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divendres, 20 de juliol del 2007

Un problema de sobrepeso

UN PROBLEMA DE SOBREPESO

Rajoy voló a Ibiza en busca de un Prestige y se encontró con un Don Pedro. Las cosas no llegan cuando quieres ni cuando las necesitas, sino cuando les da la gana a ellas, perra vida. Rajoy lleva tres años buscando prestiges y yacks 42 y guerras de Iraq debajo de las piedras, pero siempre vuelve a casa con asuntos que no tienen nada que ver. Lo que sí podría encontrar, si se pusiera a ello, es parte del Estatuto catalán en el de Andalucía, pero eso es lo que menos le interesa en estos momentos en los que comienza, como Aznar en su día, a hablar catalán en la intimidad. ¿Quién le mandaría recurrir al Constitucional, que acaba de calificar de «extravagante» el recurso valenciano al Estatuto andaluz?

Hay una foto de Rajoy en una playa ibicenca a la que fue a buscar chapapote y sólo le pudieron servir pequeñas galletas de fuel que se comió a palo seco. En la imagen, aparece con gesto de decepción como diciéndose «esto no es un "prestige", por favor, quién me ha preparado este viaje». Lo curioso es que, aunque se le ve en mangas de camisa, resulta evidente que va vestido de invierno. Pero es que Rajoy siempre va de invierno, no habíamos caído hasta verle en la orilla del mar con zapatos negros y pantalones de franela. Va de invierno hasta cuando va de verano, lo que por fuerza tiene que significar algo, aunque de momento no sepamos qué. Se porta en esto como los obispos, a los que espantan la manga corta y las sandalias. No es la única afinidad que tiene con la jerarquía, pero ésta resulta llamativa.

El caso es que daban ganas de meterse en la foto con un niqui y unas bermudas y pedirle que se cambiara de ropa (y de cara). Claro que él llama «estrenar nuevas caras» al hecho de pedir ayuda electoral a Costa, que fue secretario de Estado con Rato y ministro con Aznar. No es raro, pues, que cuando se quita la corbata se sienta en bañador. El Don Pedro es una catástrofe de entretiempo con la que no sacas ningún voto. Donde sí podría meter mano es en el asunto del helicóptero en el que se estrelló junto a Esperanza Aguirre. Resulta que llevaba sobrepeso y estaba pilotado por un inexperto. Podría pedir la comparecencia de los responsables de ese vuelo suicida en el Parlamento. Lo malo, dita sea, es que fue contratado por la Comunidad de Madrid.

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