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diumenge, 12 de novembre del 2006

El agente de la KGB

EL AGENTE DE LA KGB

Recibo un correo electrónico de una mujer rusa llamada Ekaterina. Dice que es la segunda vez que se dirige a mí para enumerarme sus cualidades personales, que son las siguientes: es romántica y femenina, encantadora y dulce. Es fácil de llevar y tiene buen corazón. Se esfuerza siempre en ser natural y detesta la hipocresía y la mentira. Considera que la decencia es la más importante de las virtudes. Quiere a sus padres mucho y les está muy agradecida. A continuación me formula las siguientes preguntas: ¿Por qué estoy interesado en una mujer rusa? ¿Qué es lo más importante para mí en las relaciones? ¿Encaja ella en el perfil que busco? ¿Me gustaría que habláramos por teléfono? ¿He estado alguna vez en Rusia? ¿Tengo planeado visitar Rusia? ¿Estoy interesado en mantener relaciones serias con una mujer rusa?

El mensaje quiebra mi ritmo de trabajo. Supongo que lo habrán recibido 200.000 europeos y americanos, entre los que me cuento. Soy un pez dando vueltas alrededor de un anzuelo. Hay a mi alrededor otros 199.000 usuarios de Internet considerando la posibilidad de morder la carnaza. Pero no creo que haya entre ellos uno solo que valore las virtudes de Ekaterina. Eso suponiendo que Ekaterina no sea un espía de la KGB, una menor malvada, o un monje de clausura ruso que ha encontrado el modo de entrar en la red a través de una grieta abierta en la pared de su celda. ¿Por qué íbamos a estar interesados en una mujer rusa? ¿Y por qué no? En las páginas de contactos de los periódicos hay mujeres que dan una gran importancia a su origen. Chica de Cuenca, dicen, o de Segovia. Madurita de Cantabria.

Qué complicado es todo. No es la segunda vez que se dirige a mí. Ekaterina lleva un mes dándome la lata. Todos los días envío a la papelera de reciclaje un par de correos suyos. Pero qué pasaría si yo fuera un anciano solo, pobre, con su pensión de la Seguridad Social y un gato. ¿Creería que Ekaterina es Ekaterina? ¿Picaría el anzuelo? ¿Viajaría a Rusia para conocer a sus encantadores padres? ¿Entraría a mi edad en esa dimensión de la realidad de la cita a ciegas? Posiblemente sí. Las Ekaterinas del universo y los agentes de la KGB tienen un gran futuro.

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