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dijous, 1 de setembre del 2011

Fracaso y cocina

FRACASO Y COCINA

Lunes. Hay sitios en los que siempre llueve del mismo lado. Lo decía mi madre, quejándose de un rincón de la cocina permanentemente húmedo. A mí me resultaba sorprendente aquella capacidad de la naturaleza para la rutina. Pero los días de lluvia miraba por la ventana y, en efecto, las gotas se inclinaban del lado derecho, castigando indefectiblemente aquel costado de la casa. Años más tarde, supe de un panteón familiar sobre el que llovía siempre del lado izquierdo. Como había muertos a derecha e izquierda, los dueños del sepulcro los cambiaban cada dos o tres años de lugar, para que los difuntos húmedos secaran. La simetría perfecta es imposible. Ni tenemos los dos brazos igual de largos ni las dos piernas igual de fuertes. A mí, todas las enfermedades me atacan en el lado derecho. El asunto es tan espectacular que puedo constiparme sólo de ese sector. Ahora mismo tengo un ataque de lumbago concentrado también en esa zona. Por eso me he acordado de la humedad de la cocina que tanto molestaba a mi madre.

Martes. En el supermercado he descubierto un pulpo entero, cocido y envasado al vacío, que me he llevado a casa con curiosidad. Buscando en internet un modo de servirlo, he averiguado que se trata un animal muy inteligente y dotado de gran memoria. Es capaz de aprender de la experiencia (al contrario que yo) y posee tres corazones y nueve cerebros, uno general, grande, y otro pequeño para cada uno de sus brazos, que actúan de forma independiente, como los dedos de un pianista. El tercer brazo derecho es también el órgano copulador, que introduce en la “cloaca” de la hembra para depositar los espermatóforos (no me ha gustado que llamen “cloaca” al órgano reproductor del pulpo hembra, pero he repetido varias veces el término espermatóforo, que sabe a erizo de mar). Se mimetiza con el medio y cambia de color cuando copula. Hay en la Red vídeos interesantísimos que muestran sus habilidades y abundantes foros sobre el modo de pescarlos. Al final, lo he preparado al ajillo, con unas patatas también precocidas, muy tiernas. Estaba bueno.

Miércoles. He comido un poco del pulpo que quedó de ayer y un huevo frito. El huevo frito me ha recordado, claro, a la gallina, de modo que por la tarde he buscado un foro sobre gallinas para enterarme que es uno de los animales más explotados de la creación. Uno de los participantes confesaba que tiene en uno de los armarios empotrados de su casa, en régimen de esclavitud, una docena de estos animales. Carecen de movilidad y viven con una luz permanentemente encendida, para que se crean que es de día todo el rato y pongan más huevos. Lo explicaba sin culpa alguna, como animando a los participantes en el foro a hacer lo mismo. Me ha dejado mal cuerpo.

Jueves. Pensando seriamente en la posibilidad de dejar de comer carne, he entrado en un foro de vegetarianos, donde se daban las siguientes razones para adoptar este modo de alimentación:

—Siempre tendrás tema de conversación a la hora de comer.

—Mejorarás la lectura debido a la cantidad de etiquetas que leerás en los supermercados.

—Aprenderás sobre nutrición.

—Sabrás quiénes son tus verdaderos amigos.

—Tendrás un buen tema de conversación para ligar.

—Quieras o no, se hablará más de ti.

—Mejorarás la memoria, ya que tienes que recordar las marcas buenas.

Al principio me ha parecido una broma, pero resulta que no, que iba todo en serio, de modo que he descongelado un chuletón de Ávila y me lo he preparado a la plancha. El chuletón sale de las vacas lecheras viejas. Al jubilarse, devienen en chuletones de Ávila. Lo que no he logrado averiguar es si para que el chuletón sea de Ávila la vaca debía ser de allí también. Lo digo porque tengo un reloj suizo made in China.

Viernes. Repaso los últimos días del diario y parece que sólo me he ocupado de la comida. Pero no es cierto. También he dedicado muchas horas a fracasar en un proyecto narrativo al que empecé a dar vueltas antes del verano. Cuando las cosas no me salen bien, me dedico a la cocina. Y a los foros, que entretienen lo suyo.

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