TRADUCE ESTA PAGINA

Visites

Contadores Gratis
Contadores Web
contadores de visitas

dimarts, 11 d’abril del 2006

Una extraña asociación

UNA EXTRAÑA ASOCIACIÓN

El Metro de Madrid cuenta desde hace unos días con una especie de tren fantasma que recorre durante la noche las galerías subterráneas para detectar fallos. No nos interesan tanto los detalles técnicos de este invento como la imagen que provoca en nuestra imaginación: mientras la red duerme, una especie de robot solitario inspecciona cada uno de sus rincones. Quizá mientras nosotros permanecemos en la cama, entregados al sueño, un fantasma recorre también nuestro cuerpo buscando en su interior peligros potenciales. Lo que ocurre debajo de la realidad, especialmente cuando se va la luz, constituye siempre un misterio entre excitante y amenazador. Así es como lo sienten los insomnes cuando, al recorrer la casa a las tres de la mañana, comprenden que se trata de una casa diferente a la que habitan durante el día. Lo cierto es que todo lo importante sucede ahí, debajo de la piel, o debajo del asfalto. Ese grano que descubrimos en la barbilla al aplicarnos la crema de afeitar es el resultado de una actividad interna. El robot del Metro de Madrid tiene la función de detectar el grano antes de que se manifieste. Para ello, se desliza silenciosamente por los raíles, con todos sus sensores atentos a cualquier movimiento extraño. Su fiabilidad es tal que la información que envía a los ordenadores es el Evangelio.

Por cierto que, por los días en los que se inauguró este sistema de detección de fallos, saltó a la prensa el descubrimiento del Evangelio de Judas. Según este escrito, ya lo saben ustedes, este apóstol era el preferido de Jesús. Pero lo que nos importa, porque nos conmovió, fue una cita extraída del texto para la confección de un titular. Decía así: «Aléjate de los otros y te contaré los misterios del Reino». De repente, se imagina uno a Judas como un individuo solitario, braceando por debajo de la realidad para saber lo que sucede arriba. La imagen de este Judas subterráneo se confundió en nuestra cabeza con la del tren fantasma del Metro de Madrid. En ambos casos parece cumplirse una ley según la cual, para conocer la realidad, conviene retirarse de ella y trabajar, si no de noche, en las sombras. Qué extrañas asociaciones establece el cerebro y qué miedo da verbalizarlas.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada