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diumenge, 23 d’abril del 2006

Oraciones subordinadas

ORACIONES SUBORDINADAS

Coincidí en un acto social con una periodista de televisión que me contó la evolución del medio en los últimos tiempos:

-Hasta hace dos años -me dijo- en mi programa podía entrevistar a escritores. Se aceptaba que tenían algo que decir, aunque lo dijesen en un cuarto de hora. Hoy es imposible. Un cuarto de hora de televisión es una eternidad. Tienes que cambiar de asunto, de personaje, de enfoque cada quince segundos. Has de darlo todo muy picado.

Al principio no entendí la expresión «muy picado». Creí que se refería a una cuestión relacionada con las cámaras, pero no, «muy picado» significaba muy picado, o sea, lo que hacemos con la carne para darle forma de hamburguesa. Quiere decirse que la redacción se reúne, decide los contenidos y después los pasa por la túrmix para que el usuario no tenga que esforzarse en masticar. A mí me gusta picar mucho el ajo y la cebolla en los sofritos, para que no se noten. Pero un guiso no es un programa de actualidad (aunque los programas de cocina tienen mucho éxito). No estoy seguro de que sea tan necesario picarlo todo tanto. Aunque es cierto que un día que estuve en la tele, no hace mucho, el entrevistador me dijo:

-Procura no dar respuestas de más de diez segundos y di frases muy cortas, muy directas, porque la gente, si no, se marcha a otro canal.

Comencé la entrevista aterrado, pues a veces, sin querer, me salen oraciones subordinadas. Las oraciones subordinadas están completamente prohibidas en la tele. No hay nada que perjudique tanto a la audiencia como la subordinación gramatical. De entre las subordinadas, las condicionales son las más perseguidas por alguna razón que nadie ha conseguido explicarme. Si estás en la tele y no tienes más remedio que introducir una oración subordinada, procura que sea temporal. Verbi gratia (con perdón): «Cuando yo me afeito, mi mujer se pone las medias». El caso es que la televisión, en su afán por conquistar un grado de simpleza semejante al de la oligofrenia, se ha puesto muy, muy complicada. Si alguien dice cosas inteligentes (oración condicional), lo toman por tonto.

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