A DÍAZ FERRAN SE LE VA A ACABAR LA PACIENCIA
Escuché por la radio una entrevista con Díaz Ferran, ya saben, y quedé conmovido por sus palabras. Aseguraba que los empresarios no habían propuesto lo que los sindicatos y el gobierno habían hecho público y que él no sólo no se había levantado de la mesa negociadora, sino que continuaba sentado en ella, a la espera de que las partes regresaran. Afirmaba que no daba importancia alguna al hecho de que sindicatos y gobierno hubieran roto la negociación, pues a veces en la vida se dan estos desencuentros que con buena voluntad se pueden arreglar. Juraba que los empresarios sólo buscaban el bien de los trabajadores y que su deseo era hacer contratos indefinidos, cuantos más mejor. Con un contrato indefinido, añadía, puedes consumir porque te dan crédito. Comparaba las tasas de desempleo de Austria, Suiza o Dinamarca con las nuestras y deducía que algo no estábamos haciendo bien. Nosotros, concluía, somos empresarios y sabemos por lo tanto en qué condiciones se crea empleo. Su tono era absolutamente conciliador, humilde, incluso caritativo.
Si cogías la entrevista en marcha, podías pensar que hablaba la madre superiora de una congregación de monjitas con la voz un poco ronca. En el peor de los casos, pasaba por el director de una ONG entregada en cuerpo y alma a la creación desinteresada de empleo y de contratos fijos. Terminada la entrevista, pensé que iba a ser muy difícil un acuerdo tripartito dada la maldad intrínseca de los sindicatos y del gobierno. Imagínense: gente que para justificar el abandono de la negociación mentía vilmente asegurando que la patronal había puesto sobre la mesa cosas de las que ni siquiera se había hablado.
Es difícil alcanzar acuerdos con alguien con tan mala fe. Además, una cosa resulta evidente, y es que habiendo organizaciones empresariales, ¿para qué queremos un gobierno, para qué unos representantes de los trabajadores? Por Dios, por Dios, si alguien sabe lo que necesitan los trabajadores y lo que necesita el país son los empresarios.
Que se vaya al cuerno, pues, el resto de las instituciones. Y si no se van al cuerno, que dejen de molestar, por favor, que obedezcan a Díaz Ferran antes de que a este buen hombre se le acabe la paciencia.
Escuché por la radio una entrevista con Díaz Ferran, ya saben, y quedé conmovido por sus palabras. Aseguraba que los empresarios no habían propuesto lo que los sindicatos y el gobierno habían hecho público y que él no sólo no se había levantado de la mesa negociadora, sino que continuaba sentado en ella, a la espera de que las partes regresaran. Afirmaba que no daba importancia alguna al hecho de que sindicatos y gobierno hubieran roto la negociación, pues a veces en la vida se dan estos desencuentros que con buena voluntad se pueden arreglar. Juraba que los empresarios sólo buscaban el bien de los trabajadores y que su deseo era hacer contratos indefinidos, cuantos más mejor. Con un contrato indefinido, añadía, puedes consumir porque te dan crédito. Comparaba las tasas de desempleo de Austria, Suiza o Dinamarca con las nuestras y deducía que algo no estábamos haciendo bien. Nosotros, concluía, somos empresarios y sabemos por lo tanto en qué condiciones se crea empleo. Su tono era absolutamente conciliador, humilde, incluso caritativo.
Si cogías la entrevista en marcha, podías pensar que hablaba la madre superiora de una congregación de monjitas con la voz un poco ronca. En el peor de los casos, pasaba por el director de una ONG entregada en cuerpo y alma a la creación desinteresada de empleo y de contratos fijos. Terminada la entrevista, pensé que iba a ser muy difícil un acuerdo tripartito dada la maldad intrínseca de los sindicatos y del gobierno. Imagínense: gente que para justificar el abandono de la negociación mentía vilmente asegurando que la patronal había puesto sobre la mesa cosas de las que ni siquiera se había hablado.
Es difícil alcanzar acuerdos con alguien con tan mala fe. Además, una cosa resulta evidente, y es que habiendo organizaciones empresariales, ¿para qué queremos un gobierno, para qué unos representantes de los trabajadores? Por Dios, por Dios, si alguien sabe lo que necesitan los trabajadores y lo que necesita el país son los empresarios.
Que se vaya al cuerno, pues, el resto de las instituciones. Y si no se van al cuerno, que dejen de molestar, por favor, que obedezcan a Díaz Ferran antes de que a este buen hombre se le acabe la paciencia.
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