MANCHAS DE SANGRE
Ese chico que se juega la vida (perdiéndola a veces) en Afganistán no sabe que el Gobierno al que defiende es con frecuencia aliado del enemigo al que combate. Ese muchacho, cuyo cuerpo puede saltar en cualquier momento por los aires, todavía cree que en las guerras hay dos bandos, y que él se encuentra en el de los buenos. Ni se le pasa por la cabeza que los generales que lo manejan a distancia, apurando un whisky con almendras tostadas, son sus verdaderos enemigos. Ese crío no es, para sus superiores, más que una animación en 3 D, un personaje de un videojuego digital en el que se muere, sin embargo, de manera analógica. Pero sólo mueren los tirados, pues ese chico no es hijo de ningún senador, ni siquiera de un catedrático o de un subsecretario. Lo han conducido a aquella «tierra hostil» (véase la película de Kathryn Bigelow) el hambre y el patriotismo, una combinación explosiva, sobre todo para uno mismo.
Hemos sabido ahora de algunos de los disparates de esa guerra gracias a los llamados «papeles de Afganistán», donde se relata la connivencia entre el Gobierno al que ese muchacho defiende y el terrorismo al que supuestamente combate. También nos hemos enterado de las atrocidades que se ejercen sobre la población civil. De repente, esa guerra, a la que los expertos en comunicación habían logrado dar de una pátina de respetabilidad, se ha convertido también en una guerra sucia en la que se violan los derechos más elementales.
Un chaval de 22 años, Bradley Manning, filtró a Wikileads algunas verdades incómodas, y ahora ya sabemos, por fin, lo que sabíamos antes de que los técnicos en percepción pública nos intoxicaran. Ahora ya sabemos que esos viajes relámpago de los políticos, ataviados con un chaleco del coronel Tapioca, a aquellas tierras no tienen otro sentido que el de inyectar a los pobres soldados y a nosotros, consumidores compulsivos de telediarios, un chute de patriotismo que mata más que la heroína.
El jefe del Estado Mayor norteamericano ha asegurado que los gestores de Wikileads tienen las manos manchadas de sangre porque la filtración de los papeles provocará muertes ¿De qué rayos cree que las tiene manchadas él?
Ese chico que se juega la vida (perdiéndola a veces) en Afganistán no sabe que el Gobierno al que defiende es con frecuencia aliado del enemigo al que combate. Ese muchacho, cuyo cuerpo puede saltar en cualquier momento por los aires, todavía cree que en las guerras hay dos bandos, y que él se encuentra en el de los buenos. Ni se le pasa por la cabeza que los generales que lo manejan a distancia, apurando un whisky con almendras tostadas, son sus verdaderos enemigos. Ese crío no es, para sus superiores, más que una animación en 3 D, un personaje de un videojuego digital en el que se muere, sin embargo, de manera analógica. Pero sólo mueren los tirados, pues ese chico no es hijo de ningún senador, ni siquiera de un catedrático o de un subsecretario. Lo han conducido a aquella «tierra hostil» (véase la película de Kathryn Bigelow) el hambre y el patriotismo, una combinación explosiva, sobre todo para uno mismo.
Hemos sabido ahora de algunos de los disparates de esa guerra gracias a los llamados «papeles de Afganistán», donde se relata la connivencia entre el Gobierno al que ese muchacho defiende y el terrorismo al que supuestamente combate. También nos hemos enterado de las atrocidades que se ejercen sobre la población civil. De repente, esa guerra, a la que los expertos en comunicación habían logrado dar de una pátina de respetabilidad, se ha convertido también en una guerra sucia en la que se violan los derechos más elementales.
Un chaval de 22 años, Bradley Manning, filtró a Wikileads algunas verdades incómodas, y ahora ya sabemos, por fin, lo que sabíamos antes de que los técnicos en percepción pública nos intoxicaran. Ahora ya sabemos que esos viajes relámpago de los políticos, ataviados con un chaleco del coronel Tapioca, a aquellas tierras no tienen otro sentido que el de inyectar a los pobres soldados y a nosotros, consumidores compulsivos de telediarios, un chute de patriotismo que mata más que la heroína.
El jefe del Estado Mayor norteamericano ha asegurado que los gestores de Wikileads tienen las manos manchadas de sangre porque la filtración de los papeles provocará muertes ¿De qué rayos cree que las tiene manchadas él?
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada