MANDA HUEVOS
Un locutor que relataba para la tele las incidencias de un partido de fútbol aseguró que un jugador equis acababa de «recepcionar» la pelota. ¿Por qué no ha dicho «recibir»?, me pregunté estupefacto. Habría estado bien, entre otras cosas porque el verbo «recepcionar» no existe. Dándole vueltas al asunto, llegué a la conclusión de que al locutor le gustaba más recepcionar que recibir porque recepcionar tenía cuatro sílabas; recibir, sólo tres. Me ayudó el hecho de que esa misma noche pasaran por la tele el anuncio de un supermercado en el que se anunciaban grandes descuentos para los productos «señalizados» con un signo que no recuerdo. Señalar y señalizar, pese a su semejanza formal, significan cosas distintas, pero señalizar tiene también cuatro sílabas frente a las tres de señalar. Quiere decirse que las palabras largas gozan de más prestigio que las cortas. O bien que a la gente le gusta perder el tiempo incluso a fuer (qué rayos significará fuer) de perpetrar alguna incorrección.
Esta manía de perder el tiempo está muy extendida entre los políticos. Si entrevistas a un subsecretario, verás que prefiere recepcionar a recibir y señalizar a señalar. También prefiere «interrupción voluntaria del embarazo» a «aborto». ¿Pero por qué no dicen aborto, Dios mío?, te preguntas desesperado ante la tele. Pues porque «aborto» se pronuncia en un pispás, acabas enseguida, mientras que «interrupción voluntaria del embarazo» lleva su tiempo. Cuando un político llega a la radio o a la tele, sabiendo que el tiempo de la entrevista está limitado, procura elegir las palabras más largas y las perífrasis más tortuosas para perder tiempo. Su objetivo es no decir nada, incluso menos que nada, de ahí que se enrollen con tres de pipas frente a la desesperación del entrevistador.
El otro día le preguntaron a Zapatero por la situación de Alberto Saiz, director del CNI. Su respuesta fue genial: «Tiene mi confianza mientras esté en el cargo». Puro Perogrullo, ¿no? Pero es un Perogrullo que lleva tiempo y que además deja perplejo al oyente. «Tiene mi confianza mientras esté en el cargo», y se quedó tan ancho. ¿Manda o no manda huevos?
Un locutor que relataba para la tele las incidencias de un partido de fútbol aseguró que un jugador equis acababa de «recepcionar» la pelota. ¿Por qué no ha dicho «recibir»?, me pregunté estupefacto. Habría estado bien, entre otras cosas porque el verbo «recepcionar» no existe. Dándole vueltas al asunto, llegué a la conclusión de que al locutor le gustaba más recepcionar que recibir porque recepcionar tenía cuatro sílabas; recibir, sólo tres. Me ayudó el hecho de que esa misma noche pasaran por la tele el anuncio de un supermercado en el que se anunciaban grandes descuentos para los productos «señalizados» con un signo que no recuerdo. Señalar y señalizar, pese a su semejanza formal, significan cosas distintas, pero señalizar tiene también cuatro sílabas frente a las tres de señalar. Quiere decirse que las palabras largas gozan de más prestigio que las cortas. O bien que a la gente le gusta perder el tiempo incluso a fuer (qué rayos significará fuer) de perpetrar alguna incorrección.
Esta manía de perder el tiempo está muy extendida entre los políticos. Si entrevistas a un subsecretario, verás que prefiere recepcionar a recibir y señalizar a señalar. También prefiere «interrupción voluntaria del embarazo» a «aborto». ¿Pero por qué no dicen aborto, Dios mío?, te preguntas desesperado ante la tele. Pues porque «aborto» se pronuncia en un pispás, acabas enseguida, mientras que «interrupción voluntaria del embarazo» lleva su tiempo. Cuando un político llega a la radio o a la tele, sabiendo que el tiempo de la entrevista está limitado, procura elegir las palabras más largas y las perífrasis más tortuosas para perder tiempo. Su objetivo es no decir nada, incluso menos que nada, de ahí que se enrollen con tres de pipas frente a la desesperación del entrevistador.
El otro día le preguntaron a Zapatero por la situación de Alberto Saiz, director del CNI. Su respuesta fue genial: «Tiene mi confianza mientras esté en el cargo». Puro Perogrullo, ¿no? Pero es un Perogrullo que lleva tiempo y que además deja perplejo al oyente. «Tiene mi confianza mientras esté en el cargo», y se quedó tan ancho. ¿Manda o no manda huevos?
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