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dimarts, 22 d’agost del 2006

Una mujer excepcional

UNA MUJER EXCEPCIONAL

Me parece absolutamente injusto que una persona de la valía de Gema Ruiz Cuadrado haya tenido que casarse con un ministro de Fomento (que vaya usted a saber lo que significa) y divorciarse de él para darse a conocer. Ello dice muy poco del mundo en el que vivimos, donde el talento continúa teniendo serias dificultades para salir a flote por sí mismo. Empezamos a sospechar que Gema Ruiz era genial el invierno pasado, cuando participó en un concurso de TVE titulado Mira quién baila, donde mostró unas dotes de bailarina y actriz que nadie habría sospechado. Al principio, y como es lógico, pensamos que había sido seleccionada por el morbo que le daba ser la ex de Álvarez Cascos, uno de los hombres que con más ardor (y menos resultados) ha luchado en este país contra el divorcio. Pero no, resultó ser una auténtica artista capaz de mover el cuerpo en los registros más variados y con los disfraces, sobre el papel, menos favorecedores que quepa imaginar. Brilló con luz propia en un programa de una exigencia estética (y moral, por cierto) poco común en nuestras emisoras de televisión.

Pero hete aquí (qué rayos significará hete aquí) que el otro día enciendo la tele y cojo en marcha un programa de Tele 5 titulado Dolce Vita. Era el típico programa basura sobre cotilleos de la jet en el que, mira por dónde, actuaba de contertulia Gema Ruiz Cuadrado. Me dije a mí mismo que no podía ser, que una artista de su talla no se podía rebajar a hurgar entre las vísceras de los famosos marbellíes y todo eso. ¿Qué ocurrió? Que, en lugar de rebajarse ella, logró elevar el programa a una altura intelectual sólo comparable con los niveles artísticos a los que ya había llevado Mira quién baila. Citaba el Código Penal con una naturalidad que ponía los pelos de punta. Destacó tanto sobre los demás contertulios que nos obligó a preguntarnos qué habría sido de esta mujer excepcional de no haberse dado a conocer pescando el campanu con su ex marido en los ríos de Asturias. Tal vez no sería famosa, lo que a ella le daría igual, porque es muy sencilla, aunque para nosotros habría sido un drama. Le sobra sensibilidad para dirigir una galería de arte. O dos.

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