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dimecres, 4 de juliol del 2007

Rariano Rajo y Modrigo Ratoy

RARIANO RAJO Y MODRIGO RATOY

Deberíamos reservar al Tribunal Supremo para decidir sobre cuestiones complicadas, no para que nos diga si la paella debe tener arroz. Todo el mundo sabe que el ingrediente fundamental de la paella es el arroz. Algo nos ha pasado para que estos litigios absurdos lleguen al alto tribunal. Es como si los componentes del control de calidad de una fábrica de automóviles se dedicaran a revisar si los automóviles que salen de sus instalaciones llevan ruedas. Nadie se compraría un coche sin ruedas, porque es un fallo que salta a la vista. El control de calidad debe llegar allí donde no llegan los ojos del profano. De lo que salta a la vista pueden ocuparse los tribunales ordinarios. En el mal llamado caso Bono no había más que ver las fotografías de la manifestación y leer las crónicas del momento para saber a qué atenerse. Cuando se hace preciso llevar al Supremo una evidencia de ese calibre, es porque la ceguera campa a sus anchas.

Quizá esa ceguera explique la euforia absurda que rodea al regreso de Rato. En todos los artículos de todos los periódicos se habla de este hombre como de alguien que puede traer la luz a un mundo (el del PP) hundido en las tinieblas. Para un político no hay más Tierra Prometida que el poder. Rato, según diversos análisis, puede conducir a las desorientadas huestes del PP a la Tierra Prometida. Hay análisis de su regreso que, aisladamente considerados, provocan estupor. Todos juntos producen un efecto cómico que al propio interesado le habrá hecho gracia.

-Ven y democratízanos -parecen gritarle.

El impacto mediático provocado por la vuelta de este político ha sido tal que el primer nombre de la lista del PP en las próximas elecciones debería ser Ratoy. Y, el segundo, Rajo. O viceversa. Rariano Rajo y Modrigo Ratoy deberían presentarse a las elecciones como la versión latina de los hermanos Kaczynski. O como Isabel y Fernando, tanto monta, monta tanto. Si eso va a librar al Tribunal Supremo de decidir acerca de los ingredientes de la paella, bienvenida sea su decisión. Por fin podremos decir que es de día cuando es de día y de noche cuando es de noche. Nuestra joven democracia progresa a velocidades de vértigo.

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