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diumenge, 4 de desembre del 2011

Una pregunta

UNA PREGUNTA

Estamos torpes, lentos, aturdidos, de otro modo no se entiende que hayamos creado una comisión de expertos para decidir si conviene o no sacar los huesecillos de Franco del Valle de los Caídos y entregárselos a su familia como el que devuelve el rosario de la madre. Si por mí fuera, quitaría el monumento y dejaría el cadáver, porque lo que rompe el paisaje es la cruz mastodóntica de hormigón y sus servicios anejos. Da pena, cuando conduces por la zona, tropezar con ese pecado visual (y seguramente religioso) que parece salido de una mente estaliniana. Quiere decirse que observado con perspectiva histórica es más soviético que franquista, los extremos se tocan. Quizá cuando se desclasifiquen los documentos de la época descubramos que fue diseñado en secreto por algún arquitecto moscovita. Un modo de devolvernos el famoso oro de Moscú.

Donde haya una buena empresa dedicada al desescombro, que se quite la comisión de expertos. En el caso del Valle de los Caídos, se está tratando con microcirugía un asunto más propio de excavadoras que escalpelos. Y no es que nos importe demasiado, la verdad, pero se pone uno a buscar temas ajenos a la crisis, tan explotada ya, y no encuentra tantos. Hay ahora mismo una ausencia temática escandalosa. Lo de José Blanco mola y lo de Undargarín también mola, pero hay mucha gente ocupándose del uno y del otro. Y el asunto de la sanidad pública en Cataluña da un poco de miedo, la verdad, porque es como una premonición de lo que nos espera aquí.

Total, ¿qué queda? Queda el Valle de los Caídos, y no por el Valle en sí, que está más sobado que la momia de Lenin, sino por lo de la comisión de expertos, que da un poco de risa, es un soplo de de humor entre tanta catástrofe. No sabemos en qué eran expertos, si en historia o en pompas fúnebres, pero ellos mismos debían de morirse de la risa en sus reuniones, que han necesitado no sé cuánto tiempo para llegar a la conclusión de que quizá convenga extraer al Caudillo del hormigón. Lo mejor es que luego han añadido que debería autorizarlo la Iglesia. O sea, que sí pero no. Una pregunta: ¿estos señores ha cobrado por su informe como Undargarín, otro experto, cobraba por los suyos?

Metamorfosis. Las razones por las que Zapatero dedicó uno de sus últimos consejos de ministros a indultar a un banquero son las mismas por las que reformó la Constitución a espaldas de Rubalcaba (y en complicidad con Rajoy) y las mismas también por las que congeló las pensiones y le hizo la campaña electoral al PP. Razones de peso, de peso pluma, queremos decir. Ahora bien, no se le puede negar que desde su cambio de identidad, producido de un día para otro en mayo de 2010, ha demostrado una coherencia enorme. Dentro de un año trabajará para Botín, quizá para Murdoch, y desayunará con Aznar, a quien parece haber descubierto también en esta nueva etapa de su vida. Cada vez que se acuerda de sus visitas a la fieta de Rodiezmo, le da la risa floja.

Aquel «cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste» con el que anunció la mutación fue en realidad un «sentaré la cabeza». Parece que por fin, después de ingenuidades sin cuento, ha comprendido quién manda y dónde debe hacer sus nuevas amistades. En estos momentos, y mientras no se produzca el congreso del PSOE, es un topo, un infiltrado, y esto deben saberlo Rubalcaba y Cía., que todavía dicen que entre lo que le convenía a su partido y lo que le convenía a España, eligió lo que le convenía a España. No es cierto, eligió lo que le convenía a la España a la que se acaba de apuntar, que desde muchos puntos de vista, no lo negamos, es un chollo.

Hay gente que cuando cambia de identidad se deja la anterior debajo de la nueva, al modo de una camiseta de tirantes. De ese modo, la camiseta actúa a modo de conciencia, añadiendo un punto de acidez a la identidad nueva. Es un modo de no disfrutar del todo con lo que uno ha conquistado. Pero hay gente que cuando cambia de identidad cambia de identidad, gente que no conserva de la anterior ni el cepillo de dientes. Tal parece el caso de Zapatero, porque es que hay tener una personalidad muy fuerte para perpetrar sarcasmos como el del indulto mencionado anteriormente. Sus exadmiradores (yo mismo) no dan crédito, no damos crédito, a esta metamorfosis espectacular. Lo raro es que Iker Jiménez no se haya ocupado todavía del asunto en su programa.

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