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diumenge, 1 de juliol del 2007

Novelas

NOVELAS

Pongamos que su familia de usted se encuentra en el salón de la vivienda, tomando café. Entonces usted se levanta como el que va al cuarto de baño, se introduce en el pasillo de la casa, asoma la cabeza a la habitación del niño, de nueve años, que está jugando con la consola, y le dice:

-Ven conmigo.

El padre y el hijo se dirigen juntos al dormitorio conyugal, donde el padre saca una pistola del armario y pide al niño que le dispare con ella. El niño no tiene una idea muy clara de la muerte. Los mayores, tampoco. Los mayores nos conformamos con poseer la versión dominante acerca de ese extraño suceso por el que dejas de estar en este mundo y de preocuparte por la hipoteca.

-Venga, dispárame aquí, en el pecho.

El niño observa a su padre. Quizá advierta su agitación interior, tal vez perciba su locura. Es posible que esté acostumbrado a ella. Teme que si no dispara papá se enfade, de modo que aprieta el gatillo y luego se dirige al salón, donde el resto de la familia toma café, y dice que acaba de matar a papá. La policía somete al niño a la prueba de la parafina (creo que se llama así) y descubre restos de pólvora en sus dedos. En efecto, el niño ha disparado.

La historia acaba de ocurrir en Argentina. El muerto era un policía superdotado, uno de esos agentes especiales, una especie de geo. Un amigo, nada más leer la noticia, me llamó para informarme de ella. Fíjate qué historia tan novelesca, dijo. Entonces pensé en el adjetivo novelesco. Lo novelesco se opone, en alguna medida, a lo normal. Pero la novela, como la belleza (perdón por la cursilada), está en los ojos del que mira. Cuando está fuera, malo. Cuando un asunto es novelesco en sí mismo, con independencia de la mirada que lancemos sobre él, quizá estemos hablando de un asunto periodístico. He aquí una diferencia interesante entre periodismo y literatura. Queda, naturalmente, la posibilidad de que el niño mintiera. ¿Y si su padre no le pidió que lo matara? En tal caso, nos encontraríamos ante una ópera. No veo otro modo de contar un suceso de esa magnitud que a base de ponerle música. Por cierto, ¿la música es novelesca?

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