YO, MASCULINO PLURAL
Un señor que vive en Australia, de nombre Norrie May-Welby, ha conseguido, tras una dura batalla legal, ser declarado de sexo neutro. Por lo visto se trata del primer caso, aunque no del último, pues es de suponer que una vez abierta la ventanilla haya más gente dispuesta a engrosar las filas de la neutralidad venérea. El periódico no daba muchos detalles acerca de esta nueva forma de estar en el mundo (y en la cama), pero hemos querido entender que neutralidad, en este caso, equivalía a indiferencia hacia los sexos reconocidos hasta la fecha. A este sujeto le da igual todo. Nació, genitalmente hablando, como hombre sometiéndose, ya de mayor, a un cambio de sexo para descubrir que ninguno de los dos era el suyo. Ahora, en el carnet de identidad, donde otros ponen la uve de varón o la hache de hembra, él pondrá la ene de neutro.
¿Ventajas de este reconocimiento? No tenemos ni idea. El hombre, o lo que quiera que sea en la actualidad, podría haber permanecido en el anonimato, viendo la tele y comiendo cereales, como todo el mundo, pero por alguna razón ha necesitado que el orbe compartiera la información de la que disponía él. ¿Cuál es esa razón? Ni idea tampoco, pero debe de ser muy poderosa, de otro modo no habría gastado el tiempo, el dinero y las energías que conlleva cualquier proceso judicial.
Aunque a estas alturas ya todo el mundo sabe que no conviene confundir el género gramatical con el sexo biológico, lo cierto es que aquél, a la hora de las clasificaciones, resulta más inspirador que éste. Por eso la ley contra la violencia de género se llamó de ese modo y no, como en principio podría parecer más lógico, ley contra la violencia de sexo. También ahora, para nombrar el nuevo sexo del señor de Australia, se ha recurrido a un género gramatical, el neutro. Da la impresión, en fin, de que la Gramática va, como disciplina científica, por delante de la Biología. De hecho, en muchos sitios nos preguntan acerca de nuestro sexo, pero nunca acerca de nuestro número, cuando algunos de nosotros somos varios. Yo, personalmente, soy masculino plural, pero en ningún formulario aparece la casilla del número. A ver si lo arreglan.
Un señor que vive en Australia, de nombre Norrie May-Welby, ha conseguido, tras una dura batalla legal, ser declarado de sexo neutro. Por lo visto se trata del primer caso, aunque no del último, pues es de suponer que una vez abierta la ventanilla haya más gente dispuesta a engrosar las filas de la neutralidad venérea. El periódico no daba muchos detalles acerca de esta nueva forma de estar en el mundo (y en la cama), pero hemos querido entender que neutralidad, en este caso, equivalía a indiferencia hacia los sexos reconocidos hasta la fecha. A este sujeto le da igual todo. Nació, genitalmente hablando, como hombre sometiéndose, ya de mayor, a un cambio de sexo para descubrir que ninguno de los dos era el suyo. Ahora, en el carnet de identidad, donde otros ponen la uve de varón o la hache de hembra, él pondrá la ene de neutro.
¿Ventajas de este reconocimiento? No tenemos ni idea. El hombre, o lo que quiera que sea en la actualidad, podría haber permanecido en el anonimato, viendo la tele y comiendo cereales, como todo el mundo, pero por alguna razón ha necesitado que el orbe compartiera la información de la que disponía él. ¿Cuál es esa razón? Ni idea tampoco, pero debe de ser muy poderosa, de otro modo no habría gastado el tiempo, el dinero y las energías que conlleva cualquier proceso judicial.
Aunque a estas alturas ya todo el mundo sabe que no conviene confundir el género gramatical con el sexo biológico, lo cierto es que aquél, a la hora de las clasificaciones, resulta más inspirador que éste. Por eso la ley contra la violencia de género se llamó de ese modo y no, como en principio podría parecer más lógico, ley contra la violencia de sexo. También ahora, para nombrar el nuevo sexo del señor de Australia, se ha recurrido a un género gramatical, el neutro. Da la impresión, en fin, de que la Gramática va, como disciplina científica, por delante de la Biología. De hecho, en muchos sitios nos preguntan acerca de nuestro sexo, pero nunca acerca de nuestro número, cuando algunos de nosotros somos varios. Yo, personalmente, soy masculino plural, pero en ningún formulario aparece la casilla del número. A ver si lo arreglan.
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