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dimarts, 11 de juliol del 2006

Gambusinos

GAMBUSINOS

El H5N1 ha llegado a España en un vuelo en el que no se le esperaba. Y en una época absurda. Por eso no hemos ido a recibirlo como se merecía. De hecho, nos hemos enterado de su presencia por casualidad, al hacerle la autopsia a un somormujo, un somormujo lavanco, para más señas, que fue el vehículo en el que el virus viajó hasta Vitoria. Si no hubiéramos adquirido la costumbre de hacerle la autopsia a los somormujos, aún continuaríamos in albis. El caso es que yo digo somormujo y no me viene ninguna imagen a la cabeza, al contrario de cuando digo gorrión, golondrina, cigüeña, incluso gambusino. Soy capaz de representarme mentalmente a un gambusino, que no existe. En los campamentos de verano, cuando éramos pequeños, siempre había una primera noche en la que salíamos a cazar gambusinos. Se trataba de una aventura de iniciación, de aprendizaje. El segundo año, aun sabiendo que los gambusinos no existían, organizábamos de nuevo una cacería apasionante. Nos vuelven locos las quimeras. Volvíamos, claro, con el saco vacío, que es lo que hacemos la mayor parte de nuestros días: volver a casa con el saco vacío. Por eso digo que lo de cazar gambusinos tiene algo de aventura de iniciación.

Los expertos aseguran que no corremos ningún peligro, etc. Se basan para ello en el cálculo de probabilidades. Es cierto que este cálculo, con el somormujo, ha saltado por los aires, pero no queda más remedio que aferrarse a lo real, y lo real es que las epidemias se mueven por unos patrones que eliminan, casi al 100%, el peligro de contagio en aves de corral. Sería absurdo que las autoridades hubieran utilizado otro discurso. Imagínense a un director general asegurando, en rueda de prensa, que somos continuamente víctimas del azar y que por lo tanto no cabe descartar que el H5N1 asalte de un momento nuestras granjas. En el azar creemos usted y yo. Lo malo es que el azar nos da la razón a usted y a mí con más frecuencia de lo deseable. Dicho esto, entro en internet para familiarizarme con la imagen del somormujo lavanco (qué sonoridad), por si me tropiezo con uno. Buenos días.

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