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divendres, 10 de juliol del 2009

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No tenemos ni idea de la relación existente entre los servicios secretos y la vida cotidiana, pero si el aleteo de una mariposa aquí puede provocar un terremoto allá, cualquier cosa es posible. El bolígrafo, sin el cual yo no podría vivir, fue en principio un invento destinado a los servicios secretos, lo mismo que el tubo de la pasta de dientes. El caso es que durante las últimas semanas nos hemos levantado y acostado con noticias relacionadas con el CNI o Centro Nacional de Inteligencia. La inteligencia española tiene una desventaja respecto a la de otros países y es que aquí el único espía al que conocemos es Perote. Da un poco de risa asociar el término inteligencia a ese coronel de infausta memoria, pero las cosas son como son. Yo escucho la palabra espía y veo el rostro de Perote. A veces veo también el de Roldán, al que los servicios secretos fotografiaron en calzoncillos, rodeado de chicas, cuando era director general de la Guardia Civil.

Vida cotidiana y noticias de prensa, decíamos. Acaba de salir una pastilla que alivia los problemas de la eyaculación precoz. Ahí tenemos una noticia cuya relación con lo cotidiano es evidente. Quizá el Priligy (buen nombre, sí señor) lo hayan inventado los servicios secretos norteamericanos, para que sus agentes no hicieran el ridículo al llevarse a la cama a algún pez gordo. No importa. Como si lo ha inventado un sargento de caballería. El Priligy, del que ahora hacemos tantas bromas, está condenado al éxito, igual que la viagra. Lo malo es que no te lo dan sin receta, aunque tengas mucha prisa. Quiere decirse que entre que pides hora (al urólogo, supongo), te acercas a la consulta, haces cola, te dan la receta, vas a la farmacia, llegas a casa y te tomas el Priligy con un vaso de agua, puedes haber eyaculado (prematuramente) siete veces, sobre todo si te tratas con viagra. Eso hay que arreglarlo, para evitar la paradoja.

En todo caso, que es a lo que uno pretendía llegar, un periódico que sólo publicara noticias relacionadas directamente con la vida cotidiana sería un éxito. Sería un éxito un periódico en el que, simplemente, hubiera una proporción adecuada entre el tamaño de la noticia y lo que nos ocurre a usted y a mí. A ver si lo inventan.

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