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dilluns, 26 de juny del 2006

Una frase misteriosa

UNA FRASE MISTERIOSA

La bóveda palatina -el paladar- está tan lejos de nosotros como la bóveda celeste. Sólo la percibimos cuando nos sale un grano o cuando la herimos con una corteza de pan. La bóveda del paladar tiene el misterio de la bóveda celeste, pues no sabemos muy bien qué hay al otro lado de sus paredes. La bóveda palatina está al alcance de la punta de la lengua. Podemos acariciarla con ella. Ahora, mientras escribo estas líneas, estoy haciéndolo. Sólo nos damos cuenta de que es material cuando la tocamos. Pero su dimensión más importante es la otra, la invisible. Cuando la bóveda es invisible, resulta idéntica al cielo. En el cuerpo todo está cerca, pero todo está lejos. El útero, por ejemplo, tiene mucho de construcción imaginaria. Hay medios para llegar a él como hay medios para llegar al paladar. Pero lo que transmite es que se encuentra en otra dimensión.

El cuerpo. Tengo un amigo al que el estrés le provoca una especie de bola muscular en la cerviz. Y otro al que las preocupaciones le dan dolor de estómago. El cuerpo traduce el miedo en un número mayor de pulsaciones. Hay entre el psiquismo y el cuerpo una relación extraña, puesto que resulta imposible localizar el punto en el que se articulan. De otro lado, una de esas dos partes -el psiquismo- es invisible. No hay autopsia capaz de localizar el aparato psíquico, ni siquiera un fragmento de él. Somos dueños de un territorio -la geografía psíquica- cuyos accidentes ignoramos. Pero se trata de una geografía esencial. Por lo general, pensamos que es el cuerpo el que contiene al psiquismo, pero quizá sea al revés. Tal vez, el cuerpo físico se encuentre rodeado del psíquico. Es posible que el aura sean sus bordes.

Hace poco, Rafael Olalla, un bombero catalán, sufrió un accidente muy grave mientras realizaba un servicio. Tuvieron que levantarle la cara y ponerle implantes de titanio. Está aprendiendo a comer de nuevo, y a andar. El otro día, en una entrevista, aseguraba: «No me quiero desvincular del cuerpo.» Lo decía como si estuviera regresando a él después de haberlo abandonado. No me quiero desvincular del cuerpo. Qué frase tan misteriosa.

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