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divendres, 12 de setembre del 2008

Amortización

AMORTIZACIÓN

Al llegar a casa me di cuenta de que el cepillo de dientes que me acababa de comprar temblaba. Como me lo había despachado un farmacéutico amigo, le llamé.

-El cepillo de dientes tiembla -le dije.

-No tiembla, vibra -apuntó él-, pero si prefieres uno de los de toda la vida, te lo cambio.

Me preocupó no haber advertido la diferencia entre temblar y vibrar, de modo que colgué y acudí al diccionario. Temblar era agitarse con sacudidas de poca amplitud rápidas y frecuentes. Vibrar, por su parte, equivalía a producir un movimiento trémulo en algo delgado y elástico. Del cepillo se podían predicar, pues, las dos cosas, es decir, que temblaba y vibraba. Lo que ocurría era que lo tembloroso carecía del prestigio de lo vibrátil. Mi maquinilla de afeitar, por ejemplo, tiembla, pero la publicidad afirma que vibra. Los vibradores de uso venéreo no tendrían ningún éxito comercial si se dijera de ellos que tiemblan. Miento, quizá tendrían un éxito limitado entre personas enfermas como un servidor. Si me dan a elegir entre algo que vibre y algo que tiemble, elijo algo que tiemble, es mi carácter.

En cualquier caso, el término vibrátil me gusta. Reparé en él en la escuela, cuando nos mostraron los seudópodos de las amebas, que eran asimismo vibrátiles, como las máquinas del sexo (y las de afeitar, además de los cepillos de dientes). Las colas de los espermatozoides vibran también para llegar al óvulo; si lo alcanzaran temblando, provocarían la impresión de que les da miedo. Yo juraría que el espermatozoide del que provengo, a juzgar por los resultados, llegó a su destino temblando más que vibrando. Y bien, aunque se pueden tener buenas o malas vibraciones, lo cierto es que el temblor está generalmente asociado a lo malo y la vibración a lo bueno. Cuando hay movimientos sísmicos, por ejemplo, los cristales de las ventanas no vibran, tiemblan, lo mismo que el suelo o las lámparas y los habitantes de la casa. En todo esto pensaba yo mientras me cepillaba los dientes con mi nuevo artefacto vibrátil. Cuando me enjuagué la boca, lo tenía prácticamente amortizado.

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