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dimarts, 29 d’agost del 2006

¡Qué duro es todo!

¡QUÉ DURO ES TODO!

En algunos despachos de gente muy seria se ha calculado ya el valor económico de la historia de Natascha Kampusch, la niña que ha permanecido secuestrada desde los 10 hasta los 18 años en un zulo practicado debajo de un garaje. Un periódico ha ofrecido doscientos mil euros por ser el primero en entrevistarla. Pero la puja no ha hecho más que empezar. Habrá que ver lo que valen sus memorias para hacernos una idea de lo que ha supuesto su cautiverio. Cada vez hay menos distancia entre los conflictos morales y su reflejo económico. No comprendemos el valor sentimental de una noticia hasta que no se convierte en euros. Y todas son convertibles. Si usted no puede vender su divorcio a una publicación, su divorcio es irrelevante desde cualquier punto de vista que se mire. A lo mejor ni le compensa llevarlo a cabo. Piénseselo, no vaya a comenzar el curso con el pie equivocado.

En los cayucos llegan todos los días menores secuestrados por el hambre. Son sus propios padres quienes los depositan en las balsas si saber siquiera a qué costa arribarán. Han leído bien: sus progenitores los conducen hasta la frágil embarcación, le pagan a Caronte el precio de la travesía y los abandonan a su suerte tras recordarles que deben enviar cuanto antes una remesa de dinero europeo a la familia. Si lo piensas, ahí hay una historia.

-¿Qué tal una entrevista con uno de esos niños de diez o doce años que se juegan la vida para llegar a Canarias? -le preguntas al redactor jefe.

-Hay demasiados niños en esa situación. A ver si encuentras en Internet algo de interés sobre Natascha Kampush, aunque sea mentira.

La niña austriaca se ha convertido en una industria. No sabemos si conoce el valor del dinero. Quizá sí, porque veía la tele. No habrá ejército de psicólogos ni de padres ni de policías capaz de frenar la maquinaria económica que ha empezado a moverse en torno a ella. Hay muy poca oferta de casos como el suyo y muchísima demanda, sorprendentemente. Niños senegaleses tenemos a punta de pala, ya empiezan a cansar. Además, nadie los ha violado durante la travesía. Qué duro es todo.

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