a su lado.

—No sé qué decirle, creo que no, no creo en casi nada.

—Es que estoy dudando si llevarme una marca blanca o una marca conocida. Mucha gente dice que las blancas son iguales que las conocidas porque las fabrican los mismos empresarios.

—Llévese una de cada, las prueba y el próximo día decide con criterio.

—Es que a mí todo me sabe igual —dice.

Marcas blancas. Me pregunto por qué no hay automóviles de marcas blancas. Y quien dice automóviles dice periódicos. O ametralladoras. Tampoco hay religiones blancas, ni partidos políticos blancos, ni bancos blancos. Lo más parecido a un banco blanco sería ING Direct, pero tampoco, porque al final, si uno se empeña, sabe quién hay detrás de esa organización radiofónica. Las marcas blancas, ¡qué raro!, funcionan casi de manera exclusiva en los detergentes y en las conservas. Busco una tónica de marca blanca y no doy con ella. Una ginebra de marca blanca y tampoco. No las compraría de todos modos.

Me doy cuenta de que el supermercado tiene algo de templo, de lugar para la reflexión. La chica de la caja, que es muy simpática, se llama casualmente Blanca, pero es una chica de marca, conozco a sus padres.

dimarts, 4 d’agost del 2009

Que se ponga la boina

QUE SE PONGA LA BOINA

Si tenemos en cuenta lo que al PP le ha costado quitarse de encima a Bárcenas, no es raro que Rajoy esté a favor del despido libre. Te toca un empleado así, se apalanca en su puesto, y te hunde. Y menos mal que Bárcenas era empleado del PP, que no va a ninguna parte, que si llega a trabajar en un banco con nombre y apellidos, retira todo el mundo sus ahorros a cien por hora. No hay empresa que aguante estar semanas y semanas en los papeles por culpa de un tesorero sospechoso de llevarse la pasta y de devolver los créditos en billetes de 500 euros. Eso sólo lo aguanta un partido político. Si me apuran, un partido político de derechas. En realidad, no sólo lo aguanta, sino que sube su intención de voto.

En todo caso, lleva razón Rajoy: no debería ser tan difícil despedir a alguien con ese currículum. Por eso Díaz Ferran, el capo de los capos, fue recibido como un héroe en la sede de los empresarios. Parecía un sindicalista. Así se recibía en otros tiempos a los líderes obreros que venían de partirse el pecho con los jefes de recursos humanos y la poli. Tiene uno la impresión de que está todo un poco cambiado, un poco al revés. La corrupción, en vez de quitar votos, los da, y los empresarios actúan como los piquetes informativos del movimiento obrero. Los líderes de UGT y CC OO, cuyos nombres nos cuesta hasta recordar, no han sido recibidos como Díaz Ferran al regresar a sus sedes.

Todo esto viene de lejos. De hecho, el término mileurista no se inventó en una época de vacas flacas, sino cuando aquí le salía a la gente la pasta por las orejas. Mientras los empresarios procedían a una acumulación de capital histórica, proliferaban los contratos basura de 1.000 euros al mes sin que el movimiento sindical dijera esta boca es mía. A lo mejor es que no había ya movimiento sindical, ni movimiento obrero, ni cristo que lo fundó. Vencido y desarmado el ejército mileurista, la guerra ha terminado. La imagen de Díaz Ferran aclamado por los suyos como si fuera el Che Guevara, da cuenta de ello. Que se ponga la boina.