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diumenge, 26 de novembre del 2006

Peste de burocracia

PESTE DE BUROCRACIA

Decía una historiadora en el periódico de ayer que en la actualidad hay las mismas cantidades de miedo que en la Edad Media. Jamás se me había ocurrido pensar en el miedo de esa forma, es decir, como algo exterior a mí mismo. Y mensurable. Siempre pensé en el miedo en términos de calidad y de propiedad privada. Mis miedos eran míos porque venían de mi tuétano, de mis entretelas, de mi pasado, pero, sobre todo, de mi futuro. Me consuela la idea de que haya en el universo una cantidad equis de miedo como hay una cantidad equis de recursos energéticos. Me gusta que el miedo sea un bien escaso, en fin, una energía no renovable. Si ahora hay tanto miedo como en la Edad Media, es porque lo hemos administrado bien, aunque quizá su distribución no haya sido muy justa.

Añade la historiadora (Joanna Bourke es su nombre) que entre 1870 y 1910 se tenía pánico al entierro prematuro, a que te enterraran vivo, por lo que se inventaron nuevos métodos para averiguar si se estaba muerto o no. Aunque nací muchos años más tarde de esas fechas, padecí ese miedo durante toda la infancia y a lo largo de la juventud. Todavía me quedan restos. Hay días en los que salgo de la cama sin saber a ciencia cierta si me he levantado vivo o muerto. Leí en la Espasa un procedimiento consistente en acercar la llama de una cerilla al dedo gordo del pie. Si el pie se hincha y estalla, estás vivo. No me he atrevido a aplicarlo, ni a mi dedo ni al de los seres queridos, de modo que sigo con la duda.

Lo que se desprende de todo esto es que el miedo, como la riqueza, está muy mal repartido. Esperanza Aguirre no llega a fin de mes y yo sí, pero yo llego asustado, mientras que a ella se la vez más contenta que unas pascuas. Personalmente, estoy dispuesto a cederle parte de mi salario si ella toma algo de mi miedo. Siempre he sido partidario de la igualdad. Si el miedo es un producto global, un fruto objetivo, debería repartirse entre ricos y pobres con criterios más justos. En tal caso, yo he recibido ya el miedo correspondiente a siete vidas, es decir, que me puedo prejubilar de la Edad Media, incluso de la Contemporánea. Pero no sé en qué ventanilla se hace. Peste de burocracia.

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