ELEGANCIA Y AGUDEZA
Qué ocurre en mi cabeza cuando la misma persona que me da las noticias por la tele me recomienda un yogur o un banco? ¿Dejo de creer en las noticias? ¿Creo más que antes en las virtudes del yogur o del banco? ¿Dejo de creer al mismo tiempo en las noticias, en el yogur y en el banco? Pues no estoy seguro, la verdad. Lo cierto es que cuando aparece Susana Griso en la pantalla no soy capaz de escuchar lo que dice. Sólo pienso en su aparato digestivo. Está hablándome, ahí, a dos metros de distancia, pero yo no presto atención a sus labios ni a su mirada ni a su pelo, sólo tengo ojos para su estómago y sus intestinos. ¿Irá con regularidad al baño, me pregunto, gracias al Actimel?
Todo este proceso mental resulta muy desagradable, pero es imposible de evitar si uno posee cierta capacidad asociativa. Ya no puedo, por ejemplo, ver el telediario de Matías Prats porque me trae a la memoria la cuenta naranja de ING Direct y no encuentro manera de concentrarme en lo que dice. En el caso de Prats, no se me imponen sus intestinos, lo que es de agradecer. Perdí a José Coronado como actor debido también a estos problemas gástricos. No importa el papel que represente, yo siempre veo a un señor con dificultades para obrar. Lo de Concha Velasco ni lo menciono, pues aún no le he perdonado las pequeñas pérdidas de orina.
La credibilidad, tal es la base del asunto. Todas estas personas son reclamadas por los anunciantes porque poseen credibilidad, de modo que cuando dicen que tienen pérdidas, tú te crees que tienen pérdidas. Personalmente, no acabo de entenderlo, sobre todo aplicado a los presentadores de noticias. Si ha habido un incendio, ha habido un incendio. Nadie me tiene que convencer de ello. Y si ha habido un terremoto, ha habido un terremoto.
La realidad no necesita ser creíble porque tiene a su favor el hecho de haber sucedido. ¿Han chocado dos trenes? Pues han chocado dos trenes. Lo ininteligible es la relación entre el choque de trenes y las virtudes digestivas de la cuenta naranja. Todo esto acaba creando en la conciencia de la gente (de la gente como yo al menos) una confusión tal que impide distinguir las churras de las merinas o los galgos de los podencos. Susana Griso, por cierto, tiene la elegancia de los galgos y Matías Prats la agudeza de los podencos.
Qué ocurre en mi cabeza cuando la misma persona que me da las noticias por la tele me recomienda un yogur o un banco? ¿Dejo de creer en las noticias? ¿Creo más que antes en las virtudes del yogur o del banco? ¿Dejo de creer al mismo tiempo en las noticias, en el yogur y en el banco? Pues no estoy seguro, la verdad. Lo cierto es que cuando aparece Susana Griso en la pantalla no soy capaz de escuchar lo que dice. Sólo pienso en su aparato digestivo. Está hablándome, ahí, a dos metros de distancia, pero yo no presto atención a sus labios ni a su mirada ni a su pelo, sólo tengo ojos para su estómago y sus intestinos. ¿Irá con regularidad al baño, me pregunto, gracias al Actimel?
Todo este proceso mental resulta muy desagradable, pero es imposible de evitar si uno posee cierta capacidad asociativa. Ya no puedo, por ejemplo, ver el telediario de Matías Prats porque me trae a la memoria la cuenta naranja de ING Direct y no encuentro manera de concentrarme en lo que dice. En el caso de Prats, no se me imponen sus intestinos, lo que es de agradecer. Perdí a José Coronado como actor debido también a estos problemas gástricos. No importa el papel que represente, yo siempre veo a un señor con dificultades para obrar. Lo de Concha Velasco ni lo menciono, pues aún no le he perdonado las pequeñas pérdidas de orina.
La credibilidad, tal es la base del asunto. Todas estas personas son reclamadas por los anunciantes porque poseen credibilidad, de modo que cuando dicen que tienen pérdidas, tú te crees que tienen pérdidas. Personalmente, no acabo de entenderlo, sobre todo aplicado a los presentadores de noticias. Si ha habido un incendio, ha habido un incendio. Nadie me tiene que convencer de ello. Y si ha habido un terremoto, ha habido un terremoto.
La realidad no necesita ser creíble porque tiene a su favor el hecho de haber sucedido. ¿Han chocado dos trenes? Pues han chocado dos trenes. Lo ininteligible es la relación entre el choque de trenes y las virtudes digestivas de la cuenta naranja. Todo esto acaba creando en la conciencia de la gente (de la gente como yo al menos) una confusión tal que impide distinguir las churras de las merinas o los galgos de los podencos. Susana Griso, por cierto, tiene la elegancia de los galgos y Matías Prats la agudeza de los podencos.
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