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divendres, 5 de setembre del 2008

Podemos

PODEMOS

Se produce en todos los comienzos de curso una suerte de choque entre el sujeto y la realidad, entendida ésta como una novela en la que todos representamos un papel. ¿Pero qué hago yo aquí?, se preguntan algunos al regresar de vacaciones. La pregunta, que posee una carga retórica estimable, contiene sin embargo un aliento de sinceridad. ¿Qué hago yo aquí? ¿Quién me ha metido en este lío? ¿Qué saco de esta vida de perros a la que me he visto abocado sin querer? La respuesta aparece con frecuencia en forma de separación matrimonial. El otoño es pródigo en este tipo de determinaciones. Divorciarse es una manera de escapar de la novela en la que uno ha caído. Hay otras redes de las que resulta más difícil huir (el trabajo, el paro, la ciudad, los padres, los hermanos, etc.), pero un paso es un paso.

¿Qué hago yo aquí? Hace ahora un año que se separó un amigo mío, justo al volver de las vacaciones. Su entonces mujer y él vendieron la casa (su único bien), se repartieron el dinero y programaron las visitas del niño. Como con el dinero obtenido no podía adquirir un piso, mi amigo se compró una caravana fantástica, la instaló en un camping y ahí vive desde entonces, junto a otros divorciados en su situación. Dentro de la caravana no tiene más que lo imprescindible para la existencia. A veces recuerda con horror su antigua pasión por los objetos. Como persona viajada que era, tenía recuerdos de la India, de Vietnam, del Polo Norte, de Australia, de Japón... Su hogar era una especie de museo confuso y polvoriento. No quería esa vida y fue capaz de abrazar esta otra en la que se encuentra relativamente de acuerdo consigo mismo.

¿Qué hago yo aquí? Está bien ese movimiento de extrañeza. Se trata de un impulso que, bien aprovechado, nos puede dirigir hacia horizontes nuevos. Mucha gente se matricula estos días en una autoescuela, para sacarse el carné de conducir. Parece una metáfora: si obtenemos ese carné, quizá seamos capaces de conducir nuestras vidas. Pero los movimientos realmente importantes son los internos, los que en los primeros momentos no tienen una manifestación exterior, aunque con el tiempo se traducen en una especie de tsunami devastador. Ánimo. Podemos.

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