LA GENTE ESTÁ MAL
Resulta que estoy tomándome el gin tonic de media tarde en una cafetería refrigerada, cuando entra en el local un hombre con una careta de Obama en el rostro y se sienta a la mesa de al lado. El público mira y hace comentarios en voz baja. Se escucha también alguna risa contenida. Cuando el camarero se acerca, le pide una botella de agua mineral sin gas y una pajita. Pasados los primeros minutos, cada cual vuelve a lo suyo. Lo mío es observar a la gente, de modo que no dejo de vigilar al Obama de pega, que se bebe el agua con la pajita, para no tener que quitarse la careta. Me da por imaginar la posibilidad de que el individuo fuera el verdadero Obama disfrazado de sí mismo, lo que sería, curiosamente, el modo más eficaz de ocultar su personalidad. Si quieres evitar que te reconozcan, pon sobre tu cara tu careta.
Al rato, se abre la puerta, entra una mujer con una máscara de Carla Bruni y se sienta a la mesa de Obama. La mujer pide también una botella de agua, pero con gas, además de una pajita. En la cafetería cunde de nuevo el desconcierto. Pero Obama y la Bruni están tan serios, que las risas se aplacan poco a poco y al rato cada uno ha vuelto a lo suyo. Lo mío es observar y escuchar. El presidente de los EE UU y la primera dama francesa hablan en español. Ella dice que lo suyo (se refiera a lo de ellos dos) no puede continuar adelante, pues les separan demasiadas cosas. ¿Te molesta que sea negro?, pregunta él. No es eso, dice ella, me refiero a los pequeños asuntos de cada día. Por ejemplo, tú bebes agua mineral sin gas y yo con gas. Al final, las parejas fracasan por cuestiones de este tipo.
Miro alrededor, por si hubiera alguna cámara oculta, sin detectar nada extraño. Supongo que estoy asistiendo a una de esas obras de arte que se ejecutan en directo. Ponte en mi lugar, dice entonces Obama. Y tú en el mío, añade Carla Bruni. Dicho y hecho: Obama saca de debajo de la chaqueta una máscara de Carla Bruni que se coloca sobre la del presidente de los EE UU y la primera dama extrae del bolso una careta de Obama que se pone sobre la anterior.
Entonces me dirijo a ellos sugiriéndoles que se cambien también los vasos de agua y me dicen que me meta en mis asuntos. ¿Está o no está mal la gente?
Resulta que estoy tomándome el gin tonic de media tarde en una cafetería refrigerada, cuando entra en el local un hombre con una careta de Obama en el rostro y se sienta a la mesa de al lado. El público mira y hace comentarios en voz baja. Se escucha también alguna risa contenida. Cuando el camarero se acerca, le pide una botella de agua mineral sin gas y una pajita. Pasados los primeros minutos, cada cual vuelve a lo suyo. Lo mío es observar a la gente, de modo que no dejo de vigilar al Obama de pega, que se bebe el agua con la pajita, para no tener que quitarse la careta. Me da por imaginar la posibilidad de que el individuo fuera el verdadero Obama disfrazado de sí mismo, lo que sería, curiosamente, el modo más eficaz de ocultar su personalidad. Si quieres evitar que te reconozcan, pon sobre tu cara tu careta.
Al rato, se abre la puerta, entra una mujer con una máscara de Carla Bruni y se sienta a la mesa de Obama. La mujer pide también una botella de agua, pero con gas, además de una pajita. En la cafetería cunde de nuevo el desconcierto. Pero Obama y la Bruni están tan serios, que las risas se aplacan poco a poco y al rato cada uno ha vuelto a lo suyo. Lo mío es observar y escuchar. El presidente de los EE UU y la primera dama francesa hablan en español. Ella dice que lo suyo (se refiera a lo de ellos dos) no puede continuar adelante, pues les separan demasiadas cosas. ¿Te molesta que sea negro?, pregunta él. No es eso, dice ella, me refiero a los pequeños asuntos de cada día. Por ejemplo, tú bebes agua mineral sin gas y yo con gas. Al final, las parejas fracasan por cuestiones de este tipo.
Miro alrededor, por si hubiera alguna cámara oculta, sin detectar nada extraño. Supongo que estoy asistiendo a una de esas obras de arte que se ejecutan en directo. Ponte en mi lugar, dice entonces Obama. Y tú en el mío, añade Carla Bruni. Dicho y hecho: Obama saca de debajo de la chaqueta una máscara de Carla Bruni que se coloca sobre la del presidente de los EE UU y la primera dama extrae del bolso una careta de Obama que se pone sobre la anterior.
Entonces me dirijo a ellos sugiriéndoles que se cambien también los vasos de agua y me dicen que me meta en mis asuntos. ¿Está o no está mal la gente?
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