TRADUCE ESTA PAGINA

Visites

Contadores Gratis
Contadores Web
contadores de visitas

dimarts, 24 de gener del 2006

Trastornos alimenticios

TRASTORNOS ALIMENTICIOS

La interpretación general acerca de esa serpiente del zoo de Tokio que no se ha comido su ración de hámster es que se ha enamorado del ratón. Nos gustan las historias de Navidad incluso en enero, cuando deberíamos poner toda la atención en las rebajas. Lo cierto es que el zoo se ha encontrado, sin comerlo ni beberlo, con una campaña de publicidad fabulosa. No habrá padre que se resista a pagar la entrada para mostrar a los niños el extraño y moralizante caso de la serpiente que perdonó la vida al roedor y se hizo amiga de él. Lo que no hemos conseguido averiguar es la moraleja de toda esta historia, pues ya hay miles de niños que perdonarían la vida al pollo asado de los domingos a cambio de que le permitieran tenerlo en su habitación, para jugar con él. Seguramente, el pollo hubiera preferido ser asado a tiempo (no olvidemos lo crueles que son los niños y las serpientes). Quizá el inocente ratón (lo de inocente es otra interpretación ingenua) hubiera preferido que se lo tragaran el primer día a soportar este sufrimiento diario.

Si quieren que les diga la verdad, estoy convencido de que los responsables del zoo han untado al ratón con alguna sustancia repelente para el olfato del reptil. De este modo, podían montar la historia de la amistad entre un bicho de sangre fría y otro de sangre caliente que Walt Disney no tardará en llevar al cine. En las cárceles (y el zoo lo es) ocurren, de todos modos, las historias más raras que quepa imaginar. Recuerdo una película en blanco y negro -El hombre de Alcatraz- en la que un asesino salvaba la vida a un gorrión que descubría congelado en el patio. Con el tiempo, el preso se convertía en un ornitólogo mundialmente famoso. La historia estaba basada en un caso real, como la de Aochan y Guhan, que así se llaman, respectivamente, la serpiente y el ratón. Pero si a usted le dan repelús los ofidios, podemos ofrecerle la historia de una ballena despistada que apareció en el Támesis y a la que un grupo de voluntarios intentaron devolver el sentido de la orientación, en lugar de comérsela. Guardamos unas relaciones rarísimas con la comida, incluso cuando nos la comemos, que es lo suyo. Lo que hace falta es que sea para bien.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada