TRADUCE ESTA PAGINA

Visites

Contadores Gratis
Contadores Web
contadores de visitas

divendres, 31 de març del 2006

El miedo y las glándulas

EL MIEDO Y LAS GLÁNDULAS

El cambio de horario provoca miedo. Todas las alteraciones que le atribuyen los médicos son producto del miedo. Suena el despertador de noche y te incorporas con una punzada en el estómago. Algo no es como ayer y cuando algo no es como ayer nos asustamos. La conquista más importante de la cultura es la rutina. El hombre inventó la agricultura para no tener que andar de acá para allá. Queremos amanecer en la misma cama en la que nos hemos acostado y, a ser posible, a la misma hora. Los torturadores saben que no hay tormento más eficaz que el de las alteraciones del sueño. Hay un cuento de terror famoso nucleado en torno a un despertador que suena a las cuatro de la mañana, con independencia de la hora a la que se haya programado. Lo que nos pasa estos días no tiene que ver, en fin, con un problema glandular, sino con un desconcierto mental. Quizá las glándulas se alteren, pero como producto del miedo, no al revés. La gente se pasa el día haciendo cálculos.

-Hoy son las doce de la semana pasada.

-Pero la una de la que viene -responde el compañero pensando en el cambio de horario del otoño.

Cerca de mi casa hay un colegio con cuyos alumnos coincido cuando saco a pasear al perro. Los chicos llevan cara de miedo porque se han despertado a una hora que no era. Los chicos quieren romper los horarios, las reglas del juego, quizá los semáforos, pero a condición de que haya, enfrente, una autoridad que intente impedírselo. En el caso del cambio de horario primaveral es la autoridad la que introduce el desorden. Da miedo que la autoridad no se atenga a lo pactado.

Nos acostumbraremos al cambio, desde luego. De aquí a un par de semanas más, nadie hablará de ello. Pero esta noche, cuando a las nueve sea casi de día, un punto de extrañeza nos encogerá el ánimo. Tengamos el valor de nombrarlo: es miedo. La rotura del tiempo resulta insoportable. Ignoramos cuánta energía eléctrica se ahorra en esta operación (las autoridades no se ponen de acuerdo), pero es seguro que mueren un montón de neuronas. El pánico mata. Hasta el próximo cambio.

Próstata

PRÓSTATA

Dios y Luzbel coincidieron en la consulta del urólogo. Tras recibir malas noticias respecto a sus próstatas, Dios propuso que fueran a tomar un café. El diablo, que se jactaba de haber inventado la lucha de clases, se resistió por miedo a que aquello dañara su reputación. Pero el Todopoderoso dijo que se lo debía: "No habrías podido descubrir la lucha de clases si yo no hubiera concebido previamente las clases". Tras pedir las consumiciones, Dios le preguntó quién le había recomendado aquel urólogo, y si podía pagarlo. "Le compré el alma al poco de que terminara la carrera", dijo Satán, "a cambio del éxito. Durante estos años han pasado por sus manos las próstatas de los artistas más famosos, de los escritores con más prestigio, de los obispos con la mitra más larga... No me cobra nada con la esperanza de que en un arranque de generosidad le devuelva el alma. Si nos saca adelante, igual se la devuelvo".

Dios le agradeció el interés por su salud, pero dijo que había pocas esperanzas. "Además", añadió, "estoy cansado de llevar esta doble vida. Predico la bondad, pero ya ves que la gente tortura y mata y se suicida en mi nombre. Al principio me divertía que resultara tan fácil proclamar una cosa y hacer otra, pero ha dejado de hacerme gracia. También tú estarías harto si tus seguidores fueran tipos como Bush o Bin Laden. La verdad es que habría dado cualquier cosa por tener entre mis filas a algunos de tus admiradores". "Si te gusta Julio Iglesias", objetó el diablo, "no puedes pretender llenar los estadios con aficionados a los Rolling. Tienes que ser un poco coherente". "Hay algo", añadió Dios, "que llevo muy mal, y es la sospecha de que al final tú has sido el más feliz de los dos".

"No te creas", respondió el diablo, "cuando me di cuenta de que yo, comparado contigo, era un pedazo de pan, se me vino el mundo abajo. Por más empeño que ponía en hacer bien el mal, tú siempre me sacabas una cabeza de ventaja. Por decirlo rápido: yo debería haber inventado las clases sociales, desde luego, pero también la Inquisición, y el Opus y los cilicios de siete puntas". "Total, que somos un par de fracasados", resumió el Creador llamando al camarero. Pagó la cuenta el diablo, porque Dios no llevaba suelto.

diumenge, 26 de març del 2006

Fantasmagorías

FANTASMAGORÍAS

Asombra, observando las portadas de los periódicos de los últimos días, el contraste entre la noticia (buena) y la foto (mala). Los titulares hablaban de alto el fuego, de oportunidad para la paz, etc. Pero la foto mostraba una mesa con tres encapuchados. Alrededor de los encapuchados, toda esa parafernalia cutre de las patrias, de todas las patrias. El texto invitaba a la alegría, pero la foto ponía los pelos de punta. Daban ganas de decir: o es mentira lo que dicen los titulares o es mentira lo que dice la foto, porque las dos cosas no pueden ser verdad. No vamos a pedir a un terrorista sensibilidad escénica, ni conocimientos decorativos, pero podían haber solicitado el asesoramiento de un experto. Servir el alto el fuego de ese modo es como regalar un pastel de nata envuelto en papel higiénico. Ya sabemos que en este caso no regalan nada, que el comunicado es una forma de rendición, pero también hay formas y formas de rendirse.

Siempre escribimos. No hacemos otra cosa que escribir. Cuando hablamos, cuando caminamos, cuando comemos, escribimos frases en el aire con los brazos, con el movimiento de las cejas, con la intensidad de la Mirada. Escribimos sin saberlo, sin darnos cuenta. Muchas veces, decimos una cosa con la boca y otra con la escritura corporal. Los expertos llaman a esto lenguaje no verbal. Las fotografías son el lenguaje no verbal de los periódicos. Como se trata de un tipo de lenguaje sin codificar, las fotografías se colocan sin otro objetivo que el de manchar la página, para que el ojo descanse del texto. Pero en ese descuido se dicen, inevitablemente, cosas.

¿Qué dicen las capuchas? En este caso, dicen uuuuhhhh, que es la expresión favorita de los fantasmas. Uuuuhhh? No significa nada, pero acojona, con perdón. Al mismo tiempo, muestra toda la capacidad de articulación de un terrorista. Donde no hay pensamiento, hay ruido. Pero ustedes no se asusten, porque cuando se alcanza la condición de fantasma, uno es completamente inofensivo. No se fijen las fotos de los etarras, en fin, lean sólo el texto en el que expresan su rendición y crucen los dedos, para que todo salga bien

divendres, 24 de març del 2006

Cadenas

CADENAS

La cadena de la custodia, he ahí el problema. ¿Cómo asegurar que no se rompió un solo instante? Es muy difícil estar mirando una mochila durante dos años seguidos, sin pestañear. Al poco, te empiezan a picar los ojos, se te seca la córnea, se desbordan los conductos lacrimales, comienzas a ver manchas... Caes, al fin, en la tentación de parpadear y se va al carajo la cadena de la custodia. Luego se lleva la culpa Al Qaeda, cuando es evidente que fue ETA, o sea, el Movimiento de Liberación Nacional Vasco o el Movimiento Vasco de Liberación Nacional, no caigo ahora en qué orden colocaba Aznar la Liberación. Tarde o temprano se rompen todas las cadenas: la del frío, en los productos congelados; la de mando, en los ejércitos; la de la mentira, en los partidos políticos...

Aunque no trasnocho por prescripción facultativa, el miércoles estuve zapeando hasta las tantas. Curiosamente, los mismos que daban por hecho el cambiazo de la mochila, aseguraban que el comunicado de ETA era el de siempre. ¿Acaso llevaban años observándolo sin pestañear? ¿No había posibilidad alguna de que fuera distinto? ¿Significa lo mismo "tregua indefinida" que "alto el fuego permanente"? Lo más raro, con todo, es que algunos aseguraban que el alto el fuego era "culpa" de Zapatero. ¿Se puede tratar una buena noticia en términos de culpa? ¿Por qué aquel mal humor?

Cuando estaba a punto de irme a la cama, di con un programa sobre la guerra de Irak y comprendí que era la misma de hace tres años. Se continúa torturando, sojuzgando y asesinando al pueblo al que teóricamente se iba a liberar con mentiras idénticas a la de las armas de destrucción masiva. Ni siquiera un hombre tan dubitativo como el inspector jefe Álvarez podría negar esta evidencia. Da igual que cierres los ojos, que mires a otro lado, que interrumpas la cadena de la custodia, la cadena de frío, la cadena de mando, porque por encima de todas esas cadenas permanece, intacta, la cadena de la lógica, según la cual invadimos un país y nos pusieron una bomba. El alto el fuego ha dejado muchas cosas antiguas, entre ellas la mochila, pero aquella guerra, pese a Zaplana, continúa sucediendo hoy allí y aquí, en Bagdad y en Madrid.

La noticia

LA NOTICIA

Tomé un taxi y le pedí al conductor que pusiera la radio, para ver si decían algo sobre el alto el fuego.

-¿Qué alto el fuego? -dijo.

-El de ETA.

-¿Se ha rendido ETA?

Al principio, pensé que me estaba tomando el pelo, pero resultó que no, que vivía completamente al margen de la realidad. En momentos en los que todos hablamos de lo mismo, resulta chocante que alguien tenga otras preocupaciones. Este hombre tenía toda su atención puesta en unos análisis que se acababa de hacer.

-Me dolía aquí y al final fui al médico. A lo mejor es algo malo, ya ve usted. Ahora que me voy a jubilar igual tengo algo malo. ¿Quiere oír lo de ETA entonces?

-No, no prefiero oír lo de usted. ¿Está asustado?

-Asustado exactamente no. Un poco preocupado, sí. Tengo tres chicos. Los dos mayores viven ya su vida, pero el pequeño tiene 13 años. Vino fuera de tiempo y no lo íbamos a tirar a la basura. El caso es que es un chico un poco frágil, muy vulnerable, se dice así. Muy vulnerable, me gusta esta palabra, vulnerable. Se la escuché al psicólogo por primera vez. Quiere decir que le afecta todo. Es un chico normal en los estudios, en las relaciones con la gente, en sus gustos, pero como alguien le diga una mala palabra se queda destrozado. No lo soporta. Tiene una sensibilidad enfermiza. Eso dijo el psicólogo, sensibilidad enfermiza. Yo quiero con locura a ese crío. No es que no quiera a los otros, pero por éste siento una pasión especial. A lo mejor lo he hecho yo así de sensible, no sé? El caso es que no puedo morirme mientras no se haga un poco más fuerte.

Abandoné el taxi conmovido. La historia de este hombre no saldría, lógicamente, en ningún periódico. Y sin embargo era un notición, un alto el fuego dentro del fuego cruzado de opiniones, comunicados, tesis, juicios, veredictos, dictámenes. Me propuse no escuchar la radio en dos horas, para disfrutar de la sensación que me había dejado. Pero no pude. Estoy enganchado a la realidad como otros al tabaco.

dimarts, 21 de març del 2006

Lo bueno y lo malo

LO BUENO Y LO MALO

Érase un autor que llevaba diez años sin escribir. Pese a ello, los periódicos se acordaban de vez en cuando de él y le proponían entrevistas. «¿Para cuándo su próxima novela?», le preguntaban indefectiblemente. «No lo sé», mentía, «llevo todos estos años trabajando en una historia muy complicada». A veces, tenía la tentación de asegurar que estaba escribiendo una obra maestra, pero se contenía por miedo a levantar unas expectativas indeseables. Si por fin escribiera y publicara algo, algunos críticos intentarían demostrar que se trataba de una basura por el simple afán de disentir. Se le ocurrió entonces la posibilidad de declarar que estaba escribiendo una novela muy mala, la peor del mundo. Tal vez entonces, también por llevarle la contraria, la calificaran de obra maestra.

¿Y por qué no escribir una novela mala, pero de una maldad no convencional?, se preguntó ¿Resultaría posible perpetrarla sin recurrir a ninguno de los estereotipos de la maldad literaria? Llevaba años preguntándose tal cosa, harto de una carrera llena de éxitos convencionales logrados con obras convencionalmente buenas. Conocía las convenciones sobre lo bueno. Sabía cómo escribir una novela buena tópica, pero no una novela mala original. Una novela horrible, pero insólita, si fuera verdad que los extremos se tocan, sería en el fondo una novela buena.

¿Se plantearía la sociedad literaria todas estas complejidades si declarara públicamente que llevaba diez años trabajando en una mala novela? «Novelas malas hay muchas», le dirían, «para qué queremos una más». «La mía -respondería él- rompe todas las convenciones del género malo; se trata de una novela mala genial.» Imaginaba la cara de los críticos, de los lectores, de sus padres, de sus hijos? Dirían de él que estaba acabado, que se había vuelto loco. En realidad llevaba diez años ocioso, sin hacer nada. Le había abandonado el deseo de escribir, quizá porque no le había costado demasiado triunfar. Ahora quería fracasar, pero fracasar con éxito, porque sólo eso le devolvería la pasión por la vida. Esa misma tarde se puso a escribir una novela genial, pero volvió a salirle una obra maestra convencional, así que se tomó un somnífero y se metió en la cama.

diumenge, 19 de març del 2006

Universos

UNIVERSOS

La expresión universo femenino remite a la existencia de un mundo formado, lógicamente, por mujeres, y del que los hombres se sienten, en mayor o menor grado, excluidos. Ocurre lo mismo con (¿su contraria?) universo masculino, del que las mujeres se excluyen voluntariamente, quizá porque alude a un espacio previsible y turbio, un espacio de letrinas que Torrente, el personaje de Santiago Segura, escenifica a la perfección. Los hombres hablan de sus intimidades con coartada, es decir, mientras hacen otra cosa. Las confidencias masculinas más estremecedoras se perpetran de cara a la pared, mientras las vejigas se vacían (de cerveza, previsiblemente), pero en el momento de cerrar la cremallera, los hombres clausuran el alma y regresan al fútbol. O al tenis, según su grado de evolución.

Poca gente se atreve, desde la literatura o el cine, a entrar en el llamado universo femenino. Viene todo esto a cuenta de Volver, la película de Pedro Almodóvar, formada por una conmovedora constelación de mujeres. Quizá ustedes hayan visitado alguna vez el planetario, ese curioso mapa del universo, quedándose embrujados ante el modo en que se relacionan los astros. Asistir a la proyección de Volver tiene algo de visita al planetario, sólo que aquí los astros son cinco mujeres que representan al cosmos femenino. Observar ese universo a una escala comprensible, y desde la oscuridad cómplice de la butaca de patio, proporciona un placer sin límites, pero también una extraña inquietud.

Si el movimiento de los astros está regulado por las fuerzas de la gravitación universal, las mujeres, en las películas de Almodóvar (y seguramente en la vida), se relacionan alrededor de un secreto. El secreto mueve ese curioso firmamento en el que Penélope Cruz, Carmen Maura, Blanca Portillo, Johana Cobo y Lola Dueñas, cada una diferente a la otra, giran para hacer y deshacer el mundo cada día. Las vemos amanecer, anochecer, llover, granizar, nevar, con una precisión absorbente. Las mujeres saben cosas de la vida que los hombres ignoramos (de dónde vienen los niños, por ejemplo). Almodóvar, que lleva toda la vida escuchándolas, descubre en Volver algunos de esos misterios al sorprendido espectador.

dissabte, 18 de març del 2006

Ofensores y ofendidos

OFENSORES Y OFENDIDOS

Francisco Vázquez será un perfecto embajador de España ante el Vaticano. Tiene la untuosidad de un obispo y puede, como cualquier prelado que se precie, manifestar una idea y practicar otra. La diplomacia vaticana es poliédrica. Sus portavoces condenan el aborto a las nueve de la mañana y aplauden la pena de muerte a las diez. Gran parte de su éxito histórico consiste en tener discursos para todos los gustos. La Iglesia es una gran superficie de peroratas:

-Perdón, deseo una perorata capitalista.

-Al fondo a la derecha.

-Y yo una perorata socialista.

-Al fondo a la izquierda.

-Yo busco un mensaje agresivo, bravucón, guerracivilista, un mensaje de ultraderecha puro y duro.

-Pues sintonice la COPE, que también es nuestra.

Francisco Vázquez habla como un socialista, pero su lenguaje no verbal es de derechas, o al revés, según convenga. Se declara demócrata y admirador de Fraga sin cambiar de color (me refiero a Fraga Iribarne, ese individuo felizmente reinsertado tras haber pertenecido al núcleo duro de la banda armada de Franco). También le gusta el Opus, que como todo sabemos es un ejemplo de democracia interna, de antisecta, de racionalidad histórica. Hará un papel brillante en Roma.

Ya lo ha empezado a hacer. Acaba de declarar, para ganarse las simpatías de la curia, que la ley de matrimonios homosexuales fue una agresión al Vaticano. Aquí tenemos un ejemplo claro de actitud sibilina, monjil, furtiva. Resulta que es el Vaticano el ofendido. La Iglesia lleva siglos persiguiendo a los homosexuales. Los ha calificado de enfermos, de perversos, de malignos. Los ha llevado a la hoguera, ha recomendado para ellos los manicomios, el electroshock y los tratamientos psiquiátricos o carcelarios más duros que quepa imaginar en mente humana. Pero los homosexuales no deben ofenderse por toda esa injusticia histórica. Es la Iglesia la que debe molestarse cuando se les deja de perseguir. Eso es diplomacia vaticana y lo demás son cuentos. Enhorabuena, tío.

divendres, 17 de març del 2006

La "ropa"

LA ROPA

En mi casa, cuando yo era pequeño, los domingos se comía "ropa". Llamábamos así a un animal que se alimentaba de la indumentaria de la gente. Si desaparecía una prenda, era porque una "ropa" se había colado en el dormitorio. Como se trataba de un animal muy astuto, no había manera de cazarlo. De hecho, la "ropa" que comíamos nosotros venía del mercado, donde mi madre la compraba a un precio, decía ella, "colosal". A mí me gustaba imaginar que las "ropas" se nutrían, sobre todo, de las prendas interiores de las mujeres. Con frecuencia, hacía incursiones clandestinas en los cajones de mis hermanas y hundía mis aterrorizadas manos en su lencería de espuma, cuyo único defecto era el de no ser comestible. Por fortuna, la "ropa" convertía aquellos tejidos deliciosos en carne como el cordero transformaba la hierba en chuletas.

Pasado el tiempo, empezó a darme asco comer "ropa". A veces, se me quedaba una hebra de carne del animal entre los dientes y tenía la sensación de que era un trozo del calzoncillo de mi padre, o un nervio de la bragueta de mi hermano. Me di cuenta, además, de que el día que comíamos "ropa" se esfumaba "casualmente" un conejo de los que criábamos en el patio. Yo quería mucho a estos animales, a los que cuidaba y ponía nombre. Quizá por eso no me atrevía a preguntar qué era de ellos cuando desaparecían. En cualquier caso, una vez que se hizo patente esta correspondencia entre el menú de los domingos y la desaparición de los conejos, vomitaba la comida a espaldas de mi madre, que no me lo habría permitido. Los tiempos eran difíciles y la "ropa", muy, muy cara.

Un día, de madrugada, me despertó mi hermano para despedirse, pues se iba al servicio militar. Ese día comimos "ropa", pero no desapareció ningún conejo, por lo que deduje que nos habíamos comido a Jacinto, al que me resultó imposible vomitar. Para mayor confusión, no volvió de la mili, donde murió manipulando una granada. Aunque de mayor comprendí que mi madre se había inventado la existencia de la "ropa" para que yo no sufriera por la desaparición de los conejos, siempre sentí que en algún plano de la realidad nos comimos, verdaderamente, a mi hermano.

dimarts, 14 de març del 2006

Cultura clínica

CULTURA CLÍNICA

Lo que más me impresionó de mi primer viaje a México fue un cartel del aeropuerto en el que ponía: No a la fiebre aftosa. Estaba colocado estratégicamente en todas las esquinas, compitiendo con la publicidad de las marcas de güisqui o de tequila. Yo no sabía lo que era la fiebre aftosa, pero sí lo que era la faringitis crónica, que padezco desde la adolescencia, así que esa noche soñé que llegaba a un país en cuyo aeropuerto había grandes vallas con esta leyenda: No a la faringitis crónica. Éste es mi país, me dije en sueños. En el control de policía y en la aduana, en vez de exigirte que abrieras la maleta, te pedían que abrieras la boca, para que un otorrino te examinara la garganta. Pero si la tenías mal, como era mi caso, no te metían en la cárcel, sino que te recetaban unas pastillas milagrosas.

Ya en la calle, a bordo del taxi que me llevaba al hotel (todavía dentro del sueño), vi que las avenidas estaban llenas de grandes carteles contra el ardor del estómago y contra las migrañas y contra el insomnio. En una plaza, junto a un obelisco, había un monumento de piedra erigido en honor a las digestiones fáciles. Un grupo de manifestantes portaba pancartas en las que se condenaba la artrosis; otro daba vivas a la respiración pulmonar. El taxista me contó que acababan de detener al cabecilla de una banda que predicaba la respiración anaerobia. «Respiración anaerobia, imagínese», añadió observándome por el retrovisor.

Yo puse cara de espanto, aunque en el sueño, no sé por qué, era más partidario de las branquias que de los pulmones. En el hotel, en vez de conserje, había un médico que antes de darte la llave de la habitación te hacía un escáner. Era el paraíso de un hipocondríaco. Me desperté con unas décimas de fiebre porque había cogido frío con el aire acondicionado del avión. Llamé a recepción y me enviaron a un médico que me puso en cuarentena, por si se tratara de la fiebre aftosa, a la que ya he dicho que odiaban. Cuando me dieron el alta, tuve que regresar a España sin haber salido prácticamente del hotel. Lo único que vi de México fueron aquellos carteles contra la fiebre aftosa. De donde se deduce que viajar da cultura, al menos cultura clínica.

diumenge, 12 de març del 2006

Perdonen la tristeza

PERDONEN LA TRISTEZA

Esa niña en coma, maltratada por su padrastro, que hoy paseamos por todos los medios de comunicación, como mercadería informativa, se paseó antes por juzgados en los que no se le prestó atención. Todo el mundo conocía su vida, pero por algún motivo no les parecía un caso atractivo. Qué raro. Recuerda el de cientos de catástrofes anunciadas. El Carmel, por ejemplo. Tuvo que hundirse para que conociéramos todo aquel lío de subcontratas que sin embargo era público. Las subcontratas son a las catástrofes lo que los árboles al bosque: conviven en una relación de necesidad. Y bien, la justicia, que aún no ha sido privatizada, presenta con frecuencia los síntomas característicos de la temporalidad laboral, de la chapuza, del ahorro de costes, del trabajo basura. No sabemos que ocurrirá el día que la desregulen.

Por otra parte, un ingeniero que participó en las obras de la línea 9, del metro de Madrid, ha desvelado estos días que dicha ampliación se efectuó con materiales defectuosos. Ha asegurado, sin ningún tipo de matiz, que pudo haber ocurrido una catástrofe. Manuel de Melis, que así se llama el ingeniero en cuestión, ocupaba entonces el puesto de Director General de Infraestructuras. Conocía el problema, pero no lo denunció a la policía. Ahora, tras su peculiar autoinculpación, tampoco ha sido llamado a declarar. Es más: los medios de comunicación ha prestado al caso una atención similar a la que prestaron a la niña por la que hoy tanto nos preocupamos. Queremos noticias frescas, no meros anticipos. Quizá la cultura de la subcontrata ha llegado también a los medios de comunicación. Queremos información barata, que no nos exija grandes desplazamientos, ni grandes inversiones de tiempo y energía.

-Oiga, es que el ingeniero de Melis ha dicho que podría haber ocurrido una catástrofe con centenares de muertos y de heridos

-Pues que nos avise cuando suceda la catástrofe, como en el Carmel.

Desde luego, informativamente hablando, son más rentables las catástrofes sucedidas que las anunciadas. Pero deberíamos pensar también la rentabilidad moral de las cosas. Y perdonen la tristeza.

dissabte, 11 de març del 2006

Los duelistas

LOS DUELISTAS

Siguiendo el fin de semana pasado la convención del PP traté de imaginar una reunión de dirigentes de Philips cuyas ponencias versaran, sin excepción, sobre IBM. O un congreso de Seat cuyos participantes solo hablaran de Audi. O una fiesta de Coca Cola en la que se agasajara a los invitados con un vaso de Pepsi. Esto es lo que hicieron los responsables del PP. Increiblemente, el protagonista de la convención no fue Rajoy, ni siquiera Aznar: ¡fue Zapatero!, a quien le dedicaron un espacio absurdo, sólo explicable desde disciplinas que se dedican al estudio del alma. Lo que vimos, en fin, fue una exhibición de un tipo de pulsiones masculinas muy bien descritas por la literatura (recuerden el caso de Los Duelistas, de Joseph Conrad), aunque con escasos ejemplos en la vida diaria.

La convención del PP, pese a los esfuerzos de Ana Pastor por aportar algún estrógeno, fue un derroche de testosterona dirigido contra Rodríguez Zapatero, un tipo blando, por cierto, preocupado por la igualdad de las mujeres, de los homosexuales; un sujeto sin músculo, sin mentón (comparado al menos con Acebes), que promueve leyes para ayudar a los minusválidos, a los ancianos dependientes, a los inmigrantes... La pregunta es si va a continuar gestionando tan mal la testosterona del PP. No debería derrochar el patrimonio hormonal de su organización en quien no debe. Tales desafecciones glandulares se explican en primer curso de psicología. Es imposible que en un partido con doscientos millones de militantes no haya ningún psicólogo que le explique el significado de que cada vez que abra la boca lo primero que salga de sus labios sea la palabra Zapatero.

Lo mejor, con todo, fue la oferta de pacto a condición de que su adversario renunciara a lo que representa, es decir, si usted se convierte en yo. ¿Qué le pasa con la diferencia? ¿Por qué no puede concebir una negociación en la que el otro no dimita de su identidad? Zapatero, en fin se encontró con la respuesta hecha: Ni yo merezco que me preste tanta atención ni los españoles que les preste tan poca.

divendres, 10 de març del 2006

Milagros

MILAGROS

Un chico y una chica, en la mesa de al lado, discutían acaloradamente. Él decía que la vida era una mierda y ella que no, que era un milagro. "Tú mismo", añadía, "eres la demostración de ese milagro". "Y tú", respondía él, "la de esa mierda". Al principio, pensé que eran hermanos. Quizá hermanos de la misma madre y de distinto padre, pues en algún momento aludieron a los apellidos como una fuente de conflicto. Pero no: habían sido novios y ahora se repartían el ajuar verbal acumulado a lo largo de los últimos años. Yo estaba alternativamente de acuerdo con uno o con otro, pues ambos defendían muy bien sus posiciones. A ratos, me daban ganas de decirles que los dos llevaban razón. No os peleéis, muchachos, las dos cosas son verdad y mentira a la vez. Intuí que a ella le habría gustado escuchar que eran verdad, y a él, que eran mentira.

Como si me hubieran oído, empezaron a cambiar los papeles. La joven, con expresión de derrota, dijo: "Me rindo, la vida es una mierda, sí, y tú eres el ejemplo palpable". El chico recibió sus palabras como un golpe en el hígado. Perdió el color, se quedó mudo, y enseguida imploró: "No digas eso, por favor; si tú dices eso, me hundo. Necesito que creas que la vida es un milagro. De hecho, lo es. No hay más que estar un rato contigo para darse cuenta. Cómo he podido ser tan burro. Repíteme que la vida es un milagro, por favor, repítemelo". La chica se resistió, pero finalmente volvió a sus posiciones iniciales, lo que permitió al joven regresar poco a poco a las suyas. Estuvieron media hora cambiando de lugar.

De súbito, ella abandonó la cuestión de la vida. Dijo que, últimamente, en el coche, cuando quería girar a la derecha giraba a la izquierda. "Un día voy a tener un accidente", añadió. "Pues no conduzcas", respondió él. "Lo haría", replicó ella, "pero es que cuando no quiero conducir conduzco". El muchacho volvió a quedarse pálido. No soportaba ninguna debilidad en su novia. Las quería todas para él. Quizá por eso estaban a punto de romper. Al llegar a casa, telefoneé a un médico amigo y le comenté, preocupado, el síntoma de la chica. Temí que fuera un tumor cerebral, pero me dijo que no y sentí un alivio inexplicable. La vida es un milagro.

dimarts, 7 de març del 2006

Gente que oye voces

GENTE QUE OYE VOCES

Tony Blair se ha encomendado al juicio de Dios y de la Historia (por este orden) para justificar la invasión de Iraq. Aquí sabemos muy bien lo que significan ese tipo de apelaciones porque estuvimos 40 años gobernados por un individuo elegido por Dios (y por la Historia, claro). De hecho, en las monedas de la época ponía: Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios. Lo peor es que Dios, y sus representantes en la Tierra, estaban de acuerdo con este modo de selección política. El Vaticano se sentía tan identificado con la leyenda de nuestra calderilla que delegó en Franco la tarea de proponer obispos. Mandaba más en la Iglesia el Generalísimo que el Nuncio. ¿Qué necesidad teníamos de urnas cuando el mismísimo Creador se ocupaba de seleccionar al personal?

Pues eso. ¿Para qué continuar incordiando con la guerra de Iraq y su secuela de muertos, mutilados y torturados cuando el que ha movido los hilos de la invasión ha sido un ser superior? Ya Bush, en su día, confesó que había recibido órdenes de arriba. Pero a Bush no nos lo tomábamos en serio porque es un tipo pintoresco, con las neuronas hechas polvo debido al alcohol. Se le puede aparecer el mismísimo Mahoma, y quizá se le haya aparecido en alguna ocasión. Pero Blair daba la impresión de tener un temperamento más científico. Podía ser malvado, pragmático, un punto psicópata si ustedes quieren, pero no imaginábamos que tenía visiones. El problema de la gente con visiones es que siempre recibe unas órdenes desastrosas. No se ha dado el caso de que una visión que recomiende hacer un regalo al vecino. La gente que oye voces (pertenezcan a Dios o la Historia) se dedica, indefectiblemente, a matar. Qué curioso.

Así las cosas, creíamos que los fanáticos eran ellos y resulta que nosotros también invadimos países y destruimos torres (gemelas o no) por imperativo religioso. Lo acaba de decir Blair, que además pertenece al partido Laborista. No queremos ni pensar lo que dirían los conservadores. El problema del juicio de Dios y de la Historia es que nunca llega. Y a nosotros nos gustaría que se liquidaran responsabilidades en un tiempo razonable.

dissabte, 4 de març del 2006

Tortilla de patatas

TORTILLA DE PATATAS

La lectura de titulares de periódico constituye uno de los mejores ejercicios para mantener en forma el músculo de la extrañeza, que tiende a atrofiarse cuando no se usa. Fíjense en éste: «Un tercio de los adolescentes ve la televisión sin ningún criterio». Lo que quiere decir que dos tercios la ven con criterio. Pero ver la tele con criterio constituye una especie de contradicción en los términos. Es como decir que un tercio de los alcohólicos bebe con conocimiento de causa. O que un tercio de los heroinómanos elige la cantidad que se pincha. Hay cosas que no pueden ser. Si las dos terceras partes de la población se parara a pensar, antes de manipular el mando a distancia, con qué criterio apretar este botón o este otro, la mitad de los programas no existirían. Pero qué digo la mitad, ni siquiera un tercio (lo más probable es que ni siquiera existiera la tele).

Ver la televisión no constituye un ejercicio filosófico, ni una decisión existencial. Ver la tele, tal como está (y quizá no pueda estar de otra manera) es como beber a morro. Y uno no bebe a morro para disfrutar del caldo, sino para narcotizarse. Parece que no, pero en estas breves líneas ya hemos cultivado un poco la extrañeza frente a la realidad, y quedándonos sólo en el titular. Si usted es de esas personas a las que les gusta profundizar y lee la noticia entera, la extrañeza se puede convertir en estupefacción, pues los datos se han obtenido de un estudio muy serio cuya procedencia le ahorro. De lo que se trata ahora no es de estar más informados, sino más extrañados.

Muchos se preguntarán la ventaja que le encuentra uno a ser extraño. No tiene ninguna, la verdad. Por el contrario, constituye una fuente de marginación, de soledad, de aislamiento. Así las cosas, no se entiende bien por qué uno querría extrañarse continuamente de todo. La única excusa que se nos ocurre es que esa actitud no se elige. Se nace extraño como se nace cojo, o tuerto, o mediopensionista. Un tercio de los mediopensionistas come sin criterio. Los otros dos tercios se llevan la comida de casa. Yo era mediopensionista, pero mi madre no tenía tiempo ni para hacerme una tortilla de patata.

divendres, 3 de març del 2006

Falsificación

FALSIFICACIÓN

Entré en una tienda de ahumados para comprar un cuarto de kilo de anguila y me atendió una mujer con una bata blanca y un gorrito verde. Si la vida fuese un viaje entre Sevilla y Bilbao, ella estaría a la altura de Despeñaperros, aunque lo llevaba sin desasosiego aparente. Yo le hablaba ya desde Burgos, quizá desde un poco más arriba, pero mis amigos dicen que parece que estoy en Burgos todavía. La gente es muy amable, sobre todo cuando no tiene otra cosa que hacer. Como si me hubiera leído el pensamiento, la mujer me preguntó qué edad le echaba. "Pues está usted a la altura de Despeñaperros", le dije, "un momento existencial difícil". Me miró con expresión de asombro y se echó a reír. "En el caso de que la vida fuera un viaje entre Sevilla y Bilbao", añadí para que me entendiera.

"Según eso", dijo ella, "usted está ya a la altura de Burgos". Le dije que no, que un poco más arriba y no se lo podía creer. "El secreto", le confesé, "no es otro que comer verduras, y frutas". La verdad es que como carne a todas horas, pero las respuestas vegetarianas gozan de un prestigio increíble. Como la mujer no paraba de hablar, continué comprando cosas que no había previsto. Ya entrados en intimidades, me confesó que muchos días imaginaba que aquello que hacía, vender ahumados, era una representación teatral. "Es como si ahí detrás hubiera una butaca de patio llena de público que nos está viendo actuar a usted y a mí en este instante". Volví la cabeza y no me costó nada imaginar trescientas o cuatrocientas cabezas pendientes de nuestro diálogo. "Ese es mi secreto para atender bien a la gente, pensar que me miran", añadió.

Pagué con la Visa, pero la mujer dijo que mi firma no se parecía a la de la tarjeta. Hace años que no se parece, aunque nadie se fija en esos detalles. Ella, sin embargo, prefirió anular la compra y pasar el plástico otra vez por la máquina, pidiéndome que me esforzara en parecer yo. Lo hice, y falsifiqué mi firma de tal modo que resultó idéntica a la mía. Salí a la calle satisfecho, con el orgullo de haber realizado la curiosa hazaña de hacerme pasar por mí. Pero a eso es a lo que se dedica uno a partir de Burgos, pensé, quizá a partir de Madrid, aunque hay modos y modos de hacerlo.