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dissabte, 11 de novembre del 2006

Todos tranquilos

TODOS TRANQUILOS

Quienes aseguran que es mejor el bipartidismo que el pentapartidismo tendrían que aceptar que, según está lógica reductora, la situación ideal es la del partido único. El pentapartidismo resulta incómodo en la medida en que es más complejo, pero también es más real. Las personas humanas, salvo excepciones como la de Aznar, somos poliédricas. Nos preocupa el calentamiento global, pero abandonamos las pilas usadas en cualquier sitio. No sé si lo de las pilas usadas tiene que ver con el cambio climático, pero esta ignorancia es una muestra más de nuestra diversidad psicológica. Tenemos partes sabias y partes necias; partes sensibles y partes insensibles; somos a la vez consecuentes e inconsecuentes, tanto en los niveles domésticos y personales como globales.

Fíjense en el caso de Sadam Hussein, un asesino múltiple recién condenado a la pena de muerte. Las palabras dicen que si se utilizara la misma vara de medir con todos los asesinos múltiples en activo, algunos políticos tendrían que pasar por la horca. Es tan evidente que no vamos a perder un minuto en demostrarlo. Pero, como aseguraba aquel personaje de Lewis Carroll, lo importante no es lo que digan las palabras, sino quién manda. Y quien manda es Bush. El hecho de que importe poco lo que digan las palabras es un problema descomunal que también el pentapartidismo alivia. Cuanto menos manda el que manda, más matices adquiere el vocabulario.

¿Que el pentapartidismo lleva a contradicciones difíciles de explicar? También es difícil de explicar la Teoría de la Relatividad y no por eso prescindimos de ella. No pasa nada por el hecho de que el que pierde las elecciones encuentre el modo de gobernar, mientras que el que las gana se vaya a la oposición. La vida está llena de situaciones semejantes. La lotería, según diversos estudios, tampoco hace felices a quienes toca. Los ciudadanos somos simultáneamente activos y pasivos, generosos y avaros, altos y bajos, gordos y delgados. Cuando toda esa complejidad queda reducida en la representación política a republicanos y demócratas, pasa lo que pasa (lo que está pasando queremos decir). O sea, que todos tranquilos.

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