LA BASURA TIENE SU PUNTO
A Bárcenas le han pedido por activa y por pasiva que dimita y él que no. ¿Por qué no lo echan?, se pregunta uno. ¿Acaso es el tesorero del PP el dueño de la empresa? Estando el PP a favor del despido libre, y deseando, como están, quitárselo de encima, podrían darle el finiquito. Pero no se lo dan y no se lo dan por miedo a que hable. Él mismo ha dicho que se lleva por delante a Rajoy si no se respetan sus tiempos. Eso es como si tú posees una ferretería en la que trabaja un contable que tiene conflictos con la ley e intentas quitártelo de encima, como es lógico, pero él se hace fuerte.
-Si me echas denuncio las irregularidades de tu negocio y vas a la cárcel tú también.
Si tu negocio es irregular, te tragas la carta del despido y aquí paz y después gloria. ¿Es irregular el negocio del PP? Todo indica que sí. No se alarmen, en otra época también fue irregular el negocio del PSOE (filesas, matesas, etc.). Lo malo es que nos acostumbremos a la irregularidad, o sea, que nos parezca normal lo de Bárcenas y lo del pánico de Rajoy a despedirlo. Si uno vive durante mucho tiempo en la basura, acaba acostumbrándose a ella, incluso le resulta acogedora, y eso es lo que nos está pasando (y no sólo en el orden político), que la basura empieza a resultarnos acogedora. Dos meses más en este plan y cogemos cariño a Bárcenas y empieza a darnos lástima Camps, y recomendamos a nuestros hijos que se metan en política para corromperse.
El gobierno valenciano troceaba los contratos que firmaba con la trama corrupta, de modo que nunca pasaran de 12.000 euros y se pudieran otorgar a dedo. De este modo lograban dos objetivos: uno, el de no sacar a concurso público lo que manda la ley; dos, el de acostumbrarse a la corrupción de modo paulatino. Da apuro corromperse de golpe, aquí te pillo y aquí te mato. Se empieza por poco: unos zapatos de anca de potro hoy, un traje de pura lana mañana, una comida de lujo la semana que viene… Cuando te quieres dar cuenta estás hasta el cuello de basura, pero a esas alturas le has cogido el punto, o sea, que te gusta. El problema no es que guste a los políticos, sino que a los votantes nos dé igual.
A Bárcenas le han pedido por activa y por pasiva que dimita y él que no. ¿Por qué no lo echan?, se pregunta uno. ¿Acaso es el tesorero del PP el dueño de la empresa? Estando el PP a favor del despido libre, y deseando, como están, quitárselo de encima, podrían darle el finiquito. Pero no se lo dan y no se lo dan por miedo a que hable. Él mismo ha dicho que se lleva por delante a Rajoy si no se respetan sus tiempos. Eso es como si tú posees una ferretería en la que trabaja un contable que tiene conflictos con la ley e intentas quitártelo de encima, como es lógico, pero él se hace fuerte.
-Si me echas denuncio las irregularidades de tu negocio y vas a la cárcel tú también.
Si tu negocio es irregular, te tragas la carta del despido y aquí paz y después gloria. ¿Es irregular el negocio del PP? Todo indica que sí. No se alarmen, en otra época también fue irregular el negocio del PSOE (filesas, matesas, etc.). Lo malo es que nos acostumbremos a la irregularidad, o sea, que nos parezca normal lo de Bárcenas y lo del pánico de Rajoy a despedirlo. Si uno vive durante mucho tiempo en la basura, acaba acostumbrándose a ella, incluso le resulta acogedora, y eso es lo que nos está pasando (y no sólo en el orden político), que la basura empieza a resultarnos acogedora. Dos meses más en este plan y cogemos cariño a Bárcenas y empieza a darnos lástima Camps, y recomendamos a nuestros hijos que se metan en política para corromperse.
El gobierno valenciano troceaba los contratos que firmaba con la trama corrupta, de modo que nunca pasaran de 12.000 euros y se pudieran otorgar a dedo. De este modo lograban dos objetivos: uno, el de no sacar a concurso público lo que manda la ley; dos, el de acostumbrarse a la corrupción de modo paulatino. Da apuro corromperse de golpe, aquí te pillo y aquí te mato. Se empieza por poco: unos zapatos de anca de potro hoy, un traje de pura lana mañana, una comida de lujo la semana que viene… Cuando te quieres dar cuenta estás hasta el cuello de basura, pero a esas alturas le has cogido el punto, o sea, que te gusta. El problema no es que guste a los políticos, sino que a los votantes nos dé igual.
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