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dimecres, 22 de novembre del 2006

Sangre y lapsus

SANGRE Y LAPSUS

Sangre y lapsus Levante 22.11.2006 En la antigüedad era muy frecuente sangrar por la nariz. Ya no, ignoramos por qué. Lo cierto es que la sangre venía siempre en tu ayuda: en medio de la clase de matemáticas, por ejemplo, cuando el profesor estaba a punto de sacarte a la pizarra. A veces, incluso, era el profesor el que sangraba. Evoquemos la escena: de repente alguien sacaba el pañuelo del bolsillo, se lo llevaba a la nariz y miraba hacia arriba, para contrarrestar los efectos de la fuerza de la gravedad. Qué tiempos. La nariz sangraba cuando ella quería. Según unos, se debía a un exceso de presión; según otros, a un exceso de glóbulos rojos. Todos, en fin, lo atribuían a un exceso, aunque lo más probable es que se debiera a una carencia.

El lapsus freudiano se parece a este tipo de hemorragias inesperadas. Está uno hablando tranquilamente y de súbito le sale algo que no quería. El problema del lapsus freudiano es que, en vez de ayudarte a escapar de una pregunta incómoda, provoca más. Tal le ocurrió el otro día a Tony Blair, que bajó la guardia en una entrevista y afirmó sin querer que la invasión de Irak había sido un desastre. Inmediatamente, intentó contener la hemorragia de verdad que se desprendía de sus palabras. Pero ya era tarde. Se le quedó al pobre toda la pechera manchada de una verdad que daba lástima ver. Con todo, lo sorprendente es que la noticia sea que Blair ha reconocido el error. La noticia es que, pese a las evidencias, Aznar y Bush continúen en sus trece.

Aunque para hemorragia, o lapsus, el del vídeo del PP sobre la inseguridad ciudadana actual. Al parecer, se les escaparon unas imágenes terribles del Gobierno de Aznar. Lo peor, cuando te sangra la nariz, es fingir que no te sangra, sobre todo si estás en un acto público. Mariano Rajoy hizo como que no se había dado cuenta y arruinó una conferencia sobre seguridad. Las narices y la conciencia son muy suyas, actúan cuando quieren. De ahí el dicho «no me sale de las narices». De ahí también la existencia del lapsus freudiano, tan rico en significados. Para las hemorragias, lo mejor es ponerse un poco de hielo en la nuca. Para los lapsus, permanecer en silencio.

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