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dilluns, 11 d’agost del 2008

Bodas y banquetes

BODAS Y BANQUETES

Sería posible que algún día Juana de Chaos (o De Juan Chaos, ahora no caigo) tuviera una calle, incluso monumento? Quizá sí. Franco los tuvo, los tiene todavía. Más aún: sus descendientes se casan en propiedades ilícitas, arrebatadas al pueblo por la fuerza del miedo, por la presión del chantaje, por la violencia de las armas. Todo ello frente a la impotencia del Estado. Vale que Franco y su familia robaran el Pazo de Meirás, pero que sus descendientes hagan fiestas en él para demostrar lo chulos que son irrita al más pintado, lo mismo que verle a De Juana, o a Juana De, esa jeta con la que parece que está oliendo una mierda (la que lleva encima, sin duda).

Franco era un soldado bajito con una mano delante y otra detrás a cuya muerte, con un sueldo de funcionario, disponía de una fortuna incalculable e infinita, habida cuenta de que han coincidido varias generaciones (ninguno de cuyos miembros ha dado palo al agua) viviendo de ella sin que dé muestras de agotarse. La historia de la humanidad se podría explicar perfectamente por su callejero. En México descubrí un barrio donde las calles tenían el nombre de científicos y filósofos reconocidos. Le subía a uno la autoestima como ser humano pasear por aquel distrito. Daba la impresión de que éramos inteligentes y sólo inteligentes. Pero también somos idiotas, por eso basta cambiar de barrio para encontrarse con una calle denominada De Juana Franco o Francisco de Chaos (sigo sin caer).

Los nombres de las calles son proyecciones del inconsciente colectivo. Por eso, desde el punto de vista antropológico se puede entender que lleven el nombre de un terrorista o de un violador. Pero el Estado debería evitarlo. El Estado, como suele decirse, detenta el monopolio de la violencia y debe usarla llegado el caso.

Pero no siempre es capaz. Se hacen homenajes de De Juana del mismo modo que se celebran bodas y banquetes en el Pazo de Meirás. Lo de la boda, dado el espectáculo de los tocados, nos lo tomamos con sentido del humor. Lo único que nos molesta es que no se haya invitado a Juana de Chaos, o a De Juana Chaos, que es, como Franco, un patriota. Seguro que él también está molesto.

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