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dimecres, 3 de febrer del 2010

No sabe uno qué pensar

NO SABE UNO QUÉ PENSAR

Donde quiera que vayas, el personal hace cálculos para ver cuándo le tocará jubilarse. El capitalismo es muy raro. Hombres de 30 años que todavía no han accedido a su primer puesto de trabajo se preguntan muy seriamente si no podrán jubilarse hasta los 67. Y eso pese a que sus padres están prejubilados desde los 58. Decimos que el capitalismo es muy raro no ya por el modo en que maneja los dineros, sino por la forma en que manipula las preocupaciones. El capitalismo ha logrado que todas las pláticas del pasado fin de semana giraran en torno al pensionazo. Que si sí, que si no, que si es lógico, que no es lógico. Intentaba uno meter una cuña sobre la peli de Haneke y le tapaban la boca.

-¿Tú cuántos años tienes?

-Tantos.

-A ti no te toca.

-Muchas gracias.

Todo esto, según dicen, se debe a que le han leído la cartilla a Zapatero en Davos. La gente no pregunta qué es Davos porque da por su supuesto que se trata de una divinidad, como el FMI o la Banca Mundial. Pues bien, el oráculo de Davos le ha dicho a Zapatero que se le está poniendo cara de griego y que por ese camino no vamos a ninguna parte. Reacción inmediata: aquí no se jubila nadie hasta los 67. No se jubila nadie, excepto los que se prejubilan y los que no trabajan. Si sumas los últimos a los primeros, te entra un escalofrío. Es como cuando decides llevar la contabilidad de los gastos domésticos, que te dura el propósito lo que tardas en advertir que gastas más de lo que ganas. Y llevas así toda la vida. O sea, que vivimos de milagro. El pensionazo, como la ascensión de Oliart a la presidencia de RTV, ha puesto de manifiesto todas las contradicciones en las que chapoteamos.

Un amigo que por lo general hace buenos análisis políticos me dijo que en los bares se respiraba una irritación enorme hacia el gobierno, de modo que cogí el abrigo bajé al de la esquina y resulta que estaban comentado el gol de Guti, que ni siquiera lo había metido Guti. No supe qué pensar, francamente. Volví a casa haciendo cuentas con los dedos, para ver si me afectaba el pensionazo.

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