TRADUCE ESTA PAGINA

Visites

Contadores Gratis
Contadores Web
contadores de visitas

dilluns, 16 d’agost del 2010

Una novela delictiva

UNA NOVELA DELICTIVA

Un hombre de la localidad madrileña de Cercedilla telefoneó a la Guardia Civil asegurando que un vecino estaba enterrando en su jardín una bolsa de plástico que se movía. Los agentes del orden se presentaron a los dos minutos en el domicilio de autos y sorprendieron a A. V. S., de 56 años, en el trance de enterrar vivo a su perro, de 3 años.

El animal, que daba síntomas de asfixia, fue conducido de inmediato a una clínica, donde recibió los cuidados que se consideraron precisos para su restablecimiento. En cuanto al maltratador, fue detenido y pesan sobre él una serie cargos que ahora no recuerdo. Hasta ahí la noticia. Lo increíble es que A. V. S. no adujera, en su defensa, que estaba llevando a cabo una instalación artística en la tradición, no sé, de Lovecraft, o del mismo Poe. Que el animal sufría, sí, de acuerdo, un poco (hasta donde puede sufrir un perro que cabe en una bolsa de la basura), pero colocado su sufrimiento al lado del peso artístico que se obtenía de él, resultaba evidente que la asfixia estaba más que justificada. Por otra parte, el hombre podía alegar en su favor que antes de enterrarlo vivo no le había clavado banderillas, ni le había dado pullazos, ni lo había toreado ante un público fumador de puros fuera de sí. Más aún: podía haber demostrado que el can, hasta el momento de ser sacrificado, había vivido a cuerpo de rey, comiendo patés de todas las clases y viendo La noria, junto a su dueño, los sábados por la noche (o los viernes, ahora no caigo).

Los artistas no siempre reaccionan a tiempo. A mí me preguntan: ¿Por qué ha escrito usted esta novela?, y lo primero que hago es perder el color, quedarme lívido, porque además yo siempre escribo contra alguien, de modo que pienso: Me han pillado. No se me ocurre, en fin, decir que en realidad no quería escribir la novela, sino hacer literatura, del mismo modo que Jesulín de Ubrique no pretende matar al toro, al que ama con todas sus fuerzas, sino contribuir al florecimiento del arte.

Pero es que Jesulín, y los toreros en general, tienen muchos recursos verbales, saben venderse. Ahora bien, tú entierras vivo a un perro o escribes una novela de introspección psicológica (es un decir) y eres un desalmado. ¿Es o no es para cabrearse?

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada