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diumenge, 10 de setembre del 2006

¡Qué bien!

¡QUÉ BIEN!

Es verdad que lo que sucedió en forma de tragedia se repite en forma de comedia. Gracias a Dios. Si hace 70 años las dos Españas se peleaban a tiros, ahora lo hacen a golpes de esquelas, o esquelazos, neologismo que de continuar las cosas así no tardará en recibir las bendiciones de la Academia. Ayer leí una esquela que decía: «70 aniversario. Don Fulano de Tal (omitimos el nombre verdadero), asesinado en Madrid por las hordas marxistas por haberse educado en el colegio de los Jesuitas. Descanse en paz.» Había, a su lado, esta otra: «70 aniversario. Don Mengano de Cual (nombre supuesto) murió por Dios y por España vilmente asesinado por las hordas marxistas el 7 de septiembre de 1936.» No tengo constancia personal, pero me dicen que también los de la España roja están salpicando la prensa con esquelas conmemorativas de parientes y amigos vilmente asesinados por las tropas fascistas.

Cada España, desde su trinchera de papel, dispara esquelas convencionales a la otra. El espectáculo, lejos de sobrecoger, provoca una sonrisa y un suspiro de alivio. Continúen ustedes dándose esquelazos, porque las esquelas no matan. Además, hace que el dinero circule, pues he llamado para preguntar por el precio y valen una pasta. Me parece un signo de civilización que las dos Españas, todavía en activo, hayan cambiado las pistolas por las palabras, aunque se continúe hablando de hordas marxistas, expresión que a estas alturas sólo se puede emplear en broma. Las esquelas, en fin, han devenido en chistes, en viñetas, que alegran las crispadas páginas de nuestra prensa nacional. Bienvenidas sean.

Las dos Españas. Este verano las veíamos insultarse desde los dos extremos de una piscina privada construida sobre suelo público (práctica habitual, según me dicen). Una de las Españas se manifestaba a favor del uso privado de lo público y la otra no. Pero, en vez de dispararse, se insultaban, como en la guerra de Gila. Nos pareció fantástico. Lo que sucedió en forma de tragedia se repite en forma de comedia. Lo mejor de todo es que se repite en forma de comedia mala. No hay, en fin, ningún peligro de que volvamos a las andadas. Qué bien.

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