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dimecres, 29 d’abril del 2009

Mentiras científicas

MENTIRAS CIENTÍFICAS

Había usted reflexionado en alguna ocasión sobre la velocidad de las caricias? ¿Se había preguntado si su mano, al mimar a alguien, iba a cinco o a diez kilómetros por hora? ¿Recibió durante su vida una caricia veloz de la que sin embargo tenga un recuerdo lento? Decimos todo esto porque unos científicos de la empresa Unilever y de la Universidad de Carolina del Norte (EE UU) han llegado a la conclusión de que la mano acariciante, para proporcionar placer, debe recorrer la zona acariciada a no menos de uno ni a más de diez centímetros por segundo. Tal es la horquilla del placer. Pues mienten. Pertenezco a una generación en la que acariciar estaba prohibido, por lo que había que hacerlo a todo tren, corriendo, visto y no visto. Acariciabas o eras acariciado en un pestañeo. A veces, los besos duraban menos que un suspiro, casi eran amagos de besos nada más. Y, pese a ello, todavía están en nuestra memoria, en nuestra piel, en nuestra biografía. Las caricias de diez centímetros por segundo (no digamos las más lentas) constituían una rareza que sucedía en otra dimensión, en otro mundo.

De todos modos, he aislado diez centímetros de una zona de mi piel y sobre ella he efectuado varias pruebas. Todas arrojaban resultados dispares, que en todo caso contradecían las conclusiones científicas citadas más arriba, sobre todo cuando acariciaba con un objeto, en vez de con la mano. ¿Han acariciado ustedes a alguien con una cuchilla de afeitar, por ejemplo? ¿Han sido acariciados por el borde de una cuartilla con la lista de la compra?

Hay caricias que proporcionan placer antes de que se produzcan, incluso sin llegar a producirse, y hay caricias que aun a la velocidad canónica de cinco centímetros por segundo dan asco. La caricia está dentro de la cabeza, amigos. Dediquen sus energías al estudio de prácticas en las que las emociones tengan menos protagonismo y comprenderán que donde hay emoción, aunque no haya caricia, hay caricia, mientras que donde falta la emoción no hay caricia aunque la haya, y a los kilómetros por segundo que ustedes quieran. Buf.

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