EL QUE CALLA OTORGA
Querido Alfonso:
Como te dije en el merecido homenaje que te ofrecieron en la Muestra de Autores de Alicante, soy un admirador de tu obra teatral, notable formalmente y siempre comprometida. Desde Escuadra hacia la muerte hasta aquel gran éxito que fue La taberna fantástica. También te reconocí que la transición fue muy injusta con toda tu generación, porque fueron muchos los que quisieron que, junto al franquismo, cayera en el olvido, por el mismo precio, el antifranquismo. Pero tú, Lauro Olmo, Rodríguez Méndez, Martín Recuerda y Buero Vallejo érais grandes autores (lo sigues siendo), y no sólo antifranquistas, que también.
Sigue siendo muy enriquecedora, para los tiempos que vivimos, la discusión que mantuviste con Buero en la revista Primer Acto a principios de los sesenta. ¿La recuerdas? Cambiemos franquismo por injusticias sociales, y España por el planeta al completo, y repitamos los dos términos en discusión: posibilismo versus imposibilismo. Son de auténtica actualidad. Tachaste a Buero de posibilista, y éste se vio obligado a aclarar su posición teatral: «Cuando yo critico el imposibilismo y recomiendo la posibilitación, no predico acomodaciones; propugno la necesidad de un teatro difícil y resuelto a expresarse con la mayor holgura. Un texto, pues, en situación; lo más arriesgado posible, pero no temerario.»
Después no pudiste morderte la pluma, y le respondiste. En síntesis, Buero venía a decir: «Si digo lo que pienso, no voy a poder estrenar.» Y tú: «Si uno no escribe libremente, parte de un cálculo arbitrario sobre los límites de la censura y, además, hace una obra automutilada.»
Parece que continúas con tu imposibilismo. Pero la complejidad social pide no caer en la tentación de los simplismos de otras épocas. Y la democracia es posibilismo. Por muy imperfecta que ésta sea (domina la poliarquía o la lucha de poderes, los intereses económicos, la insolidaridad del bienestar, etc.), siempre será preferible a cualquier atisbo de arrogancia de una verdad que quiera traspasar los límites de las urnas. No voy a decir nada del contenido de tu artículo en Gara, sólo señalarte que le ha faltado una cosa, la condena de un asesinato. Tu obra comprometida se hubiera llenado de sentido, en vez de difuminarse en un santiamén. Buero Vallejo sigue teniendo razón.
Querido Alfonso:
Como te dije en el merecido homenaje que te ofrecieron en la Muestra de Autores de Alicante, soy un admirador de tu obra teatral, notable formalmente y siempre comprometida. Desde Escuadra hacia la muerte hasta aquel gran éxito que fue La taberna fantástica. También te reconocí que la transición fue muy injusta con toda tu generación, porque fueron muchos los que quisieron que, junto al franquismo, cayera en el olvido, por el mismo precio, el antifranquismo. Pero tú, Lauro Olmo, Rodríguez Méndez, Martín Recuerda y Buero Vallejo érais grandes autores (lo sigues siendo), y no sólo antifranquistas, que también.
Sigue siendo muy enriquecedora, para los tiempos que vivimos, la discusión que mantuviste con Buero en la revista Primer Acto a principios de los sesenta. ¿La recuerdas? Cambiemos franquismo por injusticias sociales, y España por el planeta al completo, y repitamos los dos términos en discusión: posibilismo versus imposibilismo. Son de auténtica actualidad. Tachaste a Buero de posibilista, y éste se vio obligado a aclarar su posición teatral: «Cuando yo critico el imposibilismo y recomiendo la posibilitación, no predico acomodaciones; propugno la necesidad de un teatro difícil y resuelto a expresarse con la mayor holgura. Un texto, pues, en situación; lo más arriesgado posible, pero no temerario.»
Después no pudiste morderte la pluma, y le respondiste. En síntesis, Buero venía a decir: «Si digo lo que pienso, no voy a poder estrenar.» Y tú: «Si uno no escribe libremente, parte de un cálculo arbitrario sobre los límites de la censura y, además, hace una obra automutilada.»
Parece que continúas con tu imposibilismo. Pero la complejidad social pide no caer en la tentación de los simplismos de otras épocas. Y la democracia es posibilismo. Por muy imperfecta que ésta sea (domina la poliarquía o la lucha de poderes, los intereses económicos, la insolidaridad del bienestar, etc.), siempre será preferible a cualquier atisbo de arrogancia de una verdad que quiera traspasar los límites de las urnas. No voy a decir nada del contenido de tu artículo en Gara, sólo señalarte que le ha faltado una cosa, la condena de un asesinato. Tu obra comprometida se hubiera llenado de sentido, en vez de difuminarse en un santiamén. Buero Vallejo sigue teniendo razón.
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