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dilluns, 25 de juliol del 2011

Alucinaciones

ALUCINACIONES

Para ir a casa de mi madre en metro he de hacer trasbordo en la estación de Ventas. El otro día, agotado por una noche de insomnio alcohólico, me dormí al poco de entrar en el vagón, en todo caso antes de Ventas. Cuando me desperté estaba sin embargo en Retiro, mi estación de destino. Quiere decirse que hice el trasbordo en sueños. Como todo suceso inexplicable, me persiguió durante todo el día, incluso durante toda la semana. Llegué a elaborar una hipótesis según la cual el metro es en realidad (¿en realidad?) una fantasía alucinógena. Significa que cuando desciendes diez peldaños en dirección a las profundidades respiras una droga cuyo objetivo es hacerte creer que viajas. Pero el tren no se mueve, se mueve tu cabeza.

No hace mucho, estuve en un museo que reproducía una mina de carbón. Alcanzado el vestíbulo, entrabas en un ascensor donde durante varios minutos de angustia te precipitabas hacia el centro de la tierra. La caja, al vibrar, producía en el vientre una sensación de caída que despertaba los sentimientos claustrofóbicos de los que todos, en mayor o menor medida, somos portadores. Finalmente, salías a una galería angosta en la que te mostraban las penalidades de una jornada laboral minera. Lógicamente, efectuabas aterrado la visita, imaginando qué ocurriría si se desprendiera de súbito sobre tu cabeza, y las del resto de los turistas, una pequeña porción de las toneladas de tierra que nos cubrían. A medida que avanzabas, te faltaba la respiración. Tres o cuatro personas del grupo pidieron ser rescatas y conducidas cuanto antes a la superficie, yo entre ellas.

Lo increíble era que nos encontrábamos en la superficie. El viaje del ascensor había sido falso. Entrabas en una caja de madera, sí, y la maquinaria se ponía en movimiento sin moverse casi del sitio. Tu cuerpo apenas había cambiado de nivel, pero tu cabeza sí. Como lo que manda es la cabeza, cuando se abrían de nuevo las puertas creías encontrarte a 500 metros de profundidad, medio kilómetro. Medio kilómetro de tierra sobre ti es mucha tierra, más de la que se precisa para enterrarte vivo. ¿Y si los trasbordos que vengo efectuando en el metro desde hace años han sido el producto de una alucinación de este tipo?

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